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Basilio Sebastián Castellanos de Losada

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Biografía

Castellanos de Losada, Sebastián Basilio. Madrid, 14.VI.1807 – 6.VI.1891. Profesor, conservador de museo, historiador, arqueólogo.

Comenzó la carrera eclesiástica y en 1822 entró al servicio del nuncio apostólico Santiago Giustiniani y marchó a Italia, pero en 1823 se alistó en el ejército del duque de Angulema. Fue apresado en Talavera y encarcelado. Tuvo que exiliarse en Italia, donde se inició en los estudios arqueológicos de la mano delarqueólogo italiano Antonio Nibby (1792-1839).

De vuelta a España, obtuvo, el 2 de septiembre de 1826, el título de profesor de primera enseñanza y en 1829, el título de profesor de lengua francesa e italiana. El 2 de diciembre de 1833 ingresó como escribiente de la Biblioteca Real y dos años después fue nombrado anticuario de este establecimiento por Joaquín María Patiño, aunque, no obstante, entre 1836 y 1838 fue comisionado para la recogida e inventario de los libros de los conventos suprimidos de Madrid y Toledo, la Biblioteca de Cortes y la Biblioteca de Luis Salazar y Castro. También se dedicó en estos años, aunque con escasa fortuna, a la literatura y publicó varias novelas moralizantes, Carlota Creyston (1829), Elmours y Matilde (1829) y Enrique y Sinforosa (1830-1831), o históricas, El caballero de Madrid (1836), y algunas otras de menor importancia, además de algunos dramas, e incluso una zarzuela, que fueron representados. También fue editor literario de las obras de Quevedo que se publicaron entre 1841 y 1851, y que pronto quedaron superadas por la edición y estudios de Aureliano Fernández- Guerra.

La diversidad de sus actividades en estos tiempos de la regencia de María Cristina fue particularmente intensa. Declarado partidario de la reina gobernadora defendió la monarquía constitucional, de la que se conserva una proclama impresa de 1834 y desde el periódico por él fundado en 1835, El Guerrero de Manuta, además de poner en campaña un soldado de caballería de su cuenta. En 1837 fundó la Sociedad Numismática Matritense, en unión de Pedro González Mate y Francisco Bermúdez de Sotomayor, con el objeto de vulgarizar los conocimientos sobre la numismática, para lo que publicaron la Galería Numismática Universal. Pero, además, desde 1837 se encargó de las cátedras de Arqueología que se establecieron en las instituciones más representativas del Madrid romántico: el Ateneo, del que era socio honorario desde 1836 y anticuario conservador de su monetario; el Liceo Artístico y Científico, fundado en 1837, y el Instituto Español, fundado en 1839 y del cual fue socio fundador. También impartió clases de arqueología en el Colegio de Humanidades de Sebastián de Fábregas y en el de Francisco Serra, en los que era profesor de Geografía e Historia desde el 12 de julio de 1839.

Por ello se considera que Castellanos de Losada fue el primero en enseñar públicamente la Arqueología en España y en 1839 fue nombrado comendador de la Orden de Isabel la Católica.

Como apoyo a esta labor educativa y divulgadora de la arqueología, publicó la Cartilla numismática o repertorio de las palabras técnicas de la ciencia de las medallas, en 1840, y el Compendio elemental de Arqueología, que vio la luz en 1844, y es la primera obra de estas características publicada en España; la Arqueología Artística y Monumental (1845), que es reproducción del tercer tomo de la anterior, y, finalmente, la Iconología cristiana y gentilicia (1850), una de las primeras obras sobre iconografía publicada en España.

En 1844 fundó la Academia Española de Arqueología, institución que tuvo como objetivo principal la conservación del patrimonio monumental y arqueológico español. De carácter centralista, pues su sede principal radicaba en Madrid, contó con varias delegaciones en provincias denominadas “Diputaciones Arqueológicas”, a las que pertenecieron destacados anticuarios y eruditos, aunque su incidencia real fue bastante escasa en el desarrollo de la arqueología durante el reinado de Isabel II. Solicitó al gobierno al poco de crearse que fuera reconocida como academia oficial, que le fue concedido en un primer momento, pero que inmediatamente se le revocó, ya que sus objetivos eran idénticos a las atribuciones que ya ejercía la Real Academia de la Historia.

