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Ramón Herrera y Cruzat

Biografía

Herrera y Cruzat, Ramón. Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), 12.X.1754 ant. – ?, ¿27.II.1839? Teniente de fragata de la Real Armada.

Hijo de Francisco de Herrera y Navarro, caballero de la Orden de Santiago y alcalde de la Santa Hermandad por los nobles en Jerez en 1739, y de María del Carmen Cruzat y Vela, y hermano de los también marinos Francisco y Tomás Herrera y Cruzat, pertenecía a una familia de funcionarios hijosdalgo del sur peninsular, portadora de las armas Vela Espinosa, en cuyo escudo constan un águila y un castillo en el cuadrante superior y tres huecos formados por orlas y fajas atravesándolas en el inferior, con un águila y un castillo en los de la parte alta y dos carneros en la baja. Semejante ascendencia le patrocinó el ingreso en la Real Compañía de Guardias Marinas y Colegio Naval, según consta en su catálogo de pruebas.

Infanteño de origen por hallarse su padre en la localidad ciudadrealeña como gobernador, las fuentes indican que fue bautizado el 12 de octubre de 1754, aunque no se dispone de la fecha exacta de su nacimiento. Inclinado a la vocación marinera desde su niñez, sentó plaza de guardia marina junto a su hermano Tomás en su adolescencia, en la Isla del León del departamento de Cádiz, en octubre de 1770, circunscripción de la que eran oriundos sus antepasados por ambas ramas. Una vez finalizada su formación naval inicial cuatro años después, recibió órdenes de embarcar en el navío San Rafael, perteneciente a la escuadra de Pedro Castejón, e inició una ruta que le llevó a Cartagena, donde transbordó al San Genaro el 29 de mayo de ese mismo año, tras lo cual viajó a Génova y Nápoles. Poco después, fue comisionado en Melilla para el aprovisionamiento de la plaza, efectuándolo a bordo de la fragata Dorotea. De nuevo a las órdenes de Castejón, fue enviado a Argel, en cuya expedición colaboró, junto con su hermano Francisco (por entonces teniente de navío), en las tareas de desembarco y reembarco de tropas, tras lo cual recibió el elogio de sus superiores, lo que le mereció el ascenso a alférez de fragata en diciembre de 1775. El contexto de esta maniobra debe comprenderse en el marco de la competencia hispano-británica, después de la pérdida de Terranova, que, tras el tratado pesquero y comercial de 28 de mayo de 1767 entre Jorge Juan en representación de España y el sultán marroquí, Mohammed III, soldados ingleses y argelinos colaboraron en la ayuda a Marruecos de su proyecto de bloqueo al enclave español de Melilla, operación que se extendió entre diciembre de 1774 y marzo de 1775, preludio del abastecimiento marroquí a la flota de Nelson en 1805.

Superada una grave afección que le mantuvo retirado casi un año entero, se embarcó en la fragata Luisa con el objetivo de apresar a su homóloga turca Jetimana, que procedía de Constantinopla y transportaba al embajador turco, arresto que hay que entender dentro de las presiones argelinas a España para negociar una paz con Turquía si quería que finalizaran los ataques corsarios y la liberación de los cautivos españoles, paz en la que Floridablanca exigía de la Sublime Puerta firmantes para las tres regencias berberiscas de Argel, Trípoli y Túnez. Cuenta Francisco de Paula Pavía que Herrera hizo el corso entre Sicilia y Malta en ese mismo buque, con el fin de salvaguardar el navío San Dámaso y la fragata Carmen, en la que estaba destinado su hermano Francisco. Duró esta operación casi nueve meses, al término de los cuales Ramón Herrera y Cruzat fue destinado a Cartagena como ayudante del comandante general del departamento de dicha ciudad. Ese mismo año fue ascendido a alférez de navío y poco tiempo después interrumpió sus funciones administrativas para volver a navegar a bordo del navío San Rafael, en el que regresó a Cádiz para retomarlas como ayudante de la Compañía de Guardias Marinas.

Tras dos breves embarcos, junto a Francisco en el navío San Miguel, y en la fragata Esmeralda entre 1778 y 1779, fue destinado en La Graña, bajo las órdenes del jefe de la escuadra de Ferrol, Antonio de Arce, cuyos barcos se unieron a la de Cádiz de Luis de Córdova para formar la combinada con la francesa del conde de Orvilliers, dentro del proyecto de invasión mancomunada hispano-francesa del Canal, en respuesta del fomento británico del contrabando en Honduras y de la enemistad indígena antiespañola en Luisiana que violaba los términos del Tratado de París de 1763 y que contestaba al apoyo galo representado por el marqués de La Fayette y el encubierto español (tras el rechazo británico de mediación pacífica hispana) a los colonos ingleses rebeldes del norte de América, tras la convención secreta de Aranjuez de 12 de abril de 1779. Ramón Herrera y Cruzat se presentó así en Plymouth el 17 de agosto de ese año, logrando la rendición de la escuadra de Hardy, prácticamente indefensa debido a que el grueso de la Armada británica se encontraba en América. No obstante, el carácter pírrico de esta victoria adelantó una de las causas de la posterior derrota en Trafalgar: la falta de coordinación debido a la discrepancia entre los mandos español y francés. Su valerosa intervención le valió el ascenso a teniente de fragata en mayo.

Un mes después de que su hermano Francisco fuera ascendido a capitán de fragata, Ramón transbordó en el puerto de Brest al navío Vencedor el 14 de enero de 1780 para regresar al Ferrol, donde, por su desarme, quedó desembarcado el 27 de ese mes, recibiendo orden aquel mismo día de embarcarse en el San Vicente, a bordo del cual se trasladó a Cádiz para unirse a la escuadra de Luis de Córdova, donde se le transbordó al San Pascual para participar en el envío de cuatro regimientos de Infantería de Línea del proyecto de “reconquista” de Menorca a través de la toma de Mahón, a las órdenes de Buenaventura Moreno y del barón de Falkenhayn, operación que se inició un 5 de abril de 1781 y no terminó en toda la isla hasta el 4 de febrero de 1782. A pesar de su homóloga fracasada en Gibraltar, el interés galo-británico en la firma de la paz precipitó la establecida en 1783 entre las tres potencias, lo que alteraba las promesas francesas de Aranjuez. Entre 1782 y 1783 también se distinguió Francisco como 2.º comandante de los navíos San Pedro Apóstol y San Juan Bautista, bajo las órdenes de Córdova, contra la escuadra inglesa del almirante Howe, en la desembocadura del Estrecho, y bajo las de Juan de Lángara en la combinada con la francesa del conde de Esteing; su brillante actuación en ambas operaciones le fue reconocida con su nombramiento como comandante del 10.º batallón de Infantería Real de Marina en 1787, el ascenso a capitán de navío dos años después y su designación como ayudante mayor general interino de la Armada en 1790.

Por su parte, Ramón Herrera y Cruzat había sido hecho prisionero en abril de 1782, tras transbordar al navío Terrible y acudir en auxilio de las tropas aliadas, actuación que le granjeó a su regreso el ascenso a teniente de navío, tras ser poco después liberado. Una vez en la Península fue embarcado, un año más tarde, en el jabeque San Sebastián, en el que partió a Cartagena para incorporarse a la escuadra del teniente general Antonio Barceló, que protagonizaría la segunda expedición de Argel del verano de 1783. Como las anteriores intervenciones españolas en el Mediterráneo español norteafricano anteriormente citadas, debe entenderse esta actuación dentro del deseo borbónico de regularización económico-diplomática de las relaciones con los estados musulmanes de dicho ámbito geográfico, con el fin de lograr una estabilidad comercial que supliera las pérdidas españolas americanas a causa del enfrentamiento galo-británico (de las que es ejemplo Terranova) y estabilidad marítima en el Estrecho para poder dedicarse plenamente a la recuperación de Gibraltar. En ese sentido ha de entenderse el convenio de 1780. El conflicto brotó ante la exigencia española a dichos estados de finalizar con los ataques corsarios y la esclavitud de prisioneros, lo que iba dirigido directamente a la regencia argelina, protagonista de la piratería mediterránea. Ante la persistencia del Diván, se inició un segundo bombardeo un año después, en el que también participó Ramón Herrera y Cruzat a bordo del jabeque Catalán, como oficial de órdenes del capitán de navío Federico Gravina. Tras el fracaso de las negociaciones de paz del conde de Expilly y José de Mazarredo, continuaron las tensiones diplomáticas en 1785, año en que a Ramón le fue encomendado el mando del Catalán. El ansiado tratado de paz hispano-argelino no fue firmado hasta el 14 de junio de 1786, habiendo sido transbordado Herrera al bando del bergantín Infante en abril.

Dos años después contrajo matrimonio con María de la Soledad Riesch Colás, y más tarde participó en las pruebas de la escuadra de José de Córdova, a bordo del navío San Antonio. Posteriormente, fue comisionado, en el verano de 1789, para la recolección de vagos por parte del capitán general del departamento. En enero de 1792 fue promocionado a capitán de fragata y en marzo de 1793 a segundo comandante de la Compañía de Guardias Marinas del departamento del Ferrol, donde se embarcó en el navío Serio de la escuadra de Juan de Lángara con rumbo a Cádiz, Barcelona y Rozas, al tiempo que Francisco, por entonces recién nombrado inspector de la tropa de batallones de marina, penetraba en el Mediterráneo, tomando posesión del puerto, arsenal y fortalezas de Tolón bajo las órdenes de Lángara y Gravina, para ser finalmente evacuado por el brigadier marqués general de la escuadra, Ignacio María de Álava.

En febrero de 1795 Ramón tomó el mando de la fragata Venus y fue destinado a Cartagena y Mahón, para ser más tarde transbordado a Casilda, participando en la división de fragatas que mandaba el capitán de navío y antiguo capitán general de Aragón y presidente de su Real Audiencia, Félix O’Neillle. En este marco de operaciones dentro del contexto de “amistad” de conveniencia hispano-británica entre 1793 y 1795 ante los acontecimientos revolucionarios franceses, Ramón Herrera y Cruzat fue procesado por no haber conseguido evitar el apresamiento de la Dorotea por un navío inglés. No obstante, fue finalmente exculpado por el Consejo de Guerra de Generales que se configuró al respecto en Cartagena, donde permaneció hasta el 22 de enero de 1802, en que se le encomendaron labores de transporte a bordo del Brújula. En julio de ese mismo año se le comisionó para el mando de la fragata Liebre en el Mediterráneo. En septiembre de 1795 había sido ascendido su hermano Francisco a brigadier gracias a su intervención en el transporte de azogues y convoyes de embarcaciones a diversos puertos americanos. Dos años después, Francisco falleció frente al cabo San Vicente, comandando el Mexicano contra la escuadra inglesa del almirante Jerwis.

El 14 de septiembre de 1803, año en que se hacía cada vez más insostenible la neutralidad española y el secretismo del acuerdo entre Godoy y Talleyrand, Ramón fue investido 2.º comandante del navío Santa Ana, donde se mantuvo hasta febrero de 1805, siendo partícipe de los respectivos ataques navales hispanobritánicos que culminaron en la declaración definitiva de guerra el 12 de diciembre de 1804 y en la renovación de la alianza galo-hispana. En este marco internacional le fue encomendada la tercera comandancia del navío Trinidad, del que transbordó con el mismo grado al Príncipe de Asturias, bajo la insignia de Gravina en la escuadra combinada con la francesa de Villeneuve, en la que partió de Cádiz el 20 de octubre, para encontrarse al día siguiente con la británica del almirante Nelson.

Su valerosa intervención frente al cabo Trafalgar le fue recompensada con el ascenso a capitán de navío el 9 de noviembre de aquel año, encomendándosele el mando del Montañés, vacante por el fallecimiento de su comandante, Francisco Alcedo, cargo que desempeñó hasta que una incipiente ceguera le obligó a renunciar a él tres años después, concediéndosele cuatro meses de licencia que cumplió en Madrid, al término de los cuales regresó a sus funciones. En 1815 fue ascendido a brigadier, permaneciendo al servicio de la Armada hasta que el 23 de junio de 1825 le fue asignado el servicio pasivo. Ese mismo año solicitó una jubilación con ascenso, que le fue denegada por Real Orden, aunque otra de 4 de febrero de 1827 le distinguió con el grado de comandante del Tercio Naval de Cádiz, cargo que ejerció hasta octubre de 1830, tras haber sido ascendido a jefe de escuadra. Sus méritos y valerosas intervenciones le fueron recompensados con la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, siendo, además, junto a su hermano Tomás, caballero profeso de la Orden de Calatrava. Su hermano Francisco lo había sido de Santiago.

La fecha de su muerte resulta actualmente indefinida al fluctuar las fuentes entre 1830 y 1839, situándola tras su supuesto cese al ser nombrado jefe de escuadra o extendiéndola junto al mantenimiento de su actividad, interrumpida únicamente por una enfermedad que acabó finalmente con su vida en febrero.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Expedientillos, n. 12324; caballeros Calatrava, exp. 1214.

Guía de forasteros de Madrid para el año de 1839, Madrid, Imprenta Nacional, 1839; F. de P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraban en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. II, Madrid, Imprenta a cargo de J. López, 1873; Archivo General Militar de Segovia. Índice de expedientes personales, vol. IV, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1959, pág. 430; J. S abater Galindo, “El Tratado de Paz Hispano-Argelia de 1786”, en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea (Madrid, Ediciones de la Universidad Complutense), vol. V (1984), págs. 57-82; V. de Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Calatrava que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo xviii, Madrid, Instituto Salazar y Castro, Hidalguía, 1987, 4 ts.; O. Recio Morales, “Una nación inclinada al ruido de las armas. La presencia irlandesa en los Ejércitos españoles, 1580-1818: ¿la historia de un éxito?”, en Tiempos Modernos, vol. IV, n.º 10 (2004); H. O ’Donnell, Trafalgar. Tres naciones en pugna por el dominio del mar (1805), Madrid, La Esfera de los Libros, 2005.

 

Marina Egea Fernández

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