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Ricardo Vallespín y Sarabia

Biografía

Vallespín y Sarabia, Ricardo. Santander (Cantabria), 18.VII.1842 – Manzanillo (Cuba), 12.XII.1894. Militar, coronel de Ingenieros.

Realizó sus estudios militares en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, en la que ingresó el 1 de septiembre de 1861. Salió de la Academia como teniente del Cuerpo, el 16 de agosto de 1867, después de completar la formación reglamentaria, siendo destinado al Regimiento de Ingenieros n.º 1 con el que asistió al ataque dado a los pronunciados republicanos en la plaza de Valencia. Formando parte del Ejército del Norte, en el marco de la Tercera Guerra Carlista, recompuso varias veces la vía férrea y se ocupó en trabajos propios del Cuerpo. Promovido a capitán el 16 de agosto de 1872 y con su compañía, operó contra los carlistas, construyó varios fuertes provisionales sobre el río Tordera y fortificó a Igualada, Berga y San Hilario, batiéndose con la columna del malogrado brigadier Cabrinety contra las facciones de Savalls y otros cabecillas. Logró por méritos de guerra el grado de teniente coronel del Ejército (los oficiales de Ingenieros, Artillería y Estado Mayor podían ascender en tres escalas: la de su Cuerpo, por antigüedad, y por méritos en las de grado del Ejército, y efectivo en el mismo).

Destinado a Barcelona, protagonizó uno de los hechos más importantes de los Ingenieros militares durante la guerra carlista, como fue, el mantenimiento de la disciplina en circunstancias excepcionales de su compañía y otra, que se encontraban en Cataluña en 1873. En los días que siguieron al 11 de febrero de ese año, fecha de proclamación de la Primera República, se fue extendiendo por todo el Ejército que actuaba en el Principado la indisciplina, de forma que las unidades se negaron a salir de operaciones si sus mandos no juraban la República. Después de realizar el juramento los oficiales, las tropas en vez de volver a la disciplina, se dedicaron a “confraternizar con el pueblo”, cuestión que consistía en: “deshacerse de las prendas de uniforme a cambio de otras […] vender o tirar las armas y municiones, perseguir a los jefes y oficiales que no les capitaneaban, volverse contra los que intentaban contenerlos, gritar a unos y a otros ¡abajo los galones! ¡abajo las estrellas! ¡que bailen! […]”.

Las dos compañías de Ingenieros de la Ciudad Condal estaban alojadas en el Cuartel de Buen Suceso, donde sus oficiales resistieron toda clase de presiones para que se sumasen a las “confraternizaciones”. Finalmente, las compañías perfectamente formadas acudieron hasta el Palacio de la Diputación en donde los oficiales se presentaron al presidente de la misma, para volver de nuevo formados hasta su cuartel. En los días sucesivos, el resto de las unidades alojadas en el cuartel habían caído en la más completa indisciplina, hasta el punto de deshacerse de sus oficiales y remplazarlos como les había parecido, mientras que los oficiales de las dos compañías de Cuerpo seguían prestando sus servicios y extremando su presencia con su tropa que permanecía leal a sus mandos. Esto era tan evidente que el resto de soldados del acuartelamiento, insubordinados con sus oficiales, saludaban militarmente a los de Ingenieros.

El día 9 de marzo, ante la noticia de que se iba a decretar la disolución del Ejército de Cataluña, el capitán más antiguo de Ingenieros consiguió una orden para marchar a Igualada, donde se emplearon en continuar las obras de fortificación de dicha villa y posteriormente, las de Berga y Bagá.

Ascendido a comandante en Ultramar el 30 de mayo de 1873 (los oficiales destinados a Ultramar recibían un ascenso, que perdían al volver a la Península), Vallespín pasó a Cuba a petición propia. En la isla desempeñó los cargos de auxiliar de la comisión de defensa de la isla, encargado del despacho del batallón de Ingenieros y el de jefe de las comandancias de Ingenieros, sucesivamente, de las plazas de Holguín, Santiago de Cuba y Puerto Príncipe. Asimismo, dirigió los trabajos de la vía férrea militar (ferrocarril de la Trocha Júcaro a Morón) y asistió a varios encuentros con el enemigo (en el marco de la Guerra de los diez años), mereciendo citarse, entre ellos, el ataque del poblado de Maniabón. En Santiago de Cuba y Baracoa prestó relevantes servicios que fueron premiados con el grado de coronel y, más tarde, en Bayamo y Manzanillo, donde dirigió las obras del hospital militar.

En 1882 volvió a la Península, siendo destinado como comandante de Ingenieros de Melilla el 12 de diciembre de ese mismo año, al tiempo que, como director de la construcción de las torres de Camellos y Cabrerizas Bajas, realizó las torres correspondientes a las fortificaciones exteriores a la plaza. Pasó en 1883 a la Comandancia de Ingenieros de Granada, donde permanecía hasta que, en 1885, fue destinado a Filipinas al servicio de Obras públicas.

Promovido a coronel de Ingenieros, volvió a Cuba, prestando sus servicios en la isla, pasando posteriormente a ejercer el cargo de alcalde de Manzanillo, en cuyo desempeño le sorprendió la muerte.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia (AGMS), Expedientes Personales.

Estados (Escalillas) del Cuerpo de Ingenieros, 1868-1895; “Necrologías”, en Memorial de Ingenieros del Ejército50, 12, 2 (febrero de 1895), págs. 55-56; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; A. Bravo Nieto, La Ciudad de Melilla y sus autores. Diccionario Biográfico de Arquitectos e Ingenieros (finales del siglo XIX y primera mitad del XX), Melilla, Consejería de Cultura, Educación, Juventud y Deporte, 1997; J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, Abriendo Camino. Historia del Arma de Ingenieros, Madrid, Imprenta Grafoffset, S. L., 1997; L. de Sequera Martínez, Historial de las Unidades de Ingenieros en Ultramar (la Campaña de 1898), Madrid, Talleres del Centro Geográfico del Ejército, 1999; J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, “Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando pertenecientes al Arma de Ingenieros”, en Memorial del Arma de Ingenieros (Madrid, Ministerio de Defensa), 63-66 (2001 y 2002); A. Bravo Nieto, “La influencia de los modelos de Montalembert en la fortificación española del siglo XIX. Varios ejemplos en el norte de África”, en A. Cámara Muñoz (coord.), Ingeniería de la Ilustración, Madrid, Fundación Juanelo Turriano, 2015, págs. 93-115.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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