Rodríguez Abaytúa, Nicolás. Madrid, 16.IX.1855 – 22.I.1921. Médico, digestólogo.
Estudió la carrera de Medicina en la Facultad de San Carlos. Se licenció en 1874 y al año siguiente leyó y defendió su tesis doctoral titulada La termometría clínica aplicada al diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la fiebre tifoidea, que fue calificada con sobresaliente.
Tras su lectura se incorporó inmediatamente al claustro extraordinario de doctores de la Universidad Central vinculándose a la cátedra de Carlos María Cortezo y Prieto, al que siempre reconoció como uno de sus maestros más importantes, recibiendo a su vez importantes influencias de Ezequiel Martín de Pedro a través de sus contactos con la Escuela Libre de Medicina en la que éste estaba involucrado. Fue médico, por oposición, de la Beneficencia Municipal de Madrid y posteriormente designado director del Asilo de San José de las Hermanas de los Pobres.
Aunque inicialmente se volcó en la práctica de la medicina general tal como era costumbre en esa época, pronto, al lado de Eduardo Moreno Zancudo —otro del que tuvo grandes influencias y que también colaboraba en la Escuela Libre de Medicina—, comenzó a trabajar dedicándose al estudio de las enfermedades del aparato digestivo, siendo uno de los iniciadores de lo que sería más tarde la especialidad de Aparato Digestivo. Por aquellos años, esta especialidad era poca cosa y no producía demasiada atracción entre los médicos, los cuales estaban más volcados en las enfermedades infecciosas en general. Sin embargo, ya se vislumbraba la aparición de nuevas técnicas diagnósticas que cambiarían totalmente el panorama de dicha especialidad y entre ellas, sin duda, el descubrimiento de los rayos X.
En su formación, además de la influencia de Carlos María Cortezo, Ezequiel Martín de Pedro y fundamentalmente Eduardo Moreno Zancudo, constan también la que recibió de otros muchos maestros de la medicina europea, ya que con frecuencia y con el ánimo de ver como se trabajaba fuera de España, asistió a diversas clínicas francesas y alemanas aunque no fuera en estancias prolongadas. Si bien no llegó a formar una gran escuela, contribuyó de manera muy importante a la divulgación de los conocimientos científicos del momento, desarrollando una importante labor en la puesta en marcha de los grupos de trabajos más activos que darían lugar a la creación de la revista Archivos Españoles de Aparato Digestivo y años después a la constitución de la Sociedad Española de Patología Digestiva y de la Nutrición.
Hay que destacar de Rodríguez Abaytúa que, además de ser uno de los pioneros de la especialidad de aparato digestivo en España, fue uno de los primeros que consideró que la colaboración entre el médico y el cirujano debía ser muy estrecha, al menos, como casi con sorna repetía, en lo que al tratamiento de los enfermos con enfermedades del aparato digestivo se refiere. Muy preocupado en la mejora del diagnóstico, profundizó en el conocimiento de los métodos exploratorios imperantes en esos momentos en Europa, sobre todo, aquellos cuya tecnología era realmente novedosa y todavía no se había introducido en nuestro país salvo en lugares muy seleccionados.
Convencido de que la comunicación de los conocimientos, así como la discusión de las experiencias propias y ajenas, era consustancial al desarrollo de la ciencia médica, fundó diversas sociedades científicas, entre las que cabe mencionar la Academia Médico- Quirúrgica Española, que tuvo un gran relieve científico sobre todo en la medicina madrileña, así como la de Terapéutica y Farmacología, Hidrología Médica, y la Sociedad Española de Higiene.
Entre sus publicaciones sobresalen algunas de gran interés, y que tuvieron honda repercusión, como La termometría clínica, obra magnífica muy en la línea de Simón Hergueta y toda su escuela, los cuales le daban un gran valor, preconizando que todos los enfermos con fiebre de cualquier naturaleza u origen debían tener su gráfica de fiebre, ya que ésta era tan típica en muchas enfermedades infecciosas que en muchos casos era la mejor forma en la que se podía hacer el diagnóstico diferencial de determinadas de ellas con respecto a otras, según el comportamiento termométrico.
