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Alberto Barral

Biografía

 

Barral, Alberto. Sepúlveda (Segovia), 1902 – 1969. Escultor.

Fue el más joven de los hermanos Barral y, si no el mejor dotado para la escultura, sí el de mayor sensibilidad y, como le gustaba decir, el más dispuesto a sacar la verdad que encerraba cada piedra, ya que, como los demás hermanos, antes que escultor fue cantero, acostumbrado a analizar cada bloque extraído de la cantera para acertar con el tratamiento que éste requería.

Cuando su hermano Emiliano abrió taller en Madrid, Alberto dejó Sepúlveda para trabajar con él y a su lado se mantuvo hasta que estalló la guerra civil en la que, como capitán de las milicias segovianas, combatió defendiendo la capital de España. Para evitar ser detenido, al acabar la contienda se exilió a Francia donde, tras diversas peripecias, pudo esconderse en las bodegas de un carguero de aquella nacionalidad que viajaba hacia Argentina. Aunque no llevaba dinero ni papeles, sólo sus herramientas, que dejó olvidas en el barco, pero que recuperó volviendo a introducirse en él, pudo entrar en contacto con Fernando Arranz, un ceramista segoviano formado en el taller que Daniel Zuloaga tuvo en Segovia y que, al no poder competir con el maestro, emigró a Buenos Aires en el año 1926.

Fernando, que había alcanzado un gran reconocimiento en la República Argentina, acogió bien a Alberto y se lo llevó con él a Córdoba, donde el gobierno de aquel país le había encomendado que abriera una escuela de cerámica semejante a la que ya funcionaba en Buenos Aires.

Nada más llegar al nuevo destino, Alberto se puso a esculpir en condiciones muy duras, pues a veces se vio obligado a hacer retratos sólo a cambio de la comida, pero acabó alcanzando el reconocimiento que por sus facultades merecía y, aunque sin tener titulación de ningún tipo, incluso fue nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes de Córdoba, ciudad en la que ha dejado numerosas obras.

Fue un escultor realista, aunque a veces supo moverse con gran libertad, experimentando con tendencias próximas al conceptulismo.

Entre sus más notables obras pueden citarse el Homenaje a la Independencia, realizado en colaboración con el escultor local Roberto Juan Viola, pasado a piedra íntegramente por Alberto y situado en la plaza Sarmiento de Ciudad Deán Funes; cinco tótems, grandes esculturas de tres metros de altura concebidas como alegorías de la raza, esculpidas por encargo de la municipalidad de Córdoba para una de las entradas de la ciudad, y un gran oso, colocado sobre un pedestal de granito, que señala la entrada del Museo Caraffa, existente en aquella localidad.

Esta última escultura permite señalar que Alberto seguía aferrado a la influencia de Emiliano, con quien había colaborado en Madrid en la ejecución de unos osos polares, y que esa influencia se dejó notar, incluso, en la temática de otras obras suyas, como el Monumento a la Madre, aunque éste ofrece una figura femenina más llena, idealizando a la mujer fecunda.

Además de las obras citadas, Alberto Barral esculpió numerosos retratos, cabezas y bustos, y muchas figuras de animales, tanto autóctonos como de otras latitudes, incluyendo pingüinos, guanacos, tortugas, monos, tigres, hipocampos o peces, tanto para fuentes y otros lugares públicos como para mansiones privadas.

En el Museo Caraffa, de Córdoba (Argentina), se hallan los retratos del deán Castrobarros, Silvestre Remondo y el doctor Allende, tres prohombres locales.

Se casó con una joven argentina, Consuelo, pero la aventura cordobesa de Alberto acabó cuando, sintiéndose enfermo, empezó a añorar su tierra con tanta fuerza que decidió regresar a Sepúlveda, donde murió a los sesenta y tres años de edad.

 

Obras de ~: Homenaje a la Independencia, plaza Sarmiento de Ciudad Deán Funes; Oso, Museo Caraffa de Córdoba (Argentina); Monumento a la Madre; retrato del deán Castrobarros, Museo Caraffa de Córdoba (Argentina); retrato de Silvestre Remondo, Museo Caraffa de Córdoba (Argentina); retrato del Doctor Allende, Museo Caraffa de Córdoba (Argentina).

 

Bibl.: J. M. Santamaría, Arte en Segovia. Siglo xx, Segovia, Obra Social y Cultural de Caja Segovia, 1985.

 

Juan Manuel Santamaría López