Monasterio Ituarte, José. Palma de Mallorca (Islas Baleares), 2.IV.1882 – Valencia, 4.XII.1952. Teniente general del Ejército.
Era hijo del coronel Francisco Monasterio Ollivier de Pera y de Beatriz de Ituarte y Achaga. En 1901 aprobó el examen de ingreso en la Academia de Caballería, pero no pudo comenzar su carrera militar al cerrarse los centros de enseñanza y, por ello, se incorporó como soldado voluntario al Bon. Cazadores de Barbastro n.º 4 (Madrid), que mandaba su padre. En 1903, abiertas de nuevo las academias, se incorporó a la de Caballería (Valladolid); promovido a 2.º teniente tres años después, su primer destino fue en el Regimiento de Cazadores de Sesma, n.º 22 (Valencia).
En 1909 ascendió a 1.er teniente.
En 1911, siendo alumno de la Escuela de Equitación, pidió y obtuvo destino en el Regimiento de Cazadores de Taxdir (Melilla), donde se inició la campaña del río Kert. Recibió su “bautismo de fuego” el 18 de enero de 1912 en Monte Arruit; alcanzada la línea del Kert y muerto el jefe rifeño, El Mizian, se dio por terminada la campaña. Monasterio había intervenido en numerosos combates por los que recibiría una Cruz roja al Mérito Militar, otra pensionada y la Medalla del Rif. Abandonó el Protectorado para realizar el curso de piloto militar en el aeródromo de Cuatro Vientos en septiembre. El 16 de abril de 1913 recibió el título de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional con el n.º 35 de los pilotos españoles, pero, antes de acabar el curso, fue destinado al tabor de Caballería del Grupo de Regulares de Melilla.
Se incorporó a esta unidad en la zona de Tetuán, donde estaba operando el grupo. Llegó a tiempo de participar en el combate de Ben Karrich (24 de junio de 1913). También participó en la protección de un convoy a Laucien, durante el cual tomó el mando del escuadrón al resultar herido su capitán. El 22 de septiembre fue herido en la organización del reducto de “Izarduy”. Allí, siguió combatiendo durante toda la jornada, por lo que fue felicitado por el mismo general Berenguer. En 1914 luchó en Beni Salem (1 de febrero), último combate de esta campaña. En marzo, volvió a Cuatro Vientos con el fin de continuar su formación como piloto. Por un accidente grave, al tomar tierra, hubo de ser hospitalizado en Carabanchel (6 de abril), donde le llegó el ascenso a capitán por méritos de guerra (combate de “Izarduy”). Reanudó los vuelos un mes después, pero se agudizó la afección en la vista que arrastraba desde niño, limitación que le obligó a dejar este perseguido anhelo (15 de enero de 1915). Fue nombrado seguidamente ayudante del general Font de Mora, que mandaba la Brigada de Lanceros de la División de Caballería, cometido que abandonó pronto, pues, en julio, fue destinado al Regimiento de Húsares de la Princesa (Alcalá de Henares), donde permaneció hasta marzo de 1919. Decidió entonces volver a África incorporándose al Grupo de Regulares de Larache. Allí se enfrentó con la “cábila” más fuerte y aguerrida de la zona, la de Beni Arós. El 13 de agosto participó en el combate más duro de la primera fase de las operaciones: el establecimiento de la posición de Kudia Rauda. No fue el final, pues faltaba preparar una base de partida para la ocupación del Fondak. Con este fin, recorrería cerca de mil kilómetros, protegiendo convoyes desde Arcila a R’Gaya.