Antes de dedicarse totalmente a las enfermedades del aparato digestivo, escribió un libro sobre enfermedades del sistema nervioso, si bien con posterioridad la totalidad de sus publicaciones, con alguna excepción, lo fueron sobre aparato digestivo. Se ocupó de temas muy diversos, haciendo especial énfasis en el campo de las nuevas exploraciones digestivas, la dispepsia, las hiperclorhidrias, la dilatación gástrica, la úlcera de estómago, la estenosis pilórica o las consecuencias de la cirugía de las enfermedades del estómago. Escribió además un libro sobre Los fenómenos biológicos ante la filosofía.
En 1897 fue elegido vicepresidente del Colegio de Médicos de Madrid, siendo su presidente Ángel Pulido Fernández, trabajando con toda la junta en el tema de la colegiación obligatoria. Años después, dimitiría junto a otros miembro de la junta como consecuencia de un Real Decreto que interpretaban los derechos constitucionales y perjudicaba claramente a los médicos. Fue presidente de la Academia Médico-Quirúrgica Española y presidente de honor del primer Congreso Nacional de Medicina celebrado en Madrid en 1919. En 1876 recibió diversas distinciones y entre ellas la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica. En la legislatura 1919-1920 fue senador designado por la Real Academia de Medicina.
En el año 1900 fue nombrado académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina, ingresando con un discurso titulado La insuficiencia hepática. Ocupó el sillón número 26 vacante por fallecimiento de Ramón Félix Capdevilla, contestando a su discurso Antonio Espina y Capo. Legó todos sus bienes a dicha institución, entre ellos su extensa biblioteca, tanto los libros como los muebles que los contenían, y dejó instituidos premios en metálico que aún se convocan todos los años por esa Real Academia para destacar la labor de jóvenes licenciados. La Real Academia, en reconocimiento a su legado, denominó una de sus salas de lectura con el nombre de “Sala Rodríguez Abaytúa”.
Obras de ~: Tratado de enfermedades del sistema nervioso, Madrid, 1873; La termometría Clínica, Madrid, Guttenberg, 1881; La medicación hipodérmica de éter sulfúrico en el tratamiento de la adinamia, Madrid, Imprenta y Librería de Nicolás Moya, 1885; La dispepsia: su semiótica química y terapéutica, Madrid, Administración de la Revista de Medicina y Cirugía Práctica, Imprenta de Nicolás Moya, 1891; Valor clínico de los medios de exploración de la dilatación del estómago, Madrid, Administración de la Revista de Medicina y Cirugía Prácticas, 1893; Tratamiento hidrológico de las dispepsias hiperclorhídricas, Madrid, Administración de la Revista de Medicina y Cirugía Prácticas, 1901; Subordinación patogénica de las dermatosis á las dispepsias, Madrid, Nicolás Moya, 1902; Significación patológica del cólico hepático: patogenia, terapéutica, Madrid, Nicolás Moya, 1904; “Deficiencia de la gastroenterostomía para la curación radical de las estenosis pilórica de los gastrosucorreicos”, en Revista de Medicina y Cirugía Prácticas (abril-mayo de 1908); Los fenómenos biológicos ante la filosofía, Madrid, Nicolás Moya, 1918; Bioenergética y termoquímica alimenticia, Madrid, Imprenta y Librería Nicolás Moya, 1921; Del diagnóstico del cáncer del estómago especialmente en sus relaciones con el quimismo gástrico, Madrid, Imprenta y Librería Nicolás Moya, 1921.
Bibl.: C. M. Cortezo y Prieto, “Sesión necrológica en memoria del Excmo. Sr. D. Nicolás Rodríguez Abaytua”, en Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, 41 (1921), págs. 368-376; A. Gallart-Esquerdo, “Nicolás Rodríguez Abaytúa”, en Historia de la Gastroenterología Española, Barcelona, discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina de Barcelona, 30 de octubre de 1955, pág. 50; V. Matilla, “Rodríguez Abaytúa”, en 202 biografías académicas, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1987, págs. 105-107; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo XX, Madrid, You & Us, 2000.
Manuel Díaz-Rubio García