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Juan Rodríguez Freyle

Biografía

Rodríguez Freyle, Juan. Bogotá (Colombia), 25.IV.1566 – Bogotá o Guatavita (Colombia), c. 1642. Cronista.

El autor de El Carnero, uno de los libros más importantes escritos en los primeros tiempos en el Nuevo Reino de Granada, hoy República de Colombia, era hijo de un matrimonio de castellanos oriundos de Alcalá de Henares, Juan Freyle y Catalina Rodríguez, quienes viajaron al Nuevo Mundo alrededor del año 1552, entre las gentes que acompañaron al nuevo arzobispo, fray Juan de los Barrios, de acuerdo con la disposición dictada por el emperador Carlos V, según la cual sólo pudiesen viajar a tierras de Indias cristianos viejos, acompañados por sus mujeres. El matrimonio Freyle-Rodríguez cumplió con las pruebas de sangre que eran de rigor, y a finales del mes de octubre de 1552 partieron de Sanlúcar de Barrameda hacia tierras americanas.

Tras un azaroso viaje, llegaron a Santa Marta el 6 de febrero de 1553. En aquella región se produjo al poco tiempo un alzamiento de indios Buriticá, frente al cual levantó tropas el capitán Pedro de Ursúa, sobrino del presidente del Nuevo Reino, licenciado Miguel Díaz de Armendáriz. Juan Freyle se alistó en las filas españolas para combatir a los indios rebeldes, y por esto no acompañó a fray Juan de los Barrios en su viaje a Santafé de Bogotá, mientras Catalina lo esperaba en Santa Marta.

Después de llevar a cabo algunas campañas en las zonas costeras de la Nueva Granada, Juan se reunió con su esposa y se dirigieron a Santafé, con el ánimo de fijar allí su residencia. En esta ciudad entablaron buenas relaciones con sus primeros pobladores españoles, entre ellos el fundador de Santafé, el adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada, quien fue padrino de bautismo de una hija suya. Juan Freyle, además, acompañó a Jiménez de Quesada en su segundo viaje a España, de donde regresó “sin blanca”, como lo relata años más tarde en sus reminiscencias de El Carnero.

El título original de este libro es Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, que comprende hasta el año de 1638, compuesta por Juan Rodríguez Freyle, natural de Cartagena de Indias, cuyo padre es uno de los primeros pobladores y conquistadores de este Nuevo Reino. En él, Rodríguez Freyle da algunos someros datos sobre su vida, que permiten reconstruir un esbozo biográfico, pese a varias contradicciones e imprecisiones en las fechas y nombres, como es el caso de su lugar de nacimiento, que aunque en la página de presentación de su obra aparece como Cartagena de Indias, no caben dudas de que se trató de Santafé de Bogotá, como él mismo afirma en el capítulo II de El Carnero, y lo demuestra su partida de nacimiento, registrada en el Libro de Bautismo de la iglesia arzobispal de Santafé de Bogotá, el año de 1566.

En los relatos de algunas historielas, Rodríguez Freyle da un testimonio directo de su participación en los hechos narrados, como fue el caso del asesinato de Juan de los Ríos, cuyos autores, el oidor Cortés de Mesa y su cómplice Andrés de Escobedo, fueron juzgados y condenados a muerte, acto cumplido el 30 de julio de 1580, y que el joven Rodríguez Freyle pudo presenciar cuando apenas contaba con catorce años de edad.

Antes de este hecho punitivo, había sido testigo de la muerte del presidente de la audiencia de Santafé, Francisco Briceño, a los nueve años. Por entonces estudiaba primeras letras en la escuela pública de la ciudad, como relatará en el capítulo X de El Carnero, muchos años después de haber ocurrido los hechos.

Tras terminar el primer período de escolaridad, pasó a efectuar estudios de Gramática, y obtuvo “corona y grados” de parte del nuevo arzobispo de Santafé, Luis Zapata y Cárdenas, quien había fundado el Colegio Seminario de San Luis en 1582.

