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Jerónimo Mariano Usera y Alarcón

Biografía

Usera y A larcón, Jerónimo Mariano. Madrid, 15.IX.1810 – La Habana (Cuba), 17.V.1891. Monje cisterciense (OCist.), catedrático, misionero, fundador de la Obra de la Enseñanza Cristiana y de la Congregación del Amor de Dios, deán de La Habana, venerable.

Madrileño, nacido de una familia muy relacionada con la Corte de Fernando VII, se supone que el trato asiduo con los cistercienses de Santa Ana de Madrid despertó en él inclinación hacia la vida consagrada del Císter, emprendiendo a los catorce años viaje al Monasterio de Oseira (Orense), donde recibió el hábito monástico y su primera formación monástico-cultural, completada más tarde en los distintos colegios de la Orden: Villanueva de Oscos, Belmonte, Salamanca, Alcalá de Henares y por fin San Martín de Castañeda (Zamora).

Recién estrenado su sacerdocio, recibido en Uclés, le sorprendió la Desamortización con todas sus consecuencias, siendo expulsado de su claustro, al igual que todos los demás monjes españoles. En vez de marcharse con su familia, optó por encargarse de la parroquia de Pedralba de la Pradería, en la misma provincia de Zamora algunos años, esperando el restablecimiento de las órdenes religiosas, como había sucedido en 1823, a raíz del período constitucional. Pero en vista de que esto no se realizaba, dio un viraje radical a su vida: encaminó sus pasos a Madrid, obtuvo grados académicos en la universidad, dedicándose algún tiempo a la docencia en diversas cátedras, pero notó que le atraía más el apostolado y en consecuencia, se hizo misionero, dirigiendo sus pasos hacia un campo virgen, cual era la Guinea Ecuatorial y la isla de Fernando Poo, que en aquellos tiempos eran posesiones españolas. Fue el primer misionero que puso el pie en aquellas islas y tan intenso fue su apostolado, que contrajo una enfermedad grave que le llevó al borde de la muerte, viéndose obligado a regresar a la Península.

En Madrid su madre puso todos los medios para obtener su curación, y, lograda ésta, cuando se disponía a regresar a su puesto en las misiones de Fernando Poo, una comunicación del Patronato Real le instaba —en nombre de la reina Isabel II— a trasladarse a las Antillas, siendo nombrado beneficiado racionero de la Catedral de Santiago de Cuba. Más tarde, desempeñó los cargos de penitenciario y gobernador eclesiástico, hasta la llegada del nuevo arzobispo, el hoy san Antonio María Claret, a quien hizo traspaso de poderes, el 15 de febrero de 1851.

En esos años en que se vio responsable del arzobispado, se dedicó con afán a estudiar los problemas más acuciantes de la diócesis. Uno de los males más profundos era la falta de un seminario serio donde se formaran debidamente los futuros sacerdotes. Se lanzó a reformar a fondo el que había entonces, muy deficiente, imprimiéndole una nueva impronta más en consonancia con los adelantos de los tiempos, y en sintonía con las disposiciones emanadas de la Iglesia en orden a la formación de sus ministros sagrados. El 27 de julio de 1849, presentó, al gobernador general de la isla, un proyecto en orden a poner en marcha su ambicioso programa de reforma. En los dos años que gobernó la archidiócesis, escribió al mismo tiempo varias cartas circulares encaminadas al sostenimiento e ilustración de la fe en aquellos pueblos. Al mismo tiempo, visitó las parroquias, interesándose en la solución de los más candentes problemas.

Fundó la Obra de la Enseñanza Cristiana, reorganizó la Cofradía del Apóstol San Pedro, que agrupaba bajo sus auspicios gran número de sacerdotes, dio vida y esplendor a la Cofradía de la Virgen del Cobre, patrona de Cuba, haciendo de su santuario centro potente de irradiación espiritual para aquellas islas. En 1851 fue nombrado por el prelado recién llegado para realizar un viaje a España con objeto de solucionar un problema pendiente, la dotación del culto y Clero, habiendo obtenido felices resultados, pues tenía no poca influencia en Madrid gracias a sus familiares. Además de esto, le faltaba el doctorado en Teología, y aprovechó para obtener más grados en la Universidad Central, el 20 de septiembre de 1852. De momento, no volvió a Cuba por haber sido nombrado deán de la iglesia de Puerto Rico, de cuya prebenda tomó posesión el 3 de marzo de 1854.

La tarea que le esperaba en el nuevo puesto era abrumadora, pues el abandono y la ignorancia de sus habitantes convertían la isla en tierra de auténtica misión, donde había que rehacer todo. Ilusionado con que la obra más urgente y positiva de evangelización era la enseñanza, empezando por la niñez, aprovechó la jubilosa noticia del nacimiento del príncipe de Asturias, Alfonso XII, para reunir a las damas principales de la ciudad, a las que propuso la idea de fundar un colegio de niñas pobres, dando origen a la Casa de Caridad y Oficios de San Ildefonso y Asociación de Damas. Era, por decirlo así, un anticipo de las futuras escuelas profesionales, donde las niñas pobres y sin distinción de razas recibían una formación adecuada, según la capacidad de las mismas.