El Fondak tuvo que ser ocupado desde Laucien por unidades de Tetuán y desde R. Gaya, por unidades de Ceuta y Larache. El 26 de septiembre, Monasterio y su grupo iniciaron la progresión por el segundo itinerario citado y, nada más comenzar, tuvieron un encuentro imprevisto con el enemigo, que produjo el mayor número de bajas de toda la segunda fase, catorce muertos en lucha cuerpo a cuerpo. No obstante, se ocupó El Fondak el 5 de octubre. Quedaba para una tercera fase la ocupación de Xauen. Durante las primeras acciones, el capitán Monasterio, a propuesta del general Barrera, se hizo cargo del mando de su tabor, al morir por insolación el comandante jefe. El 20 de septiembre de 1920, con su unidad, atravesó el río Lucus y penetró en la zona del Koloo, desbordando al enemigo e impidiendo su huida ante el ataque de la Infantería. Encuadrado su grupo de Regulares en la columna de Barrera, ocuparon sucesivamente Beni Issef (25 de septiembre) y Tafesá (19 de octubre). Estas acciones favorecieron que se pudiera ocupar Xauen.
Debió de ejercer bien el mando, ya que fue propuesto para el ascenso a comandante por méritos de guerra y se le concedieron, además, otras dos Cruces rojas.
El día 15 de agosto de 1921 se casó en Cartagena con Constancia McCrea y Rolandi; tuvieron dos hijos y cuatro hijas. Su ascenso a comandante no le fue concedido hasta el 1 de noviembre de 1924, aunque con antigüedad del 2 de febrero de 1920. Por esta causa, tuvo dos destinos más de capitán, en el Regimiento Cazadores de Almansa (Pamplona) y de nuevo en Húsares de la Princesa. Ya de comandante, consiguió quedarse en Alcalá en el Regimiento de Lanceros del Príncipe. Pero, en 1925, obtuvo un nuevo destino en África; esta vez, en el grupo de Regulares de Tetuán, al que se incorporó el 17 de agosto. Ya estaba el grupo embarcado para participar en el desembarco de Alhucemas (8 de septiembre de 1925), cuando tuvo que echar pie a tierra para romper el cerco que sufría la posición de Kudia Tahar, que los cabileños atacaban para impedir el desembarco. De todas formas, Monasterio, que se había librado del Desastre de Annual (1921) y tampoco había estado en la retirada de Xauen (1924), acabó participando en la maniobra más importante y decisiva para la pacificación del Protectorado. El 2 de mayo de 1926 desembarcó en la Cala del Quemado de la bahía de Alhucemas. A partir de entonces, intervino en múltiples combates al mando de su grupo, como en Iberloken (8 de mayo), en la ocupación de la línea del río Nekor (11 de mayo) y en el enlace con las unidades que progresaban desde Melilla (20 de mayo). El 1 de agosto de 1926 estaba de vuelta en Tetuán, para recuperar Xauen, lo que se consiguió el 12 de agosto. Entre abril y mayo de 1927, se ocupó la famosa cábila de Beni Aros y, en el Rif, los beniurriagueles fueron empujados hacia la zona francesa, donde finalmente se entregó su jefe, Abd el Krim.
Monasterio se volvió a distinguir en estas operaciones, pues, dos días después, fue ascendido a teniente coronel por méritos de guerra. Se le destinó a la Inspección de Tropas de Caballería, pero pronto obtuvo un nuevo destino de naturaleza muy distinto, pues se hizo cargo del 2.º grupo de asignaturas de la Academia General Militar. Alfonso XIII había firmado un decreto, que restablecía aquel centro de enseñanza (20 de febrero de 1927). Se iniciaba la llamada segunda época de la “General” y Franco era nombrado director. Es posible que la relación de Monasterio con el citado general fuera más estrecha a partir de entonces.
Sin embargo, fue uno de los firmantes de la carta que pedía la vuelta de la Monarquía en 1943. La Academia fue suprimida el 25 de abril de 1931. Monasterio se trasladó entonces a Cartagena en situación de disponible.
En octubre de 1931, fue destinado forzoso a la Academia de Caballería (Toledo), como jefe de estudios, pero sufrió un grave accidente a caballo al mes de su presentación, que le obligó a hospitalizarse en Carabanchel y a tomarse un tiempo de recuperación.
