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Luis Iglesias González

Biografía

Iglesias González, Luis. Santa María de Asados, Rianjo (La Coruña), 8.IV.1767 – Aranjuez (Madrid), 10.VIII.1834. Franciscano (OFM), teólogo, ministro general de la Orden.

Natural del pequeño pueblo marinero de Asados, en la Ría de Arosa, hijo de Pedro Iglesias y de María González, ingresó en el noviciado franciscano en San Francisco de Santiago, el 8 de mayo de 1782, siendo ya licenciado. Al año siguiente se incorporó a la Orden con la profesión religiosa. Dotado de buenas cualidades intelectuales, realizó con brillo los estudios y consiguió un currículo lucido. Cursados los estudios de Artes y Teología, fue seleccionado para los grados académicos.

Con este fin pasó al colegio de Alba de Tormes, en el que ingresó en calidad de colegial el año 1790, para hacer oposiciones a cátedras en 1791, 1792 y 1794.

Fue profesor de Artes en el colegio de San Francisco, de Noya, y de Teología, en el de San Francisco, de Salamanca, de 1805 a 1807. Se graduó de doctor en Teología por la Universidad de Santiago el 25 de septiembre de 1808, después de haber vencido algunos obstáculos que le opusiera el claustro, para lo cual hubo de ajustarse al nuevo plan de estudios introducido en dicha Universidad por Juan Martínez Oliva, el 3 de agosto de 1807, más sencillo en las pompas y en los gastos que el ya superado de Pedro Pablo Bazán de Mendoza. En este mismo año de 1808 ganó por oposición una de las cátedras de Instituciones Teológicas.

Ocurrida la invasión francesa, adoptó una actitud pasiva, sin duda por su carácter tímido, y fue uno de los veintitrés doctores universitarios que, bajo presión y amenaza, en la Junta de 26 de enero de 1809 reconocieron por rey a José Bonaparte; y como la cátedra de Teología estaba vacante, el padre Iglesias, que aspiraba a regentarla, debió trabajar activamente en este sentido, pues le fue concedida por acuerdo del claustro del 4 de abril de 1809. Por estos y otros actos quedó sometido a tres procesos, una vez retirados los franceses, por sospechas de afrancesado: al de la Suprema Junta Central, al del Tribunal de Seguridad Pública y al del Claustro universitario. Sin embargo, el Tribunal de Seguridad Pública, en reunión del 1 de febrero de 1810, lo declaró libre y absuelto y merecedor del buen concepto y reputación de que había gozado antes.

En el claustro del 18 de octubre de 1811 fue nombrado, en representación de los regulares, para formar parte de la Junta de dirección de estudios. Tenía fama de buen orador, por lo que le encomendaron con frecuencia los sermones de las funciones universitarias.

Así, en el claustro del 12 de mayo de 1814, se acordó que la Universidad celebrara con toda solemnidad el regreso a España de Fernando VII, para lo cual encomendó al padre Iglesias el sermón que se había de pronunciar con tal motivo. El 7 de agosto de este año fue admitido al grado de doctor en Artes por la Universidad de Santiago.

En el Capítulo que la provincia franciscana de Santiago celebró en La Coruña el 9 de noviembre de 1816 fue elegido guardián de San Francisco, de Santiago, y en el de Villafranca, de 1823, definidor. Orador de gran entonación y coraje, muy cotizado en la Universidad, se vio envuelto nuevamente en complicaciones políticas con motivo de algunos de estos sermones, pues, tachado de absolutista, lo denunciaron a la Junta Constitucional de La Coruña algunos doctores partidarios del sistema liberal. Se censuraba ahora el sermón pronunciado en la función acordada por el claustro en 1822, en sufragio de las almas de los soldados del Batallón literario, con el pretexto de que no había hecho ningún elogio de la constitución. Se le instruyó sumario con orden de arresto, debido a lo cual tuvo que ocultarse y permanecer varias veces fuera del convento. En el Capítulo General que la Orden franciscana celebró en Alcalá de Henares el 29 de mayo de 1830, el padre Iglesias, exdefinidor general y lector bis jubilado, salió elegido por unanimidad ministro general de la Orden.

El nuevo ministro general se dedicó a visitar las diversas provincias y, el 9 de junio de 1832, presidió el Capítulo que su provincia celebró en San Francisco, de Santiago, con cuyo motivo la Universidad le dedicó un víctor en el que se recuerdan sus muchos méritos.

A la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, aconteció una nueva confrontación entre carlistas y liberales. La amenaza contra la vida religiosa llegó a tal extremo que el padre Iglesias, el 24 de mayo de 1834, dirigió una carta a la reina regente María Cristina lamentándose de las injusticias que se cometían contra los religiosos españoles en todas partes, pero la regente nada pudo hacer. Para colmo, la aparición del cólera en Madrid sirvió de pretexto a los isabelinos para amotinar al pueblo que, después de asaltar los conventos, sembró el pánico en la capital. El 17 de julio de 1834 morían cuarenta y ocho religiosos en el convento de San Francisco el Grande, de Madrid, víctimas de las salvajadas del populacho a la vista del Gobierno y del Ejército. El padre Iglesias, que estuvo presente en estos sucesos, tuvo que huir, consternado, para salvar la vida, que poco después perdía en Aranjuez a consecuencia de tan fatal acontecimiento.

 

Obras de ~: Oración que en la solemnne acción de gracias [...] por la venida y restitución [...] de Fernando VII al trono de sus mayores [...], Santiago, 1814; Monituri vos (carta encíclica), Madrid, 1830.

 

Bibl.: J. Rodríguez de Legisima, Héroes y mártires gallegos. Los franciscanos de Galicia en la guerra de la independencia, Santiago, El Edo Franciscano, 1912, págs. 359-388 y 822-825; A. López, “Una carta del Rmo. P. Fr. Luis Iglesias”, en Archivo Ibero-Americano (AIA), 2 (1914), págs. 319-322; L. M. Núñez, “17 de julio de 1834. En el convento de San Francisco el Grande, de Madrid, por un testigo ocular”, en AIA, 2 (1914), págs. 493-500; S. Cabeza de León y E. Fernández Villa- Mil, Historia de la Universidad de Santiago de Compostela, Santiago, Imprenta C. Peón, 1945-1947, vol. I, págs. 419, 519- 520 y 528; vol. II, págs. 128, 208, 300, 303, 320-321 y 419, y vol. III, págs. 138-139; A. Couceiro Freijomil, Diccionario bio-bibliográfico de escritores gallegos, vol. II, Santiago de Compostela, Editorial de los Bibliófilos Gallegos, 1952, págs. 239- 241; M. Revuelta González, La Exclaustración (1833-1840), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1976, págs. 51-52, 92-93, 121-123, 166-167, 194, 215, 217-218 y 380.

 

José García Oro, OFM

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