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Juan de Villela Olabarrieta

Biografía

Villela Olabarrieta, Juan de. Arrigorriaga (Vizcaya), c. 1560 – Madrid, 3-13.I.1630. Juez, consejero de Castilla, presidente del Consejo de Indias, consejero de Estado y secretario de Estado del Norte y de Italia.

Hijo de Pedro de Villela, caballero de la Orden de Santiago, natural de la villa y anteiglesia de Munguía, y de Ana de Olabarrieta, nacida en la anteiglesia de Arrigorriaga. Fueron sus abuelos paternos, Martín Ruiz de Villela, de la anteiglesia de Munguía, y María Manrique de Múxica, de la anteiglesia de Gatica, y los maternos Juan de Olabarrieta, de la anteiglesia de Arrigorriaga, y María Martínez de Butrón, de la anteiglesia de Arrigorriaga. Hermano suyo fue Pedro, caballero de la Orden de Santiago, señor de la casa de Villela, que contrajo matrimonio primeramente con Isabel Zorrilla de Arce y Manrique, hermana de la condesa de Escalante, y en segundas nupcias con María Vélez de Belaústegui y Areilza. Ana María Manrique de Villela, hermana de Juan y Pedro, casaría con Felipe Porras, comendador de la Delfa de la Orden de Alcántara y del Consejo de Hacienda.

Se doctoró en Cánones en la Universidad de Oñate, donde sería rector, colegial del Colegio Mayor del Espíritu Santo y catedrático de Vísperas de Cánones. El 6 de agosto de 1590 es elegido capellán de manto interior del Colegio de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca, donde se graduaría de licenciado en Cánones. El año siguiente fue designado alcalde de Corte de la Audiencia de Lima, y en 1597 asciende a oidor de dicha Audiencia. En Perú sería asesor y auditor general de los virreyes Luis de Velasco, conde de Monterrey y marqués de Montesclaros; allí realizaría algunas visitas a las provincias y minas. Cuando Felipe III accede al trono, se encargó de recabar el servicio, y en cuanto asesor de la cruzada tuvo a su cargo la fábrica de la iglesia metropolitana de Lima, siendo además consultor del Santo Oficio.

En 1607 es promovido al cargo de presidente de la Audiencia de Guadalajara y gobernador de Nueva Galicia. Dos años después el Rey le ordenó trasladarse a México a proseguir y finalizar la visita de aquella Audiencia y tribunales, oficiales y ministros de la Hacienda real. Estando practicando la visita se le envía comisión para visitar también a los subdelegados, tribunales y ministros de la cruzada, así como tomar cuentas a los tesoreros. En 1611 vuelve a España con el resultado de las visitas. El año siguiente es nombrado consejero supernumerario de Indias, en lugar del doctor Alonso Criado y Castilla, presidente de la Audiencia de Guatemala, que había muerto sin tomar posesión. Villela jura su plaza en Madrid el 7 de abril de 1612, al tiempo que se le otorga la asesoría del Consejo de la Cruzada. Rodrigo de Aguiar, también consejero de Indias, se encargaría de continuar la Recopilación indiana iniciada por Juan de Solórzano Pereira, y Juan de Villela, junto a Pedro Marmolejo, sería agregado a esa magna obra en calidad de consultor.

En 1618 asciende a consejero supernumerario de Castilla; asimismo, es nombrado superintendente de la Justicia de los ejércitos de Flandes y del Consejo y Junta de Guerra de esos territorios. En estas fechas se le concede merced de hábito de Santiago. Se traslada a los Países Bajos a desempeñar la superintendencia y no volverá a Madrid hasta el 20 de octubre de 1622, para ser gobernador interino del Consejo de Indias. Cuando apenas lleva un mes en el cargo, Felipe IV creará una Junta de Comercio para tratar aspectos económicos, particularmente el contrabando de productos de las provincias rebeldes de los Países Bajos, y de ella formará parte Villela por su acreditada experiencia y su conocimiento de esos territorios. A comienzos del año siguiente es nombrado superintendente de las cosas del convento de la Encarnación, y el mes de julio, presidente del referido Consejo de Indias. A partir de este momento se convierte en un fiel colaborador del conde-duque de Olivares. En el tiempo durante el que fue gobernador y presidente se celebró en su posada una Junta para dirimir los conflictos de competencias que se planteaban entre los Consejos.

A finales de diciembre de 1625 será miembro del Consejo de Estado. El siguiente año, el Rey le confía conjuntamente las secretarías de Estado del Norte, vacante por fallecimiento de Andrés de Losada, y de Italia, cuyo titular Juan de Ciriza se encontraba achacoso. Por esta doble secretaría percibió un salario anual de dos millones de maravedís, que comenzó a percibir el 1 de enero de 1626. Villela no asumió con agrado el nuevo empleo de superintendente de las secretarías de Estado. Desde ese momento participa en numerosas Juntas que tratan sobre asuntos trascendentes de la Monarquía española. Es una época en la que mantiene un trato diario y cotidiano con el valido Olivares, con el que trabajará codo con codo. Junto con éste fijaba el horario de algunas Juntas que se celebraban en el aposento del propio conde-duque, así como el orden del día y debates. En 1626 integra la Junta del Casamiento del Rey de Hungría, que estudió las capitulaciones matrimoniales de éste con la infanta María. Asimismo, formó parte de la Junta que versó sobre el porvenir de los hermanos de Felipe IV y la Junta de Estado que aprobó la política de acercamiento a Francia para frustrar su reconciliación con Inglaterra. El año siguiente asiste a una Junta de Estado, cuyas sesiones se celebraban en el aposento del conde-duque de Olivares, para resolver los grandes problemas de la política internacional de la Monarquía.

En 1628, año en que obtiene la encomienda mayor de Montalbán, Juan de Villela acude a una Junta particular constituida con el objeto de analizar la resistencia que opuso el marqués de los Balbases para ir a Italia a suceder a Gonzalo de Córdoba como general del ejército de Milán, y asiste además a una Junta de Estado conocida con el nombre de Junta del Mar Báltico, que debatió la alianza con Polonia, enviando a tal fin una armada que impidiera el comercio marítimo de los holandeses rebeldes en aquellas aguas. Su último año de vida, 1629, padeció una enfermedad que le mantendría apartado del manejo de papeles de Estado. El nuncio pontificio había dicho de él en 1626 que era un hombre bondadoso y virtuoso, capacitado y con amplia experiencia profesional y nada ambicioso. Le sería ofrecido el arzobispado de Santiago, al que renunció.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, leg. 30; Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Expedientillos, n.º 526; Estado, leg. 6408.

G. González Dávila, Teatro de las grandezas de la villa de Madrid, Corte de los Reyes Católicos de España, Madrid, Thomas Iunti, 1623; Marqués de Alventos, Historia del colegio viejo de San Bartolomé de Salamanca, Salamanca, 1766, 2 vols.; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, ts. I y II, Sevilla, Universidad, 1935 y 1947, respect.; J. A. Escudero, Los Secretarios de Estado y del Despacho, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1976 (2.ª ed.); F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía Española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; J. H. Elliott, El conde-duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 1990; G. Gascón de Torquemada, Gaçeta y nuevas de la corte de España desde el año 1600 en adelante, ed. de A. de Ceballos- Escalera y Gila, marqués de la Floresta, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991; J. F. Baltar Rodríguez, Las Juntas de Gobierno en la Monarquía Hispánica (Siglos xvi-xvii), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998.

 

Ricardo Gómez Rivero

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