Riaño y Gamboa, Francisco de. Burgos, 1.I.1587 – ¿Burgos?, ¿1642? Gobernador y capitán general de Cuba.
Hijo de Diego de Riaño Mazuelo, regidor de Burgos, y de Magdalena Gamboa y Avendaño; y hermano mayor de Diego de Riaño y Gamboa, quien fuera presidente de la Chancillería de Valladolid, trece de la Orden de Santiago, presidente del Consejo de Castilla, electo obispo de Jaén (no aceptó), y a quien Felipe IV en 1659 concedió el título de conde de Villariezo, y también hermano de fray Martín de Riaño, predicador del Rey y general de la Orden de San Benito.
Inició su carrera militar siendo casi niño en 1602 en las galeras de Sicilia (aunque Macías dice que fue en 1612, debe de tratarse de una errata, pues tanto según este autor como según la relación de servicios de Prudencio de Riaño, hijo del biografiado, se halló en el sitio de Ostende, sitio que terminó con la victoria española al mando de Ambrosio de Spinola en 1604), pasando el año siguiente a Flandes. Aquí serviría durante diez años, interviniendo en diversas campañas militares: la ya citada del sitio de Ostende, el socorro de la Esclusa (plaza que España perdió en 1604), la incursión en Frisia, y otras. En una de ellas fue apresado por los ingleses y tuvo que ser rescatado a su propia costa. En 1623 fue propuesto por la Junta de Guerra para el gobierno de la Florida, pero no llegó a ser nombrado. Fue regidor de Burgos y corregidor de Jerez de la Frontera.
En 1634 es nombrado gobernador y capitán general de Cuba, en sustitución de Juan Bitrián de Beamonte, llegando a la isla tras un accidentado viaje que incluyó el naufragio frente a la costa cubana el 5 de octubre de 1634, pudiendo salvar sólo su vida y los documentos que acreditaban su nombramiento (creemos que su mujer e hijos se libraron de este percance pues a pesar de tener la licencia para viajar a Indias con él, parece que no embarcaron con él por estar indispuestos).
Tomó posesión de su cargo el día 23. La Junta de Guerra había solicitado la sustitución de Bitrián por su enfrentamiento con el Cabildo; pero Riaño, encargado del juicio de residencia a su antecesor, demostró la injusticia de las acusaciones. No tardó en reproducirse la situación, y Riaño se enfrentó con el Cabildo y con los oficiales reales de La Habana, al poner de manifiesto las arbitrariedades y abusos que éstos cometían.
Según Macías, “trató con excesiva dureza a los oficiales reales”. Encarceló al contador real Diego Arias Maldonado, cesando y multando a otros oficiales.
Pero éstos recurrieron y el auto del gobernador fue revocado. Nuevamente, cargos contra el gobernador y petición de sustitución. Uno de sus colaboradores, Agustín Pérez de Vera, que intentaba poner orden en la hacienda local de Sancti Spiritus, sería asesinado en 1637. Cinco años después de su nombramiento Riaño sería cesado, y en el juicio de residencia (su mandato acabó el 15 de septiembre de 1639) fueron estimados algunos cargos menores contra él. En 1642, año en el que otorgó testamento, la Junta de Guerra le pediría su opinión sobre la fortificación de La Habana.
Las principales preocupaciones de su mandato fueron la reforma y reorganización de la hacienda, y también la defensa y fortificación de Cuba. Así, reformó los impuestos, estableciendo en 1635 nuevos aranceles especiales para las mercancías que llegaban a la isla, creó el Tribunal de Cuentas de La Habana, se enfrentó a los abusos de algunos funcionarios, y reprimió el contrabando. Luchó contra corsarios y piratas, impulsó la Armada de Barlovento, restauró los daños sufridos por el Castillo del Morro a causa de los temporales de 1634, encargó estudios defensivos (como el del “Torreón de la Chorrera”) y solicitó constantemente fondos y mano de obra para acometer refuerzos en las fortificaciones. Durante su mandato se produjeron ataques por el corsario holandés Cornelius Jol, Pie de palo. El aviso de Riaño al virrey de Méjico de haber avistado a este corsario en la costa de Cuba en 1638, con intención de atacar a la flota de Veracruz, permitió salvar los galeones. Mejoró la administración de las minas de cobre de Cuba, descubriéndose además en la isla una “mina de cristal” que suscitó algunas expectativas.
Caballero de la Orden de Santiago desde 1618, había casado en Madrid en 1612 con María de Meneses y Arellano, de ilustre familia de Talavera de la Reina (su abuela paterna Margarita de Meneses fue hermana y heredera de Pablo de Meneses, el célebre capitán de Infantería que pasó al Perú en tiempos del virrey Núñez Vela y participó en las convulsiones político-militares que allí hubo) con quien tuvo cinco hijos: Diego Luis, Francisco, José (los tres aparecen citados en la solicitud de licencia para pasar a Indias), Juan (caballero de la Orden de Santiago en 1648) y Prudencio (caballero de la Orden de Santiago en 1651). El hijo mayor, nacido en Burgos en 1613, Diego Luis de Riaño y Meneses, sería II conde de Villariezo, vizconde de Villagonzalo de Pedernales, señor de Villayuda y de Castañares, caballero de la Orden de Santiago, alcaide del Castillo del Morro (Cuba), del Consejo de Hacienda, procurador en Cortes y regidor de Burgos, y casaría en 1654 con María Magdalena de Gaceta y Gutiérrez de Ayala; siendo progenitores, entre otros, de los condes de Bornos y del Campo de Alange.
Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Col. Salazar y Castro, D-19 f.º 271, D-21 f.º 277, D-34 f.º 11-bis; Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Santiago, exp. 6941 (año 1618); Santiago, exp. 6946 (año 1651); Nobleza (Toledo), Bornos, C.787 D.2; Archivo General de Indias (Sevilla), Indiferente General, 115, N.31; Contratación, 5.415, N. 117.
A. Carnero, Historia de las guerras civiles que ha avido en los Estados de Flandes des del año 1559 hasta el de 1609 y las causas de la rebelión de dichos Estados, Bruselas, Casa de Ivan de Meerbeque, 1625; L. Salazar y Castro, Historia genealógica de la Casa de Lara, Madrid, Imprenta Real, 1696 (reimpr., t. I, Bilbao, Wilsen Editorial, 1988, pág. 450); J. de la Pezuela, Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la Isla de Cuba, Madrid, Imprenta del Est. de Mellado, 1863, t. I, págs. 180- 81, t. II pág. 10, t. III, págs. 23, 343, 376, y t. IV, Madrid, Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, 1866, págs. 349-350; A. Ballesteros Beretta, Historia de España y su influencia en la Historia Universal, t. IV, Barcelona, Salvat Editores, 1926, pág. 473; A. y A. García Carraffa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana. Diccionario de Apellidos, t. 78, Madrid, 1956, págs. 7-10, s. v. “Riaño”; I. Macías Domínguez, Cuba en la primera mitad del siglo XVII, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1978; F. Oñate Gómez, Blasones y linajes de la provincia de Burgos, T. II. Partido Judicial de Burgos, Burgos, Diputación Provincial, 2001, págs. 207- 211 y 309-310.
Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca