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Andrés Piquer y Arrufat

Biografía

Piquer y Arrufat, Andrés. Fórnoles (Teruel), 6.XI.1711 – Madrid, 3.II.1772. Médico, filósofo, profesor.

Nació en el seno de una familia humilde, afectada en su economía por los incidentes de la Guerra de Sucesión, pero con ascendientes vinculados a la profesión médica. En consecuencia, además de él, también su hermano Cosme, eligieron esa actividad. Tras aprender las primeras letras en su pueblo natal, cursó estudios secundarios desde 1721 a 1727 en la vecina localidad de Fresneda. En 1727 se trasladó a Valencia, en cuya Universidad estudió Filosofía y Medicina hasta graduarse en 1734. Los profesores que más le influyeron, confiesa, fueron el catedrático de Anatomía Juan Bautista Longás y muy especialmente, el titular de la Cátedra Médica Prima y antes de la de Prácticas, Antonio García Cervera. Piquer lo llamaba “García el Grande” y lo consideró cabeza destacada de la renovación de la enseñanza médica en la Universidad de Valencia. Había sido en 1721, uno de los firmantes de un memorial en el que se solicitaba autorización para enseñar la “medicina moderna” y era partidario del sistema iatromecánico, como se refleja en sus “aprobaciones” o prólogos a obras del médico valenciano José Arnau, defensor de esa corriente y uno de sus introductores en el ambiente valenciano; y del propio Piquer.

Recién graduado participó en varias oposiciones a plazas del Hospital General de Valencia y a cátedras médicas de esa Universidad. No tuvo éxito, de momento, aunque la brillantez de sus actuaciones influyó en el gran prestigio profesional que iba adquiriendo y que acrecentó la publicación de su primer libro Medicina vetus et nova (1735) que incluye un tratado de terapéutica y resúmenes sobre semiología de la orina, el pulso y sobre piretología. Consecuencia de ello fue el conseguir una excelente clientela y el actuar, como comisionado, en el estudio de diversos problemas sanitarios.

En 1741, Piquer entró en relación con Gregorio Mayans Siscar, una de las figuras centrales de la Ilustración valenciana. La amistad entre los dos se inició cuando trató, con éxito, una mastitis de la esposa de éste. Se entabló una relación entrañable, con altibajos, que refleja un trasfondo de interés por ambas partes.

Mayans, que, como hombre culto e informado, admiraba el papel de la medicina en el pensamiento clásico y que a su vez desconfiaba de los médicos y sus actuaciones, encontró en Piquer al observador minucioso y agudo, al clínico sensato y prudente terapeuta, que asumiendo la modernidad no renegó de la tradición.

Piquer nunca ocultó su deuda con Mayans y en momentos en que las relaciones entre ambos pasaban por una profunda crisis escribía a Gregorio: “Añado que estoy a Vm. Agradecido porque en parte ha contribuido, quando venia Vm. a Valencia a mi casa, a mi aplicación fuerte a la antigüedad; y me parece que ninguna [persona] hay en España, que yo conosca, que pueda trabajar sobre ella como Vm.”. Pero la influencia de Mayans no sólo fue en su formación humanística y filosófica, sino que le ayudó de forma importante en su carrera. A su intervención se debió, en parte, que Piquer ganara en 1742 las oposiciones a la Cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia, con la presentación de su Theses medico-anatomicae; y que poco después resultó también vencedor en las de médico titular del Hospital General. El mismo año fundó Mayans la Academia Valenciana, intentando aglutinar las mejores cabezas de la intelectualidad local. Esta institución no acabó de consolidarse y la participación de Piquer tampoco fue entusiástica, expresando especialmente su disconformidad cuando Mayans comenzó a imprimir las obras físicas y matemáticas de Juan Bautista Corachán, que consideraba anticuadas.

Durante los nueve años que ocupó la Cátedra de Anatomía prestó gran atención a la enseñanza práctica, siguiendo la tradición de la escuela valenciana.

Consta el mucho tiempo que dedicó a la docencia y el prestigio que alcanzó en ella, lo que no quiere decir que centrara su actividad científica en los conocimientos morfológicos. Publicó algunos textos anatómicos y dejó otros inéditos, pero el objetivo fundamental de su obra escrita fue ofrecer “a la juventud española” una síntesis amplia y moderna de los saberes médicos y sus ciencias básicas. A este programa responde la aparición del primer volumen de su Física moderna, racional y experimental (1745) y de su Lógica moderna (1747). El principal mérito de la primera, a pesar de ser uno de los primeros libros con ese título publicados en castellano, consiste en ofrecer un nivel de información bastante actualizado, considerando el atraso que sobre esta materia imperaba en las universidades españolas. Piquer siguió un criterio ecléctico citando principalmente a Descartes (1596-1650), Pierre Gassendi (11592-1655), Robert Boyle (1627-1691) y también a Newton (1642- 1727), cuyas teorías conocía indirectamente a través de sus divulgadores franceses. En el texto domina el empirismo y una cierta incomprensión del papel de las matemáticas como lenguaje de la física moderna.

Por otra parte, su descalificación del sistema de Copérnico (1473-1543) excede las precauciones que ya tomaron otros novatores valencianos. La Lógica es una mezcla de lógica clásica y teoría moderna del conocimiento.

Un intento asistemático y poco desarrollado de poner la lógica al servicio de la ciencia, basado en Aristóteles, Descartes y sobre todo Locke (1632- 1704) y los empiristas ingleses. Entre la aparición de estas dos obras hay que señalar un dato importante: consecuencia de las críticas de Mayans a su Física, Piquer inició un acercamiento a los clásicos que marcó su trayectoria posterior. En 1746 comenzó el estudio sistemático de la obra de Aristóteles y el joven médico antiaristotélico escribía a Mayans aquel mismo año: “Quiero antes que Vm. sepa que Yo no soy de aquellos despreciadores de la antigüedad que no haya gusto sino en las cosas nuevas y hazen vanidad de depreciar las viejas [...] tampoco soy de aquellos que toda la bondad y perfección la han encontrado en los antiguos [...] No se si la obscuridad de Aristóteles podrá atribuirse a sus Comentadores porque ignoro la lengua griega, y conozco que me hace mucha falta”.

Durante su etapa valenciana, publicó además un folleto en defensa de su Física (1745) y una serie de escritos polémicos (1746-1748) en torno a un casi clínico que él había diagnosticado de “hectiquez”, lo que implicaba de acuerdo con la legislación vigente relativa a la tuberculosis, la destrucción de enseres que hubieran estado en contacto con el enfermo. También apareció entonces una de sus obras más editadas, que fue traducida al francés, publicada en Montpellier y que es considerada como uno de los textos más significativos sobre el tema de la medicina española y europea: Tratado de calenturas según la observación y el mecanicismo (1751).

A finales de 1751, Piquer marchó a Madrid como médico de cámara supernumerario de Fernando VI.

Se creía que en este nombramiento había influido Mayans, pero en realidad fue reclamado por su maestro Antonio García, quien había sido nombrado médico regio y murió dos años después. El ascenso de Piquer fue muy rápido y en 1752 fue nombrado vicepresidente de la Academia Médico-Matritense (a la que pertenecía desde 1739) y entró a formar parte del Protomedicato. A lo largo de las dos décadas siguientes desplegó una intensa actividad en esas dos instituciones, exponiendo en la academia temas tan diversos como los sistemas médicos (1752, 1768 y 1770), la tradición médica española (1761) y la historia de la medicina árabe (1770); así como sus informes desde el Protomedicato en torno a la inoculación de la viruela (1757) y la reforma de la enseñanza médica (1767 y 1768).

Durante sus años juveniles, Piquer había sido seguidor de un eclecticismo a la moda pero muy decantado en favor del sistema iatromecánico. En la primera edición de la Medicina vetus et nova afirma que la experiencia, la práctica y la razón le habían llevado a adherirse a las corrientes modernas y que, de todos los sistemas, estimaba más certero “el que consideraba el cuerpo humano como una máquina constituida por sólidos y líquidos”. En estos supuestos se basa la obra, al igual que su Teses medico-anatomicae, en la que concede gran importancia a la estequilogía fibrilar, la indagación microscópica y la doctrina de la circulación de la sangre como núcleos del sistema iatromecánico.

Continuó siendo partidario del mismo hasta el final de su etapa valenciana, tal como se refleja en la primera edición del Tratado de calenturas. Su orientación personal estaba principalmente influida por el gran clínico holandés Hermann Boerhaave (1668-1738) y el cartesianismo médico, quedando en segundo término la tradición galileana.