Paralelamente desempeñaba sus labores como anticuario de la Biblioteca Nacional. En 1845 se le comisionó para tasar el sortijero de Agustín Argüelles y en 1847 fue reconocido como bibliotecario. En este mismo año publicó el catálogo de la colección del Museo de Antigüedades de la Biblioteca Nacional que tenía redactado desde 1844, y del que ya había adelantado algunas noticias en las revistas por él fundadas: El Observatorio Pintoresco, en 1839, y El Bibliotecario y El Trovador Español, en 1841, en las que además publicaba artículos sobre costumbres y tradiciones antiguas españolas. Por Real Orden de 3 de mayo de 1850 tasó, junto a Antonio Delgado, el monetario de Jacobo María de Parga, y por real orden de 3 de abril de 1852 fue comisionado para la adquisición de las piezas más sobresalientes del espléndido monetario del gaditano José García de la Torre, y al año siguiente fue encargado de clasificar y ordenar el monetario de la Universidad de Valencia.

Poco antes de mediar el siglo, comenzó a publicar una serie de obras biográficas sobre el famoso diplomático y coleccionista de antigüedades español José Nicolás de Azara, además de algunas obras inéditas en colaboración con su sobrino, Agustín de Azara, ya que fue nombrado cronista de su casa. Por otra parte, sus artículos fueron frecuentes en las principales revistas culturales isabelinas, como el Semanario Pintoresco Español, El Trono y la Nobleza, Museo de los Niños y el Foro Español; en los que utilizó, en ocasiones, los seudónimos Santos Bueno del Castillo o El Tío Pilili.

Sus siempre buenas relaciones con la Reina y la familia real le llevaron a ser nombrado secretario honorario de Su Majestad en 1848 y gentilhombre de cámara en 1858, cargo que le fue confirmado por Alfonso XII. Por real orden de 20 de diciembre de 1851 se le concedió el título de anticuario conservador del Gabinete de Antigüedades y Museo de Medallas de la Biblioteca Nacional. Un año antes fue nombrado cronista, anticuario y conservador del Museo de Antigüedades y Armería de la Casa Ducal de Osuna. Con tales méritos, Castellanos solicitó, a finales de 1856, que se le considerase paleógrafo y catedrático de Arqueología, bien honorario, bien supernumerario, de la recién creada Escuela Superior de Diplomática, a pesar de que ya se había nombrado injustamente a un joven y sin apenas méritos, Juan de Dios de la Rada y Delgado, petición que lo no le fue concedida. Sin embargo, el gobierno de la Unión Liberal le nombró sin solicitarlo director de la Escuela Normal Central, Seminario de Maestros de Primera Enseñanza, y en la que desempeñó una cátedra de Geografía e Historia de España para la que publicó varios manuales de historia universal y de España. En este puesto permaneció hasta 1866, en que fue suprimido el sueldo por las Cortes, aunque continuó en el cargo hasta octubre de 1868 en que fue declarado cesante por el gobierno revolucionario.

En 1861 fue nombrado director literario de la Biografía Eclesiástica Completa, de la que se encargó a partir del tomo XVI y en la que se recogen muchos de sus trabajos sobre historia religiosa.

Mantuvo Castellanos de Losada una estrecha amistad con el infante Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza y cuando éste regresó del exilio en 1859 la Reina le nombró bibliotecario y anticuario de cámara y cronista de su Real Casa y Patrimonio. En 1863, la Academia Española de Arqueología inició una nueva etapa, la última de su existencia, y gracias a la mediación del infante Sebastián, que formaba parte de ella desde 1850 y fue su presidente en este nuevo período, fue puesta bajo la protección real en la persona del príncipe de Asturias, por lo que pasó a denominarse Real Academia Española de Arqueología y Geografía del Príncipe Alfonso, aunque sus estatutos hubieron de contar con el informe favorable de la Comisión Mixta de las Reales Academia de la Historia y de la de Bellas Artes de San Fernando. No obstante, su vida no fue más allá de un lustro, ya que fue disuelta en el Sexenio Revolucionario y sus colecciones de antigüedades y objetos artísticos pasaron al recién creado Museo Arqueológico Nacional.

El 10 de abril 1867 ingresó por real orden en el Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios como oficial de primer grado, y el 16 de junio de 1867 pasó a prestar servicios en el Museo Arqueológico Nacional, pero, a consecuencia de la revolución, fue declarado cesante el 21 de noviembre de 1868 y no volvió a ocupar su destino hasta el 1 de abril de 1875. En 1884 ascendió a jefe de tercer grado y el 12 de noviembre de 1885 fue nombrado director interino y desde el 20 de julio de 1886 en propiedad, tras el fallecimiento de Francisco Bermúdez Sotomayor, su antiguo socio y compañero, cargo que ocupó hasta su fallecimiento.

