Yegros, Fulgencio. Quyquyó (Paraguay), 1780 – Asunción (Paraguay), 17.VII.1821. Patriota de la Independencia.
Perteneciente a una familia de militares de casta y de ilustre tradición en la provincia del Paraguay. Durante dos siglos, los Yegros intervinieron activamente en la clase directiva del país y presumiblemente el primitivo apellido fuera Yedros, conquistadores de la primera época. Sus bisabuelos por línea paterna eran el maestre de campo Josefo de Yegros y Francisca de Ledesma Valderrama, sus abuelos, el capitán general y gobernador, Fulgencio de Yegros y Ledesma y Tomasa Franco de Torres. Fue hijo del teniente coronel José Antonio de Yegros y de María Ángela Franco de Torres. El pueblo de su nacimiento se hallaba asentado en una región prácticamente dominada por la familia Yegros, donde ésta poseía ricas haciendas, en la más importante de ellas, Santa Bárbara, Fulgencio pasó gran parte de su niñez.
Como en esa época, todo descendiente de nobles militares, tenía por principal mira el manejo de las armas; por consiguiente, siendo aun muy joven se incorporó a las milicias provinciales, al igual que sus hermanos menores Antonio Tomás y José Agustín. En enero de 1802, con el grado de alférez, Fulgencio Yegros tomó parte de la expedición despachada al fuerte Coimbra para desalojar a los portugueses que invadieron la zona, acción en que cayó prisionero, siendo prontamente rescatado por una comisión expresa enviada por el gobernador Lázaro de Ribera (1796-1806). A su regreso, fue nuevamente enviado al territorio de las ex misiones jesuíticas para contener las incursiones de los indígenas chaqueños que atacaban constantemente dichos pueblos habitados por los guaraníes. Su misión fue coronada con la victoria y logró mantener la región en paz por bastante tiempo.
En 1806, con la jerarquía de teniente, formó parte de del cuerpo expedicionario paraguayo remitido al Río de la Plata para enfrentar a los ingleses que invadieron las costas atlánticas. Le cupo una destacada actuación en la defensa de Montevideo, combatiendo heroicamente en la batalla del Buceo (1807), en cuya oportunidad fue herido de gravedad. De regreso a la provincia, estuvo al mando de un destacamento que vigilaba los pasos del Paraná, ocasión en que capturó al emisario porteño Ignacio Warnes. Con grado de capitán luchó, bajo las ordenes de los comandantes Juan Manuel Gamarra y Manuel Atanasio Cavañas, contra el general bonaerense Manuel Belgrano, en el combate de Paraguarí (19 de enero de 1811), donde se distinguió como uno de los artífices que trastrocó una derrota inminente en una victoria trascendente. Posteriormente, por orden del coronel Cavañas, quien fungía de comando superior ante la defección del gobernador Bernardo de Velasco, dirigió la vanguardia de las fuerzas provinciales que persiguió a los invasores hasta la margen izquierda del río Tacuary. Una vez más, la actuación de Yegros fue decisiva para la victoria final contra los porteños (9 de marzo de 1811). Por su excepcional triunfo en ambas campañas, Velasco lo ascendió a teniente coronel y lo designó gobernador-comandante de las misiones, con sede en ltapúa, mientras la mayoría de los ex-combatientes de las citadas contiendas, fueron licenciados.
En ltapúa, detuvo al teniente José de Abreu y a su escolta, emisario portugués de la princesa Carlota Joaquina, quien residía en Río de Janeiro y pretendía el reconocimiento del reino, ya que era hija de Carlos IV y hermana de Fernando VII. Sólo autorizó el paso hacia la capital, cuando el gobernador permitió su arribo. Es importante advertir que, después de la capitulación de Belgrano, Yegros fue uno de los primeros patriotas afiliado a la idea de la libertad, manteniendo desde entonces una activa comunicación con el general porteño, con el objetivo de preparar una revolución independentista. Su brillante hoja de servicios, su prestigioso nombre y la popularidad que gozaba en el ámbito castrense, lo convirtieron en el virtual jefe del pronunciamiento emancipador. Sus coetáneos lo describían como un soldado apuesto, bizarro y gallardo. De estatura mediana y gran desarrollo muscular, de mirada lánguida y distante y con la sonrisa siempre a flor de labios. Vestía con elegancia y pulcritud, enfundado en su uniforme azul oscuro con vivos granates y discretos alamares que le otorgan un porte de gran señor.
