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Miguel de Elizalde

Biografía

Elizalde, Miguel de. Echalar (Navarra), 25.V.1619 – San Sebastián (Guipúzcoa), 18.XI.1678, Jesuita (SI), teólogo moralista.

Este jesuita navarro entró en la Compañía en Villagarcía de Campos en 1638, estudió Filosofía en Oviedo (1640-1642) y Teología en Salamanca (1642- 1646), para después leer la primera de estas disciplinas en Soria (1647-1649); la Teología en Salamanca (1650-1654) y después en Valladolid (1655-1657).

De la ciudad del Pisuerga dio un salto al Colegio Romano —entre 1658 y 1659—, para pasar después a Nápoles —hasta 1662—, donde fue rector del Colegio de San Francisco Javier en su último año de estancia, así como prefecto de estudios en el Colegio Máximo de esa provincia napolitana. Volvió a España, aunque hasta 1666 no se le puede seguir su pista en Salamanca, escribiendo posteriormente en Madrid.

Fue reconocido, según Astrain, como teólogo prestigiado, designado para formar parte de la Junta que habría de promover la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción.

Sin embargo, pronto habría de comenzar la polémica. Su obra más importante, que recibió el título De recta doctrina morum (1670), convertida en una defensa del sistema moral del probabiliorismo, fue publicada bajo el seudónimo de Antonio Celladei. Había comunicado Elizalde al cardenal Sforza Pallavicino, durante su estancia en Italia, su intención de escribir esta obra, habiendo escrito la mayor parte de la misma en Nápoles y mostrándosela después al citado cardenal en Roma, el cual aprobó las propuestas de este jesuita, a pesar de que tiempo antes se había opuesto a este sistema moral. Se trataba éste de un sistema moral que se opuso al probabilismo, convertido en casi oficial en la Compañía de Jesús. Mientras que el probabilismo lo identificaban con el laxismo, pues indicaba que moralmente era lícito optar por uno de los caminos probables; el probabiliorismo —que se empezó a identificar con una postura más rigorista, próxima al jansenismo— defendía que lo único que era moralmente lícito era optar por la postura más probable de entre todas las posibles.

Parece ser que Elizalde había recibido esperanzas y licencias de los superiores romanos para poderlo publicar, negándoselo finalmente. La razón por la que fue rechazada esta obra por los censores jesuitas se debió a que este jesuita había condenado radicalmente al probabilismo. En realidad, la ofensiva contra esta “revolución moral” tuvo su fecha significativa en 1656 durante el Capítulo General de los dominicos. Miguel de Elizalde no contó con el apoyo de su prepósito general pero sí con el que habría de serlo años después, el español Tirso González, catedrático entonces en Salamanca y destacado misionero popular. Elizalde, convencido de que nada podría hacer para convencer a sus superiores, envió clandestinamente su obra al impresor Chevallier, en Lyón, saliendo a la luz sin licencia alguna de Roma. Tuvo conocimiento el general de lo que se estaba haciendo, poniéndose en comunicación con el rector del Colegio Imperial de Madrid para que tratase de impedir la publicación de la obra. Éste ordenó a Elizalde que “si mi libro de probables —escribía el propio jesuita— no está comenzado a imprimirse se desista, si se ha comenzado no se continúe, y si está ya impreso, no se divulgue, sino se suprima”. Rápidamente, se dirigió este religioso a su general, indicándole que los “teólogos que rodean a su Paternidad han llenado la teología de causas y circunstancias que desobligan de la obediencia”. La obra salió de la imprenta y Oliva le remitió la penitencia correspondiente.

González, que se mostró el gran impulsor del probabiliorismo en la Compañía con la oposición de muchos, intercedió ante Oliva, pero éste le censuró su defensa de Elizalde. El autor jesuita se mostró muy animado por el apoyo que le prestaba un teólogo de prestigio como era Tirso González, aunque siempre contó con la vigilancia de su prepósito general, privándole de oficios de responsabilidad y de cátedras a todos los jesuitas que le apoyasen, suprimiendo de las librerías las obras de este autor. Los últimos años de su vida (desde 1673) transcurrieron apartados de los círculos intelectuales, viviendo en el colegio de San Sebastián, donde murió cinco años después. No obstante, allí no había acabado su historia.

Tirso González continuó su presión a la Curia romana de los jesuitas y al Papa, hasta que en 1680 Inocencio XI promulgó un decreto del Santo Oficio, apoyando el probabiliorismo aunque no condenaba la defensa del probabilismo. Consiguió González, antes de ser general, que el citado Pontífice permitiese a los jesuitas la libertad de defensa de la opinión más probable. Todavía en la segunda edición de la obra de Elizalde, tras su muerte y en 1684, continuaron apareciendo las anomalías, con un falso pie de imprenta, además de otras discusiones morales. Se publicó una segunda edición ampliada, pues no solamente contenía los cuatro primeros libros, sino también otros cuatro que aunque fueron denunciados por jesuitas de Salamanca y Lovaina, se dudó de su autenticidad. Ni siquiera, cuando Tirso González fue elegido prepósito general de la Compañía (1687-1705), consiguió imponer este sistema moral en la Compañía, aunque consideró que su elección era un signo providencialista para salvar a los jesuitas de su error moral.

No hay que confundir a este jesuita con Miguel de Elizalde de Urdíroz, que tradujo unos Ejercicios de devoción que había escrito el jesuita Barthélemy Galpin (1712-1795) y que predicó en 1815 un sermón en acción de gracias por el “feliz restablecimiento” de la Compañía de Jesús en la basílica de San Ignacio de Loyola de la ciudad de Pamplona.

 

Obras de ~: Forma verae religiones quaerendae et inveniendae, Nápoles, apud Hyacinthum Passerum, 1662 (con una nueva ed. en Nápoles en 1703); De recta doctrina morum, Lyón, 1670 (con una segunda y problemática ed. en Bayona, 1684).

 

Bibl.: A. Astrain, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, t. VI, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1920, págs. 156-167 y 237-239; E. del Portillo, “¿La segunda edición ‘De recta doctrina morum’ es verdaderamente del P. Elizalde?”, en Gregorianum, 4 (1923), págs. 271-278; J. Donnelly, “Elizalde, Miguel de”, en Ch. E. O ’Neill y J. M.ª D omínguez (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, t. II, Roma-Madrid, Institutum Historicum, SI, Universidad Pontificia Comillas, 2001, pág. 1234.

 

Javier Burrieza Sánchez

Relación con otros personajes del DBE

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