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Pedro Díaz de la Costana

Biografía

Díaz de la Costana, Pedro. La Costana (Cantabria), p. t. s. XV – Toledo, 1488. Inquisidor, teólogo, canónigo y catedrático.

Natural de La Costana, perteneciente a la diócesis de Burgos. Fue bachiller del arzobispado de esta ciudad antes de trasladarse a Salamanca, donde ingresó en el Colegio de San Bartolomé como colegial el 16 de marzo de 1447. En la Universidad salmantina alcanzó el grado de licenciado y maestro en Teología.

Ocupó la cátedra de Vísperas y fue canónigo de Burgos.

Fue uno de los letrados que participó en 1480 en el Sínodo de Alcalá de Henares, como parece por la bula de Sixto IV y por los registros del Secreto de la Inquisición de Toledo. Esta reunión supuso la condena a la doctrina defendida por Pedro de Osma, y Costana atacó sus tesis heréticas en el libro De Confessione Sacramentali.

Siendo Díaz canónigo de Burgos, los Reyes Católicos instauraron la Inquisición en Ciudad Real en 1483. Sus primeros jueces fueron el licenciado Pedro Díaz de la Costana y Francisco Sánchez de la Fuente, canónigo de Zamora. El 14 de noviembre de 1483, la Inquisición de Ciudad Real inició su actividad que se prolongó hasta su definitivo traslado a Toledo en junio de 1485.

Los jueces de la Inquisición de Ciudad Real no fueron nombrados por Torquemada, sino confirmados en sus puestos como delegados apostólicos en uso de las atribuciones otorgadas al inquisidor general por la Santa Sede, ejerciendo uno de ellos, Pedro Díaz de la Costana, al mismo tiempo la jurisdicción como oficial y vicario general del Arzobispado de Toledo, es decir, con la potestad de inquisidor ordinario, de la que debió investirle el cardenal Mendoza a poco de tomar posesión en la silla metropolitana en marzo de 1483.

Ambos jueces, una vez presentados sus poderes al corregidor, comenzaron publicando un edicto de gracia para admitir a reconciliación a cuantos quisieran presentarse reconociendo y abjurando de sus errores.

Desde esta primera actuación hasta su traslado a Toledo, la actividad inquisitorial en Ciudad Real debió de ser intensísima. El tribunal actuaba todos los días, salvo domingos y fiestas de guardar, y hubo sesiones con más de cuarenta implicados.

En los dos años que permaneció en esta localidad la Inquisición, los “Inquisidores de Ciudad Real y su tierra” organizaron once autos de fe y formaron casi cien procesos, en los cuales se reconciliaron e indultaron ciento ochenta y tres apóstatas. El auto más solemne fue celebrado en la plaza principal el 15 de marzo de 1485, en el que se quemó a varios judaizantes.

La población conversa de la zona sufrió un duro golpe y la mayoría huyó de la ciudad, por lo que ante la escasez en el número de causas, se creyó necesario trasladar la sede del tribunal del Santo Oficio a Toledo.

Este traslado se concretó el 15 de junio de 1485, siendo nombrado Díaz de la Costana inquisidor de Toledo, con el mismo estatus de que gozaba en Ciudad Real.

El prior de Santa Cruz de Segovia Tomás de Torquemada, inquisidor general con autoridad real, convocó a un gran número de letrados e inquisidores en la ciudad de Sevilla para ordenar sobre la forma y estilo que habría de observarse en los procesos de la Inquisición que se hiciesen contra herejes y judíos. Díaz de la Costana acudió junto con los inquisidores de Córdoba, Jaén y Sevilla en noviembre de 1484 con objeto de promulgar las Instrucciones del Santo Oficio de la Santa Inquisición. En la junta se confeccionaron las nuevas ordenanzas a las que habían de ajustar sus procedimientos los tribunales, destacando en estas reuniones Díaz de la Costana por sus letras y autoridad en la materia.

Una vez finalizado el congreso inquisitorial de Sevilla y establecido como inquisidor en Toledo, Díaz de la Costana fue nombrado en 1486 canónigo y deán de esta ciudad.

Murió en 1488 en Toledo, siendo enterrado en la capilla de San Eugenio de la Catedral. Tuvo prebendas canonicales en Toledo y Burgos y parece que fue muy estimado y querido por la reina Isabel la Católica.

 

Obras de ~: De Confessione Sacramentali; Tractatus fructuosissimus atque Christiane religioni admodum necessarius super Decalogo et septem peccatis mortalibus, cum articulis fidei et sacramentis ecclesie atque operibus misericordie superque sacerdotali absolutione, utraque excommunicatione et suffragiis et indulgentiis ecclesie, Salamanca, 1500.

 

Bibl.: P. Salazar de Mendoza, Cronica de el gran Cardenal de España don Pedro Gonçalez de Mendoça, Toledo, Imprenta de doña María Ortiz de Saravia, 1625, pág. 193; F. Ruiz de Vergara y Álava, Vida del Illustrisimo Señor Don Diego de Anaya Maldonado Arzobispo de Sevilla. Fundador del Colegio Viejo de S. Bartolome y noticia de sus Varones Excelentes, Madrid, Imprenta de Diego Díaz de la Carrera, 1661, pág. 104; F. Fita Colomé, “Pedro Díaz de la Costana, escritor e inquisidor en la segunda mitad del siglo xvi”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, vol. XXI (1892), págs. 31-32; H. Beinart, Conversos on Trial: the inquisition in Ciudad Real, Jerusalem, The Magnes Press, The Hebrew University, 1981, págs. 92, 99 y 300; Los conversos ante el tribunal de la inquisición, Barcelona, Riopiedras, 1983; J. Blázquez Miguel, Ciudad Real y la Inquisición (1483-1820), Ciudad Real, Comisión Municipal de Cultura, 1986; L. Delgado Merchán, Historia documentada de Ciudad Real: (la judería, la Inquisición y la Santa Hermandad), Ciudad Real, Ñaque, 2005, pág. 226.

 

María Velázquez de Castro

 

 

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