Beltrán Villagrasa, Pío. Bujaraloz (Zaragoza), 1889 – Valencia, 1971. Humanista, arqueólogo.
De familia campesina, Pío Beltrán pasó de la Escuela Nacional de Bujaraloz al colegio de Segunda Enseñanza de J. Silvestre en Hellín (Albacete) y al Instituto General y Técnico del mismo lugar (1905).
Cursó la carrera de Ciencias, sección de Exactas, en Madrid, se licenció en junio de 1909 y alcanzó el grado de doctor entre 1910 y 1911. Inició la docencia en el instituto de Albacete, hasta la obtención de la cátedra de matemáticas del Instituto de Santiago de Compostela (1914), pasando posteriormente a Orense, Figueras y Reus. En 1925 se trasladó al Instituto Luis Vives de Valencia, en donde desempeñó su cátedra hasta su jubilación, salvo en el paréntesis de la guerra civil.
Su mayor aportación, independientemente de su gigantesca capacidad docente, ha sido recibida por la ciencia numismática, cuya afición practicó desde su niñez, convenientemente alimentada después en el Instituto de Valencia de Don Juan por el eminente numismático Antonio Vives y por otro gran humanista, Manuel Gómez Moreno.
Además de su aportación al mundo matemático, en forma de artículos y manuales, Pío Beltrán manifestó su pasión por los libros, la arqueología, la epigrafía, el mundo ibérico y la numismática. En el mundo de la arqueología, desempeñó el cargo de comisario local de excavaciones arqueológicas y como tal se ocupó y fomentó los Museos del Teatro y del Castillo de Sagunto, en cuya ciudad provocó con su entusiasmo el nacimiento del que sería el Centro Arqueológico Saguntino.
Por esta tarea recibió la Encomienda de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. A partir de su estancia en Reus, desde 1916, participó en las excavaciones arqueológicas de la necrópolis romano-cristiana de Tarragona, estudiando los epígrafes allí aparecidos, de los que dio cumplida cuenta, que dio origen a un vínculo entrañable con todos los asuntos tarraconenses. Desde su estancia valenciana, Pío Beltrán se convirtió en asiduo colaborador del Laboratorio de la Universidad, que le dedicó un número extraordinario de su revista Papeles del Laboratorio de Arqueología (1970).
Como iberista de talla fue acogido por el grupo investigador del Servicio de Investigaciones Prehistóricas de Valencia (Isidro Ballester, Luis Pericot, Domingo Fletcher, Julián San Valero...), donde se encargó del estudio de los textos ibéricos del Cerro de San Miguel y dio a conocer la hipótesis del vascoiberismo e hizo progresar notablemente la investigación de los alfabetos antiguos de la península en numerosos artículos (no tantos como se hubieran deseado) sobre epígrafes sobre piedra (Sinarcas, Ibiza), plomo (La Bastida, Ajengibre) o cerámica (Liria).
Pero de todos los campos, Pío Beltrán fue el numismático por excelencia, partiendo de un profundísimo conocimiento de los autores de los siglos xviii y xix, apoyado en sus sólidos conocimientos matemáticos y dejando actuar un extraordinario olfato y una mejor intuición en el tratamiento de los problemas numismáticos, sobre los que nos legó medio centenar de trabajos relativos a la moneda antigua española, las acuñaciones suevas y visigodas, las emisiones medievales aragonesas y castellanas, árabes, además de cuestiones de metrología, y un inconcluso trabajo sobre el imperio romano desde Diocleciano. Todos estos trabajos le sitúan, sin duda, entre los más grandes numismáticos españoles.
Perteneció a todas las sociedades numismáticas de España y entre ellas la Sociedad Iberoamericana de Numismática, con sede en Madrid, le dedicó una medalla conmemorando sus setenta y cinco años, con modelo de Fernando Jesús y en la conmemoración de sus ochenta años la Asociación Numismática Pío Beltrán, de Valencia, le hizo entrega de otra medalla de oro con su efigie labrada por Enrique Giner.
Casó Pío Beltrán con María Martínez Franca y los hijos le nacieron en Sariñena (Huesca): Antonio, catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Zaragoza, Ángel, licenciado en medicina, y María, licenciada en Filosofía y Letras, y en Reus, José, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Valencia. Al morir, contaba con diecisiete nietos. De ellos, Miguel y Francisco Beltrán Lloris han seguido su vocación humanista en el Museo y la Universidad de Zaragoza.
El mejor resumen de su vida lo hizo él mismo con motivo de su contestación cuando le fue impuesta la Gran Cruz del Mérito Civil: “La humildad y la modestia de mi vida se han dedicado a la tarea de educar a mis hijos, cumplir mis deberes docentes e investigar en los mundos históricos que se relacionan con las monedas y que de ellas extraen los más eficaces conocimientos. Si por esto se ha querido solemnizar mis 75 años diciéndome de una manera práctica que al País no le son indiferentes conductas como la mía, yo no tengo sino que agradecerlo en lo más profundo de mi corazón”.
Obras de ~: “La cronología del poblado ibérico del Cabezo de Alcalá (Azaila) según las monedas allí aparecidas”, en Boletín Arqueológico del Sudeste Español, II (1945); “Los dineros jaqueses: su evolución y desaparición”, en Caesaraugusta, I (1951), págs. 51-112; “Los textos ibéricos de Liria”, en Revista Valenciana de Filología, III, 1-1 (1956); “Las primeras monedas suevas”, en Caesaraugusta, 7-8 (1956), págs. 115-129; “Las cecas pirenaicas”, en Pirineos, Zaragoza, 1953, págs. 17- 51; “Sistema monetario del califato de Córdoba”, en Ligarzas: Homenaje al Prof. J.M. Lacarra, n.º 1 (1968), págs. 7-77; Obra Completa, I. Antigüedad, Zaragoza, Departamento Prehistoria y Arqueología, 1972; Obra Completa, II. Numismática de la Edad Media y de los Reyes Católicos, Zaragoza, Departamento Prehistoria y Arqueología, 1972.
Bibl.: A. Beltrán Martínez, “Pío Beltrán Villagrasa”, en Caesaraugusta, 13-14 (1959), págs. 139-144.
Miguel y Francisco Beltrán Lloris