Ciria y Grases, Ramón de. Valencia, 12.III.1822 – Madrid, 20.XII.1886. Mariscal de campo y caballero de la Orden de San Fernando.
Ingresó en el Colegio General Militar a los catorce años. En el mes de agosto de 1837 defendió Segovia ante el ataque del general carlista Zaratiegui y posteriormente tuvo que retirarse a Madrid, donde en el mes de noviembre fue promovido a subteniente de Infantería con la 15.ª promoción, pasando destinado al Regimiento de Cazadores de la Reina gobernadora, incorporándose a su compañía que se hallaba operando en la orilla derecha del Tajo.
En 1838 combatió en Sotillo de la Adrada y Almorox contra las partidas de Felipe y Perdoy, incorporándose más tarde al Ejército del Norte con el empleo de alférez del Regimiento de Granaderos de la Guardia Real de Infantería. Un año más tarde intervino en la toma de los fuertes de Ramales y Guardamino y en la acción de Villarreal de Álava, y en 1840 lo hizo en el sitio y toma de los castillos de Segura y Castellote, y en la de las plazas de Morella y Berga. A partir de octubre de 1841 pasó a la situación de excedente, siendo a finales de 1842 destinado al Regimiento de Zaragoza, en el que al año siguiente ascendió a teniente, siendo entonces trasladado al Regimiento de Asturias. En 1847 participó en la expedición a Portugal encuadrado en el batallón de Cazadores de Figueras, siendo premiado con una Cruz de San Fernando de 1.ª clase; a su regreso combatió a las partidas carlistas en Cataluña hasta conseguir la paz en 1849. En este último año fue recompensado con el ascenso a capitán por méritos de guerra.
Tras pasar más de un año en situación de reemplazo, en octubre de 1850 fue destinado como profesor al recién creado Colegio de Infantería, en el que tuvo a su cargo la enseñanza del Álgebra, Geometría, Trigonometría y Topografía durante los siguientes siete años, transcurridos los cuales volvió a servir en el Regimiento de Asturias, del que en 1859 pasó al batallón provincial de Alicante con el recién alcanzado empleo de segundo comandante.
Participó en la Guerra de África desempeñando el cargo de ayudante de campo del general Quesada, jefe de la 2.ª División del 3.er Cuerpo de Ejército, y no ganó el ascenso a primer comandante por su comportamiento en los combates del 15 al 25 de noviembre de 1859. Al año siguiente luchó en las batallas de Tetuán y Wad Ras. A su vuelta a España fue nombrado ayudante de campo del general Quesada, capitán general de Andalucía y, posteriormente, director general de la Guardia Civil. Ascendido a teniente coronel en 1846, fue puesto al frente del batallón de Cazadores de Baza, en el que causó baja al año siguiente por haber vuelto a ser nombrado ayudante de campo del general Quesada, director general de Administración Militar.
En 1866 intervino en la represión de la rebelión del cuartel de San Gil; su pericia, serenidad y acierto fueron recompensados con el ascenso a coronel y la confirmación en su cargo de ayudante. En 1868 pasó a la situación de reemplazo y al año siguiente a la de retirado. Regresó al Ejército al llegar la Restauración, pasando a las órdenes del general en jefe del Ejército del Centro, con el que más tarde se trasladó al del Norte e intervino en numerosos combates; ganó el empleo de brigadier por su intervención en la batalla de Treviño.
Destinado al mando de la brigada de Infantería de la División de Reserva, continuó combatiendo en Navarra y La Rioja. En 1876 levantó el bloqueo de Bilbao y ocupó Amorebieta y Durango; luchó más tarde en Abadiano, donde había recibido la orden de acantonarse con su brigada —formada por dos batallones del Regimiento de Castilla y los de Cazadores de Barbastro y Ciudad Rodrigo—, una batería de montaña, una compañía de ingenieros y un escuadrón de húsares, para lo cual tuvo que empeñarse en un duro combate contra seis batallones carlistas que, al abrigo del terreno y bajo la protección de una batería de seis piezas y caballería, hizo una resistencia desesperada, debiéndose a su talento militar y a la bravura de las fuerzas a sus órdenes tan valioso triunfo contra enemigos muy superiores en número, por lo que mereció elogios personales del general de la División, que aplaudió todas las medidas tomadas y decidió que al día siguiente figurase su actuación en la Orden general del Ejército. Finalizada la guerra se le concedió el mando de la escolta que acompañó a don Alfonso XII en su entrada en Madrid.
En el mes de agosto de 1876 fue nombrado comandante general de Vizcaya y, en 1881, gobernador militar de Toledo y subinspector del Establecimiento Central de Infantería, que reunía a la Academia de Infantería, la Escuela Central de Tiro y el Colegio de Huérfanos. Dos años más tarde se le designó consejero suplente del Consejo Supremo de Guerra y Marina, y en 1884 alcanzó el empleo de mariscal de campo, con el que desempeñó el cargo de fiscal militar del Consejo Supremo.
Poseía las Grandes Cruces de Isabel la Católica y al Mérito Militar con distintivo blanco.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar, Secc. 1.ª, leg. C-2784.
J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.
José Luis Isabel Sánchez