Flores, José Felipe. Ciudad de Chiapas (Guatemala), 1751 – Madrid, 1814. Médico ilustrado impulsor de la reforma de la medicina en las instituciones hispanas.
Desde su etapa de juventud, José Felipe Flores salió de su ciudad natal e inició una vida llena de retos, aventuras científicas y proyectos. Se trasladó primero a la ciudad de Antigua (Guatemala), donde estudió en el colegio de los jesuitas. Más tarde ingresó en la Universidad de San Carlos, en donde obtuvo el título de bachiller en Medicina en 1773. En 1781 fue nombrado profesor del hospital de San Juan de Dios y catedrático de Prima de Medicina en la Facultad de Medicina de San Carlos. Ambas instituciones recibieron el impulso de Flores para incorporar las reformas en la enseñanza y en la asistencia, especialmente en el dominio de la cirugía y la terapéutica. Conocedor de las muchas novedades que se estaban produciendo en los lugares más avanzados del mundo, su afán renovador le reportó no pocos conflictos con los sectores más conservadores de la sociedad y de la profesión médica.
En una época muy temprana, utilizó el controvertido método de la inoculación preventiva contra la viruela. Su aplicación estaba siendo discutida entre los médicos al no disponerse de suficiente experiencia sobre su eficacia y contaba con la resistencia de amplios sectores de la población que temían que la nueva técnica fuese perniciosa para su salud. Pero al desatarse la importante epidemia de viruela en Guatemala en 1780, Flores tomó la iniciativa de inocular a la población, y gracias a su intervención se paliaron los devastadores efectos de la epidemia, por lo que obtuvo un clamoroso triunfo sobre sus adversarios y adquirió un gran prestigio profesional en todo el país.
Dos décadas más tarde, cuando el gobierno español planeó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, encabezada por Francisco Xavier Balmis para difundir la vacunación antivariólica por todo el mundo, y especialmente por el continente americano, Flores fue uno de los médicos que contribuyó con sus informes científicos a dar sustento a la iniciativa. Su experiencia anterior en Guatemala fue tomada en consideración por la comisión española que estaba planeando la aventura científica. Consciente de la importancia del instrumental para la mejora de las técnicas quirúrgicas, en 1785 dotó al hospital de San Juan de Dios de un importante arsenal de instrumental quirúrgico.
Flores fue un médico renovador, abierto a las nuevas corrientes de la medicina de la Ilustración. Luchó por el establecimiento del Protomedicato en Guatemala, como una vía para la mejora asistencial y un mecanismo de control del ejercicio profesional sanitario en aquel país centroamericano, donde el intrusismo y las prácticas populares eran muy abundantes. Tras lograr su implantación, fue nombrado primer protomédico legal de Guatemala.
El interés por la anatomía, consustancial al ejercicio profesional de la cirugía, le convirtió en un entusiasta de la disección de cadáveres y de la demostración anatómica. Para facilitar la enseñanza a sus estudiantes, generalizó la práctica de las disecciones, no sin la oposición de sectores poderosos de la Iglesia, que boicotearon su implantación en el hospital de San Juan de Dios. Flores se inspiró en el arte italiano de construir moldes de cera y construyó sus propios modelos anatómicos, antes incluso de conocer personalmente la célebre industria italiana. Eran modelos del cuerpo humano de tamaño natural, a los que se habían incorporado los órganos del cuerpo mediante piezas desmontables que podían extraerse y analizarse con detalle por parte de los estudiantes.
Su producción científica fue escasa. Flores era más bien un hombre de acción que un escritor reflexivo.
Su única obra conocida tiene un contenido claramente práctico: se trata de un folleto sobre un “Específico nuevamente descubierto en Guatemala para la cura del Cáncer y otras enfermedades más frecuentes”.
El medicamento específico al que se refiere consistía en la ingestión de pequeñas dosis de carne de una determinada especie de lagartija que era frecuente en algunas regiones de Guatemala, preparada de un modo específico. Su método fue defendido, entre otros, por Antonio de León y Garma, en la Ciudad de México. El folleto que exponía el procedimiento tuvo amplia difusión y pronto fue traducido al francés, inglés, italiano y alemán. Se discutió en diversos foros médicos y, como consecuencia de ello, la lagartija fue incluida como materia medicinal en los textos de terapéutica.
Su interés por la evolución de los saberes médicos y las reformas asistenciales que estaban sucediendo en otros países le llevaron a solicitar una pensión del gobierno para visitar numerosas instituciones europeas y americanas. En 1797 inició un largo viaje por Estados Unidos que luego le llevaría a Europa y acabaría instalándose en España hasta su muerte en Madrid en 1814. En Filadelfia tuvo noticia de los experimentos de Aloysius Galvani sobre la naturaleza eléctrica del impulso nervioso y decidió reproducirlos por sí mismo. En las cartas que envió a Guatemala a su compatriota José Antonio Goicoechea, relataba Flores su interés por la polémica en torno a la electricidad muscular y se mostraba resuelto a participar en los experimentos.
Más adelante se desplazó a Italia y allí conoció a los principales representantes de la fisiología experimental, al propio Galvani y también a Felice Fontana. En Italia se maravilló del excelente arte de la ceroplástica, la construcción de modelos de cera, que con tanto tesón había intentado impulsar en Guatemala.
A comienzos del siglo xix se trasladó a España, donde trabó relación con los principales representantes de la reforma institucional —asistencial y educativa— representada por los Reales Colegios de Cirugía.
Mantuvo una larga relación profesional y de amistad con el cirujano catalán Antonio Gimbernat y fue uno de los impulsores de los primeros informes para la campaña de difusión de la vacuna por tierras americanas. En 1803 presentó un informe a la Junta de Cirujanos de Cámara, que impulsaría la expedición de Balmis. Durante los últimos años de su vida permaneció en España y fue designado médico de cámara del monarca Fernando VII.
Obras de ~: Específico nuevamente descubierto en el Reino de Guatemala para la curación radical del horrible mal de cancro, Guatemala, 1781 (2.ª ed. México, 1781; posteriormente numerosas reeds. en castellano y trad. al alemán, francés, italiano e inglés).
Bibl.: C. Martínez Durán, Las ciencias médicas en Guatemala, Guatemala, Ed. Nacional, 1945; J. T. Lanning, The Eighteenth Century Enlightenment in the University of San Carlos de Guatemala, Ithaca, Cornell University Press, 1956; J. Aznar López, El Doctor Don José de Flores, una vida al servicio de la ciencia, Guatemala, Editorial Universitaria, 1960; M. Burke, The Royal College of San Carlos, Durham, Duke University Press, 1977; Th. Glick, “Flores, José Felipe”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, vol. I, Madrid, Península, 1983, págs. 529- 531.
Josep Lluís Barona Vilar