El traslado de Piquer a Madrid coincidió con un cambio profundo de su mentalidad científica, manifiesto en su discurso De medicinae experimentalis praestantia (1752), donde atacó de frente al iatromecanismo y defendió una postura ecléctica. La nueva actitud condicionó la modificación del contenido de la Medicina vetus et nova a partir de su tercera edición (1758) y del Tratado de calenturas desde la segunda (1760). En ambas obras expuso las razones de un “empirismo racional” opuesto a los sistemas cerrados y defensor, ante todo, de la importancia de la observación. Con este cambio de mentalidad, se incorporaba a una de las tendencias dominantes en la medicina europea de la época. Las obras que, desde entonces, citó más a menudo fueron las de las cabezas del movimiento antisistemático, en especial Gerhard van Swiete (1700-1772) y otros miembros de la Alte Wiener Schule, Giovanni Battista Morgagni (1682- 1771), Albrechrt von Haller (1708-1777), etc., así como las de Thomas Sydenham (1624-1689) y los escritos hipocráticos; estimados como modelos clásicos de observación clínica. Por ello, publicó una traducción de Las obras de Hipócrates más selectas (1757- 1770), que comentó con “las observaciones prácticas de los antiguos y modernos” y destinó, conforme acostumbraba, a la “juventud española que se dedica a la medicina”. Precisamente esta traducción fue motivo de una nueva polémica. Cuando Piquer comenzó a estudiar la gramática griega en la década de 1750, Mayans le recomendó una serie de actuaciones para poder traducir esta lengua correctamente. La presunción de aquél de haber hecho la versión latina desde la original griega de Hipócrates y la castellana partiendo de la latina, no engañó a los buenos conocedores del griego y en su traducción de los Pronósticos pronto detectaron que estaba basada en el texto latino de Cristóbal de Vega. El médico Capdevila, que detestaba a Piquer, se apresuró a escribirle a Mayáns: “El fanático Piquer sabe tanto griego como la burra de Balan”. Lo cierto es que, con el pretexto de “no hacer gravosa a los pobres Profesores la segunda edición, he quitado el texto griego”, escribió Piquer.

En las biografías de Andrés Piquer se insiste en la rivalidad profesional como fundamento de sus enfrentamientos con algunos colegas de la Facultad de Medicina de Valencia, pero a ello habría que añadir una actitud de superioridad manifiesta, compartida por su amigo el abogado Nebot, regidor de la ciudad, que había sido discípulo de los novatores Corachan y Tosca; de erigirse en campeones de la filosofía moderna, despreciando sin recato a los que no compartieran sus opiniones. El paborde Sales, que había sido cliente suyo, decía de Piquer: “Es docto pero celebra mucho su doctrina y quiere descollar demasiado en la República de las Letras”. Calmados los entusiasmos innovadores de su época juvenil, insistió en la necesidad de una síntesis de antiguos y modernos. Este eclecticismo se refleja de modo muy acusado en las Institutiones medicae (1762) y la Praxis medica (1764-1766) que escribió “ad usum Scholae Valentinae”. Su extremada oposición a los sistemas le llevó a considerar, en la primera de estas obras, la doctrina de la circulación de la sangre “no como cosa demostrada, sino más bien como una de las opiniones llamadas probables en las escuelas”. También expresó su desconfianza en la observación microscópica desde una postura cercana al sensualismo de Xavier Bichat (1771-1802).

La obra médica de Piquer alcanzó cierta difusión europea. Entre las ediciones extrajeras de sus textos destacan las de la Praxis, publicada en latín en los Países Bajos e Italia; además del Tratado de las calenturas, traducido al francés e impreso en dos ocasiones.

Estuvo casado con María Victoria Noguera, hija de un afamado médico valenciano.

 

