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Francisco Xavier Salgado Gómez

Biografía

Salgado Gómez, Francisco Xavier. Madrid, 1713 – Manila (Filipinas), 1797 post. Industrial en Filipinas y frustrado “marqués de la Fidelidad”.

Hijo legítimo de Domingo Salgado y de Josefa Gómez, familia que procedía de Galicia, contrajo matrimonio con Maria Josefa Ezpeleta, sobrina del gobernador general de Filipinas Lino Ezpeleta (1759-1761), de la que nació su única hija: Josefa Salgado Ezpeleta, quien contrajo matrimonio en primeras nupcias con José Eslava, muerto en la ocupación británica de Filipinas (1762), de quien no tuvo descendencia; y en segundas nupcias con Antonio Pedro Pérez de Tagle, de quien nació Ana María de León Pérez de Tagle, única nieta de Francisco Xavier Salgado.

Francisco Xavier Salgado llegó a Manila en 1735, con veintidós años de edad, donde fue empleado como oficial principal de la secretaría de gobierno (gobierno de Fernando Valdés y Tamón). Diez años después, en 1745 y hasta 1750, fue oficial de la Real Contaduría de Hacienda y escribano en propiedad de ella (gobierno de Fray Juan de Arrechadera, 1745-1750). En 1747 hace su primera incursión en la Nao de Acapulco como maestre de plata del patache Santo Domingo. Y un año después, en 1748, y hasta 1762, aparece como “asentista” general del “estanco de coco y nipa”, de donde parece ser que provino su nada despreciable fortuna (teniendo en cuenta que ganaba al año más de 40.000 pesos, según el fiscal Leandro de Viana).

En 1750 es nombrado sargento mayor de la “gente de guerra y mar” del presidio de Zamboanga, en la isla sureña de Mindanao. Y este mismo año es nombrado también teniente de gobernador y capitán general de la provincia de Camarines. Este último nombramiento estuvo motivado por el descubrimiento y explotación de unas minas de hierro en los pueblos de Mambulao y Paracali, para establecer el Real de minas, donde empezó a trabajar en junio de 1754. También, y en las mismas fechas, descubrió unas minas de hierro en Dogon, en el monte de Santa Inés, a nueve leguas de Manila, en la provincia de la Laguna de Bay, que llegó a explotar y donde fundió “puntas de arado, lipias, caguas y carajaus, que son las piezas que se usan en el país”. Esta empresa fracasó cuando el gobernador general, Pedro Manuel de Arandia (1751-1758), expulsó a los chinos de Filipinas en 1755, que eran los maestros y operarios de la empresa, por lo que dejó de explotarla y cedió los derechos a la Corona.

En 1755, y hasta 1761, es nombrado secretario del Gobierno central. Destacó en la defensa de las islas con la ocupación británica, de 1762, al lado de Simón de Anda y Salazar, a quien ayudó a custodiar 111.000 pesos de la Real Hacienda que trasladó a la Laguna de Bay, donde pacificó a la población. Estos hechos le llevaron a ostentar el cargo de sargento mayor de las provincias de Laguna de Bay, Taal, Batangas y Tayabas. También durante la guerra evitó que el enemigo se llevara dos millones y medio de pesos del patache filipino; y puso a disposición del gobierno de las islas “noventa y dos mil pesos y diez cajones de plata labrada”. En esta época tenía una fábrica de lonas, con veintidós telares, que destruyeron y quemaron los ingleses. Además, le destruyeron el estanco del vino de coco y nipa, y perdió 34.600 pesos que iban en el navío Santísima Trinidad, que apresó el enemigo.

En 1764, con el final de la Guerra de los Siete años y el cese de las hostilidades, fue nombrado delegado para el armisticio con el capitán inglés Thomas Backhouse, del que recibió indemnización por la pérdida de sus propiedades.

Por Real Cédula de 9 de noviembre de 1765 se previno que “a los sujetos que contribuyeron a la defensa de las Islas, en la guerra con Inglaterra, se les manifestara Real Gratitud y a propensión atenderlos a proporción de sus méritos”. Pero antes de que esta Real Orden llegara a Manila, en 1766 Salgado ya considera que el Rey estaba en deuda con él y le solicitaba “casa señalada por remuneración de servicios”. Efectivamente, una vez que la Real Cédula de 9 de noviembre llegó a Manila, entregó al gobernador, el 23 de julio de 1768, documentos justificativos de sus leales servicios, pidiéndole que propusiese al rey un “Título de Castilla para sí, y para sus sucesores perpetuamente libre de lanzas, y medias anatas, consignándole la renta que tuviese por conveniente a su correspondiente decente manutención”, pero se le denegó varias veces.

