Bullón y Fernández, Eloy. Marqués de Selva Alegre (VI), conde de Montalbán (III), Salamanca, 11.IV.1879 – Madrid, 4.III.1957. Político y promotor en España de la Geografía científica.
En su ciudad natal cursó el bachillerato y los estudios universitarios de Filosofía y Letras y de Derecho, a los que, en el seminario central de San Carlos, también salmantino, sumó los eclesiásticos, estos últimos realizados sin intención de profesar sino de ampliar conocimientos y mejorar su formación. Finalizados unos y otros, se trasladó a Madrid, donde en 1900 publicó una reivindicación de Alfonso de Castro como fundador del derecho penal. En 1901 ingresó por oposición en el cuerpo de Bibliotecarios, Archiveros y Arqueólogos, siendo su primer destino la biblioteca de la Real Academia de la Historia. En 1906 obtuvo, igualmente mediante oposición, la cátedra de Historia de España en la Universidad de Santiago y, poco después, en la Central, la de Geografía política y descriptiva.
En 1928 fue elegido miembro de la Real Academia de la Historia, en 1935 de la de Ciencias Morales y Políticas y en 1945 de la de Jurisprudencia y Legislación.
La Universidad de Grenoble le otorgó el título de doctor honoris causa en ese mismo año. Como a su padre, Agustín Bullón, que había sido diputado, senador y gobernador civil, también a Eloy Bullón, marqués consorte de Selva Alegre y conde consorte de Montalbán por matrimonio con Beatriz Mendoza Esteban, VI marquesa de Selva Alegre y III condesa de Montalbán, le atrajo la política e ingresó en el Partido Liberal Conservador. Resultó elegido diputado por el distrito salmantino de Sequeros y mantuvo el escaño a lo largo de nueve legislaturas. Desempeñó los cargos de gobernador civil de Madrid, vicepresidente primero del Congreso y, en dos ocasiones, subsecretario de Instrucción Pública, ministro interino en el mismo Ministerio por ausencia del titular en agosto de 1919, y director general de Primera Enseñanza, cargos estos últimos que aprovechó para reformar las enseñanzas de las Escuelas Normales. Finalizada la Guerra Civil, fue nombrado decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. Bullón tuvo que restablecer en ella el funcionamiento de las enseñanzas en los diversos cursos y disciplinas, remediando las carencias que el exilio o la depuración política habían provocado. Y encaró los problemas derivados de haber permanecido el edificio, con su biblioteca y su secretaría, en la primera línea del frente desde la que el ejército republicano asediaba a las tropas franquistas que habían penetrado hasta el Hospital Clínico y el espacio de las futuras facultades de Medicina, Estomatología y Farmacia. Esas carencias materiales se remediaron al principio de la posguerra alojando a toda la Facultad de Letras en el caserón de Noviciado, en Madrid, compartido así con la de Derecho y con los servicios del Rectorado. Para el acomodo en la sede definitiva que se conoció como Edificio A, ya en la Ciudad Universitaria, sólo pudo usarse una mitad aunque entre las incomodidades que causaban las obras de reconstrucción de la otra mitad. A pesar de todo, la Facultad de Letras continuó funcionando.
Era el logro conseguido de manera primordial por el profesor Bullón en su decanato, que se extendió desde 1939 hasta 1950.
Además de esa restauración hay que incluir en el haber de Bullón dos creaciones con las que iba a iniciarse en el país la Geografía científica: el Instituto Juan Sebastián Elcano, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la revista Estudios Geográficos. El panorama de la Geografía en España tras de la Guerra Civil se presentaba desolador y en fuerte inferioridad respecto al europeo. En Alemania ya Karl Ritter había escrito sobre la relación existente entre los fenómenos físicos y los humanos, y Friedrich Ratzel había publicado su Antropogeografía. También el fundador de la Escuela Geográfica Francesa, Paul Vidal de la Blache, había analizado en su Tableau de la géographie de la France, de 1903, las interrelaciones de elementos naturales y humanos que caracterizan a un determinado territorio. Anteriores a Bullón o coetáneos suyos en parte fueron los discípulos de ese famoso geógrafo galo: Albert Demangeon, Emmanuel de Martonne, Jean Brunhes, Joseph Valot, Paul Blanchard… En España existía la Real Sociedad Geográfica, de la que Bullón había sido presidente en el bienio 1930-1931, y desde 1878 se contaba con el Boletín de ella, donde el mismo Eloy Bullón publicó algunos de sus trabajos.
