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Pedro de Azuaga

Biografía

Azuaga, Pedro de. Azuaga (Badajoz) c. 1546 – Santiago de Chile, XI.1597. Misionero franciscano (OFM), gran orador y obispo de Santiago de Chile.

A pesar de su importancia y categoría como misionero, se tiene más bien escasa documentación sobre su persona. Nacido, al parecer, en la villa de su apellido (si éste es realmente su patronímico) hacia 1546, ingresó en la Orden franciscana y probablemente en la provincia de Castilla, pero se desconoce cuándo. Tampoco se conocen los estudios que pudo cursar, además de los correspondientes a la carrera eclesiástica, pero lo que sí se sabe a través especialmente de sus escritos es que poseía una gran formación humana y una sólida formación científica, escolástica, al par que una mente ecuánime. Así, además, lo presentan las escasas referencias, que han sido suministradas por otros escritores franciscanos contemporáneos, y las Actas Consistoriales del Archivo Secreto Vaticano, que lo califican de Magnus divini verbi contionator et ad docendum habilis”, lo que parece indicar que también se había ejercitado con éxito en la docencia. Se sabe, asimismo, que pasó a Nueva España, a la provincia franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán, sin que se sepa cuándo; se tienen escasas noticias de su actividad como misionero en ella, pero de esas pocas noticias se desprende que Pedro de Azuaga no fue uno de tantos, sino que, además de haber ocupado en esa provincia franciscana relevantes cargos, su actividad como misionero no sólo abarcó el aspecto puramente eclesial, religioso, sino que abordó también la esfera de lo civil. Así se sabe que fue definidor de la dicha provincia, pues en una carta del provincial a Felipe II (4 de febrero de 1569) aparece su firma junto con las del resto de los definidores.

Pero sobre todo se conservan al menos dos escritos suyos dirigidos personalmente al propio Rey sobre cuestiones muy delicadas. El primero en latín, cuyo título reza De iure regnorum Indiarum quaestiones, que aborda los temas del derecho de los reyes de España a la conquista y posesión de las Indias, y los problemas sobre la gobernación de las mismas, así como de las innovaciones que habría que introducir tanto en el aspecto religioso como en el puramente político y civil para mejorar el gobierno de las mismas.

El otro escrito en español, cuyo título es Parecer sobre varios puntos acerca de la gobernación y población de Indias, que en el fondo coincide, al menos en buena parte, con el anterior, al que remite con frecuencia. En ambos, el padre Azuaga no se manifiesta simplemente como un cómodo y delirante fiscal denunciador de reales o supuestas conductas ajenas más o menos reprobables desde una cómoda posición social y de una total impunidad, como hicieron otros, sino que, partiendo de su conocimiento personal y directo de la realidad y problemática indiana, cotidiana y largamente vividas codo con codo junto a los defendidos y débiles, se eleva por encima de lo meramente contingente o anecdótico, para darnos una visión de conjunto de toda esa problemática en el orden político, social y religioso, aportando, además, soluciones reales concretas, no utópicas, para el presente y el futuro; a través de cuyos argumentos, el padre Azuaga viene a manifestar también su sólida formación científica, el conocimiento profundo del problema y la mesura y equilibrio de su mente en la proposición de los remedios a los problemas.

