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Mariano Zabálburu Basabe

Biografía

Zabálburu Basabe, Mariano. Bilbao (Vizcaya), 8.IX.1816 – 1887. Hombre de negocios y político.

Sus padres fueron Francisco Antonio Zabálburu, teniente de fragata retirado de la Real Armada, natural de Gordejuela (Vizcaya), y Segunda Basabe, de Lezama (Vizcaya). Entroncaban con un antiguo linaje, de probada hidalguía, radicado en las Encartaciones (Vizcaya), en el valle de Gordejuela, al que perteneció también Domingo Zabálburu Balenchana, capitán de navío con el grado de maestre de Campo, gobernador y capitán general de Filipinas y caballero de la Orden de Santiago que fundó vínculo y mayorazgo en la mencionada localidad encartada.

La trayectoria de la familia Zabálburu Basabe en el devenir económico, político y socio-cultural de Bilbao y de Vizcaya durante el último cuarto del siglo XIX discurrió paralela. Fueron miembros (sus hermanos Mariano, José y Francisco Zabálburu) de la Junta de Agricultura, Industria y Comercio de Bilbao, junto a destacados propietarios y hombres de negocios de dicha villa. En 1857 era autorizada la creación del Banco de Bilbao, procediéndose a la constitución de la Junta de Gobierno de la entidad bancaria, de la cual fue nombrado vocal Mariano Zabálburu. En febrero de 1867, una vez practicada la renovación parcial de la Junta de Gobierno, éste cesaba en sus funciones y su hermano José entraba en calidad de vocal suplente. Atendieron, siempre en estrecha colaboración, la dirección de sus propiedades, negocios e inversiones. A las propiedades rurales radicadas en el solar originario de la familia, en Gordejuela, sumaban los bienes inmobiliarios repartidos por Bilbao y su entorno, las Encartaciones y Maruri y, ya fuera de la provincia vizcaína, en Almería, Granada, Murcia y Sevilla. Caserías, tierras, viñas y montes engrosaban el patrimonio rural distribuido por Vizcaya (Abando, Begoña, Bilbao, Echebarri, Gordejuela, Galdames, Güeñes y Santurce), terrenos que destinaron a la producción de txakolí y sidra, para ganado y frutales. En Baracaldo explotaron una hacienda agrícola, en la que levantaron una veintena de caseríos, con colonos dedicados a su explotación. La finca, más tarde, fue adquirida por la sociedad británica The Cantabrian Iron Ore Co. Ltd., que comenzó a levantar un complejo siderúrgico. Al concluir la Guerra Carlista, la fábrica, a medio construir, fue vendida a Francisco de las Rivas, marqués de Mudela, quien una vez constituida la sociedad San Francisco del Desierto, puso de nuevo en funcionamiento la factoría (1880). Asimismo, poseían minas de hierro radicadas en Galdames (“Arrigorriaga”, “Begoña”, “Bilbao”, “Deusto”, “Echévarri” y “Tres hermanos”) y en el bilbaíno barrio de Artigas (“Segunda España”), como también fincas y viviendas urbanas distribuidas por la capital vizcaína. El nuevo de Ensanche de Bilbao, puesto en marcha a partir del 1876, se levantó en buena parte de las propiedades de los Zabálburu, que fueron urbanizadas, o bien por iniciativa personal o mediante cesión al Ayuntamiento. En base a dicho patrimonio, los hermanos Zabálburu, José, Francisco y Mariano, estaban considerados entre los bilbaínos más ricos, con un capital individual estimado en 2.000.000 de reales. Su sólida posición económica les permitió formar parte, desde el segundo cuarto del siglo XIX, del restringido corpus electoral bilbaíno.

Por otra parte, poseían también propiedades en Almería, Granada, Murcia y Sevilla, obtenidas, unas por herencia de sus padres y otras por compra de ellos mismos. Sobresalían de entre las mismas las radicadas en Murcia, fincas, haciendas, tierras de cultivo (cereal, olivar, viñedo, frutales) y demás propiedades rústicas y urbanas que se emplazaban en el término municipal de Murcia y en la villa de San Javier. Terratenientes y rentistas rurales, los Zabálburu se implicaron directamente en la gestión de sus tierras, que supervisaron de forma periódica y en las que procuraron el fomento y la mejora de su productividad, de ahí su asistencia a ferias y la importación que llevaron a cabo, tanto de semillas, plantas y viveros, como de maquinaria, que adquirían en los mercados europeos. En Murcia, optaron por el cultivo de frutales, introduciendo gran número de variedades de peras aptas para el mercado y otras producciones, como el membrillo, que fue importado de Portugal.

Audaces y pioneros inversores, los Zabálburu siguieron una dinámica de ampliación de capitales mediante depósitos bancarios e inversiones en títulos públicos en Londres y en París, ciudades, donde también tenía fondos colocados el Banco de Bilbao, siendo constante la compra de títulos y venta de valores a través de Abaroa, Uribarren y Goguel y C. Murrieta y Cía. Dirigieron sus miras inversoras hacia los mercados de Francia, Alemania, Inglaterra, Bélgica, pero también hacia nuevas plazas con más oportunidades para el incremento de sus fondos monetarios (Suiza, Austria, Holanda). Sus inversiones tocaron también el campo de las infraestructuras de transporte, las sociedades de crédito y las recreativas. La viuda de Zabálburu e hijos figuraban entre los suscriptores del ferrocarril Bilbao- Tudela. Por su parte, José Zabálburu se encontraba entre los accionistas de la Compañía General Bilbaína de Crédito y Mariano Zabálburu entre los correspondientes al Banco de Bilbao, así como también en la Sociedad de Caza del Cuartel Carretero y disponía de, al menos, cincuenta acciones en el Banco de España y diez pagarés del Tesoro Público.

Participaron asimismo en la gestión político-administrativa de Vizcaya, dada su actividad en Juntas Generales y los cargos de representación que obtuvieron en el Gobierno Universal del señorío. En Juntas Generales, actuaron a todos los niveles: como apoderados de las entidades locales representadas, en concreto, de aquellas donde radicaban sus orígenes y propiedades, Balmaseda, Gordejuela y Zalla; como miembros de comisiones extraordinarias, y como comisionados en Corte, encargándose de representar al señorío de Vizcaya en los asuntos y las negociaciones que éste tenía entabladas con el Gobierno central. El hecho de residir en la capital madrileña lógicamente facilitaba las gestiones vinculadas al cargo; en ocasiones, sirvió la residencia familiar de los Zabálburu para las reuniones de los comisionados vascos. En cuanto al gobierno del señorío, Francisco Antonio Zabálburu Lejarza fue regidor electo en 1831-1833, al igual que su hijo Juan Domingo en 1841. José Zabálburu, además de integrar la comisión permanente de beneficencia en 1854, resultó elegido diez años más tarde diputado general primero, desempeñando asimismo durante el correspondiente bienio las funciones de vicepresidente del Consejo de Provincia. Mariano Zabálburu formó parte en 1862 de la comisión especial de arbolado, agricultura y ganadería y, dos años después, era designado comisionado en Corte, funciones en Madrid que volvió a desempeñar en 1876, integrando la Comisión de Fueros que había de tratar la ley de derogación de los mismos, junto a Juan Ibargoitia y Fidel Sagarmínaga. Dicho año, las Juntas Generales conferían a Mariano Zabálburu la investidura de padre de provincia por los “servicios prestados” y la labor desempeñada durante el ejercicio de sus cargos de representación político-administrativa.

La proyección política de los hermanos Zabálburu rebasó el ámbito estrictamente provincial, al obtener la representación en las Cortes de las circunscripciones territoriales donde se emplazaban sus raíces y sus propiedades, Vizcaya y Murcia. Mariano Zabálburu era elegido diputado a Cortes por el distrito de Bilbao en 1863, legislatura en la que fue nombrado primer secretario del Congreso. Un año después, renovaba el cargo. En 1865, pasó a desempeñar la representación murciana hasta su muerte (1887), siendo diputado a Cortes por el distrito de Mula (Murcia) en las legislaturas de 1865, 1871, 1872, 1876, 1879, 1884 y 1886, representación que le fue otorgada también a su hermano Francisco en 1891. Dos años después, éste accedía al cargo de senador por Murcia, repitiendo estas funciones en la legislatura de 1896, para finalmente ese mismo año optar por su nombramiento como senador vitalicio (R.D. de 15 de julio de 1896). Por su parte, José Zabálburu fue elegido senador por Vizcaya en 1877.

Del legado cultural aportado por la familia, hay que destacar el gran fondo bibliográfico que coleccionó, catalogó y preservó Francisco Zabálburu, fondo que sus descendientes han mantenido siguiendo las directrices marcadas personalmente por él. Hombre de sensibilidad y conocedor de historia, paleografía y diplomática, recopiló en su biblioteca más de quinientas carpetas de documentos manuscritos de los siglos IX al XIX y de dieciocho mil volúmenes impresos de los siglos XV al XIX, que catalogó con un equipo formado en este campo y publicó en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (1877-1892) y en la Nueva Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España y de las Indias (1892-1894). Cuenta también la biblioteca con una sección de libros y manuscritos, de la más diversa índole, de las Provincias Vascongadas, como así los llamó el propio Francisco Zabálburu, de gran interés para conocer la cultura y la historia del País Vasco.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 49 n.º 8, 52 n.º 15, 55 n.º 3, 64 n.º 8, 68 n.º 13, 78 n.º 10, 85 n.º 3, 95 n.º 20 y 102 n.º 6.

VV. AA., Diccionario Biográfico de los Parlamentarios de Vasconia (1808-1876), Vitoria, Parlamento Vasco, 1993; J. Agirreazkuenaga (dir.), Diccionario Biográfico de los Diputados Generales, burócratas y patricios de Bizkaia (1800-1876), Bilbao, Juntas Generales de Bizkaia, 1995; G. Rubio de Urquía y M. Noviembre, Fondos Vascos. Biblioteca Francisco Zabálburu (Madrid), Madrid, Editorial Eurolex, 1998.

 

Susana Serrano Abad

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