Hacia finales del siglo xvi o comienzos del XVII, Rodríguez Freyle se alistó como soldado, siguiendo las directrices de su protector, el licenciado Alonso Pérez de Salazar, entonces presidente encargado de la Audiencia, con el fin de pacificar a los indios pijaos, una de las tribus más belicosas que se encontraron en el Nuevo Reino, y cuyas guerras duraron varias décadas.

Entre los comandantes que se enfrentaron a los aguerridos pijaos de la provincia de Timaná, así como a sus aliados natagaimas y coyaimas, se encontraba el capitán Diego de Bocanegra, bajo cuyo mando probablemente participó Rodríguez Freyle. Otro importante capitán de aquellas lides fue Diego de Ospina, fundador de la villa de Neiva, amigo íntimo de Francisco Ocallo, cuñado de Rodríguez Freyle. La historia de aquellas jornadas fue registrada en un manuscrito, hoy desaparecido, titulado Guerra y conquista de los indios Pijaos, compuesto por el escribano Hernando de Angulo y Velasco, así como en la Comedia de la guerra de los Pijaos, obra de Hernando de Ospina, hijo del fundador de Neiva, cuyo texto también se ha perdido.

Es posible que Rodríguez Freyle haya participado como soldado en más de una de aquellas campañas contra los Pijaos, antes y después de su viaje a España, que emprendió en la comitiva de su señor y protector, Alonso Pérez de Salazar, quien se dirigía a la Península en calidad de preso, al habérsele hallado culpable en el juicio de residencia, del excesivo rigor con el que castigó a dos hidalgos venidos del Perú, por haber secuestrado a una india en una venta del pueblo de Simijaca, condenándolos a ser degollados.

El Consejo de Indias halló ajustada la sentencia dictada por Pérez de Salazar, y, en consecuencia, ordenó que se le restituyera en su cargo, lo cual no aceptó el inculpado, prefiriendo quedarse en España. Allí permaneció también Rodríguez Freyle durante seis años, hasta la muerte de su protector, sin que se sepa muy bien qué hizo durante ese tiempo, como no sea el recuento de un viaje a Sevilla y luego a Cádiz, durante el asedio que emprendió contra aquel puerto atlántico el pirata inglés Francisco Drake.

Rodríguez Freyle llegó a Sevilla en la primavera de 1587, y de aquella estadía en la ciudad andaluza narra sus impresiones sobre el entierro de un personaje llamado El Corzo, a cuya ceremonia acudió gran parte de la ciudad. En momentos en que tenía lugar el sepelio, Francisco Drake atacó la ciudad de Cádiz, el jueves 19 de abril de 1587. Al día siguiente la noticia llegó a Sevilla, y Rodríguez Freyle fue uno de los primeros en alistarse para combatir al agresor inglés, dirigiéndose a Cádiz por el Guadalquivir, en un navío que era propiedad de un amigo suyo. Drake no pudo vencer las defensas de la ciudad, y al poco tiempo emprendió la retirada.

Muchos fueron los acontecimientos que tuvieron lugar durante la estadía de Rodríguez Freyle en España, entre los que se destacó el desastre para el imperio de la derrota de la llamada Armada Invencible y sus repercusiones en la Corte, aunque el autor no menciona estos hechos en las páginas de El Carnero. Por aquellos días apareció en Madrid el primer tomo de las Elegías de varones ilustres de Indias, de Juan de Castellanos, texto que Rodríguez Freyle leyó, como consta en algunas citas de las Elegías que hace en su obra.

En 1591 Rodríguez Freyle regresó a Santafé de Bogotá. Se interesó por las labores agrícolas, y en aquellas faenas conoció y entabló amistad con el cacique Juan, señor de Guatavita, quien le relató las historias de su pueblo, trasmitidas en forma oral de generación en generación, y que le sirvieron para componer la primera parte de su Historia de la conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada.

