Torquemada, Juan de. Valladolid, 1388 – Roma (Italia), 26.IX.1468. Dominico (OP), teólogo, diplomático, obispo de Cádiz, Orense y León, cardenal.
Hijo del regidor de Valladolid Álvar Fernández de Torquemada, del influyente linaje de los Tovar, ingresó a edad temprana en los dominicos del Convento de San Pablo de su ciudad natal, donde inició los estudios superiores que continuaría en Salamanca. En 1417 acompañó al concilio de Constanza a su superior Luis de Valladolid, integrante de la delegación de Castilla. Concluido el concilio con la solución del cisma, Juan de Torquemada fue enviado a París a ampliar estudios, allí se licenció en Teología (3 de marzo de 1424) y obtuvo el magisterio (16 de febrero de 1425) con vistas a incorporarse a la Cátedra de Teología de la Universidad vallisoletana, recientemente instituida y concedida a Luis por Martín V. De regreso a Valladolid ejerció la docencia y fue prior de San Pablo hasta antes del 1431, fecha en que lo fue del Convento de San Pedro Mártir de Toledo, cuando fue comisionado por el general de los dominicos, Bartolomé Texier, para que le representase junto con otros seis religiosos en el Concilio de Basilea que se iba a reunir en breve.
El 28 de junio del año siguiente recibió una carta del rey Juan II para los conciliares, en la que prometía enviar su embajada solemne más adelante, mientras tanto “vos enviamos, con esta nuestra carta, al honesto religioso fray Juan de Torquemada, maestro en santa teología”. Juan de Torquemada llegó a Basilea el 22 de agosto y el 30 leyó la carta, en latín y en romance, ante la asamblea. Desde entonces mantuvo con el rey castellano una correspondencia detallada en la que le comunicaba los acontecimientos más relevantes. Así el 9 de septiembre, después de informarle de las vicisitudes del viaje y de la satisfacción del concilio por el comunicado regio, le anunció que el papa Eugenio IV había enviado una embajada con la intención de disolver el concilio y trasladarlo a Italia contra el parecer de la mayoría de los conciliares, incluido Torquemada. También le manifestó (11 de abril de 1433) lo fundado del descontento que suscitaban entre los asistentes al concilio los abusos fiscales de la curia romana, pero antes se había enfrentado a los conciliaristas radicales defendiendo los derechos del Papa a nombrar presidentes del concilio (18 de febrero de 1433), y defendió más formalmente la autonomía papal el 8 de junio. En reconocimiento de su labor favorable al Papa, Eugenio IV le nombró maestro de Sacro Palacio (1435) y le concedió nuevos honores años más tarde. El presidente del concilio, el cardenal legado Cesarini, le encargó una síntesis de los argumentos que respaldaban la autoridad suprema de los papas, que plasmó en un tratado. Integrante de distintas comisiones también elaboró otros dictámenes, como el referente a la simonía o el que valora favorablemente las revelaciones de santa Brígida. En una síntesis de las opiniones contrarias a la proclamación de la concepción inmaculada de María, concluyó, con otros cien prestigiosos maestros, que “es más piadoso creer que la santísima Virgen Madre de Dios fue concebida con pecado original”. Pero su resolución no fue discutida en la asamblea, porque el concilio fue trasladado definitivamente por Eugenio IV a Ferrara y hubo de abordar otros asuntos de mayor urgencia. Torquemada secundó la decisión del Pontífice, tanto por no apoyar la postura de los conciliares rebeldes que permanecieron en la ciudad helvética (estos provocaron un cisma que estuvo a punto de fraccionar de nuevo la Cristiandad occidental) como por obedecer a sus superiores dominicos.
El traslado del concilio a Ferrara provocó serias complicaciones. Juan de Torquemada fue enviado, junto con el secretario particular del Papa, Juan Aurispa, para intentar convencer a Juan II de Castilla a aceptar este cambio de la sede conciliar. Durante cuatro meses estuvieron insistiendo en este propósito, pero en vano: no consiguieron que Juan II retirara su apoyo a la asamblea que permanecía en Basilea. Los obispos castellanos también se abstuvieron de acudir a Ferrara, y lo mismo hicieron las Universidades de Salamanca y de Valladolid.
Cuando volvió a Ferrara en 1438, concentró sus fuerzas en la discusión acerca del purgatorio con los griegos, cuya unión con la Iglesia romana se estaba intentado con toda seriedad; pero en octubre se integró en la delegación pontifica, en la que se encontraba también Nicolás de Cusa, enviada a la segunda Dieta de Nurenberg con el propósito de atraer a los príncipes alemanes al reconocimiento de la nueva sede conciliar. En el discurso de Torquemada a la dieta refutó minuciosamente las pretensiones de Basilea, defendiendo la plenitud de potestad pontificia, incluso frente a los concilios generales. Acordaron celebrar unos meses después una nueva reunión en Maguncia con representantes de Basilea, de Eugenio IV, de los príncipes alemanes, de Francia y de Castilla. Torquemada defendió la posición del Papa, de quien aseguraba que no había trasladado el concilio para huir de la reforma, como afirmaban los de Basilea, sino para evitar el cisma que se avecinaba y facilitar la unión con los griegos, que preferían reunirse con los latinos en Italia.
Al regreso de este viaje, el concilio ya había sido trasladado a Florencia para huir de la peste. Reincorporado a la asamblea de Florencia, probablemente en mayo de 1439, participó activamente en las discusiones con los griegos acerca de la eucaristía, que culminaron con la unión oficial de las dos iglesias ratificada por el mismo emperador de Constantinopla que estaba presente (6 de julio de 1439). Continuaron las sesiones conciliares y, para terminar con la resistencia de la asamblea que se mantenía en Basilea, durante los meses de septiembre y octubre se planteó una discusión al estilo académico acerca de la postura conciliarista, defendida por el cardenal legado Cesarini y refutada con rigor por Torquemada, quien en su entusiasmo llegó a descalificar nada menos que los decretos de Constanza, con gran satisfacción de Eugenio IV.
El 20 de octubre de ese mismo año salió Torquemada con la delegación pontificia enviada a Francia para intentar que el rey Carlos VII dejase de apoyar a la asamblea de Basilea y se adhiriera a Eugenio IV, pero no obtuvieron concesión alguna del rey francés, quien terminó pidiendo un nuevo concilio que aclarara aquel estado de cosas y mantuvo en vigor la Pragmática Sanción. Durante el viaje, a Juan de Torquemada le llegó el nombramiento de cardenal de San Sixto (18 de diciembre de 1439) y recibió el capelo en Bourges. De regreso en Florencia participó activamente en las discusiones que llevarían a clausurar definitivamente la disensión de Basilea. En este contexto publicó (1441) una explicación del decreto de unión con los griegos (Apparatus super decretum unionis), que tiene como objeto disipar cualquier posible malentendido sobre la intervención del papa Eugenio IV en este proceso.
Terminadas las tareas conciliares, permaneció vinculado a la curia pontificia hasta el fin de sus días, colaborando con los papas que se fueron sucediendo en la sede romana (Nicolás V, Calixto III, Pío II y Pablo II) y dedicado intensamente a la redacción de importantes obras junto con otros trataditos más coyunturales. Entre estos, merece especial recuerdo el Tractatus contra Madianitas et Ismaelitas, en que combate la discriminación de los conversos y que fue publicado para impedir que prosperara una petición de aprobación papal para los documentos elaborados por los líderes de la revuelta anticonversa que se produjo en Toledo en 1449. Sus obras mayores son la Summa de Ecclesia y el Comentario al Decreto, en las que se opone decididamente a cualquier forma de conciliarismo.
