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García de Jarén

Biografía

Jarén, García de. ¿Sevilla?, f. s. XV – ?, s. XVI. Soldado en la conquista de Nicaragua y en la hueste de Pizarro. Uno de los Trece de la Fama.

Se sabe que pasó al Nuevo Mundo el año 1518, acompañando a Lope de Sosa, quien había sido gobernador de las Islas Canarias, y luego fue nombrado para igual cargo en Castilla del Oro. Sosa no pudo soportar las penurias del viaje y murió antes de tocar tierra. García de Jarén quedaba sin su valedor y le fue necesario ganarse la vida en aquello que conocía: el manejo de las armas. Fue uno de los que partió en busca de riquezas en la ruta de Poniente, es decir, Nicaragua. Todo indica que sus esfuerzos no encontraron recompensa y regresó a Panamá, por entonces emporio de la soldadesca en busca de fortuna. Eran los días en que Francisco Pizarro iniciaba la exploración de Levante, hacia el sur de Panamá, y Jarén sentó plaza junto con el capitán extremeño, sufriendo las penurias y malaventuras del primer viaje. Pero Jarén, como otros pocos, confiaba en Pizarro, pues era un jefe que participaba de todos los peligros y privaciones de sus hombres, sin reclamar jamás privilegio.

Así, pues, García de Jarén también se embarcó en el segundo viaje descubridor del Perú y fue uno de los trece empecinados que decidió no abandonar a Pizarro en la isla del Gallo. Fue así como pasó a la historia como uno de los Trece de la Fama, trabando una estrecha amistad con el griego Pedro de Candía. Ya con muestras inequívocas de que estaban en la ruta correcta de una gran conquista, por lo que vieron y obtuvieron en Tumbes, regresaron a Panamá en la carabela del infatigable y perito Bartolomé Ruiz. En la Capitulación de Toledo, García de Jarén obtuvo la ansiada hidalguía y el cargo de regidor de la futura ciudad de Tumbes, que Pizarro debía fundar. Fue al conocer estas mercedes cuando García de Jarén, al parecer hombre práctico o más amigo del oro que de la honra, cosa poco usual entre los castellanos, dejó de lado las armas ofensivas y defensivas y se dedicó a la menos peligrosa tarea de comerciante. Jarén sabía que Pizarro, para su tercer viaje y cualquier capitán que organizara una “entrada”, necesitaba esclavos aborígenes, pues las piezas de ébano, o esclavos negros, eran muy caros y pasarlos a las Indias requería licencia real o el riesgo del contrabando. Los mejores esclavos, Jarén lo sabía por experiencia, los podía encontrar en Nicaragua y hasta allí fue en pos de ellos en dos navíos, uno de los cuales era de Bartolomé Ruiz. En esta sórdida actividad el astuto Jarén lograría grandes beneficios económicos. Lo único dificultoso era que tenía que vigilar personalmente sus intereses y por ello viajaba constantemente entre Panamá y Nicaragua.

Desgraciadamente quienes habían gobernado Panamá, desde su fundación, habían sido personas muy cuidadosas en labrar su propia fortuna gracias al poder que se les había conferido. El licenciado Antonio de la Gama no era distinto de sus antecesores y, dejando a un lado los precios establecidos por la costumbre y oficializados por el arancel, tomó mercaderías de Jarén a precios arbitrarios, que, por cierto, lo beneficiaban. Jarén, como era de esperarse, reaccionó con violencia y la cosa llegó a tanto que el gobernador, en una oportunidad, le rompió la ropa al zarandearlo airadamente en un acto de flagrante abuso de autoridad. Se sabe que hasta 1534 García de Jarén comerció principalmente con esclavos nicaragüenses, pero también con objetos procedentes de Castilla.

Luego, se le pierde la pista y se desconoce si regresó a España y en qué año murió.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Secc. Patronato, 150, n.º 3, Ramo 2; Secc. Justicia, 363.

G. Fernández de Oviedo y Valdez, Historia General y Natural de las Indias, Asunción, Imprenta Editorial Guaranía, 1944; R. Porras Barrenechea, Cedulario del Perú, Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1944; A. de Herrera, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Buenos Aires, Imprenta Continental, 1945; P. Cieza de León, Crónica del Perú (Tercera Parte), Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Academia Nacional de la Historia, 1989.

 

Héctor López Martínez

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