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Vicente Mariano de Ovando y Perero

Biografía

Ovando y Perero, Vicente Mariano de. Marqués de Ovando (III). Cáceres, 25.VIII.1778 – Turín (Italia), 21.I.1864. Cortesano y político.

Hijo de Pedro Manuel de Ovando y Maraver, alférez mayor y regidor perpetuo de Cáceres, y de su segunda mujer, María de Jesús de Perero y Aponte. Sucedió en el título napolitano a un primo hermano de su padre, muerto soltero en 1795, y aunque Vicente realizó gestiones en 1817 para transformarlo en título de Castilla, no consiguió su propósito.

Al estallar la Guerra de la Independencia, tomó parte en la reunión en la que se formó la Junta de Cáceres, aunque inmediatamente se incorporó al Ejército, tomando parte en las acciones del puente de Almaraz. En 1812 era regidor decano y presidente del Ayuntamiento de Cáceres. Al finalizar la contienda, el marqués de Ovando se inclinó por el bando absolutista, llegando a ser comandante del batallón de voluntarios realistas de Cáceres. Marchó luego a Madrid y fue nombrado en 1824 gentilhombre de cámara con destino al servicio de los hijos del infante don Carlos, cuyo partido siguió tras el nacimiento de su sobrina, la futura reina Isabel II en 1830. Muerto Fernando VII, don Carlos, que ya estaba exiliado en Portugal, hubo de salir para Inglaterra ante el avance de las tropas liberales españolas. En esta ocasión, Ovando y Villavicencio fueron los dos gentileshombres que le acompañaron.

Durante la Guerra Carlista la actuación del marqués de Ovando fue completamente pasiva, limitándose a formar parte de la Corte de don Carlos, el cual, tras haber quedado viudo, quiso casar con su cuñada, la princesa viuda de Beira. Con este motivo, don Carlos envió a Ovando a Salzburgo en enero de 1838. El viaje de la princesa a España transcurrió con innumerables peripecias, aunque el marqués no participó en él. La guerra terminó con resultado adverso para el pretendiente carlista, quien hubo de exiliarse a Francia, cuyo gobierno le señaló la ciudad de Bourges para su residencia. Allí se organizó una pequeña Corte a su alrededor, de la que formó parte el marqués de Ovando, hasta que en 1845, habiendo abdicado don Carlos en su hijo el conde de Montemolín, se preparó la fuga de aquél de Bourges. A tal efecto, partió un día el coche del infante al galope conduciendo a éste a la quinta de un noble francés adicto a su causa, acompañándole Ovando, entre otros cortesanos. Regresó el coche al palacio de Bourges y durante unos días Ovando entretuvo al prefecto, que tenía asignada la vigilancia de don Carlos, pretextando una indisposición de éste, con lo que le dio tiempo a que pudiera llegar a Londres. Como consecuencia de esta maniobra, Vicente se vio precisado a salir para Italia. Ahí contrajo matrimonio en 1854 con Benedetta Radicatti, hija de los condes Radicatti; y a la muerte del monarca carlista, ocurrida en Trieste en 1855, Ovando acudió desde Toscana, llegando sólo a tiempo de contemplar el cadáver de don Carlos, con quien él había enlazado su destino, pues tampoco pudo ya regresar a España. El conde de Rodezno diría del marqués de Ovando que fue “uno de sus servidores (de Don Carlos María Isidro) más íntimos y le acompañó siempre en las horas de desgracia con la mayor lealtad”.

En estos años de exilio, el marqués de Ovando trabó conocimiento con el sacerdote Gaspar del Buffalo, quien había fundado en 1815 una congregación de clérigos con el título de Misioneros de la Preciosa Sangre. El padre Buffalo sería canonizado en 1954 por el papa Pío XII. La curación milagrosa que este sacerdote obró en un sobrino del pensador Javier de Maistre, unido a la amistad que con él tenía, movió al marqués de Ovando a instituir por heredera de sus bienes a la naciente congregación, ya que él no tenía hijos ni tampoco su hermana la condesa viuda de Pinofiel, careciendo asimismo de parientes cercanos. Sin embargo, atribuyó la propiedad de sus bienes al obispado de Coria, reservando a la Orden sólo el usufructo, tal vez para obviar la legislación entonces existente en España, restrictiva de los derechos de las órdenes religiosas. La Orden se estableció en 1899 en la cacereña Casa del Sol, residencia que había sido del marqués, tras la muerte de su viuda, primera usufructuaria de los bienes, ocurrida en Turín el 28 de febrero de 1898.

 

Bibl.: P. Hurtado, Ayuntamiento y familias cacerenses, Cáceres, Ayuntamiento, 1915-1918, pág. 610; T. Domínguez Arévalo y Fernández de Navarrete, conde de Rodezno, La Princesa de Beira y los hijos de Don Carlos, Madrid, Alberto Fontana, 1928; M. A. Ortí Belmonte, Los Ovando y Solís de Cáceres, Badajoz, Centro de Estudios Extremeños, 1932, págs. 146- 152; J. M. de Mayoralgo y lodo, conde de los Acevedos, La Casa de Ovando (estudio histórico-genealógico), Cáceres, Real Academia de Extremadura, 1991, págs. 548-550.

 

José Miguel de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos