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José María Gómez del Barco

Biografía

Gómez del Barco, José María. Valladolid, 19.III.1901 – Madrid, 18.IX.1936. Aviador militar, caballero laureado de San Fernando.

Hijo de un abogado en ejercicio en Valladolid, después de terminar el bachillerato en el colegio de San José, de la Compañía de Jesús, y tras cursar un año de la carrera de Medicina, decidió aprender el oficio de mecánico al tiempo que practicaba el ciclismo, tomando parte con éxito en varias pruebas. En 1922 se presentó voluntario en Ingenieros, para el Servicio de Aviación, y tras realizar el período de instrucción en Cuatro Vientos, donde realizó el juramento de fidelidad a la bandera, solicitó ir destinado a las escuadrillas de África, incorporándose en el aeródromo de Nador, donde el 1 de noviembre fue ascendido a cabo.

En 1923 marchó a Burgos como alumno piloto, realizando los vuelos y prácticas, en el aeródromo de Gamonal, y luego en el de Cuatro Vientos, donde, tras realizar con brillantez las reglamentarias pruebas, recibió el título de piloto militar en mayo de 1924.

Solicitó José María Gómez del Barco ser destinado a las Fuerzas Aéreas de Marruecos y, aunque inicialmente fue denegada su petición, él no cejó, y pronto se vio formando parte del Grupo Expedicionario, de Breguet XIV, que se estaba formando en Sevilla, y con él marchó a África, al aeródromo de Sania Ramel, en el que desde los primeros momentos se distinguió por su valor, sentido de la disciplina y habilidad para el vuelo, y, cuando únicamente llevaba tres meses como piloto, culminó la hazaña que le llevaría a ver su valor calificado de heroico y propuesto para la más alta recompensa militar de España.

A principios de 1924, la rebeldía se extendía por la zona occidental de Marruecos, encontrándose las comunicaciones cortadas en muchos puntos, por lo que el mando se vio forzado a ordenar el repliegue de los puestos avanzados y la retirada de las posiciones más occidentales. La Aviación desarrolló en esta etapa una intensísima e incansable labor, tanto para proteger a aquellas guarniciones que combatiendo se replegaban, como para apoyar con su fuego y abastecer desde el aire a las posiciones que, cercadas por nutridas harkas bien equipadas y armadas, se defendían con tesón y heroísmo, sobreponiéndose a tremendos sufrimientos y privaciones. No es fácil entender cómo pudieron aguantar hombres, aeroplanos y motores, semana tras semana, luchando sin cesar, sin descansar un solo día y sin poder realizar revisión alguna del material de vuelo.

La situación en la línea del Lau (que el mando español había decidido mantener) era muy grave, y la de algunas posiciones de ella, gravísima; habiendo ya sido derribados cinco aeroplanos por el fuego de tierra mientras abastecían a aquéllas. El 21 de agosto la posición de Solano se hallaba al límite de su capacidad de resistencia, totalmente desprovista de agua, por lo que del aeródromo de Sania Ramel, en Tetuán, despegó la escuadrilla de biplanos Breguet XIV, del capitán Fernando Capaz, con la misión de arrojar barras de hielo en la posición.

El cabo Gómez del Barco, piloto del aparato n.º 114, que llevaba como observador al alférez Felipe Iruretagoyena, recibió la orden de proteger al avión del jefe de la escuadrilla en su misión de lanzamiento del hielo; cuando llegaron a la vertical de la posición, Gómez del Barco se lanzó a ametrallar unos trincherones desde los que nutridos grupos enemigos recibieron a los aviones con violento fuego de ametralladora y fusil. Disparando en vuelo rasante, evolucionó para atraer sobre sí la atención y el fuego de los moros, siendo alcanzado repetidas veces el biplano por proyectiles de fusil y ametralladora, mientras que, amparado por la labor de Gómez del Barco, el capitán Capaz podía descender sobre la posición hasta casi rozar las galletas de las tiendas de campaña, dejando caer con precisión en el interior del reducido recinto, las barras de hielo que aliviarían la sed de los defensores. Cambió de objetivo el capitán para dirigirse a abastecer a la avanzadilla, y asimismo cambió el cabo del Barco para mejor proteger el avión del capitán Capaz que se sentía seguro ante las hábiles maniobras y la precisión del fuego de su avión de acompañamiento.

Lo que no sabía el capitán —y la actitud de Gómez del Barco no daba lugar a adivinarlo— era que a poco de comenzar el ataque, un proyectil había alcanzado a éste, hiriéndole en la sien izquierda, cerca del ojo, y poco después, otro balazo le había atravesado el hombro derecho, no obstante lo cual logró que su labor, valiente, audaz e inteligente, resultara muy eficaz y el aparato protegido rematara con éxito la misión sin recibir un solo impacto.

Al darse cuenta el alférez Iruretagoyena de que su piloto estaba herido, le autorizó a regresar al aeródromo, pero del Barco le hizo señas de que no era necesario y que continuaría hasta concluir la misión. Terminado el lanzamiento del hielo, el capitán Capaz, sin haberse percatado de la situación del piloto del 114, le indicó que podía regresar. Iruretagoyena pretendió que tomara tierra en el campo eventual de Uad Lau, a pocos kilómetros de Solano, pero Gómez del Barco decidió regresar a Sania Ramel logrando tomar allí tierra con toda corrección, aunque hubo de ser sacado del aparato, desvanecido y casi desangrado, con heridas que fueron calificadas de graves.