Hasta el comienzo de la Guerra Civil hubo además otros atisbos de geografía científica: el sabadellense Pau Vila Dinarés, que amplió estudios en Grenoble con Blanchard, había resumido la geografía de Cataluña y estudiado con mayor profundidad la Cerdaña; y en sólo cuatro años, los que median entre 1928 y 1932, la Geografía de España de L. Martín Echevarría había visto dos ediciones. En todo caso venían a ser aislados oasis en medio de un desierto en el ámbito de las enseñanzas geográficas, para las que imperaba el añejo concepto descriptivo. Y existían cátedras universitarias que incorporaban en su titulación la palabra “geografía”, pero sus titulares eran más bien historiadores de esta disciplina. Quien había tenido que preparar una oposición a cátedra universitaria de Geografía, ocupar después puestos políticos de responsabilidad y asumir la misión de reformar las enseñanzas del Magisterio y las Escuelas Normales no podía ignorar esa nueva visión de la Geografía existente allende los Pirineos. Más si desde hacía años estaba preocupado por la enseñanza en general y por la de estos saberes en particular, como revelan tanto aquel discurso suyo de 1916 sobre La enseñanza de la Geografía en España, pronunciado en la Real Sociedad Geográfica, como el estudio que realizó de La cultura geográfica de Virgilio, cuya publicación data de 1931. Esa inquietud didáctica en general y en particular geográfica se mantenía viva, ya que de aquella última fecha fue la conferencia que dictó en el Centro Internacional Germano- Español titulada Valor educativo de los estudios geográficos. Algunas de estas exposiciones verbales alcanzaron hasta tres ediciones impresas, tal la de El clasicismo y el utilitarismo de la enseñanza, de 1917, y no sólo por el interés general, sino también debido a la gran brillantez oratoria de Bullón. Aunque piezas oratorias muchas antes que publicaciones, hay que considerarlas a la vez como exhortaciones o, según reza la definición académica del verbo correspondiente, incitaciones “con palabras, razones y ruegos”. En boca o en la pluma de Bullón estaban movidas por la convicción de que cualquier espacio o paisaje terrestre puede y debe explicarse y no reducir su presentación a una simple enumeración de accidentes.
Abandonada hacía tiempo la política, Bullón compaginó aquella tarea decanal de reconstrucción de la Facultad de Letras con la creativa del Instituto Juan Sebastián Elcano. Se fundó éste dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y aprovechando en su favor que el ministro firmante de la disposición fundadora, Ibáñez Martín, era catedrático de instituto de Geografía e Historia, aunque en el desarrollo de su labor docente en los años treinta del siglo xx delegaba las exposiciones geográficas en un profesor auxiliar. Bullón, como director de la revista Estudios Geográficos, expresiva de las funciones del Instituto Juan Sebastián Elcano, la estructuró, y así continuó después de él, en varias secciones. La fundamental se dedicó a trabajos de investigación; una segunda a Crónica o noticias y a Revista de revistas, secciones ambas que descargó en Gavira, ayudante suyo en la Facultad, y a partir del número cuatro, también la sección de Cartografía, que hizo Revenga Carbonell y en la que, sobre todo, se fue dando cuenta de las nuevas hojas que se publicaban del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000. Bullón contó pronto con la colaboración de Amando Melón, sobre todo desde que éste pasó de la universidad vallisoletana a la madrileña. Para la sección de artículos hubo de repetir algunas firmas, tales las del mismo Melón o la de Dantín, pero Bullón invitó a colaborar a tratadistas de materias no propiamente geográficas, aunque sí muy relacionadas con ellas, como la historia de los descubrimientos, la geología o la toponimia. Para la preparación previa y revisión de cada número dispuso Bullón de Manuel de Terán, otro ayudante suyo en la Facultad y en quien vino a recaer de hecho la dirección de la revista. En el número diez ya aparece en ella el geógrafo Casas Torres, quien después montó la sección del Instituto en Zaragoza, y poco más tarde, Salvador Llobet, dirigido por Solé Sabarís en Barcelona.
Alcanzó Bullón a ver la fructificación de su obra de promotor de la Geografía Científica al presidir años más tarde el tribunal que había de juzgar y calificar la tesis doctoral, de López Gómez, primero en Madrid de la generación de geógrafos docentes universitarios e investigadores que se ha llamado de los años cincuenta.
Aunque ya sin cargo alguno directivo, continuó Eloy Bullón ilustrándose e ilustrándonos: cuando falleció todavía estaba preparando un nuevo estudio, en este caso sobre Séneca. La obra escrita de Bullón fue amplia y muy variada. Empezó a cristalizar cuando el autor tenía dieciocho años de edad y se hallaba todavía relacionado con aquel seminario salmantino de sus estudios. Es entonces cuando publicó un análisis del concepto del alma animal según los precursores del escolasticismo y demás escuelas filosóficas posteriores.
Frente a la especificidad que esa obra podía hacer suponer, la siguiente fue multiforme, como correspondía a persona de basta cultura y de inquietudes científicas de toda índole: abarca historia de la Filosofía y de la Geografía, temas relacionados con Derecho y Sociología y se dirige más a la explicación conceptual del saber geográfico y su valor como elemento educador.
