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Mauricio Carbajo

Biografía

Carbajo, Mauricio. Muelas de los Caballeros (Za­mora), p. m. s. xviii – Sobrado de los Monjes (La Coruña), 1775. Monje del Císter (OCist.), teólogo, historiador.

Se ignoran muchas noticias personales sobre la ju­ventud de este monje. Sólo se sabe que ingresó y reci­bió el hábito en el monasterio coruñés de Sobrado de los Monjes el 4 de abril de 1742. Recibió una buena formación y resultó un alumno aventajado, como lo demuestra la obra que legó. No obstante, parece que era hombre de ciencia, inclinado más a la investigación histórica que a presidir o gobernar abadías. De hecho, se entregó a la investigación con afán y legó una obra que inmortalizó su nombre: Historia del Monasterio de Sobrado, la cual será citada siempre con respeto por los historiadores, tanto del monasterio de Sobrado como de otros de la comarca donde se asienta, con los cuales tuvo mucho contacto. Le confiaron un puesto delicado: maestro de estudiantes en Villanueva de Oscos (Asturias), donde radicaba la facultad de Filosofía, y como los jóvenes que se for­maban allí no debían olvidarse de que ante todo eran monjes contemplativos, necesitaban a su lado per­sonas competentes que les enseñaran las ciencias, y maestros de espíritu, que les recordaran siempre los principales deberes monásticos. Tal fue el cometido principal de fray Mauricio Carbajo.

Pero donde prestó más servicios a la Orden fue en su propio monasterio de Sobrado. Desempeñó mu­chos años el cargo de prior claustral, o segundo su­perior de la casa, cargo no muy brillante a primera vista, pero en una comunidad como aquélla —siem­pre muy numerosa— albergaba una importancia ex­traordinaria, por tener que suplir de continuo al abad en las frecuentes ausencias que se veía obligado a ha­cer por asuntos de la Orden. Estaba ordenado en las definiciones de los capítulos generales, que “el oficio de Prior es seguir siempre el Convento, el Oficio Di­vino y todos los actos regulares, y de comunidad, te­ner las llaves del dormitorio y abrir y cerrar las puertas a su tiempo, así las del dormitorio como las del coro, y las que bajan a la iglesia: presidir en el monasterio en ausencia del abad y procurar que en él haya obser­vancia, que todos los religiosos guarden la santa Regla, usos y constituciones, y darles exemplo en todo para que en nada tengan excusa. Ha de ser muy celoso de la observancia, sobrio y circunspecto en su persona, dis­creto en sus mandamientos, templado en las correccio­nes y en todo obediente y subordinado a su abad”.

Fray Mauricio Carbajo debía de ser el hombre ideal para este cargo, por cuanto lo mantuvieron en él mu­chos años. Esta tranquilidad le facilitó poder ocuparse más asiduamente en su natural propensión a la in­vestigación histórica, por tratarse de un experto en diplomática. La paz monástica, el archivo extraordi­nario con que contaba la abadía y su incansable capa­cidad de búsqueda; todo influyó para que se lanzase a la aventura de ser el primer historiador serio de la casa. Historiador que aún no ha sido superado. Fun­dado el monasterio para monjes benedictinos en el año 952, su archivo era sobrecogedor, por la cantidad fabulosa de documentos de todas las clases. Se necesi­taba una fuerza de voluntad enorme para atreverse a bucear en ellos, estudiarlos metódicamente y arrancar del pergamino la trama del desenvolvimiento histó­rico de la milenaria abadía. Fray Mauricio Carbajo fue el único que hasta el momento se sintió con co­raje para acometer aquella gigantesca empresa, a pe­sar de que pasaron por la casa notables historiadores, al menos en la fama. Poco a poco fue ordenando la documentación, seleccionando los más importantes, transcribiendo centenares de documentos y trazando una obra maestra, por lo menos para la época en que fue redactada.

Es cierto que antes hizo una pequeña historia de Sobrado el padre Cardillo Villalpando, pero es una obra insignificante al lado de la del monje zamorano, que constituye un verdadero monumento a la cien­cia histórica, a pesar de los fallos que se hallan en ella, hijos de una época. El padre Muñiz, contem­poráneo de Carbajo, historiador serio, ofrece un re­sumen y valoración de la misma con estas palabras: “Está dividida en dos libros, y en ellos trata no sólo de la verdadera época de la fundación del antiquí­simo Monasterio de Sobrado, sino que descubre muchos errores en que incurrieron algunos escrito­res afamados acerca de esta fundación, del obispo de Iria y Compostela, de San Pedro Martínez, llamado comúnmente de Mezonzo, con otras noticias intere­santes comprobadas con un apéndice de privilegios y escrituras, extractadas de aquel archivo, y hasta ahora no publicadas”.

Pasando por alto los grandes fallos de que adolece la obra, el padre Carbajo puede ser considerado entre los mejores historiadores del Císter, y es indudable que su nombre se pronunciará siempre con respeto, por la aportación magnífica que hizo en el campo de la cultura. Lo más importante para él es haber dejado fama de haber muerto santamente en el monasterio.

 

Obras de ~: Historia del monasterio de Sobrado de los Monjes, s. l., s. f. (inéd.).

 

Bibl.: R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, José de Navas, 1793, pág. 8; E. Martín, Los Bernardos españoles: Historia de la Congregación de Castilla de la Orden, Palencia, Gráficas Aguado, 1953, pág. 86; E. Brouette, A. Dimier y E. Manning (dirs.), Dictionnaire des Auteurs Cisterciens, vol. I, Rochefort, Abbaye Notre-Dame de St-Rémy, 1975, pág. 161; D. Yáñez Neira, “Escritores zamoranos ilustres en la orden del Císter”, en Nova et Vetera, año 19, 38 (1994), págs. 313-316.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO