Tello, Nicolás. ¿Sevilla?, s. m. s. XV – ?, p. m. s. XVI. Consejero de Órdenes y de Castilla.
Miembro de una rancia familia sevillana, Tello fue favorecido en el comienzo de su carrera por fray Diego de Deza, con cuya sobrina Isabel Deza matrimonió. Con probabilidad, esta relación influyó en el nombramiento de Tello como oidor en la Chancillería de Granada en 1505, recién trasladada desde Ciudad Real. Aquí hubo de servir en medio de las disputas con la capitanía general de Granada, las dificultades derivadas del traslado desde Ciudad Real y la posterior ausencia de presidente, que los oidores trataron de evitar asumiendo la responsabilidad de dirigir el tribunal en el periodo comprendido entre Sancho Aceves y el nombramiento de Diego Pérez de Villamuriel. Fruto de su dedicación fueron los 300.000 maravedíes que en concepto de “gastos de justicia” recibió el 17 de abril de 1507.
La promoción de Tello al Consejo de las Órdenes se produjo, de seguir la fecha de salida de la Chancillería, en 1515, pero cabe matizar que tuvo lugar dos años antes. Por entonces se le tramitó hábito de la Orden de Santiago y fue nombrado en la encomienda santiaguista de Torres y Cañamares, tratándosele como miembro de ese Consejo tanto en la comisión que le encargaba la residencia de Rodrigo Manrique —comendador de Yeste y gobernador de la provincia de León de la Orden de Santiago— como en la que le fue entregada el 24 de septiembre de 1513 para visitar diversas piezas de Órdenes. Como miembro de este organismo, se vio beneficiado por la subida de ración y quitación de sus integrantes a 100.000 maravedíes decretada por el rey Carlos V. Asimismo, su inclusión en el séquito flamenco-borgoñón se materializó en 1516, cuando se convirtió en lugarteniente de Guillermo de Croy, señor de Chievres, que había adquirido la Contaduría Mayor de Hacienda. Aunque en 1520 Tello dejó esta ocupación ya que Chievres vendió dicho oficio a Álvaro de Zúñiga, Carlos V firmó su confirmación en el Consejo de Órdenes el 16 de abril de 1520, que tuvo mayor significado por cuanto se produjo en el contexto de las tensas Cortes de La Coruña. Su promoción continuó meses después, cuando ya en Bruselas, el emperador firmó su título como miembro del Consejo Real el 16 de julio, cargo del que Tello tomó posesión en Castilla once días después. De esta manera, si bien perdió su quitación de 129.650 maravedíes de la tenencia de la Contaduría Mayor, retuvo los 100.000 maravedíes de ración y quitación como consejero de Órdenes y otros 100.000 por el Consejo de Castilla. Por lo demás, su situación alcanzó entonces estabilidad suficiente para facilitar la colocación de sus deudos.
Sin duda, tan clara inclinación no fue del gusto del movimiento comunero, lo que habría de experimentar el doctor Tello en carne propia a comienzos de 1521, al ser detenido por el obispo Acuña mientras descansaba en el lugar de Fuentes de Valdepero, propiedad de su yerno Andrés de Ribera. Además de permanecer preso largo tiempo, semejante contratiempo no le facilitó mantener el ritmo de su ascenso. En el conocido informe de Lorenzo Galíndez de Carvajal, éste recordaba la sospecha existente sobre la tacha de converso del linaje de Tello, se mostraba más preciso respecto a su rápido enriquecimiento a la sombra borgoñona y aconsejaba su presencia en un único sínodo. Así, permaneció en el Consejo de Órdenes y perdió su asiento en el de Castilla. No fue el único damnificado en este organismo, pues López de Palacios Rubios fue retirado y Beltrán pasó al nuevo Consejo de Indias, mientras Alonso de Castilla ocupaba la lejana sede episcopal de Calahorra.
Desde entonces, Tello hubo de aplicar las modificaciones del Consejo de Órdenes inducidas no sólo por la incorporación definitiva de los maestrazgos a la Corona, sino por las peticiones de los comuneros sobre el organismo, relativas a la rapiña de las piezas de las Órdenes militares practicada por la elite que rodeaba al monarca. Con todo, la concentración de la actividad de Tello en el Consejo de Órdenes y su antigüedad en este organismo le permitieron mantener un intenso favorecimiento de sus deudos. A la altura de 1532, su cuñado Juan Tello ejercía como secretario del Consejo de Órdenes, su hijo Nicolás ganó hábito de la Orden de Alcántara, su hijo menor Pedro Tello de Guzmán heredó la encomienda de Torres y Cañamares gozada por su padre, junto a diferentes cargos en la Sevilla natal —veinticuatro, alcalde mayor y procurador en Cortes— y ejerció el corregimiento de Córdoba. El vástago que más destacó fue, sin embargo, el licenciado Diego Deza, colegial del Arzobispo, caballero de Santiago y oidor de Granada en 1535, que se trasladó en 1549 a Roma como auditor de Rota y disfrutó a su regreso las mitras de Canarias, Coria y Jaén.
Fuentes y Bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, lib. 328c, fol. 38r-v, lib. 334c, fol. 7; Archivo General de Simancas, Escribanía Mayor de Rentas, Quitaciones de Corte, leg. 31, n.º 1329, y leg. 35, n.º 780-786; Contaduría Mayor de Cuentas, 1.ª época, leg. 422, n.º 60; Estado, leg. 13.
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Alejandro López Álvarez