En el capítulo II de El Carnero cuenta “quién fue el cacique de Guatavita y quién el de Bogotá, y cual de los dos tenía la monarquía de este reino, y quién la de Tunja y de su partido”. Rodríguez Freyle constata cómo entre los naturales del Nuevo Mundo “no se ha hallado ninguno que supiese leer y escribir”, y, por lo tanto, se hace necesario recoger las relaciones orales, de modo que no se pierda la historia. Así concluye: “Tal como me lo contaron, te lo cuento”, de manera escueta y sabrosa, sin héroes ni mitos, como ocurrió con otros relatos de la conquista de América.

En 1599 llegó a Bogotá otro arzobispo, fray Bartolomé Lobo Guerrero, que jugó un papel singular en la vida del cronista, pues fue el prelado que bendijo el matrimonio entre Juan Rodríguez Freyle y Francisca Rodríguez, en 1601. Ya casado, Rodríguez Freyle decidió asentarse en un pueblo tranquilo, y dedicarse a las faenas del campo, comprando algunas tierras en el valle de Guasca, en las cercanías de Santafé. Allí pasó gran parte de su tiempo durante un buen número de años, viajando ocasionalmente a Santafé, para procurarse libros y enterarse de las últimas noticias, y también efectuó correrías por los pueblos vecinos, donde recogió muchas de las historias que luego incluyó en su libro.

En 1617 compró otra finca para la cría de ganado, llamada Muenquentivá, una parte de la cual se hallaba en jurisdicción de Guatavita y la otra en los límites de Gachetá. Estas haciendas, que eran el producto de muchos años de trabajo, pronto se convirtieron para él y su familia en un grave problema, a causa de un pleito por deudas que entabló en su contra su antiguo socio en estas labores agrícolas, el capitán Francisco Gutiérrez de Montemayor. El juicio correspondiente se llevó a cabo entre los años de 1621 y 1630, y más tarde, ya muertos los querellantes, el pleito fue revivido por los frailes de San Agustín, contra los sucesores de Rodríguez Freyle, en su condición de herederos del demandante, ya que el capitán Gutiérrez de Montemayor había tomado los hábitos en el Convento agustino, legando sus bienes a los frailes de la Orden, entre los cuales se hallaban los últimos títulos en litigio en el proceso contra el autor de El Carnero.

Rodríguez Freyle y Gutiérrez Montemayor habían configurado una sociedad para explotar en forma conjunta un negocio agrícola y ganadero. A finales de 1620 surgieron las primeras discrepancias entre ellos, al descubrirse un alcance en las cuentas de Rodríguez Freyle por valor de 100 pesos y 7 tomines, una suma muy inferior a lo que valían sus haciendas. Éste reconoció la deuda de inmediato, y ofreció pagarla tan pronto pudiese, pero al no hacerlo con la premura que su socio requería, Gutiérrez Montemayor se apresuró a poner una demanda contra su antiguo socio, que a la postre resultó en una suma muy superior a la deuda que ocasionó la demanda. El 6 de noviembre de 1622 se dictó orden de prisión contra Rodríguez Freyle como deudor moroso, pero por hallarse en aquellos días enfermo y en cama, se le dio la casa por cárcel, mientras se adelantaban las diligencias de confiscación de sus bienes, sin que don Juan tomara parte en ellas.

Pese a las arbitrariedades que se cometieron en su contra, enfermo y reducido a la pobreza, Rodríguez Freyle sobrellevó con paciencia estas desgracias, mientras se dedicaba a organizar sus recuerdos y papeles, y ya anciano, iniciaba la escritura de El Carnero, en cuyas páginas sus conflictos y penurias personales se esconden con gran dignidad, aunque no dejan de presentarse algunas alusiones a las injusticias humanas y al proceder parcializado de los jueces. En 1630 se habrá consumado el expolio, y Rodríguez Freyle quedó reducido a la miseria tras el veredicto final, sin derecho a la apelación. Don Juan se refugió entonces en la escritura de su obra, relatando los pormenores de la vida en el Nuevo Reino de Granada, por medio de historielas concebidas con gracia y buen humor, sobre los acontecimientos y personajes más peculiares de la época, algunos conocidos personalmente por él y otros de oídas, por medio de los relatos de terceros.

