Martínez de Victoria y Fernández de Liencres, Manuel. Granada, 27.II.1872 – 13.VI.1956. Fotógrafo.
En los años finales del siglo XIX y primeras décadas del XX puede certificarse la existencia en Granada de una notable actividad fotográfica amateur. Los abundantes y valiosos repertorios que han sobrevivido a sus autores constituyen una manifestación colectiva sólo explicable en un concreto contexto cultural e institucional impulsor de tales prácticas. De ahí la importancia de considerar el trabajo de estos aficionados en el seno de entidades culturales locales —como el Centro Artístico y Literario de Granada o las diversas sociedades montañeras— que actuaron como puntos de encuentro, configuraron líneas de trabajo y actividades estables en el tiempo y fomentaron la afición mediante certámenes y exposiciones. De tales inquietudes y manifestaciones participaron una parte de las elites sociales, intelectuales y culturales de la ciudad, al constituir la práctica amateur de la fotografía un lujo que sólo era extensivo a ciertos grupos minoritarios, definidos por una holgada posición económica y por un concreto status cultural y profesional. Entre los primeros grupos de aficionados se encuentran numerosos médicos (Olóriz padre e hijo, Valentín y Tomás Barrecheguren), abogados (Diego Marín, Miguel Horques, el propio Martínez de Victoria), profesores y catedráticos (Dorronsoro, Álvarez de Cienfuegos, Almagro), empresarios (Oliveras, Picazo) e ingenieros y técnicos (Choin, Martínez Opelt).
En torno a tales instituciones, es posible identificar tres generaciones de aficionados, si bien estrechamente conectadas y permeables; en primer lugar, aquella que practicó la fotografía en las décadas de 1880-1890, aglutinada en torno a la sección de excursiones del primer Centro Artístico (Diego Marín, Valentín Barrecheguren, Álvarez de Cienfuegos, el joven Martínez de Victoria); una segunda y más numerosa generación desarrolló su actividad en las dos primeras décadas del siglo XX e hizo un uso intensivo de la fotografía estereoscópica, configurando la sección de fotografía y excursiones del segundo Centro Artístico (R. González Sevilla, Fernando Vílchez, el joven Torres Molina, J. Martínez Rioboó, M. Horques, F. Alba, de nuevo Martínez de Victoria, entre otros muchos); por último, un tercer grupo de aficionados y semiprofesionales —probablemente formados en el taller de fotografía de la Escuela de Artes y Oficios de Granada a partir de 1916— encontró en la prensa gráfica un novedoso campo de actuación.
Manuel Martínez de Victoria constituye quizá el personaje más destacado de aquellos grupos vinculados al Centro Artístico, no tanto por el volumen de su producción como por la calidad de la misma y el realce local y nacional que alcanzó su trabajo. Su incorporación al Centro fue muy temprana, tanto como su afición a la fotografía, coincidiendo sus primeras experiencias con la implantación local del gelatino-bromuro.
Aunque se ha señalado que pudo ser él quien animase a Valentín Barrecheguren y a otros socios a la práctica de la fotografía, parece más probable que fuese al contrario, dada su juventud y la inexistencia de referencias sobre su participación en las excursiones artístico-fotográficas realizadas a finales de la década de 1880. Sí existen, en cambio, algunas noticias que lo relacionan con este grupo a partir de 1890.
Aunque no se conocen imágenes sobre Sierra Nevada captadas por este aficionado antes de 1903, fue uno de los primeros granadinos que hizo de la montaña uno de los temas recurrentes de su obra, aunque en modo alguno quedó circunscrita a esta temática.
En los primeros años del siglo, Martínez de Victoria debía de ser ya un consumado fotógrafo, que contribuyó a mantener viva la práctica amateur y ejerció acaso un cierto magisterio sobre los nuevos incorporados, cultivando relaciones con círculos fotográficos y aficionados de otras ciudades y destacando como autor de divertimentos fotográficos en un pequeño círculo bohemio de artistas y fotógrafos —que incluía al escultor Pablo Loyzaga, los pintores José María Rodríguez-Acosta y López Mezquita o los fotógrafos aficionados Fernando Vílchez y el jienense Arturo Cerdá—. A diferencia de otros socios del primer Centro Artístico con los que había compartido afición, contaba con la juventud y experiencia necesarias para convertirse en el referente de una nueva generación.
Ello explicaría su presencia activa en la organización de eventos fotográficos locales —fue miembro de las comisiones organizadoras de las exposiciones de 1906 y 1907— y su participación en diversos certámenes, simultaneada con colaboraciones estables en revistas locales y nacionales (La Alhambra, Granada, Mundo Gráfico, quizá también en La Esfera). A instancias suyas, la exposición de 1907 contó con una sección dedicada a fotografías sobre Sierra Nevada y él mismo participó en el certamen con una colección de vistas, obteniendo el Premio de Honor del concurso. Una vez reconstituido el Centro Artístico en 1908, participó activamente en su sección de Fotografía y volvería a estar presente y a obtener galardones en los certámenes de 1908 y 1915. Otras actividades fotográficas realizadas por él durante esos años se encuentran muy relacionadas con la difusión del paisaje granadino. En 1914, por ejemplo, realizó el primer reportaje fotográfico de la ciudad y la sierra tomado desde un globo, excursión que repetiría en el Corpus de 1915, obteniendo nuevas fotografías, publicadas por la revista Granada. Desde 1917 y hasta 1922 estuvo al frente de la sección de fotografía y excursiones del Centro Artístico, desde cuya vocalía daría una orientación más monográfica a las exposiciones fotográficas promovidas por la institución, estableciendo la colaboración con otras sociedades culturales y deportivas, reactivando las excursiones fotográficas en torno al patrimonio monumental granadino e impulsando nuevas temáticas —más coincidentes con sus propios gustos estéticos—. Esta nueva mirada hacia Sierra Nevada se iniciaría con la Exposición Nacional de Fotografías de Montaña, organizada en los locales del Centro Artístico por las sociedades Sierra Nevada y Peñalara, con motivo de las fiestas del Corpus de 1918. La exposición fue la primera de su clase realizada en Granada, coincidiendo con una coyuntura muy propicia para el replanteamiento de Sierra Nevada como un recurso turístico explotable.
Simultáneamente, desempeñó otras actividades y funciones de índole cultural, que explicarían el peso que tiene en su obra la fotografía de temática artística: fue director del Museo de Bellas Artes, secretario de la Academia de Bellas Artes de Granada y colaborador de Gómez Moreno en el primer Patronato de la Alhambra (1914-1915), motivos todos ellos de vertientes productivas presentes en los fondos que se conservan del autor.
Bibl.: M. Titos Martínez, “El testimonio gráfico y literario de Manuel Martínez de Victoria sobre Sierra Nevada”, en VV. AA., La Fotografía como pasión. Manuel Martínez de Victoria, catálogo de exposición, Granada, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Caja de Granada, 2003; J. Piñar Samos, “Por amor al arte. Personajes y temas de la fotografía amateur en Granada (1886-1936)”, en Por amor al Arte. José Martínez Rioboó y la fotografía amateur en Granada (1905-1925), catálogo de exposición, Granada, Fundación Rodríguez-Acosta y CajaGranada, 2005.
Javier Piñar Samos