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Rogelio Puente Díaz de la Rocha

Biografía

Puente Díaz de la Rocha, Rogelio. La Habana (Cuba), 1.VII.1936 – La Coruña, 30.XI.1996. Pintor.

Hijo de gallegos emigrantes en Cuba, vivió en la isla una infancia marcada por la buena posición social y económica de sus padres, lo que le permitió iniciar sus estudios en el Colegio La Salle de la capital cubana, donde comenzó a destacar por su gran capacidad para la pintura.

A los once años viajó a Estados Unidos, donde estudió, interno, en una escuela militar de Atlanta, continuando, a lo largo de cuatro años, su formación en Estados Unidos y en Canadá, alternando con largas estancias en la casa familiar de La Habana. Este período de formación inicial, que le permitió conocer diferentes lugares, personas y civilizaciones, comenzó a marcar su personalidad y su futura trayectoria artística. En 1950 viajaba, con sus padres, a París, su primer contacto con el viejo continente, que le apasionó por su monumentalidad, descubriendo, como él mismo reconocería años después, los escenarios reales de los episodios históricos que tanto le interesaron en sus años de colegio en América.

Su familia abandonó Cuba definitivamente, y en un regreso a los orígenes que habían dejado a principios de siglo, se instalaba en La Coruña, donde Puente finalizó su etapa escolar en el colegio de los maristas, para trasladarse, en 1953, a Santiago de Compostela para estudiar Derecho, siguiendo las orientaciones y el futuro profesional que sus padres le habían marcado. En Compostela tuvo ocasión de integrarse en el mundo universitario y de conocer, de primera mano, el rico patrimonio cultural de la ciudad del apóstol que, seguramente y a pesar de que no aparece de forma explícita en su creación artística posterior, sí debió de influir, como lo hicieron los paisajes americanos de su infancia, en el sentido estético que mostrará a través de su pintura.

En 1959 finalizaba sus estudios universitarios, aunque nunca llegó a ejercer como abogado, y su inquietud y ansias de conocimiento de otras culturas le llevaron a Inglaterra, donde realizó estudios de postgrado en Vida e Instituciones Británicas; viajó, después, por Italia, Alemania y los Países Escandinavos, donde se empapó de la arquitectura de los grandes maestros de la historia del arte. A su vuelta a España decidió instalarse en Madrid y proseguir con sus estudios, realizó dos años de arquitectura y cuatro de artes decorativas. Finalizaba, así, un largo proceso de formación, académica y empírica que, a partir de 1975, en que se instalaba de nuevo en Galicia y se casaba con María Sánchez Vigo –un hecho que le marcará no sólo en el plano personal sino, también, en el profesional–, comenzó a plasmar en su pintura a lo largo de más de veinte años, en los que trabajó y viajó sin cesar, expuso en todo el mundo, especialmente en España y Estados Unidos, obteniendo reconocimientos como el Premio Nacional Álvarez de Sotomayor, convocado por el Ayuntamiento de La Coruña; hasta que, en 1996, la muerte le sorprendía en su casa de La Coruña.

Su completa formación, como se dijo, y sus viajes por todo el mundo, tendrán una importancia fundamental para la creación pictórica de Rogelio Puente, en lo que él mismo definió como “la recuperación de un tiempo pasado a través del presente”. Desde su, por otra parte, tardío, comienzo en el mundo de la pintura, Puente mostrará un estilo y una personalidad plenamente conformados que mantendrá, sin apenas variación, a lo largo de sus veinte años de actividad, en los que muestra, además, una gran fecundidad creativa.

El crítico de arte Santiago Amón define, en cuatro líneas, las características fundamentales del artista y su obra con estas palabras: “Rogelio Puente participó de la grandeza de la creación y del arte porque redescubrió, asimiló y transmitió la realidad, inminente e inadvertida, familiar y enigmática; y ahora muestra al hombre, su conciencia, su memoria afectiva, como una fracción milagrosa del tiempo detenido en la cascada inexorable de su propia y gloriosa decadencia”. Una obra que, partiendo de postulados realistas, va sumando elementos simbolistas y modernistas que terminan por configurar un mundo escenográfico en localizaciones reales que el autor ha visitado, como balnearios, hoteles, palacios, ciudades monumentales, etc.; en ellos, el paso del tiempo, nunca físico, sino subjetivo y emotivo, se manifiesta a través de los escenarios, sus objetos (espejos, alfombras, vidrieras, mosaicos...) y atmósferas. No hay que olvidar, asimismo, el papel que desempeña la figura humana, siempre femenina y sofisticada, con una fuerte carga simbólica que pertenece a la intimidad del artista. Como afirma Fernando Huici, analizando la obra de Puente: “[...] No es, pues, el esplendor de la historia lo que evocan las pinturas de Rogelio Puente sino, un espejo frente a otro espejo, la teatralizada nostalgia de su fabulación”.

 

Obras de ~: Retrato de Rogelio Puente Matalobos, 1975; Entre raíles y vapor, 1975; Pescadería, 1978; La carnicería, 1978; Tienda de ultramarinos, 1978; Interior de un balneario, 1978; Pasillo en el balneario, 1978; Sala de espera del balneario, 1978; Tienda de muñecas en Venecia, 1979; Hotel Danielli, 1979; Sofá de París, 1979; Café Mozart, 1980; La Trastienda, 1980; Reflejo de invierno en Venecia, 1980; Palacio de Venecia, 1980; New Orleáns at Paris, 1980; El comedor del Lhardy, 1981; Sala de billar, 1981; Verano en el balneario, 1981; Mi querida señorita, 1981; Florian, 1982; Izadas en la quietud del recuerdo, 1982; La Cervecería, 1982; Intimidades, 1982; En la Paloma, 1983; Palacio de la Música, 1983; Recuerdo de un verano, 1984; Salón de Música, 1985-1986; Transparencia, 1988; Palacio de los Austrias, 1988; Verano en el balneario II, 1988; En el Majestic, 1988; En el Ritz, 1989; Sin retorno, 1989; Vitrinas en la Biblioteca, 1989; El regreso de la primavera, 1989; Reloj de Paris, 1990; Casino de Venecia, 1990; Interior del invernadero, 1992; La ventana del jardín, 1992; Central Park, 1992; Stormy Weather, 1994; The sun through the glasses, 1994; Aguas Termales, 1995; Salón de Praga, 1995; La Bolsa de Madrid, 1996; Interior rosa, 1996; Inacabado, 1996.

 

Bibl.: F. Mon, “Puente Díaz de la Rocha, Rogelio”, en R. Otero Pedrayo (dir.), Gran Enciclopedia Gallega, t. XXV, Santiago de Compostela, Silverio Cañada, 1979; J. M. García Iglesias, Vangardas e Silencios, catálogo de exposición, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia. Consellería de Cultura e Deportes, 1988; A. Puig, Monografía de Rogelio Puente, La Coruña, Deputación, 1995; S. Amón, “O Inventario Xeral de Rogelio Puente. Á busca do tempo perdido”, F. Huici, “Espellos enfrontados”, y P. Corredoira, “Lembranza dun amigo”, en Rogelio Puente (1936-1996) óleos e debuxos, Santiago de Compostela, Casa da Parra, 1997; M. Rozas Caeiro, “La legitimidad del Realismo”, en Galicia, terra única. Galicia, 1900-1990, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1997; P. Corredoira, “Rogelio Puente”, en A. Pulido Novoa (dir.) y C. del Pulgar Sabín (ed.), Artistas galegos pintores (realismos), Vigo, Nova Galicia, 2001.

 

Ramón Yzquierdo Peiró