Rodríguez Freyle era un buen lector, como se desprende tanto de las referencias que da en su obra, como por las menciones a los libros de su biblioteca, registradas en el proceso seguido en su contra. Al respecto, entre las citas que aparecen en las páginas de El Carnero se descubren algunas con nombre propio, tomadas del Libro de la oración y meditación de fray Luis de Granada, así como de las Epístolas familiares, de fray Antonio de Guevara. Por otra parte, don Juan fue un lector asiduo de la picaresca española, en especial del Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, cuyo personaje había resultado preso por deudas, como él mismo. También leyó el Marcos de Obregón y algunos relatos de caballerías, como El caballero del Febo, espejo de príncipes y caballeros, de Diego Ortúñez de Calahorra, dado a la luz en el año de 1562.

Mientras Rodríguez Freyle escribía las historias del Carnero en Guasca o en Guatavita, en Santafé de Bogotá otros escritores y cronistas componían sus propias obras, en algunos casos refiriéndose a los mismos episodios y personajes, aunque con marcadas diferencias de concepción y estilo, como sucede con las Genealogías, de Juan Flórez de Ocáriz, quien llegó a Santafé en 1626, o fray Pedro Simón, quien comenzó a escribir sus Noticias historiales al llegar a la misma ciudad en 1623, cuando contaba con cuarenta años de edad, y Rodríguez Freyle ya había cumplido los cincuenta y siete años y aún le faltaban otros siete para iniciar la escritura de El Carnero.

Poco se sabe de don Juan, desde que terminó su obra, en 1638, hasta la fecha de su muerte, acaecida probablemente hacia 1642, sin que se tenga certeza del lugar de su fallecimiento ni del sitio donde se encuentran sus despojos. En la antigua Guatavita existía la tradición de que allí había muerto don Juan y lo habían enterrado en la iglesia vieja. Tampoco se sabe qué ocurrió con su esposa y sus hijos, ni si existen descendientes directos suyos.

Los temas tratados en El Carnero comprenden cien años de historia, desde la llegada de los conquistadores y la fundación de Santafé de Bogotá, en el año 1538, hasta 1638, cuando se cumplía el primer centenario de la capital del Nuevo Reino. Del trabajo de Rodríguez Freyle existen varias copias manuscritas, aunque el original de puño y letra del autor está perdido.

La primera edición de esta obra, llevada a cabo por el escritor Felipe Pérez, sólo vino a ver la luz de la imprenta en 1859.

De la obra de don Juan, El Carnero, se han compuesto muchas ediciones en los años siguientes a la primera y segunda ediciones, hasta llegar a la reproducción facsimilar del manuscrito que se halla en la Biblioteca Nacional de Colombia, realizada como parte de la colección de obras de los países latinoamericanos, con ocasión del V Centenario del descubrimiento de América.

 

Obras de ~: El Carnero, Bogotá, Imprenta de Pizano y Pérez, 1859 [incluye el catálogo de los arzobispos y prebendados de la iglesia metropolitana de Santafé, desde 1569 hasta 1638] (2.ª ed., Bogotá, Tipografía de Borda, 1884; Bogotá, Tipografía de Borda, 1890; Bogotá, Ediciones Colombia, 1926; pról., notas e índice de J. M. Henao, 1935; ed. facs., Madrid, Testimonio Compañía Editorial, 1993).

 

Bibl.: H. H. Orjuela, “Introducción”, en J. Rodríguez Freyle, Ficciones de El Carnero, Bogotá, Ediciones La Candelaria, 1974; S. Benso, La técnica narrativa de Rodríguez Freyle, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1977; D. Achury Valenzuela, “Prólogo”, en J. Rodríguez Freyle, El Carnero, Caracas, Ayacucho, 1979; P. Lastra, “Sobre Juan Rodríguez Freyle”, en Revista Eco (Bogotá), vol. 51, n.° 251 (septiembre de 1982); M. Germán Romero, “Introducción”, en J. Rodríguez Freyle, “El Carnero”, según el manuscrito de Hierbabuena, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984.

 

Carlos José Reyes