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Pedro Maldonado de la Barrera

Biografía

Maldonado de la Barrera, Pedro. Sevilla, 1576 – 1614. Agustino (OSA), predicador, escritor y confesor del duque de Lerma.

Sus padres fueron Melchor Maldonado, caballero de Santiago, y Ana María de la Barrera. Pedro nació en una familia noble, donde se respiraba un ambiente agustiniano, pues tuvo cinco hermanos agustinos, y su hermana, Elvira, profesó en el convento de San Leandro de Sevilla, de religiosas agustinas, como el mismo Maldonado indica en la dedicatoria de la obra Discurso del coro y oficio divino.

A temprana edad, ingresó en la Compañía de Jesús de Sevilla, donde realizó todos los estudios eclesiásticos y, cuando ya era sacerdote, abandonó los jesuitas para profesar en la Orden de San Agustín, debido a la crisis que atravesaba la Compañía de Jesús en aquella época. Pedro Maldonado se graduó de bachiller de Teología en la Universidad de Osuna el 26 de mayo de 1610. Ese mismo año consiguió el título de licenciado y de doctor en Teología por la citada Universidad en fecha 21 de junio de 1610.

Calificador del Santo Oficio, famoso orador sagrado y, al parecer, confesor del duque de Lerma, el favorito de Felipe III, a quien dedicó el Tratado del perfecto privado, manuscrito que el duque, tras la prematura muerte de Maldonado, entregó a Nicolás Antonio. Esta obra fue editada por vez primera en 1963 por F. Rubio.

Pedro Maldonado alternó las tareas del púlpito con las de escritor, incluso antes de obtener los citados grados académicos por la Universidad de Osuna. En efecto, ya en 1606 publicó en Sevilla, bajo el anonimato de “compuesto por un religioso de la Orden de San Agustín”, su primer libro, el ya citado Discurso del coro y oficio divino. Tres años más tarde, cuando encontró generosos mecenas, publicó en Lisboa cuatro obras en distinto impresor cada una de ellas. Primera parte de consuelo de justos (1609), dedicado a Felipa de la Madre de Dios, tía del obispo agustino Meneses, virreina de la India, viuda de Matías de Alburquerque, primero, y luego religiosa del convento de la Esperanza de Lisboa. La obra consta de tres libros. “En el primero —escribe Maldonado— trato de los consuelos de los justos religiosos, para los trabajos que trae la religión considerada en sí misma, y en su esencia, como la pobreza, castidad y clausura; en el segundo dar consuelo para los trabajos que a un alma se le pueden ofrecer en el trato con Dios, consigo, con los próximos y con la comunidad; en el tercero, descendiendo más en particular se trata de consolar a los prelados, predicadores, lectores, maestros de novicios y legos, a cada uno conforme a las cargas que trae su estado”. Se trata, pues, de una verdadera apología, en el orden espiritual, de la vida religiosa, con un minucioso y fino análisis psicológico de la vida consagrada, según Monasterio. El autor, al titularle Primera parte, ideó, al menos, que había de tener una segunda parte, sin que pudiese llevarse a efecto por su temprana muerte.

También publicó en Lisboa y en el mismo año de 1609, Commentarii in Psalmos David, dedicado al II conde de Ricla, Diego de los Cobos y Mendoza, III marqués de Camarasa, y descendiente del secretario de Carlos V, Francisco de los Cobos; Lectiones sacrae in Priman Canonicam B. Joannis Apostoli, dedicadas al marqués de Estepa, Juan Bautista Centurión, y Traza y ejercicios de un oratorio, dedicada a Ana Centurión de Córdoba, condesa de Ricla, hija del anterior y esposa del primero. Esta obra de interés espiritual la ofreció Maldonado dividida en tres libros, donde examina diversos aspectos materiales y formales de oratorio, con el objeto de alcanzar los fines trascendentales que le son propios. Según Monasterio, la obra señala que “el principal ejercicio del oratorio es la oración y propónese el modo de orar fácil, provechoso y para todo. La primera cosa que ha de hacer el que intenta orar con provecho es ponderar la verdad objeto de la meditación, y esto es propio de la facultad intelectiva.

Pero es necesario que el entendimiento no se entretenga en esto más de la cuenta y hay que reducirle a lo justo, procurando dar más parte a la facultad afectiva, o voluntad, que es el segundo paso de la oración; y una vez que esta facultad nos haga amar la verdad que se medita y se exciten suficientemente los afectos del alma, nace una resolución firme de amar el bien que el entendimiento le propone, y en ello está el tercer paso de la oración. Viene luego la deprecación, que es el cuarto paso y último de la oración”. A la sequedad espiritual y distracciones, cuyas causas llega a examinar Maldonado, propone los oportunos remedios. Si, a pesar de todo, persevera la oración, el sujeto está en disposición de llegar incluso hasta la contemplación, de la que no escribe por ser materia que requiere ser práctico en ella, y el autor no se tiene por contemplativo.

En el prólogo de Traza y ejercicios de un oratorio, Maldonado se propone sacar una segunda parte, “en la que para cada día de fiesta de todo el año, y otras particulares ocasiones proponga especiales discursos”.

