Martí, Bartolomé. Játiva (Valencia), s. XV – Roma (Italia), 25.III.1500. Obispo de Segorbe-Albarracín y cardenal.
Los Martí eran una familia de notarios ennoblecidos que empezaron a ocupar cargos de gobierno en Játiva a finales del siglo XIV. Según Batllori, Bartolomé era sobrino político de Joana de Borja —hermana de Calixto III— desde que ésta casó en segundas nupcias con Mateu Martí. Tras el doctorado en Teología que algunos le atribuyen, Bartolomé se incorporó al grupo de familiares que acompañaron en su aventura italiana al cardenal y vicecanciller Rodrigo de Borja.
Durante la legación del cardenal en la Península Ibérica (1472-1473) Martí recibió una dignidad catedralicia (cabiscol) en la catedral de Gerona (6 de octubre de 1972) que unió a la canonjía que ya disfrutaba en la catedral de Valencia y al título de escribano apostólico.
En 1473 desempeñaba el oficio de camarero secreto y mayordomo del cardenal cuando su protector —recién llegado a Roma— logró de Sixto IV para su pariente la sede de Segorbe-Albarracín, adelantándose al candidato que iba a proponer Juan II, el aragonés Gonzalo Fernández de Heredia. Con esta maniobra, el vicecanciller colocaba una nueva ficha en el mapa de las sedes catalano-aragonesas, donde ya contaba con su primo Luis Juan del Milá en Lérida, su sobrino Rodrigo de Borja en Barcelona y él mismo en Valencia. Sin embargo, en esta ocasión el Rey aragonés no dio su brazo a torcer. Juan II escribió a Bartolomé recriminándole su osadía, mientras el Pontífice enviaba un legado —Pedro Sánchez de Salvatierra— a la Corte aragonesa y escribía al secretario Coloma y a la reina Isabel para que defendiesen a su candidato.
Finalmente, en 1478, Fernando de Aragón decidió llegar a un acuerdo cediendo la sede a Bartolomé Martí a cambio de que se indemnizara a su rival con 20.000 sueldos de pensión.
Martí hizo su entrada en la ciudad de Segorbe en febrero de 1479, y un mes después celebró un sínodo que le otorgó un subsidio caritativo de 8.000 sueldos.
Enseguida quiso intervenir en la vida política del reino presentándose en Valencia para prestar juramento de fidelidad a Fernando de Aragón. Más tarde organizó la recepción de Beatriz de Pimentel —señora territorial y madre del infante Enrique Fortuna— y en 1482 acompañó a los Reyes en su visita a la ciudad. Desde el punto de vista pastoral, Sixto IV le encomendó la reforma de la iglesia colegial de Mora, y en el aspecto material el prelado impulsó en 1483 la construcción del coro de la catedral. Además del sínodo que abrió su episcopado, Martí celebró otro en la ciudad de Jérica el 8 de junio de 1485, cuyas actas tampoco han llegado a nosotros.
Durante su permanencia en Segorbe el prelado hizo algún viaje esporádico a Roma, hasta que en 1487 decidió establecerse definitivamente en la Ciudad Eterna. Como mayordomo de Rodrigo de Borja, se encargó de vigilar la educación de sus hijos Juan y César, que se criaban junto a otros connacionales como Ángel Ram Escrivá, hijo del maestre racional de Aragón, a quien Bartolomé informaba en 1488 de los estudios de su hijo. El prelado también se benefició de las buenas relaciones que en aquellos años mantenía el cardenal Borja con los reyes de Castilla y Aragón. En 1489 Fernando le otorgó varios beneficios en Aragón por valor de 400 ducados, y en 1491 aceptó que se posesionara de la abadía sarda de Ager que para él había solicitado el vicecanciller; a cambio, Fernando esperaba que Martí y Borja apoyaran su solicitud de una reserva de beneficios en Zaragoza y Tarragona por valor de 600 ducados.