En el año 1859, llegó a la isla un cargamento de novecientos negros bozales, capturados en alta mar, que se hallaban en situación angustiosa enfermos y apestados. El padre Usera se entregó a su evangelización y a socorrerles en todas sus necesidades, logrando que ninguno de ellos muriera sin recibir el bautismo. Para que su apostolado resultara más eficaz, posponiendo los peligros de la vida que entrañaba la proximidad de los apestados, se fue a vivir entre ellos.

Pero la obra principal que superó a todas fue la fundación de la Congregación de Religiosas del Amor de Dios. Convencido en Puerto Rico de que había que intensificar la enseñanza católica, concibió el ambicioso proyecto de fundar una congregación de maestras católicas que tomaran a su cuidado la evangelización de los pueblos, fundando colegios y otros centros sociales donde se practicara la caridad cristiana. Tal obra, que venía acariciando desde hacía varios años, fue posible a poco de ser nombrado deán de La Habana, el 6 de abril de 1863. Para conseguirlo, viajó a España, se puso en contacto con el obispo de Zamora Bernardo Conde y Corral, quien para que llevara a cabo el proyecto le designó la ciudad de Toro, cediéndole su antiguo palacio episcopal en aquella ciudad. La fundación se inició el 27 de abril de 1864. Intervino de manera destacada en la puesta en marcha de la misma la hoy santa María Micaela del Santísimo Sacramento. Estas religiosas se extendieron por las principales naciones de Europa, África y América.

Una vez puesta en marcha esta obra, regresó a Cuba, entregándose a un apostolado incansable en las más variadas tareas, hasta su muerte, que ocurrió a los ochenta y un años. El padre Usera murió en una buhardilla de la Catedral de La Habana rodeado de pobreza. Todo lo había dado a los pobres. Desde hace varios años se trabaja en el proceso de su beatificación, el cual se halla en Roma esperando la última decisión del Vaticano. El 28 de junio de 1999 fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II.

 

Obras de ~: Demostración de la verdad de la Religión Cristiana, Católica, Romana, Madrid, 1843, (reed. Zamora, 1952); Ensayo gramatical del idioma de la raza africana de Ñano, llamada Cruman, Madrid, 1845; Memoria de la Isla de Fernando Poo, Madrid, 1848; Discurso en la apertura de las clases de Humanidades, Santiago de Cuba, 1849; Opúsculo sobre la colonización de Fernando Poo y revista de los principales establecimiento europeos en la costa occidental de Africa, Madrid, Imprenta Nacional, 1852; La religión Católica está llamada a bendecir la unión material a que en la actualidad tienen los pueblos, si esta unión ha de significar una cosa beneficiosa para los mismos. Moción del Sr. Usera para el establecimiento de una sistema de educación religiosa y social para los pobres de las Anillas, Madrid, 1867; Oración fúnebre en honra de S. M. el Rey Alfonso XII, La Habana, 1886; Reglas, constituciones y cartas espirituales, s. f. (dirigidas por el padre Usera a sus religiosas del Amor de Dios).

 

Bibl.: D. de la Causa de Beatificación, Legitimidad del gobierno eclesiástico del Padre Usera. Una prueba de fuego a su virtud, s. l., s. f.; B. Chillón, Anales del Instituto religioso titulado “Hermanas del Amor de Dios”, Zamora, El Correo de Zamora, 1937; D. Yáñez Neira, “El Siervo de Dios D. Jerònimo Mariano Usera y Alarcón”, en Cistercium, IV (1952), págs. 130-137 y 173; F. López Romero, Misioneras por amor de Dios, Zamora, El Correo de Zamora, 1953; P. Romero López, Las Religiosas del Amor de Dios, su Fundador, su espíritu Misionero, Zamora, El Correo de Zamora, 1953; El P. Jerónimo Usera y sus Religiosas del Amor de Dios, Zamora, El Correo de Zamora, 1956; P. de Zamayón, Perfil biográfico del P. Jerònimo Usera y Alarcón, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1966; A. GArmendia de Otaola, Don Jerónimo Mariano de Usera y Alarcón, Zamora, Hijos de Santiago Rodríguez, 1970; A. González, “Jerónimo Usera, profeta del amor de Dios”, en Opúsculos “Con Él” (1990); D. Yáñez Neira, “El Padre Jerónimo Usera y Alarcón”, en Opúsculos “Con Él” (1991), pág. 788; T. Vaz, “Jerónimo Usera y Alarcón: devoción y apostolado mariano”, en Cistercium, 43 (1991), págs. 809-823; Jerónimo Mariano Usera, un precursor de la pedagogía social, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1998 (inéd.); M. Gómez Ríos, Jerónimo M. Usera, Testigo del amor para el t ercer milenio, Madrid, Congregación de Hermanas del Amor de Dios, 2000.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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