Como cardenal curial, necesitaba ingresos que le fueron asignados mediante beneficios eclesiásticos. Los de mayor entidad fueron el obispado de Cádiz (27 de julio de 1440) de donde fue trasladado a Orense, cuya sede ocupó en dos ocasiones (1442- 1445; 1463-1465). Fue nombrado para la sede de León (31 de julio de 1460), pero se opuso Enrique IV, a instancias de Sánchez de Arévalo, y no llegó a tomar posesión. En Italia se le encomendó la sede de Palestrina en 1455, conservando las que ya tenía como titular de San Sixto y Santa María en Trastébere, y la de Sabina desde 1463 hasta su muerte. Tenía también desde 1449 el deanato de Orense y la Abadía de Salas de los Infantes (Burgos); desde 1453, la Abadía de Valladolid, que dependía inmediatamente del Papa, para la que consiguió de Pío II la dignidad de escolastría, con la que contaban ya casi todas las catedrales de Castilla, y que fue concedida por primera vez a su sobrino Juan de Torquemada (1 de octubre de 1459). También fue administrador de la Abadía italiana de Subiaco (13 de agosto de 1455), a la que dotó de nuevos estatutos (1456) y de imprenta. Tuvo también durante algún tiempo, en Santiago de Compostela, la Abadía Benedictina de San Martín de Compostela (hasta 1448) y el priorato de Santa María de Sar (hasta 1451); fue deán de de Orense (1449) y de Zamora (hasta el 21 de octubre de 1452), arcediano de Vivero (hasta 1452) y de Cerrato (Palencia) y, durante once meses, abad de Sahagún, que resignó en 1468, pocos días antes de morir.
Juan de Torquemada dedicó parte de sus rentas a establecer fundaciones para ayudar a jóvenes casaderas pobres, como las establecidas en Florencia y en la Minerva de Roma, para redimir cautivos, para la expedición contra el turco que alentaba Pío II, para mejorar los edificios de la Colegiata y del Convento de San Pablo de Valladolid, al que proporcionó además importantes libros remitidos desde Italia, y para restaurar la iglesia romana de la Minerva. Entre los sobrinos que le sirvieron y fueron recompensados por Torquemada se poueden mencionar a Juan de Ayllón, doctor en Decretos (1454), que le sucedió como abad de Valladolid, y a Juan de Torquemada, quien por tener el mismo nombre y suceder en algunos de los beneficios al cardenal, provoca a veces equívocos a los historiadores. Este Juan ya era en 1447, con quince años, canónigo de León, en 1453 arcediano de Vivero, en 1459 de Cerrato con la dignidad de la escolastría de Valladolid y, al morir su tío, abad de Salas de los Infantes.
Como característica de su personalidad hay que destacar su pasión por el estudio, que plasmó en importantes tratados y le dio gran prestigio en Italia como experto en Teología y artes liberales. También fue impulsor de la reforma de los religiosos, sobre todo de los dominicos, con algunos de los cuales llegó a portarse con severidad, en opinión de Gaspar de Verona que le admiraba, por lo demás, como sabio. En las tertulias de sobremesa, en vez de comentar temas profanos, solía abordar cuestiones religiosas, algunas de las cuales se reunieron en las Cuestiones sobre los evangelios de todo el año, cuya redacción justifica para facilitar el conocimiento de la Escritura a los poco familiarizados con la especulación teológica, entre los que se encontraban muchos prelados de la curia, reconoce Torquemada mismo. Murió el lunes 26 de septiembre de 1468, y fue sepultado en la Minerva de Roma.
Obras de ~: Concio in dominica secunda Adventus anno 1432 ad patres concilii Basiliensis habita, 1432; Repetitiones super quibusdam propositionibus Augustini de Roma, 1435 [ed. en J. D. Mansi, Sacrorum Conciliorum nova et amplissima collectio, t. 30, Graz, 1961 (reed.), cols. 979-1034]; Sermo de Sancto Thoma 1435 [ed. de Th. Prügl en Achivum Fratrum Praedicatorum (AFP), 64 (1994), págs. 177-199]; Flores sententiarum de auctoritate summi pontificis excertae ex dictis beati Thomae de Aquino, 1436; Tractatus de sacramento Eucharistiae contra Bohemios, 1436; Tractatus contra avisamentum Basileensium quod non liceat appellare a concilio ad papam, 1436 (ed. en J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 30, cols. 1072-1094); Tractatus de veritate conceptionis