En Roma el obispo de Segorbe comparecía en actos y ceremonias públicas: en 1488 recibió al cardenal Pedro de Foix en la puerta del Popolo, y en 1492 celebró en la Capilla Sixtina la misa solemne del primer domingo de Adviento. Elegido pontífice Alejandro VI, Martí se integró en el grupo de familiares que —como Juan Marrades o Juan de Borja y Navarro— pensaba encontrar un futuro provechoso en el reino de Nápoles. El 11 de diciembre de 1492 pronunció las palabras de bienvenida a Federico de Aragón, llegado a Roma para prestar obediencia al Papa en nombre del rey de Nápoles. Después siguió de cerca la política pro-aragonesa de Alejandro VI.
En abril de 1494 escribía al duque de Gandía —vástago del Pontífice enviado a la Península Ibérica para contraer matrimonio con María Enríquez— informándole del principado de Tricárico que acababa de concederle Ferrante de Nápoles. Mientras tanto Fernando el Católico solicitaba los servicios del obispo de Segorbe para asegurar el éxito de algunos negocios de la Curia, como la renuncia de la annata del maestre de Montesa que reclamaba el Papa a través del nuncio.
Bartolomé siguió desempeñando el oficio de maestro de la casa pontificia, y en 1494 fue nombrado maestro de la capilla papal. Este último cargo le puso al frente del centro musical más importante de Italia que, en este tiempo, introdujo algunos usos ibéricos en la música litúrgica romana. El 19 de febrero de 1496 Alejandro VI le nombró cardenal —junto con otros tres familiares pontificios— otorgándole el título de Santa Ágata in Suburba. El Papa escribió a los Reyes Católicos felicitándoles, cuando en realidad pretendía ganar fidelidades en el Colegio Cardenalicio ante la inestabilidad que había generado en Italia la guerra de Nápoles. Como muestra de confianza, el Papa nombró a Martí prefecto del palacio apostólico y le otorgó la diócesis de Bagnorea en la peligrosa Toscana, siempre aliada de Francia. Sin embargo, el cardenal no andaba bien de salud, pues —según el embajador de los Reyes Católicos— sufría una larga enfermedad que en noviembre de 1496 hacía temer por su vida.
Martí permaneció junto al Pontífice en los vaivenes que sufrió su política familiar. Tras el fallecimiento del duque de Gandía en junio de 1498, acudió a los apartamentos pontificios para sacar al Papa de su postración, y en agosto de 1498 testificó en el proceso de secularización de César Borja. Sus relaciones con Fernando se limitaron entonces a esporádicas advertencias del Monarca para que no se apropiara de beneficios que no le pertenecían, como la rectoría de Ademuz pretendida por su camarero. El 21 de noviembre de 1498 Martí resignó el Obispado de Segorbe con facultad de regreso en Juan Marrades, valenciano y capellán-familiar de Alejandro VI que poseía ya el título de chantre de la diócesis. El Monarca no se opuso, pero Marrades murió al cabo de un año y Martí de nuevo ocupó la sede junto al Obispado de Toul, concedido por el Pontífice en 1499.
Durante este año desempeñó el cargo de camarlengo del Colegio Cardenalicio con una salud física cada vez más mermada por la sífilis, según el testimonio del maestro de ceremonias. El 11 de diciembre de 1499 asistió en la basílica de San Pedro al bautismo de Rodrigo, hijo de Lucrecia Borja. Fue una de sus últimas apariciones en público. Viendo próximo su fin, Martí debió pedir al Papa que nombrara sucesor suyo en el Obispado de Segorbe a su sobrino fray Gilabert, monje jerónimo del monasterio de la Murta, a quien Fernando no puso ninguna traba. Bartolomé falleció en Roma en su casa de Campo Marcio el 25 de marzo de 1500, siendo sus testamentarios los cardenales Juan López y Juan de Castro. Tras unos funerales suntuosos, fue enterrado en la basílica de San Pedro en un sepulcro de mármol.
Durante su larga estancia en Roma el prelado de Segorbe no se olvidó de su diócesis, gobernada por su vicario, el agustino Juan Cardona. A la catedral envió en 1490 las reliquias de los diez mil santos del monte Ararat —o las de san Zenón y compañeros mártires, según otros—, que se custodiaban en la abadía de San Pablo ad acquas Salvias en Roma. También se le atribuye la donación del retablo y el artesonado del convento de San Francisco en Játiva, adornado por los pinos y las ondas marinas del emblema familiar.
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Álvaro Fernández de Córdov a Miralles