Obras de ~: Theses Teorico-Medicas justa institutum celeberrimae et almae Valentinae Universitatis ex uberrimis Galeni Cathedr. disputationi proponit [...], Valentiae, 1734; Medicina vetus et nova continens Pharmaciam Galenico-Chimicam, et Febrilogiam Galenico-Modernam ad Tyrones, Valencia, por Josef García, 1735 (reimpr. 1743; Mantuae Carpetanorum, 1758; Matriti, 1768, 1776, 1791); Disertación en forma de carta sobre la epidemia de dolor de costado que hubo en Valencia en los años de 1736, Valencia, 1736 (reed. ampl., 1758); Teses Medico-Anathomicae pro Anatomiae Catedra obtinenda disputatione propositae in Academia Valentina a [...], Valentiae, 1742; Física Moderna Racional y experimental [...] Tomo I, Valencia, por Pascual García, 1745 (Madrid, 1780); Cartas apologéticas por la física moderna del Doctor ~, Valencia, por F. Pardo, 1745; Reflexiones críticas sobre los escritos que han publicado los DD. Y Catedráticos de Medicina Manuel Morera, Joseph Gossalbes, y Luis Nicolau, respecto a la última enfermedad de Vicente Navarro, Escribano de la Ciudad de Valencia, compuesto por ~, Valencia, 1745, 1746; Carta joco-seria al Doctor Mariano Seguer, catedrático de Medicina de la Universidad de Valencia. Fecha en Lomeral 30 de Julio de 1746, por ~, Valencia, 1746; Manifestación de las razones y fundamentos que tuvo [...] para juzgar y declarar ser hético Vicente Navarro, Escribano de esta Ciudad, Valencia, 1746; Lógica Moderna ó Arte de hallar la verdad y perfeccionar la Razón [...], Valencia, por Josef García, 1747 (Madrid, 1771, 1781); Noticias del Parnaso sobre los escritos del Dr. Luis Nicolau [...] Comunicadas por Don Mathias Llanos, Cirujano latino al [...] en Carta de 2 de Julio de 1748. Los publica el mismo Dr. Piquer, Valencia, 1748; Tratado de calenturas según la observación y el mecanicismo, Valencia, 1751 (reed. 1760; Madrid, 1760 [por Joaquín Ibarra] 1768, 1771, 1777 [por Blas Román] 1788; Amstelodami, 1776; París, 1801); Oratio quam de Medicinae Experimentalis praestantia, et utilitate, dixit in Academia Media Matritensis [...], Madrid, 1752; “Historia Morbi, quo defunctus est. R.P. Fortunatus à Brixia, ordinis minorum Sancti Francisci”, en Franciscus Roncalli, Pontifici Maximi, regum, principum, academiarum, sapientium diplomata et epistolae ad Comitem [...] cuius etiam literis insertis, Brixiae, 1755; Las obras de Hipócrates mas selectas con el texto griego y latino, puesto en castellano é ilustrado con las observaciones prácticas de los antiguos y modernos para la juventud española que se dedica a la medicina, Madrid, Imprenta de Ibarra, 1757-1770, 1769-1781, 1788, 3 vols.; Institutiones Medicae ad usum Scholae Valentinae, Matriti, Imprenta de Ibarra, 1762, 1773, 1790; Praxis Medica. Ad usum Scholae Valentinae. Pars prior, Madrid, Imprenta de Ibarra, 1764, Pars posterior, Matriti, 1766; Praxis medica. Ad usum Scholae Valentinae, 2 vols., Matriti, 1770-1772, 1786, 1789, Amstelodami, 1775, Venetiis, 1776; Dictamen del […] sobre la siembra de Arroces en algunos parages de la Huerta de Valencia, [Valencia], 1765; Dictamen sobre la inoculación de la viruela, Madrid, 1766, De procuranda veteris et novae Medicinae conjuctione. Oratio ad Academiam Medicam Matritensem, Madrid, Oficina de Ibarra, 1768; Discurso de [...] sobre el sistema del mecanicismo, Madrid, 1768; Obras postumas del [...] las publica con la vida del autor su hijo el Dr. D. Juan Chrisostomo Piquer [...], Madrid, Oficina de Ibarra, 1785.

 

Bibl.: J. B. Peset Vidal, Memoria biográfica, bibliográfica o crítica acerca de D. Andrés Piquer, Valencia, 1878; J. Magraner Marinas, Ensayo biográfico-bibliográfico del Dr. Andrés Piquer y Arrufat, Valencia, Federico Doménech, 1895; A. Sanvisens Marfull, Un médico-filósofo español del siglo XVIII. El doctor Andrés Piquer, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953; V. Peset Llorca, “Nuevos papeles del Doctor Andrés Piquer”, en Clínica y Laboratorio, 67 (1959), págs. 232-240; 68 (1959), págs. 435-437; 73 (1962), págs. 317-320; 76 (1963), págs. 201-205; “Andrés Piquer y la psiquiatría de la Ilustración”, en Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina, 9 (1957), págs. 433-439; E. Fernández Clemente, “Las ideas filosófico-pedagógicas de Andrés Piquer”, en Teruel, 39 (1968); G. Mayáns y Siscar, Epistolario. I. Mayáns y los médicos, Valencia, Diputación-Ayuntamiento de Oliva, 1972; V. Peset Llorca, Gregori Mayáns i la cultura de la Il.lustració, pról. de A. Mestre, Barcelona, Curial, 1975; J. Blasco, “Consideraciones sobre la Lógica Moderna de Andrés Piquer”, en Primer Congreso de Historia del País Valenciano (Valencia, 14-18 de abril de 1971), vol. III, Valencia, Universidad, 1976, págs. 717-723; R. Guy, “Logique et modenité selon Pique”, en Annales de l’Université de Toulous-Le- Mirail, 15 (1979), págs. 73-88; M. Mindán Manero, Andrés Piquer. Filosofía y medicina en la España del siglo XVIII, Zaragoza, Librería General, 1991; M. Frías Núñez, “El discurso médico a propósito de las fiebres y de la quina en el Tratado de las calenturas (1751) de Andrés Piquer”, en Asclepio, LV-1 (2003), págs. 215-233.

 

Emilio Balaguer Perigüell