Beatissimae Virginis, 1437; Oratio vel Latinorum responsio ad libellum Graecorum, 1438 (Patrologia Orientalis, t. 15, doc. 4, págs. 80-107); Propositio ad dietam Nuremburgensem, 1439 (ed. en J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 31 A, cols. 40-62); Propositio ad dietam Maguntinam, 1439 (ed. en P. Massi, Magisterio infalibile del papa nella teologia di Giovanni de Torquemada, Torino, 1957, págs. 165- 176); Responsio in blasphemam et sacrilegam [...] Basileensium, 1439 (ed. en J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 31 A, cols. 63-126); Orationes seu dissertationes duae in concilio Florentino, 1439 y 1440 (ed. en J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 31 B, cols. 1671-1674 y 1683-1688); Tractatus de potestate papae et concilii generalis, 1440 (ed. en J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 31 B, col. 1941-1948; ed. crítica de M. Candal, Roma, Pontificium Institutum Orientalium Studiorum [PIOS], 1954); Apparatus super Decreto unionis Graecorum, 1441 (ed. crítica de M. Candal, Roma, PIOS, 1942); Reprobationes triginta octo articulorum quos tenent haeretici husiti de Maldavia, 1442; Tractatus in quo ponuntur impugnationes quarundam propositionum Alphonsi de Madrigal, 1443; Defensiones revelationum sanctae Brigittae, 1446; Tractatus contra Madianitas et Ismaelitas, 1450 (ed. de N. López y V. Proaño, Burgos, 1957; ed. crítica de A. Martínez en Tratado contra madianitas e ismaelitas, de Juan de Torquemada, Madrid, 2002, págs. 125- 239); Summa de Ecclesia, 1450-1453; Tractatus quinquaginta veritatum contra quinquaginta errores manichaeorum iussu Pii II papae, 1461 [ed. de D. Kamper en Croatia Sacra, 3 (1932), págs. 27-93; ed. N. López y V. Proaño, Burgos 1958]; Expositio brevis et utilis super toto Psalterio, terminada 4 de mayo de 1463; Commentarii in Decretum Gratiani, 1444-24 de marzo de 1464); Meditationes positae et depictae de ipsius mandato in ecclesiae ambitu Sanctae Mariae de Minaerva Romae, Roma, 1467; Votum super avisamentum quod papa debeat iurare servare decreta de conciliis generalibus continuandis (ed. de J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 30, cols. 599-606); Quaestio de decreto irritante, (ed. de J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 30, cols. 550-590); Collecta super petitione regis Franciae de alio tertio concilio (ed. de J. D. Mansi, Sacrorum [...], op. cit., t. 35, cols. 43-56); Nova Ordinatio Decreti Gratiani sive Turris aurea Decretorum sive Nova Compilatio Decreti (inéd.); Tractatus de aqua benedicta sive Tractatus de efficatia aquae benedictae contra Petrum Anglicum (inéd.); Contemplationes sive Meditationes in vitam Christi (inéd.); Tratatus de defectibus in missa adversus Petrum Anglicum (inéd.); Quaestiones super evangeliis totius anni (inéd.); Flos theologiae o Quaestiones de tempore et sanctis (inéd.); Tractatus contra principales errores perfidi Machometti et Turcorum sive saracenorum (inéd.); Expositio Regulae beatissimi patris Benedicti (inéd.); Dialogus inter discipulum deplorantem ruinam populi christiani et victoriam thurcorum in eos atque magistrum Scriptura consolantem (inéd.); Tractatus de reformatione o Decisiones in Regulam s. Benedicti pro conscientia praelatorum et subditorum (inéd.); De salute animae (inéd.); Epistola consolatoria ad fratres (inéd.); Expositio Regulae Beatae Brigittae (inéd.); Expositio omnium s. Pauli epistolarum (inéd.); Quodlibeta (inéd.); Libellus contra haereticos impugnantes paupertatem Christi et suorum apostolorum (inéd.); Tractatus circa paupertatem Christi (inéd.); De paupertate Christi et perfectione (inéd.); Opusculum ad honorem Romani Imperii et dominorum Romanorum (inéd.); Tractatus de nuptiis spiritualibus (inéd.); De iure naturali et de iure gentium (inéd.); Circa principium decreti coventionis nostrae et Graecis (inéd.); Quaestiones de coetu et auctoritate dominorum cardinalium (inéd.); Sermo de sancto Ambrosio (inéd.); Sermo de sanco Michaele (inéd.); Expositio super Apocalypsim (inéd.); Tractatus magnus Johannis de Turrecremata O. P de XV significationibus Ecclesiae (inéd.).
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Ángel Martínez Casado