Obras de ~: Ensayos de crítica filosófica. El alma de los brutos ante los filósofos españoles, pról. de F. Araujo y Robles, Madrid, Impr. de M. G. Hernández, 1897; La metafísica y el positivismo (premiada en el certamen de Valladolid de 1898); Alfonso de Castro y la ciencia penal española, Madrid, Imp. de los Hijos de M. G. Hernández, 1900; El clasicismo y el utilitarismo en la enseñanza (conferencia pronunciada en el Ateneo), Madrid, Impr. Hijos de M. G. Hernández, 1902 (3.ª ed., Madrid, Suc. de Hernando, 1917); Jaime Balmes y sus obras (discurso pronunciado en el Fomento de las Artes de Madrid el día 7 de abril de 1903), Madrid, Impr. M.G. Hernández, 1903; De los orígenes de la filosofía moderna. Los precursores españoles de Bacon y Decartes, Salamanca, Impr. Calatrava, 1905; La reforma de las Escuelas Normales (discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el día 14 de diciembre de 1914), Madrid, Sucesores de Hernando, 1915; Las relaciones de España con Portugal. Enseñanzas del pasado y orientaciones para el porvenir (conferencia pronunciada en la sesión pública de 21 de febrero de 1916 en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación), Madrid, Jaime Ratés, 1916 [ed. en Estudios Geográficos (EG) (Madrid), 16 (1944), págs. 467-493]; La enseñanza de la Geografía en España (discurso leído en la Real Sociedad Geográfica el 17 de marzo de 1916), Madrid, Impr. del Patronato de Huérfanos de Intendencia e Intervención Militares, Madrid, 1916; El problema docente en Salamanca y la educación nacional: regionalismo y centralismo (discurso pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el día 22 de septiembre de 1918), Madrid, Sucesores de Hernando, 1918; Formación de la unidad italiana (lección explicada el día 7 de noviembre de 1923 en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación), Madrid, Instituto Diplomático y Consular, 1924; La independencia de Bélgica. Estudio histórico, Madrid, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación-Instituto Diplomático y Consular, 1926 (2.ª ed., Madrid, Impr. Ramona Velasco, 1930); Un colaborador de los Reyes Católicos: El doctor Palacios Rubios y sus obras, Madrid, Ramona Velasco, 1927; Miguel Servet y la geografía del Renacimiento: Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción [...] de [...] D. ~ el día 23 de diciembre de 1926. Contestación de D. Salvador Bermúdez de Castro y O’Lawlor, marqués de Lema, Madrid, Imp. Ramona Velasco, 1928 (2.ª ed., Madrid, Victoriano Suárez, 1929; 3.ª ed., Madrid, Instituto Juan Sebastián Elcano-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1945); Valor educativo de los estudios geográficos: conferencia pronunciada el 29 de enero de 1930 en el Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español, Madrid, Imp. de Blass, 1930 (2.ª ed., Madrid, Impr. Ramona Velasco, 1930); Los estudios geográficos y el porvenir de España, discurso pronunciado el 1 de diciembre de 1930 en la Real Sociedad Geográfica, Madrid, Impr. Patronato H. de Intendencia, 1931; La cultura geográfica de Virgilio, Madrid, Real Sociedad Geográfica, 1931; Sobre crítica histórica: la oscuridad en lo presente, Madrid, Tipografía de Archivos, 1932; El problema jurídico de la dominación española en América antes de las “Relacciones” de Francisco de Vitoria, Madrid, Imprenta La Rafa, 1933; La política social de Trajano, discurso correspondiente a la apertura del curso académico 1934-1935, Madrid, Universidad, 1934 (2.ª ed., Madrid, Rivadeneyra, 1935); El concepto de la soberanía en la escuela jurídica española del siglo xvi: [Discurso de recepción en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, leído el 15 de diciembre de 1935], Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1935 (2.ª ed., Victoriano Suárez, 1936); La hora presente y la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid (alocución pronunciada en Radio Nacional de España, por ~, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, el día 5 de octubre de 1939), en Vértice. Revista Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (Madrid) (27 de septiembre de 1939), pág. 22; “Reformas urgentes en la enseñanza de la Geografía”, en EG, 1942, págs. 661-678; “Florecimiento de los estudios geográficos en Andalucía en la época de Carlos V”, en EG, 12 (1943), págs. 423-441; “Las relaciones de España con Portugal”, en EG, 16 (1944), págs. 467-495; Menéndez y Pelayo y la tradición jurídica española (discurso leído en su recepción en el Consejo Académico), Madrid, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, 1945; La Teoría del Estado según Francisco de Vitoria, Madrid, Instituto de España-Impr. Magisterio Español, 1946; La crisis intelectual de nuestro tiempo, Madrid, 1951.
Bibl.: S. Bermúdez de Castro y O’Lawlor, “Contestación” a E. Bullón y Fernández, Miguel Servet y la geografía del Renacimiento, op. cit.; S. Aznar y Embid, “Contestación” a E. Bullón y Fernández, El concepto de la soberanía en la escuela jurídica española del siglo xvi, op. cit.; A. Melon, “A la memoria de Eloy Bullón. Bibliografía”, en EG, 67-68 (1957), págs. 227-238; A. Vargas Zúñiga, marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de sus individuos. Noticias sacadas de su archivo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CLXXVII, cuad. I (enero-abril de 1980), págs. 736-739; T. G[lick], “Bullón y Fernández, Eloy”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Ediciones Península, 1983, pág. 139; http:// www.filosofía.org.
Ángel Cabo Alonso