Angulo, Gonzalo de. Valladolid, c. 1578 – Caracas (Venezuela), 17.V.1633. Religioso mínimo (OM) y obispo.
Nació en una familia de altos funcionarios. Era hijo del licenciado Gonzalo de Angulo y de María de Angulo.
Su abuelo, también de nombre Gonzalo, fue gobernador de La Habana. Su hermano Mateo fue alguacil mayor de la Inquisición de Valladolid. Estaba también emparentado con Hernando de Angulo Velasco, contador de la Hacienda en Bogotá. Gonzalo tomó muy joven el hábito de los mínimos y, según González Dávila, profesó en 1592. Colegial de Valladolid, estudió Teología en Alcalá y Salamanca. Se aplicó a la enseñanza de la Teología y a la predicación, y desempeñó dentro de la Orden importantes cargos directivos (corrector en los conventos de Segovia, Valladolid y Madrid; colega, definidor y provincial de Castilla; y vicario general para España). Como provincial participó en el Capítulo General Intermedio celebrado en Valladolid en 1608.
En consulta del Consejo de Indias de julio de 1617, fray Gonzalo fue elegido por Felipe III para el obispado de Venezuela. Las bulas fueron expedidas por Paulo V el 20 de septiembre de 1617, y el Rey emitió las correspondientes ejecutorias el 5 de febrero de 1618. El expediente de información y licencia de pase a Indias se sustanció en marzo del año siguiente.
En junio de 1619 Gonzalo de Angulo se encontraba ya en Santiago de León (Caracas); allí fue consagrado por su antecesor, Juan de Bohórquez, promovido a Oaxaca. Siguiendo instrucciones de la Corona, fray Gonzalo emitió disposiciones rigurosas para que los doctrineros aprendiesen las lenguas indígenas. Consiguió, además, aliviar las tensiones que Bohórquez tuvo con el gobernador —el bogotano Francisco de la Hoz Berrío—. Por su cooperación con dicho gobernador en la tarea de regularizar las encomiendas, poblar a los indios y recabar el cumplimiento de los tres días estipulados de servicios, tuvo serios enfrentamientos con los encomenderos, lo que se refleja en las protestas elevadas por el cabildo secular de Caracas; los regidores acabaron procediendo contra él, sin éxito, en la Audiencia de Santo Domingo. El obispo logró, incluso, real cédula para que se impusiera tasa en tributo a las encomiendas, suprimiendo la prestación de servicios personales, pero el nuevo gobernador, Juan Triviño —que tomó posesión en 1621—, propicio a los encomenderos, dejó sin efecto este cambio.
Angulo participó en el Concilio Provincial Dominicano, teniendo especial protagonismo en la sesión dedicada a los indios. Las disposiciones conciliares fueron aplicadas por el obispo con prontitud en su diócesis, aun antes de que el Consejo de Indias examinara las actas; la aprobación de Roma nunca llegó, pese a la insistencia de las autoridades españolas.
Mientras tanto, el nombre del obispo mínimo figuraba, sin éxito, en diversas relaciones de candidatos a otras sedes americanas (Guatemala, Santo Domingo, Quito, Michoacán).
A su regreso de La Española, Angulo tuvo nuevos desencuentros protocolarios y personales con los regidores caraqueños. Inició la visita pastoral del obispado en 1623. Empleó en ella los tres años siguientes, confirmando a unas tres mil personas. Al inicio, tuvo también conflictos de jurisdicción con las autoridades de Coro —donde estaba propiamente la catedral—, y llegó a excomulgar a los alcaldes ordinarios. Estando en Tocuyo en 1625 decidió encargar en Caracas un Catecismo, Doctrina y Confesionario en lengua gayona.
En marzo de 1626 el obispo estaba nuevamente en Santiago de León; ausente el gobernador, y ante noticias de la proximidad del enemigo —probablemente la expedición de Boudewijn Hendriksz—, Angulo reunió a los militares y promovió que se preparase concienzudamente la defensa de la ciudad y la vigilancia de sus accesos. Al año siguiente se produjo un nuevo incidente protocolario —un conflicto de silla resuelto cuatro años después en Santo Domingo a favor del mitrado—, esta vez con el gobernador Juan de Meneses. Francisco Núñez Melián, gobernador desde 1630, quiso evitar de plano los choques con Angulo, por lo que escribió a Madrid para que el Rey instara al obispo a que cumpliera el deber de residencia en el lugar de la catedral (Coro). El 25 de marzo de 1633 se expidió cédula de ruego y encargo para que fray Gonzalo pasase a residir a Coro. Probablemente no llegó a recibirla, pues el mínimo murió en Caracas el 17 de mayo de aquel mismo año.
Gonzalo de Angulo dejó un cuantioso espolio, cuyo inventario, custodia y distribución darían no poco trabajo a los letrados. El obispo mínimo había dotado para su entierro el coro bajo del monasterio vallisoletano de Santa Clara, donde todavía hoy existe un cuadro con su retrato y una Inmaculada —atribuida a Gregorio Fernández— que costeó él mismo.
Bibl.: G. González Dávila, Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias occidentales, vol. I, Madrid, Imprenta Diego Díaz de la Carrera, 1649, pág. 302; D. Bonet Guilayn (ed.), “Conflicto entre la jurisdicción real y eclesiástica, con motivo de la visita pastoral efectuada en la ciudad de Coro por el obispo Angulo en el año 1623”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Caracas), XXXVIII (1955), págs. 102- 150; A. Perera, Historia de la organización de los pueblos antiguos de Venezuela, vol. I, Madrid, 1964; Caracas siglo xvii: sus primeros pueblos, Madrid, Imprenta Juan Bravo, 1967; C. de Armellada, Actas del Concilio Provincial de Santo Domingo (1622-1623), Caracas, Instituto de Investigaciones Históricas, 1970 (el mismo texto como “Concilio Provincial de Santo Domingo, 1622-1623”, en Missionalia Hispanica, XXVII (1970), págs. 129-252; L. Vaccari, “Evangelización primitiva y doctrinas a principios del s. xvii. Los curas doctrineros y algunos aspectos de la visita de fray Gonzalo de Angulo 1619-1633”, en Memoria del Tercer Congreso de Historia de Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1980, págs. 349-393; J. M.ª Prunés, “Obispos Mínimos en Indias (1617-1751)”, en Bollettino Ufficiale dell’Ordine dei Minimi, XLVIII (2002), págs. 75-111.
José María Prunés Casterás, OM