Aunque en 1932 se incorporó a su destino, antes de terminar el año ya había pedido dejarlo. Al año siguiente sería “congelado” en su empleo de teniente coronel, sin poder ascender hasta que le correspondiera por antigüedad. Debió de sentir un gran disgusto, pues rechazó los destinos que le asignaron y estuvo de baja, o de reemplazo por enfermo, e incluso disponible voluntario, hasta 4 de abril de 1935, fecha en que fue nombrado ayudante de campo del ministro de la Guerra, José Gil Robles. Anulada la ley que le impidió ascender a coronel, obtuvo este empleo con antigüedad del 5 de noviembre de 1933. Su primer destino fue el de jefe del Regimiento de Cazadores n.º 1 (Zaragoza). Allí estaba cuando estalló la Guerra Civil el 18 de julio de 1936. Declarado el Estado de Guerra en la ciudad por el general Cabanellas, Zaragoza se unió al bando nacional. Unidades del Regimiento, al mando del propio coronel, salieron el 29 de julio de la ciudad para ocupar Gelsa y vigilar los puntos de paso del río Ebro. Llegaron hasta Sástago, donde se produjo el choque con una fuerte columna que, al mando de Durruti y Pérez Farrás, pretendía ocupar Zaragoza. Los dos escuadrones de sables y una sección de ametralladoras no fueron suficientes para detenerlos y, herido el coronel, se replegaron hasta Quinto.
En agosto, se organizó una columna de Caballería en Valladolid y Ávila para ocupar el puerto del Pico en la sierra de Gredos, como paso previo para unir las zonas norte y sur del bando nacional. Se dio el mando a Monasterio y estaba integrado por ocho escuadrones de sables y otros dos de ametralladoras.
El día 30 salió la columna de Ávila, reforzada con una batería del 7,5; ocuparon Navalacruz (1 de septiembre) y, a continuación, tomaron unas posiciones al norte del puerto, con el fin de que sus defensores no se prepararan para un ataque de frente. Sin embargo, en la madrugada del 5 de septiembre, se realizó el asalto frontal, que el enemigo no pudo resistir y el puerto fue ocupado. Inmediatamente, se dio la orden de continuar hacia Arenas de San Pedro, pero la columna fue detenida en la Cuesta de la Parra (8 de septiembre). Llegó la noche y no se había vencido la resistencia, lo que obligó a organizar el vivac.
Al día siguiente, se consiguió desalojar las posiciones que detuvieron el avance y un escuadrón, que previamente había flanqueado al enemigo, cortaba su retirada hacia Arenas en Ramacastañas. Las fuerzas republicanas abandonaron la zona y pudo realizarse en enlace con la columna del sur en lo alto de la Cuesta de la Parra. Las dos zonas del bando nacional quedaban unidas. El 17 de octubre, la columna entraba en Toledo. Una vez tomado el Alcázar, se reorganizó la columna Monasterio para cubrir el flanco derecho de las fuerzas nacionales que debían avanzar hacia Madrid.
En cumplimiento de esta misión, ocuparon Seseña el 25 de octubre y, dos días después, Torrejón de Velasco. Preparaba Monasterio, entonces, la toma de Valdemoro y tenía reunida su columna para iniciar la marcha, cuando comenzó un contraataque enemigo sobre Seseña con quince carros de combate T-26 B, cuyo jefe era el comandante Greisser (Paul Arman).
