Cajaravilla (Cajaraville o Caxaraville), Miguel. Buenos Aires (Argentina), 5.VII.1794 – 12.XII.1852. Militar, independentista.
Hijo del español Andrés Cajaravilla y de María Engracia Miguens. Estudió en el Real Colegio Carolino.
Cuando estalló la Revolución de Mayo de 1810 colaboró con French y Beruti en la distribución de distintivos frente al cabildo de Buenos Aires. En 1813 integró como cadete el Regimiento de Granaderos a Caballo —en el cuartel de Retiro— organizado por el general José de San Martín tras llegar al Río de la Plata. El 4 de diciembre de ese año fue promovido a alférez y destinado al poco tiempo a prestar servicios con su escuadrón en el ejército del Alto Perú. Al año siguiente combatió, junto a Lamadrid, en el combate de Barrios. Como teniente en la batalla de Sipe-Sipe (29 de noviembre de 1815) fue herido de bala. En 1816 se unió con su escuadrón al Ejército de los Andes y peleó con brío en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817), actuación que le valió su ascenso a ayudante mayor del regimiento el 24 de marzo de 1817. También tomó parte como capitán en la derrota de Cancha Rayada, donde las fuerzas patriotas fueron sorprendidas y vencidas por los realistas en la noche del 18 al 19 de marzo de 1818. No se sintió vencido y siguió tras los españoles terminando en una sableada magistral donde quedaron treinta enemigos muertos. También se destacó en el combate de Maipú (5 de abril de 1818) y logró tomar prisionera una compañía de cazadores realistas. Bajo las órdenes del coronel Zapiola, Cajaravilla formó parte de las fuerzas que persiguieron a los españoles vencidos hasta el sur de Chile. El 27 de mayo de 1818 lograron recuperar el pueblo de Parral y asaltaron Chillán. Esa cruenta campaña terminó enfermándolo y regresó a Mendoza con tabardillo.
Ya recuperado volvió a Buenos Aires y, de regreso en Mendoza, enfrentó en Las Playas a unos montoneros.
Aunque el gobierno intentó recompensarlo monetariamente, Cajaravilla no aceptó y recibió del gobierno una casaca de lujo y un sable. En 1819 fue ascendido a sargento mayor con el dictado de “el valiente” o “el bravo” entre sus camaradas del Regimiento de Granaderos a Caballo. Ese año pasó a retiro y retornó a Buenos Aires. En 1821 fue ascendido a teniente coronel de caballería y jefe del 1.º de campaña. El 25 de mayo de ese año recibió órdenes del gobernador Martín Rodríguez de marchar —junto con Juan Manuel de Rosas— en apoyo de Lamadrid contra Francisco Ramírez, quien, tras vencer a Artigas en la batalla de Ávalos (29 de junio de 1820), había quedado como jefe supremo de la República de Entre Ríos (reglamento de fines de 1820). Retirado de la acción militar tomó la dirección de la estancia bonaerense de su padre en los Montes Grandes pero, al ser nombrado jefe del Primer Regimiento de Milicias de Campaña, actuó en la frontera de Chascomús y en la Guardia del Monte. En 1823 participó de la expedición contra los indios bajo el mando de Martín Rodríguez, a la cual se unieron posteriormente el coronel Arévalo y la división de Juan Manuel de Rosas. Poco después Cajaravilla aprovechó la reforma militar del Gobierno y se retiró enfermo a su estancia. En 1829 se trasladó a la Banda Oriental, se estableció en la Agraciada, radicándose definitivamente en la costa uruguaya. Su residencia amparó a muchos argentinos exiliados en 1840 y 1841. Más tarde y, en virtud de sus condiciones guerreras, fue convocado como comandante del departamento de Mercedes para militarizar la administración y organizar las milicias regionales. Asistió a la batalla de India Muerta. De regreso en Mercedes en 1847 se ocupó de tareas administrativas, fundando escuelas y fomentando la actividad industrial y comercial. Tras la caída de Rosas, regresó a su país donde falleció a fines de 1852. Se había casado con Dorotea Núñez.
Bibl.: J. R. Yaben, Biografías argentinas y sudamericanas, t. II, Buenos Aires, Editorial Metrópolis, 1938, págs. 641- 648; B. González Arrili, Hombres de Mayo, Buenos Aires, ed. Crespillo, 1960; V. O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino, t. II, Buenos Aires, Editorial Elche, 1978, págs. 43-44.
Andrea María Bau