A partir de este momento se obsesiona por obtener el citado título, y pondrá todos los medios materiales y humanos para conseguirlo. No es casuístico que comience a experimentar con la canela de Filipinas precisamente en 1773, año en que el rey concede a la citada canela el privilegio exclusivo de embarcar libre de todos los derechos de entrada y salida de Cádiz. Y el 30 de enero de 1789 vuelve a solicitarlo basándose en los méritos contraídos en la propagación y mejora de la citada especia. Un año después, el 31 de mayo de 1791, aparece de regidor perpetuo de Manila.

Respecto a sus empresas, comenzó a extraer añil en 1765 en la hacienda de Calauang, en la provincia de la Laguna de Bay, previa solicitud a Cádiz de semillas de la planta “barrillera”, lo que motivó una Real Orden de 1 de enero de 1768 “por la que se excitaba a los naturales [...] a su fabricación”. Salgado pidió al rey privilegio exclusivo, lo que efectivamente se hizo efectivo por Real Cédula de 2 de febrero de 1777, por quince años; pero su producción era escasa y de mala calidad. Privilegio que el gobernador general Basco y Vargas (1778-1787) intentó anular, ayudando al padre agustino fray Matías Octavio, que también experimentaba con el “índigo” en el pueblo de Tambobo, y abogando por la libre fabricación. Salgado participaba paralelamente y de forma activa en el comercio de la Nao de Acapulco, desde 1775-1780.

En 1777 descubrió en la isla de Masbate, jurisdicción de Albay, criaderos de cobre, por lo que solicitó la oportuna concesión, que le fue aprobada por Real Cédula de 28 de octubre. Un año después, el 14 de diciembre de 1778, envió a España porciones de canela para su análisis, que realizó Casimiro Gómez Ortega, primer catedrático de botánica del Real Jardín Botánico de Madrid, quien la encontró “exquisita y superior a la de Ceilán”, lo que motivó una Real Orden, de 11 de enero de 1780, donde se instaba a Salgado a la propagación, cultivo y beneficio de la misma. Curiosamente, ese mismo día se envió una orden reservada al gobernador para que verificase la procedencia de la misma. El problema de la canela de Filipinas era que contenía mucho mucílago y no producía espuma al batirla con el chocolate.

En 1785 se funda la Real Compañía de Filipinas y su botánico, Juan de Cuéllar, se dedicó en la hacienda de Calauang, propiedad de Salgado, a la mejora y propagación de la canela y nuez moscada, según la Real Orden de 21 de octubre de 1789. En estas fechas el anciano Salgado gozaba de honores militares en los empleos de teniente de gobernador y capitán general de las provincias de la Laguna de Bay y Batangas e intendente general de la Pampanga. A partir de entonces se dedicó por entero a la mejora de la canela filipina, a quien dedicó sus ahorros y su tiempo, sin obtener el ansiado título de “marqués de la Fidelidad”. La última referencia documental al activo industrial es de 1797, si bien se ignora la fecha exacta de su muerte.

 

Bibl.: F. de las Barras de Aragón, “Los naturalistas españoles en Filipinas hasta fines del siglo XVIII”, en Asociación Española para el Progreso de las Ciencias (AEPC), vol. II (1913), págs. 879-895; “Don Francisco Xavier Salgado y sus obras en Filipinas en el siglo XVIII”, en AEPC, vol. VIII (1918), págs. 53-122; M.ª L. Díaz-Trechuelo, “The economic development of the Philippines in the Eighteenth Century”, en Philippine Studies, 11 (abril de 1963), págs. 195-231; S. P. Escoto, “Francisco Xavier Salgado, Civil Servant and Pioneer Industrialist in Eighteenth Century Philippines”, en Southeast Asian Studies, 36, 3 (1998), págs. 273-292; M.ª B. Bañas Llanos, Ang Pagbubuklad ng Kalikasang. Una Historia Natural de Filipinas. Juan de Cuellar, 1739?-1801, Barcelona, Serbal, 2000; M.ª B. Bañas Llanos, CALINGA. La canela de Filipinas en la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid, Asociación Española de Estudios del Pacífico, 2001 (col. Monografías, n.º 3).

 

María Belén Bañas Llanos