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Diego de Aguilar y de Córdoba

Biografía

Aguilar y de Córdoba, Diego de. Córdoba, c. 1546 – Huánuco (Perú), 1631. Escritor, cronista, minero, corregidor.

Personaje de abolengo, fue hijo de Pedro Fernández de Córdoba, octavo señor de Guadalcázar, y de María de Contreras, y tuvo dos hermanos, Pedro y Gabriel, quien murió tempranamente. A los dieciocho años, Diego inicia una carrera militar, interviniendo en una serie de acciones recompensadas (el 15 de enero de 1567) con una plaza de ujier en la Audiencia de Concepción (Chile). Parte de Sevilla con su hermano Pedro, quien habrá de radicarse en el reino de Chile. Él, por su parte, preferirá permanecer en Lima, donde ya está en 1570. El virrey Francisco de Toledo lo nombra alguacil mayor de Huánuco, además de visitador, y es en esa ciudad, muy prometedora por ese entonces, donde se instala.

Pronto se une con Catalina Falcón, cuyo padre fuera conquistador de la región y encomendero, y tiene con ella cinco hijos. Por esta época debe de haber comenzado la redacción de su obra historiográfica, El Marañón, cuyo tema central es la expedición de Lope de Aguirre. Obra de gran sobriedad y calidad literaria, su gestación fue larga: ya redactada para 1578 y corregida en 1593, no será enviada sino en 1596 a España para ser publicada, hecho que no se realizará, probablemente por lo delicado del tema. El nutrido paratexto y la loa que habrá de recibir en el Discurso en loor de la poesía (Sevilla, 1608), sin embargo, revelan el reconocimiento del que gozaba el autor en los círculos letrados virreinales, reconocimiento ya anticipado por Cervantes, quien lo había elogiado tempranamente en su Canto de Calíope (1583).

Como otros hombres de letras de su época en el Perú, Aguilar se dedicó a las actividades mineras.

Fue socio de Juan de Sotomayor, importante minero de Huancavelica; tuvo minas de alta ley argentífera en Cajatambo; estuvo por Chavín de Huántar, en Potosí, en 1578, y formó parte del fracasado consorcio de Ventura Espino. Las minas, pues, no le permitieron hacer fortuna, su situación económica no fue nunca holgada y vivió, como era habitual en la época, a la merced de los cargos que los virreyes tuvieran a bien darle, los cuales, en su caso, no fueron pocos. En 1585 se encuentra en Lima para recibir al virrey el conde del Villardompardo, de cuya esposa es pariente lejano. Éste le ofrece el Corregimiento de Loja y Zamora, que Aguilar declina por lo adverso del clima, hecho que, añadido al de haber testado entonces (1586), hace pensar que se encontraba muy enfermo. Sea como fuere, acepta la próxima proposición del virrey, quien le ofrece una plaza de lancero, puesto vitalicio y de gran prestigio en tanto que reservado a los hidalgos notorios, aunque económicamente poco rentable. El gobierno del conde le será propicio pues llegará a secretario de la Gobernación y de Cartas del virrey, cargos de confianza y de gran responsabilidad.

El siguiente virrey, el marqués de Cañete, lo nombrará en 1591 corregidor de Parinacochas (Ayacucho, Perú), pero la relación entre ambos se agria: Aguilar estará en primera línea del ataque que emprenden contra él en 1596 las Compañías de Lanzas y Arcabuces, encargándose de la redacción de instrucciones y de un memorial al Rey. Igualmente, es de los dieciocho que firman la petición pidiendo el secuestro de todos los ejemplares del Arauco Domado de Pedro Oña, cuya obra, que loa al virrey, fuera escrita bajo sus auspicios. El próximo gobernante, Luis de Velasco, lo colmó de favores y le dio puestos de alta responsabilidad, entre ellos el de administrador general de las Compañías de Lanzas y Arcabuces (1597), el de corregidor de Vilcabamba (hacia 1602) y el de Huamanga (1603 y 1604), punto culminante de su carrera política. Muestra de su amplia capacidad organizativa es el haber logrado el apoyo de autoridades civiles y eclesiásticas para la fundación en Huamanga del colegio jesuita de San Antonio Abad (1606). Bajo el gobierno del conde de Monterrey, regresa a Lima (1606-1607); en 1608 está nuevamente en Huánuco, desde donde renuncia al mismo. El marqués de Montesclaros le otorga el cargo de gobernador de Yaguarsongo (frontera entre Ecuador y Perú), del cual dimitió poco después; a partir de 1613 permanecerá en Huánuco hasta su muerte, acaecida entre el 26 de julio y el 19 de diciembre de 1631.

 

Obras de ~: El Marañón, 1578 ant. (1.ª ed. y estudio prelim. de G. Lohmann Villena, Madrid, Atlas, 1990); La soledad entretenida, s. f. (perdida).

 

Bibl.: G. Lohmann Villena, “El Marañón de Diego de Aguilar y de Córdoba”, en Revista de Indias, VII (1946), 24, págs. 271-302; “Alcances biográficos [...]”, en Mar del Sur (Lima), VI (mayo-junio de 1951), 17, pág. 47; “Annis Mirabilis”, estudio prelim. a su ed. de El Marañón, Madrid, Atlas, 1990, págs. IX-LXXXIII.

 

Sonia V. Rose