 

Obras de ~: Carlota Creyston, o sea la víctima de su virtud, Madrid, Eusebio Álvarez, 1829; Elmours y Matilde, o sea la horrorosa venganza, Madrid, Eusebio Álvarez, 1829; Retrato actual y antiguo de la muy H.N.L.I. Villa y Corte de Madrid, que comprende la historia de su fundación, sus costumbres, la topografía de su local y su partido, Madrid, Eusebio Álvarez, 1830-1831; Isabel y Libertad o Muerte: Alocución a la milicia urbana de Madrid y defensores de Isabel Segunda en todo el Reino, Madrid, Repullés, 1834; El caballero de Madrid en la conquista de Toledo, por Don Alonso VI, Madrid, Imprenta de Don José M. Repullés, 1836; con P. González Mate y F. Bermúdez de Sotomayor, Galería numismática universal o colección de monedas, medallas y bajo relieves antiguos y modernos, Madrid, 1838; Cartilla numismática o repertorio de las palabras técnicas de la ciencia de las medallas, Madrid, Imprenta de la Compañía Tipográfica, 1840; Compendio elemental de arqueología, Madrid, Vicente Lalama, 1844; Breve compendio de la Fábula, o la mitología universal en miniatura, Madrid, Vicente Lalama, 1844; Apuntes para un catálogo de los objetos que comprende la colección del Museo de Antigüedades de la Biblioteca Nacional de Madrid, con exclusión de los numismáticos; acompañada de una ligera reseña del museo de medallas y de los demás departamentos de la misma Biblioteca, de cuyo origen, historia y literatos que han servido en ella se da una sucinta noticia, Madrid, Imprenta de Sanchiz, 1847; Revoluciones de Roma que causaron la destitución del Papa Pío VI como soberano temporal, y el establecimiento de la última república romana, así como la conquista de aquella parte de Italia por los franceses mandados por Napoleón, y relación de la política de España y de los sucesos de Francia posteriores a estos acontecimientos. Memorias póstumas originales del célebre diplomático y distinguido literato español d. José Nicolás de Azara, primer Marqués de Nibbiano, embajador de España en Roma por espacio de cuarenta años y después cerca la república francesa hasta 1804, Madrid, 1847; Álbum de mi familia y de mis amigos: Poesías, Madrid, Imprenta de la Viuda de Sanchiz e hijos, 1848; Historia de la vida civil y política del célebre diplomático y distinguido literato español el magnífico caballero D. José Nicolás de Azara, Marqués de Nibbiano, Madrid, D. G. González, 1849-1850; Iconología cristiana y gentílica: compendio del sistema alegórico, y diccionario manual de la iconología universal, Madrid, 1850; Blasón de los Artistas: Biografía del Sr. D. Francisco Moratilla, platero de Madrid, Madrid, Imprenta Anselmo Santa Coloma, 1852; Álbum de Azara, Madrid, Alejandro Fuentepedro, 1856; El Siglo xix: Discurso histórico arqueológico sobre los acontecimientos políticos, espíritus, instrucción, costumbres y tendencias de los siglos 18 y 19 en general y en particular en España, Madrid, Fuentenebro, 1857; Nociones de la Historia Universal, y de España por siglos, Madrid, 1858; Discursos leídos ante la Academia Española de Arqueología y Geografía en el acto solemne de la inauguración del año académico de 1862, Madrid, Gómez Fuentenebro, 1862; “Reseña de los trabajos en que se ha ocupado la Academia en los ejercicios del último bienio”, en Revista Científica del Ministerio de Fomento, n.º 78 (1864), págs. 4787; Biografía Eclesiástica completa, Madrid, 1867.

 

Bibl: E. Gil, Biografía del distinguido escritor y anticuario D. Basilio Sebastián Castellanos, Palma, 1848; J. Sánchez Biedma, Noticia biográfico-bibliográfica del Ilmo. Señor D. Basilio Sebastián Castellanos de Losada Serrano y Castro director de la Biografía Eclesiástica Completa, Madrid, 1868; L. de Garitagoitia, “El arte de la medalla en España, durante el siglo XIX: medallas personales Basilio Sebastián Castellanos, Anticuario de la Biblioteca Nacional”, en Coleccionismo, n.º 169 (1918), págs. 166-173; R. de Aguirre, “La Arqueología y la Numismática en las obras de Castellanos de Losada”, en Anuario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, II (1934); J. Gómez Pérez, Castellanos de Losada y la Real Academia de Arqueología y Geografía, Valencia, 1958; A. Balil, “Sebastián Basilio Castellanos, un arqueólogo español en la encrucijada de dos mundos”, en Historiografía de la Arqueología de la Historia Antigua en España (siglos XVIII-XIX), Madrid, 1991, págs. 5758; A. C. Lavín, “La figura de Castellanos de Losada en la arqueología española del siglo XX”, en Boletín del Museo Arqueológico Nacional, XV (1997), págs. 249-257; S. Calle, “La Academia frustrada: la Real de Arqueología y Geografía del Príncipe Alfonso (1837-1868)”, en Excavando papeles. Indagaciones arqueológicas en los archivos españoles, Guadalajara, 2004, págs. 121-151.

 

Jorge Maier Allende

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