Posterior a 1610, escribió el Perfecto privado, obra dirigida al duque de Lerma. Con brevedad expone Maldonado aquellas enseñanzas básicas para conservar la privanza. Por “privado” entiende “un hombre con quien a solas y particularmente se comunica, con quien no hay cosa secreta, escogido entre los demás para una cierta manera de igualdad fundada en amor y perfecta amistad”. En los años en que se redactó esta obra, todavía seguía vigente en España la antigua polémica del maquiavelismo-antimaquiavelismo, ahora bajo la forma de “tacitismo” y antitacitismo militante, en torno a la “razón de Estado”, dando inicio entre los tratadistas políticos la controversia sobre la figura del privado o valido. Muy presentes estaban, por lo demás, las desdichas que había ocasionado a España la privanza de Álvaro de Luna, y, sin embargo, Pedro Maldonado es uno de los primeros autores que se pronuncia favorable al privado, indicando “que un fiel privado, como debe ser, es la más noble y rica parte del rey”, y que las razones que se aducen en contra “no proceden contra el privado, sino contra los malos privados, como ninguno condenaría el haber jueces porque es ocasionado a sobornos e injusticias”.

Aunque el tratado del Perfecto privado no se publicó hasta bien entrada la última mitad del siglo xx, circularon varios manuscritos, algunos de los cuales usó y copió, “con ligerísimas variantes”, José Laínez en El perfecto cristiano (1641), según se desprende del cotejo realizado por Quirino Fernández.

 

Obras de ~: Discurso del coro y oficio divino, Sevilla, 1606 (al final del texto se halla escrito 1607) (Barcelona 1608); Primera parte del consuelo de justos, Lisboa, Pedro Craesbeck, 1609; Traza y ejercicios de un oratorio, Lisboa, Jorge Rodrigues, 1609; Commentarii in Psalmos David, Lisboa, Antonio Álvarez, 1609; Lectiones Sacrae in Primam Canonicam B. Joannis Apostolii, Lisboa, 1609; Libro espiritual, que sirve para la lección y meditación, Sevilla, Luis Estupiñán, 1631; Tratado del perfecto privado, post. 1610 [ed. de F. Rubio, en Anuario Jurídico Escurialense (AJE), 4 (1963), págs. 765-803; ed. de Q. Fernández, en Archivo Agustiniano (AA), 60 (1976), págs. 232-265].

 

Bibl.: T. de Herrera, Alphabetum Augustinianum, t. II, Madrid, Tipografía Gregorio Rodríguez, 1644, pág. 288; M. Lipenius, Bibliotheca realis theologica, Frankfurt, 1685, págs. 120 y 587 (reimpr., Hildesheim-New York, 1973); N. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova, 1684 (t. II, Madrid, 1788, pág. 211; versión en español, t. II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999, pág. 241); Ossinger, Bibliotheca Augustiniana historica, critica et chronologica, in qua mille quadringenti Augustiniani Ordinis scriptores eorumque opera tam scripta, quam typis edita inveniuntur, Ingolstadii, Imprenta Joannis Francisci Xavierii Craetz, 1768, pág. 537; F. Arana de Varflora (pseud. de F. Díaz de Valderrama), Hijos de Sevilla ilustres en santidad, letras, armas, artes o dignidad, t. IV, Sevilla, Imprenta de Vázquez e Hidalgo, 1791, pág. 63; J. Lanteri, Postrema Saecula sex religionis augustinianae in quibus breviter recensentur illustriores viri augustinenses qui sanctitate et doctrina floruerunt post magnam Ordinis unionem peractam anno MCCLVI ab Alexandro IV usque ad haec tempora, Romae, Typ. Bernardi Morini, 1860, pág. 404; F. Rodríguez Martín, “Cervantes y la Universidad de Osuna”, en Homenaje a Menéndez Pelayo, t. II, Madrid, Victoriano Suárez, 1899, págs. 185-186; G. Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, t. V, Madrid, Imprenta Asilo de Huérfanos S. C. de Jesús, 1920, págs. 85-91; I. Monasterio, Místicos agustinos españoles, t. II, Real Monasterio de El Escorial (Madrid), Editorial Agustiniana, 1929, págs. 401-408; F. Rubio, “Tratado del perfecto privado, Ms. inéd., del P. Pedro Maldonado, OSA, siglo XVII, dedicado a don Francisco de Rojas y Sandoval, Marqués de Denia y Duque de Lerma. Introducción, estudio y publicación”, en AJE, 4 (1963), págs. 757- 803; “El Discurso de las privanzas, de Quevedo, y el Tratado del perfecto privado del P. Pedro Maldonado, OSA”, en AJE, 5 (1964), págs. 573-585; Q. Fernández, “El padre maestro fray Pedro Maldonado OSA (1576-1614) y su opúsculo inédito, Tratado del perfecto privado”, en AA, 60 (1976), págs. 217-229; H. Durand, “Andanzas del Padre Maldonado y su Privado ejemplar”, en Nueva Revista de Filología Hispánica, 29 (1980), págs. 312-342; G. Díaz Díaz, Hombres y Documentos de la Filosofía Española, t. V, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1995, págs. 82-84; K. Reihnhardt, Bibelkommentare spanischer Autoren (1500-1700). II. Autorem M-Z, Madrid, CSIC, 1999, págs. 19-20.

 

Rafael Lazcano González