Era su primera aparición en la guerra y no tenían los nacionales un blindado que pudiera enfrentarse al “tanque” soviético. Repuesta la columna, se hizo frente a los carros en las calles de Seseña, destruyendo dos con botellas de gasolina (se llamaría posteriormente “cóctel Molotov”, con olvido evidente de los primeros que utilizaron tal medio de defensa contracarro) y uno por medio de un disparo directo de un cañón arrastrado a mano. Los carros decidieron retirarse y el ataque fracasó. Al final de octubre, se ocupaba Valdemoro, donde, el 3 de noviembre, hubo que resistir un fuerte contraataque enemigo. Una columna republicana, apoyada por doce T-26 B, dirigidos esta vez por el propio Semión Krivoshein, jefe de los blindados enviados por la Unión Soviética a la República, conseguiría ocupar Torrejón de Velasco desde Aranjuez. En Valdemoro, llegaron a penetrar en el casco urbano; además, un tren blindado consiguió entrar en la estación. Monasterio destacó, entonces, a unos escuadrones, que, sin ser vistos, flanquearon al enemigo, atacándoles por retaguardia. Los republicanos iniciaron la retirada. Un contraataque nocturno de la columna Tello recuperó Torrejón. Fue la última resistencia importante en el avance hacia Madrid. Una vez que los nacionales se establecieron en la Casa de Campo, ya no se consideraba necesaria la columna de Monasterio y fue repartida entre diversas unidades que se organizaron para intentar la conquista de la capital. A Monasterio se le asignó, entonces, un sector defensivo en Illescas. Fracasado el primer intento de penetrar directamente en Madrid, se planeó una maniobra de envolvimiento de la capital, cortando la carretera de La Coruña; fue la llamada “batalla de la niebla”. Para ello, se organizaron tres columnas, mandadas por Asensio, Barrón y Monasterio. Únicamente la tercera logró su primer objetivo, la ocupación de Villanueva de la Cañada.
Las otras dos fueron detenidas por los carros soviéticos.
Había fracasado el segundo asalto a Madrid.
Al comienzo del año siguiente, Monasterio ascendió a general de brigada (8 de enero de 1937) y, a finales de enero, se le nombró jefe de las Milicias Nacionales.
De febrero a septiembre se enfrentaron los dos bandos, nacional y republicano, en las importantes batallas del Jarama (febrero), Guadalajara (marzo), Brunete (julio), en las que Monasterio no intervino.
Sin embargo, en julio, se le ordenó organizar una división de Caballería a base de la primitiva columna.
Se componía de tres brigadas, cuatro unidades de Infantería, un grupo de Artillería y una sección de ametralladoras antiaéreas. Su primera actuación fue en la batalla de Belchite, en donde intervino la 1.ª brigada.
Monasterio se trasladó a Zaragoza para dirigir el ataque que debía romper el cerco que sufría el citado pueblo. Se realizaron tres intentos para socorrerlo (1, 3 y 4 de septiembre), pero no fue posible penetrar en el despliegue enemigo. El general Saliquet obtuvo de Franco (10 de noviembre) el permiso para la reorganización y confirmación oficial de la División de Caballería.
En un principio se concentró entre Monreal del Campo y Molina de Aragón para la conquista de Madrid. Pero la toma de Teruel por los republicanos hizo cambiar los planes. Cumpliendo las órdenes del Ejército del Centro, Monasterio concentró su división en la zona de Hondo de Mas (5 de febrero de 1938). Apenas había intervenido en la segunda fase de la batalla de Teruel, pues se había limitado a defender el pasillo del río Singra. Sin embargo, se había proyectado una atrevida maniobra de doble envolvimiento para la tercera, que permitiera a los ejércitos del norte y sur del Turia cercar y conquistar la ciudad en una cuarta fase. La división tuvo entonces un gran protagonismo. Monasterio recibió, como fuerza de choque para realizar su maniobra, la 5.ª división de Navarra. Esta unidad consiguió romper el frente y ocupar Argente el 6 de febrero. Inmediatamente, articuló su división en dos agrupaciones para realizar un doble esfuerzo; aprovechando la brecha, una brigada debía ocupar sierra Palomera de revés y las otras dos lanzarse a la carga en diagonal a través de todo el campo de batalla para ocupar Visiedo y Lirón y llegar hasta el río Alfambra. Veintitrés escuadrones de sables y seis de ametralladoras formaban una masa que nadie pensaba entonces que podía actuar con efectividad contra una gran densidad de armas automáticas atrincheradas. Pero la espectacular carga de unos tres mil jinetes, en ambos esfuerzos, produjo la inseguridad, primero, y el pánico, después, de los soldados republicanos, que acabaron en desbandada general.
El 25 de febrero de 1938 se dio por terminada la batalla de Teruel.
Durante la batalla de Aragón, que acabó con los nacionales conquistando llegando al mar en Vinaroz (15 de abril), Monasterio mandó una agrupación formada por su 2.ª brigada y otra de la 105 División.