No es de extrañar que el Rey lo hiciera venir a España para que expusiera sus opiniones con más detalles ante la Corte, cual si se tratara de recoger el guante que el propio padre Azuaga le lanzara en su Parecer [...], cuando afirma: “Probado lo qual todo me obligo a provar y defender con sana conciencia agora y en todo tiempo, en esta Nueva España y en la Vieja, y donde quiera que menester fuere”. De hecho, el padre Azuaga se encontraba en Madrid en 1576, como se desprende de una cédula de 6 de julio de 1576 en la que “se manda a Antonio de Cartagena que pague a Fray Pedro de Azuaga 73 ducados para recoger y llevar a la ciudad de Sevilla diez y ocho religiosos [...] que lleva al Nuevo Reino de Granada”. En efecto, el padre Pedro Aguado, provincial de la provincia franciscana de Santa Fe del Nuevo Reino de Granada, había venido a la Corte para exponer el lamentable estado en que se encontraba su provincia religiosa, como consecuencia de la escasez de religiosos, pero, sobre todo, por la vida relajada de algunos de ellos, especialmente de un portugués llamado fray Antonio de Estela. El padre comisario general franciscano en la Corte, fray Francisco de Guzmán, y el Rey ven en el padre Azuaga la persona más idónea para solucionar tan difícil problema y restaurar la disciplina religiosa en dicha provincia, por lo que de consuno le mandan que parta a la provincia de Santa Fe, llevando consigo, en funciones de comisario, al referido grupo, que habría de actuar como fermento para el restablecimiento de la disciplina alterada. Por otra cédula de 15 de mayo de 1577 se comunica a los oficiales de Sevilla la misión que lleva el padre Azuaga, quien después de reunir y seleccionar personalmente a los catorce religiosos, todos ellos de su región extremeña y provincia franciscana de San Miguel, se embarca en Sanlúcar el 16 de noviembre de 1577.

Llegó a su destino en fecha desconocida e inmediatamente se puso manos a la obra encomendada, comenzando por adquirir el conocimiento personal de la verdadera realidad. No mucho después, el problema había desaparecido y la disciplina quedaba restablecida.

Pero el padre Azuaga, al propio tiempo que abordaba el problema de la indisciplina de sus frailes, no se despreocupó de los problemas sociopolíticos del entorno, como lo demuestran su carta al Rey de 20 de julio de 1581, en la que pide a Su Majestad que ponga remedio al mal gobierno del licenciado Monzón, o la de 29 de marzo de 1583 en favor de los indios.

Poco después de su llegada al Nuevo Reino de Granada, el padre Azuaga había sido elegido ministro provincial, ostentando al propio tiempo el título de comisario general del Perú para la provincia del Nuevo Reino de Granada y Venezuela, y, además, comisario de Inquisición.

Concluido su mandato como ministro provincial, fue elegido definidor y guardián del convento de Santa Fe, como lo atestiguan sus cartas dirigidas al Rey sobre asuntos relacionados con la gobernación de aquellos territorios.

El 23 de abril de 1594, Felipe II le anuncia su candidatura al obispado de Santiago de Chile, por fallecimiento de su obispo (el también franciscano fray Diego de Medellín), rogándole al propio tiempo que se traslade cuanto antes a su diócesis, para hacerse cargo de los asuntos de la misma, a lo que Azuaga contesta, el 28 de abril de 1595, que lo hará en cuanto le sea posible. En el consistorio de 29 de enero de 1596 (o 7 de febrero de 1596), el padre Azuaga es promovido a dicha diócesis, pero su episcopado fue demasiado corto, ya que falleció en noviembre de 1597.

 

Obras de ~: Parecer sobre varios puntos acerca de la gobernacion y poblacion de Indias, s. l., s. f. [en L. Torres de Mendoza, Colección de Documentos Inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las antiguas posesiones españolas, vol. XI, Madrid 1869, págs. 170-178]; De iure obtentionis regnorum Indiarum quaestiones tres, s. l., s. f. [ed. en Missionalia Hispanica (MH), 21 (1964), págs. 208-223]; Abominación del Pecado, s. l., s. f. (inéd.).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Secreto Vaticano, Actas Consistoriales.

A. López, “Documentos inéditos del siglo XVI referentes al Nuevo Reino de Granada (Colombia)”, en Archivo Ibero Americano, XX (1923), págs. 363-385; A. Eguiluz, “Fr. Pedro de Azuaga, O.F.M., nuevo teorizante sobre Indias”, en MH, 21 (1964), págs. 173-223.

 

Hermenegildo Zamora Jambrina, OFM