Aunque ausente de la capital, tejía diligentemente las tramas que se concretarían en la revolución, siendo su hermano menor, el capitán Antonio Tomás Yegros el nexo con la oficialidad del ejército asunceno. El levantamiento no iba a concretarse por medio de un golpe cuartelero, sino mediante una marcha militar sobre la capital. Yegros se sublevaría en Itapúa; Cavañas movilizaría a una tropa asentada en las Cordilleras, mientras, Blas José de Roxas, comandante de las fuerzas paraguayas en Corrientes se plegaría al plan. Sin embargo los acontecimientos debieron ser anticipados y alterado el plan primitivo, ante el temor de que se abortara y en la necesidad de truncar las gestiones de Abreu. El capitán Pedro Juan Cavallero y el alférez Ignacio Iturbe vieron la necesidad de sublevarse en la noche del 14 y en la madrugada del 15 de mayo de 1811. Yegros recibió la comunicación del golpe el día 18 y prontamente, previas medidas de seguridad, partió de Itapúa con una escolta hacia la capital, llegando en la tarde del 21 al Cuartel General de la Rivera. Aclamado por toda la ciudadanía fue recibido con una salva de once cañonazos.
Un mes más tarde, el primer Congreso Nacional (17 de junio de 1811) lo designó presidente de la Junta Superior Gubernativa, funciones que sumó al de comandante general de Armas. Yegros y Cavallero fueron los únicos integrantes de la Junta que cumplieron sin interrupciones el período del primer gobierno nacional, cuyas acciones se prolongaron hasta la convocatoria del segundo Congreso Nacional (30 de septiembre de 1813). La magna asamblea depositó la administración en sus manos y en la del doctor José G. Rodríguez de Francia, en calidad de cónsules de la república y, al mismo tiempo se les designó a ambos la jerarquía de brigadier general, convirtiéndose de esta manera en los primeros generales del ejército independiente.
Después de su breve actuación en el gobierno consular se alejó de toda actividad política y militar, viviendo en su estancia de Quyquyó, con su esposa Josefa Facunda Speratti y sus hijos: Josefa Damasa, nacida el 9 de mayo de 1814, Anunciación, el 25 de marzo de 1816, Rómulo José, el 6 de julio de 1818, y Ángel Ignacio, nacido el 30 de julio de 1820.
Involucrado en la conspiración de 1820 para derrocar al dictador Francia fue apresado y tras un exiguo juicio fue fusilado al pie de un naranjo a cien metros de la casa de gobierno. Durante su encierro escribió varios artículos, en cuyos versos describió su grande e inmarcesible amor a la libertad. Sus descendientes se proyectan hasta nuestros días.
Bibl.: R. Urbieta Valdovinos, Independencia o muerte, est. biogr. de F. Yegros, Asunción, Imprenta Nacional, 1940; C. E. de Caceres, Hombres Célebres del Paraguay, Asunción, 1953; C. Zubizarreta, Cien vidas paraguayas, Asunción, Editorial Araverá, 1985; L. G. Benitez, Breve Historia de Grandes Hombre, Asunción, Gráficas Comuneros, 1986; O. Quiroga, Biografía de Fulgencio Yegros, en Forjadores del Paraguay. Diccionario Biográfico, Buenos Aires, Distribuidora Quevedo de Ediciones, 2000.
María Monte de López Moreira