Pero, en la noche del 24 al 25 de julio el Ejército Popular cruzó el río Ebro y comenzó la batalla del mismo nombre. La división siguió dividida, con la 1.ª brigada a disposición del Cuerpo de Ejército de Aragón, la 2.ª en Molina y la 3.ª en el frente de Valencia con el Destacamento de Enlace. Como decía el propio Monasterio, “a partir del Alfambra, todos los generales quieren Caballería”. Hasta el 16 de noviembre no se consiguió hacer repasar el Ebro a las fuerzas republicanas. Para aliviar a las fuerzas republicanas cercadas en el gran recodo del Ebro, unidades del Ejército Popular cruzaron el río Segre el 10 de noviembre entre Serós y Alcaraz e intentaron ocupar Fraga. Detenidos en la sierra de Ros, se organizaron tres agrupaciones para obligar al enemigo a volver a cruzar el río. A Monasterio le encomendaron la B, formada por varios batallones y un grupo de escuadrones. Con estas fuerzas, desalojó de enemigos la sierra, pero una fuerte hemorragia le obligó a retirarse a Monzón. Aunque se recuperó pronto, ya no iba a tener mando directo en las operaciones. Las unidades republicanas repasaron el Segre y comenzó la invasión de Cataluña.
Acabada la Guerra Civil, dejó el mando de la División y de las Milicias y se le nombró jefe del Cuerpo de Ejército de Aragón, destino de superior categoría que suplía a la disuelta Capitanía General por la República.
Además, fue nombrado consejero en el 2.º Consejo de FET (Falange Española Tradicionalista) y de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) (9 de septiembre de 1939), cargo que ya tuvo en el 1.º. Las capitanías generales fueron restablecidas el 1 de abril de 1940 y, once días después, Monasterio fue ascendido a general de división. Por ello, el 26 de abril, fue confirmado como capitán general de la 5.ª Región Militar. El 24 de septiembre de 1943 ascendió a teniente general y, en abril de 1945, se le nombró capitán general de la 7.ª región (Valladolid).
Poco tiempo mantuvo este cargo, ya que en octubre fue nombrado capitán general de la 3.ª región (Valencia).
En abril de 1950 pasó a la situación de retirado.
Murió el 4 de diciembre de 1952 en Valencia.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. M-3640.
D. Berenguer, Campañas en el Rif y Yebala, 1921-1922, Madrid, Imprenta Sucesores de R. Velasco, 1923; J. M.ª Martínez Bande, Monografías sobre la Guerra de España, I a XIII, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968; R. Casas de la Vega, La guerra, Madrid, Empuje, 1972; R. Salas Larrazábal, El Ejército Popular de la República, Madrid, Editora Nacional, 1973; T. Suero Roca, Los generales de Franco, Barcelona, Bruguera, 1975; G. Cabanellas, La guerra de los mil días, Buenos Aires (Argentina), Heliasta, 1975; J. M. Gárate Córdoba, Partes oficiales de la guerra (1936-39), Madrid, San Martín, 1977; H. Thomas, La Guerra Civil española, Madrid, Urbión, 1979; F. C. Albert, Carros de combate y vehículos blindados de la guerra 1936-39, Barcelona, Borrás, 1980; VV. AA., Historia de las campañas de Marruecos, t. III, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1981; R. y L. Salas Larrazábal, Historia General de la Guerra de España, Madrid, Rialp, 1986; J. Albi, L. Estampa y J. Silvela, Un eco de clarines, Madrid, Tabapress, 1992; E. Malefakis y otros autores, La Guerra de España, Madrid, Taurus, 1996; R . de la Cierva, Historia esencial de la Guerra Civil española, Toledo, Fénix, 1996; J. Mazarrasa, Los carros de combate en la Guerra de España 1936-1939, Valladolid, Quirón, 1998; R. Lión, A. Bellido y J. Silvela, La Caballería en la Guerra Civil, Valladolid, Quirón, 1999.
Juan Silvela Miláns del Bosch