No García, Eduardo de. Salamanca, 1874 ‒ 9.I.1944. Catedrático de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca.
Decano de la Universidad de Salamanca durante veintisiete años, abogado y jurista prestigioso (decano del Colegio de Abogados durante un largo período de tiempo), su acertada gestión contribuyó decisivamente a que no desapareciera la Facultad de Ciencias de Salamanca como consecuencia de algunas disposiciones ministeriales de finales del siglo XIX.
Después de cursar el bachillerato en Salamanca, estudió Ciencias Físicas en la Facultad de Ciencias de su ciudad natal, donde se licenció en 1875, doctorándose en la Universidad Central de Madrid mediante una tesis acerca del ozono. Tras ganar la Cátedra de Fluidos Imponderables (años después denominada Ampliación de Física), se incorporó al reducido claustro salmantino de la época en el curso 1877-1878. Participó activamente en la actividad de numerosas instituciones de la ciudad, en los más variados ámbitos, que comprenden desde el Ayuntamiento, del que fue comisionado para la instalación del alumbrado eléctrico el 28 de enero de 1890; la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy, a la que estuvo vinculado desde 1889 y de la que llegó a ser vicerregente; la Caja de Ahorros, de la que era consejero desde 1902; el Casino, del que fue presidente a partir del 9 de abril de 1901, o los Círculos de Obreros (fue vicepresidente en 1901) y el Círculo Agrícola Salmantino (del que fue administrador y secretario en 1878).
En 1897, Eduardo No (que después figura como Eduardo “de” No) fue nombrado decano de la Facultad de Ciencias salmantina y tuvo enseguida la responsabilidad de defender la pervivencia amenazada de esta Facultad de Ciencias (y la de Medicina) existentes en Salamanca como “facultades libres” (o sea no estatales desde la aplicación de la Ley Moyano de 1857), a las que un Real Decreto de 18 de febrero de 1901, del ministro conservador Antonio García Alix, imponía exigencias difíciles de cumplir, tales como la no percepción de ingresos por expedición de títulos, abono por las corporaciones locales (Ayuntamiento y Diputación) de los mismos sueldos que el Estado, etc. Encauzando iniciativas de la Universidad, de la ciudad y del Obispado de Salamanca, la extensa “Memoria-Informe” elaborada principalmente por el decano profesor De No, que constituía una justificadísima reclamación y ofrecía soluciones al problema, consiguió que se resolviera gradualmente éste, también en coincidencia con la caída del gobierno de A. García Alix y la entrada en su lugar del conde de Romanones (adscrito al grupo liberal). Por fin, el 1 de enero de 1904, las facultades de Ciencias (Sección de Químicas) y Medicina de Salamanca pasaban a ser estatales. También en el curso 1903-1904 se realizó bajo su dirección el traslado de la Facultad de Ciencias desde el antiguo edificio de las Escuelas Menores —donde compartía las menguadas dependencias del mismo con el instituto de segunda enseñanza— al de la antigua hospedería del Colegio Mayor Fonseca, en este caso compartiendo local con la Facultad de Medicina, en situación que (sin ser la ideal) era más aceptable que la anterior.
Otro gran servicio que, en 1924, rindió a la Universidad el profesor De No, en su doble condición de decano de Ciencias y abogado, fue la defensa de los derechos universitarios frente a la incautación por el Ministerio de Hacienda del edificio del desaparecido Colegio Mayor San Bartolomé (palacio de Anaya), actuando De No como miembro de la Junta de Colegios Universitarios presidida por el rector Esperabé de Arteaga. La incautación se consumó, pero la Universidad logró la recuperación del edificio en 1926, mediante el apoyo del general Miguel Primo de Rivera. Este edificio sería la sede de las facultades de Ciencias (en las plantas inferiores) y Filosofía y Letras (en las superiores), a partir de 1933, previa acertada restauración dirigida precisamente por un hijo del profesor, el prestigioso arquitecto Genaro de No.
El 12 de octubre de 1924 tuvo lugar un emotivo acto de despedida de sus colegas y alumnos con motivo de su jubilación, en el que se le rindió un nuevo y caluroso homenaje. Se le nombró “catedrático honorario” en atención a sus méritos especiales, no sólo como prestigioso docente sino como “propulsor” de la Facultad de Ciencias. Siguió participando durante algunos años en las sesiones del claustro universitario.
Obras de ~: Unidad de las fuerzas materiales y relación armónica de los fenómenos naturales: Discurso inaugural del año académico de 1882 a 1883 leído en la Universidad Literaria de Salamanca, Salamanca, Universidad, 1882.
Bibl.: L. E. Rodríguez-San Pedro Bezares y E. Battaner Arias, Historia de la Universidad de Salamanca: Saberes y confluencias, vol. III, Salamanca, Ediciones Universidad, 2006.
Juan Antonio Cabezas Fernández del Campo