Gilsanz García, Vicente. Fuentepelayos (Segovia), 7.IX.1911 – Madrid, 28.VIII.1992. Médico, catedrático, internista.
Tras estudiar el bachillerato entre Segovia y Granada, comenzó sus estudios de Medicina en la Facultad de San Carlos de Madrid. En sus años de estudios como alumno de Anatomía colaboró activamente a la reorganización de los cráneos del museo que había creado Federico Olóriz Aguilera y que se encontraban dispersos. Más tarde fue alumno-jefe de prácticas de Fisiología en la cátedra que regentaba el profesor Juan Negrín López, lo cual le introdujo en un ambiente científico importante, ya que en esa cátedra estaban médicos que luego destacaron por su trayectoria: Severo Ochoa, Francisco Grande Covián y Rafael Méndez, entre otros. Durante el período en que estudió las asignaturas clínicas, le correspondió hacerlo con Carlos Jiménez Díaz —siendo en esa época alumno interno de su cátedra—, a quien siempre consideró como su maestro, ya que su vida quedó marcada por su relación profesional continuada a su lado hasta obtener la cátedra, sin abandonar nunca su admiración una vez obtenida ésta. En 1933 realizó oposiciones a una plaza del Instituto Nacional de Oncología, lo que le permitió convivir asiduamente con Pío del Río Hortega. Acabada la Guerra Civil Española, obtuvo el grado de doctor con la tesis doctoral titulada Aspectos clínicos y hematológicos en los palúdicos de los años 1937 a 1939.
Siempre junto a Jiménez Díaz, además de alumno interno, fue médico interno, jefe de consultas y profesor auxiliar. En 1952 ganó, por oposición, la cátedra de Patología y Clínica Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, sucediendo en ella a Agustín del Cañizo. Desde ese momento, su entrega a la Universidad fue tremenda con una dedicación total, desarrollando una labor encomiable. Gran profesor, se preparaba concienzudamente las clases aportando en ellas lo último que había aparecido en la bibliografía. Disfrutaba con el trabajo en la clínica llegando al diagnóstico tras una profunda reflexión después de profundizar en la historia clínica y la exploración. También, y a pesar de los limitados medios con que contaba su cátedra para la investigación, se volcó en este aspecto realizando estudios en aquellos campos que con pocos medios se pudieran realizar.
Su aportación fundamental estuvo relacionada con la circulación portal. Mal conocida por entonces sobre todo desde el punto de vista funcional, abordó, ya en el año 1957, el estudio angiográfico. Se manejó con técnicas diversas y aportó, con su discípulo Vicente Estrada Sáinz, un nuevo método, la flebografía renal transparietal. Con ésta, estudió la trombosis de las venas renales y de la cava en las nefrosis, así como los shunts esplenorrenales. Estas aportaciones ligadas al estudio mediante cavografía, febografía renal y esplenoportografía transparietal le permitió estudiar la circulación portal en determinadas situaciones, como la pericarditis constrictiva, la hemocromatosis, los hemangiomas hepáticos y el cáncer de hígado. En la enfermedad de Wilson demostró que las alteraciones de las ramificaciones de la arteria hepática son más tardías que las de las ramificaciones portales. En el síndrome de Budd-Chiari demostró mediante esplenoportografía el crecimiento del lóbulo caudado. Su actividad clínica, investigadora y docente atrajo a un numeroso grupo de colaboradores que veían en él una persona de una sólida formación y que transmitía entusiasmo a cuantos a él se acercaban. Consiguió formar un gran número de médicos, muchos de los cuales llegaron a ocupar destacados puestos en la universidad española. Entre ellos, cabe destacar, entre otros, a Domingo Espinós Pérez, Emilio Barrio Gómez, Rafael Enríquez de Salamanca y Lorente, Gerardo Gilsanz Rico, Vicente Estrada Sáinz, José María Ladero Quesada y Julio García Paredes.
Sus publicaciones fueron numerosas, sobresaliendo, ante todo, el libro Medicina Interna, aparecido paulatinamente entre los años 1956 y 1958, escrito casi en solitario y compuesto por cuatro tomos. Este libro fue de uso continuado por sus alumnos en sus diferentes promociones y también de referencia para muchos médicos en esos años. Escrito con mucha claridad, buscaba en ellos el aprendizaje del estudiante a través de sus experiencias vividas, destacando no sólo su actualidad en cuanto a los saberes patogénicos, sino haciendo especial hincapié en los aspectos clínicos y diagnósticos. Sus contribuciones escritas abarcaron prácticamente a todas las áreas de la Medicina Interna destacando ante todo las referidas a sus abundantes estudios sobre la circulación portal, sobre accidentes cerebrovasculares, enfermedad de Wilson y sus aportaciones con Francisco Grande Covián sobre la avitaminosis en el período de la Guerra Civil Española. Se ocupó también, por su experiencia, en algunos de sus escritos sobre los problemas de la enseñanza de la Medicina en España y sus posibles soluciones.
Hombre sencillo, dedicado totalmente a la universidad, renunció a estar en lugares, comisiones o cargos que pensaba se separaban de su quehacer fundamental, que era la docencia, asistencia e investigación. No obstante, y a pesar de lo anterior, tuvo que asumir responsabilidades varias en las que siempre trabajó con una gran entrega. Fue director del Departamento de Medicina Interna de la Universidad Complutense y presidente de la Sociedad Española de Nefrología, miembro de honor de diversas sociedades y academias, y entre ellas, miembro honorario de la Sociedad Internacional de Angiología, de la Sociedad Española de Medicina Interna, de la Sociedad de Estomatología, Fellow del Colegio International de Angiología, miembro de honor extranjero de la Sociedad de Medicina Interna Argentina y académico honorario de la Academia Nacional de Francia. Estaba en posesión de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz con distintivo blanco de la Marina, de la Medalla de Oro de la Universidad Complutense y, ya jubilado, recibió la Medalla del Departamento de Medicina Interna de la Universidad Complutense.
En 1979 ingresó como académico de número en la Real Academia Nacional de Medicina con el discurso Tratamiento del infarto cerebral, un tema sobre el que había realizado diversas publicaciones y por el que siempre tuvo especial predilección. Ocupó el Sillón n.º 7, vacante por fallecimiento de Manuel Bermejillo Martínez, y su discurso fue contestado por Francisco Orts Llorca.
Obras de ~: Patología de las venas en obstetricia y ginecología, Madrid, Científico-Médica, 1949; con J. M. Segovia y H. Castro Mendoza, “Contribution to study of Wilson’s disease”, en Archives of Internal Medicine, 95 (1955), págs. 727-734; con A. Vergara y L. Estella, “Portal circulation in constrictive pericarditis; a study of the spleen-lung ether time in relation to splenoprotography before and after pericardiectomy”, en Archives of Internal Medicine, 100 (1957), págs. 201-208; Lecciones de Medicina Interna, Madrid, Martínez Murgía, 1958; con A. Anaya, R. Estrada y P. Toni, “Transparietal renal phlebography, a new method”, en Lancet, 191 (1965), págs. 179-183; Precomas y comas, Madrid, Roche, 1976.
Bibl.: D. Espinós Pérez, “Sesión Necrológica en Memoria del Excmo. Sr. D. Vicente Gilsanz García”, en Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, 109 (1992), págs. 805-818; J. D. Garrote Díaz y J. A. Gómez de Caso Canto, Médicos Segovianos Ilustres del Siglo xx, Segovia, Edición del Colegio Oficial de Médicos de Segovia, 1998; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo xx, Madrid, You & Us, 2000.
Manuel Díaz-Rubio García