Tras su paso por los hospitales militares de Tetuán, Ceuta y Sevilla, fue dado de alta en septiembre de aquel año, incorporándose a su escuadrilla el 18 de octubre. Ascendió un mes más tarde —habiendo obtenido el número uno en los exámenes para sargento— e intervino con su unidad en las operaciones del desembarco en la bahía de Alhucemas, donde tan decisiva fue la actuación de la Aviación, en la ampliación de las cabezas de playa y en los subsiguientes avances por las kabilas de Bocoia y Beni Urriaguel. El 17 de septiembre resultó su aparato derribado por el fuego de ametralladora, teniendo que tomar tierra en Mídar.

El 25 de octubre de 1925, resuelto favorablemente expediente del juicio contradictorio, le fue concedida la Cruz laureada de San Fernando, por una Real Orden que decía: “Visto el expediente de juicio contradictorio, instruido en la Comandancia General de Ceuta, para depurar si el cabo de Ingenieros, piloto aviador, José María Gómez del Barco se hizo acreedor a ingresar en la Real y Militar Orden de San Fernando, por el mérito que contrajo en el vuelo de bombardeo realizado el día 21 de agosto de 1924 sobre la posición de Solano, del territorio Ceuta-Tetuán. Resultando que el interesado, encargado con un avión de proteger a otro aparato que llevaba su misión, cumple la suya aun estando herido gravemente al empezar a ejecutarla y la cumple de una manera perfecta, que hace que su cometido sea eficacísimo, pues gracias a su serenidad y valor, a pesar de sus heridas, con sus vuelos bajos consigue que el aparato que protegía salga sin un impacto, salvando por último el aparato propio y la vida de su compañero con una hábil maniobra; de acuerdo con lo informado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina, se concede al cabo de Ingenieros, piloto aviador, José María Gómez del Barco, la Cruz Laureada de San Fernando, por su heroico comportamiento y mérito contraído en el vuelo de bombardeo realizado sobre la posición de Solano el 21 de agosto de 1924, y por considerar el caso comprendido en el párrafo primero del artículo 58 del reglamento vigente de la Orden”.

La Cruz le fue impuesta sobre su pecho, en Tetuán, por el laureado general Sanjurjo, alto comisario y jefe del Ejército de España en África, en un solemne acto castrense celebrado en la plaza de España, en Tetuán, al final del cual desfilaron las tropas asistentes ante el heroico aviador.

Aún tomó parte el sargento Gómez del Barco en las operaciones para la conquista y pacificación de la kabila de Beni Arós, y en la protección y abastecimiento de la columna del comandante Capaz —aquél a quien él supo defender tan bien sobre Solano— en su audaz penetración en la región de Gomara, volando siempre y realizando las misiones más comprometidas para las que en todo momento se presentaba voluntario, haciendo con su pericia, valor y arrojo, muy fértil su labor.

Terminada la guerra en el verano de 1927, ya suboficial desde el año anterior, prestó servicio Gómez del Barco en Cuatro Vientos y, promovido a alférez en enero de 1928, fue destinado al Grupo de Experimentación cuya 2.ª escuadrilla llegó a mandar en diferentes ocasiones. Efectuó las prácticas de vuelo nocturno y tras realizar las preceptivas pruebas, recibió el título de vuelo sin visibilidad, y obtuvo posteriormente en la Escuela de Tiro y Combate de Los Alcázares, la aptitud de caza. Ascendido a teniente en julio de 1930, realizó el curso de paracaidismo, y al año siguiente el de hidros, yendo destinado al grupo de esta especialidad de Los Alcázares, en el que permaneció hasta que dos años después pasó destinado a los servicios de Instrucción.

Aquel mismo 1932, recorrió con una avioneta de su propiedad las principales ciudades de América del Norte, visitando fábricas de material aéreo y aeródromos. En 1935 realizó un raid Madrid-Bengasi-El Cairo y regreso.

En 1935 la Jefatura de Aviación le designó para la organización de la Sección Aérea de la Dirección General de Seguridad.

El 18 de julio de 1936 se encontraba en Cuatro Vientos y, al negarse a volar con las fuerzas gubernamentales, fue separado del servicio y arrestado en Madrid en su domicilio, de donde desapareció, encontrándose su cadáver en la carretera de Aravaca, asesinado en la madrugada del 18 de septiembre, por “elementos incontrolados”.

 

Bibl.: J. Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica española, t. II, Madrid, Gráficas Huérfanos del Ejército del Aire, 1951; VV. AA., Enciclopedia de Aviación y Astronáutica, t. IV, Vitoria, Garriga Ediciones, 1972; Servicio Histórico Militar, Galería militar contemporánea, t. VI, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1980; Instituto de Historia y Cultura Aérea, Historia de la Aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; E. Herrera Alonso, Heroísmo en el cielo: laureados de San Fernando en el Museo del Aire, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1999; Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

Emilio Herrera Alonso

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