Vera y López, Jaime. Salamanca, 20.III.1859 – Madrid, 19.VIII.1918. Médico, político e intelectual socialista, fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Su educación transcurrió en un medio familiar progresista —su padre era un hombre ilustrado, radical y demócrata— y en el Colegio Internacional madrileño, fundado por los krausistas en 1866, y de efímera existencia, donde eran profesores Salmerón, el cura Tapia y un humanista, devoto de El Quijote, llamado Antonio Buenavida, quien al parecer dejó una huella y una inquietud cultural que acompañaron a Vera toda la vida.
Terminó pronto el bachillerato en el Instituto de San Isidro (Madrid), y a los quince años, en octubre de 1873, comenzó la carrera de Medicina. Ese primer año de carrera vino a determinar lo que luego fueron las dos facetas más destacadas de Jaime Vera, la de médico y la de intelectual socialista. En ese primer curso de carrera, conoció a Alejandro Olcina, antiguo afiliado a la Sección de Tipógrafos de la Internacional, que le facilitó el contacto inicial con los textos marxistas. “En 1873 —recordaría más tarde el propio Jaime Vera—, y sobre la misma mesa de disección en que estudiaba Anatomía, leía yo el Manifiesto Comunista, en que tan bien se hace la disección de la sociedad”. El mismo Olcina lo puso entonces en contacto con el pequeño grupo del que formaban parte García Quejido, Matías Gómez, Calleja, Mora, etc., que componían el germen de lo que más adelante fue el Partido Socialista. No se adhirió inmediatamente a este grupo, pero —continúa Jaime Vera recordando— “estudié las nuevas ideas, estudié también los programas y las doctrinas de los partidos en efervescencia entonces, convertida España en aquélla época en laboratorio de política experimental; medité, observé, y cuatro años más tarde, después de un largo viaje en que toqué en cuatro de las cinco partes del mundo, más maduro mi juicio, ingresé en el grupo, insignificante en la apariencia”.
Se integró decididamente Vera en ese grupo socialista en 1877. Su adhesión firme al socialismo la explicaba él mismo, años más tarde, con estas palabras: “No entré yo en el socialismo por odio a la sociedad. He cumplido mis deberes con los de abajo y con los de arriba, y, personalmente, sólo motivos de gratitud tengo para la sociedad. [...] No entré tampoco por sentimentalismo.
Por mi profesión de médico veía la miseria, veía también que en los cuerpos de los proletarios se estudian las verdades científicas que en último término aprovechan; tengo corazón, sentimientos...; aun así no fueron ellos los que me decidieron. [...] No entré tampoco por romanticismo, por odio a las injusticias e iniquidades sociales, que no es el odio fundamento de doctrina. Estoy en el Socialismo, y a él vine, por plena convicción científica, como deberían estar cuantos sincera y seriamente buscan la verdad. Mi tarea profesional es buscarla; la he visto en el socialismo y a él he ido. He aquí por qué soy socialista: por plena y absoluta convicción científica”.
1879 fue otro año importante en la vida de Jaime Vera. Fue el de su brillante licenciatura en Medicina, y el de su participación en la primaria fundación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El 2 de mayo de 1879 se celebró un Banquete de Fraternidad Internacional en Madrid, al que asistieron veinticinco personas, la mayoría de ellos obreros, y en especial tipógrafos, entre las que se encontraba Jaime Vera. Allí se nombró una comisión, formada por Pablo Iglesias, Alejandro Olcina, etc. y el propio Vera, encargada de redactar un programa y unas bases de organización, aunque éste no pudo tomar parte en sus trabajos por hallarse fuera de Madrid ejerciendo la profesión médica.
Era el germen de lo que sería unos años más tarde, en el ámbito nacional, el PSOE.
El trabajo militante de Vera se desarrolló, a partir de 1881, en el seno de la Agrupación Socialista Madrileña, compaginándolo con una creciente especialización en un terreno de la medicina que dio en llamarse “frenopatía”, y en el que llegó a obtener reconocimiento nacional como médico alienista. Pero fue precisamente en el marco de la Agrupación Socialista Madrileña donde Vera vino a realizar su más importante aportación a la difusión del socialismo y el marxismo en España. El 30 de julio de 1884, la Comisión de Reformas Sociales, creada pocos meses antes, invitó a la Agrupación Socialista Madrileña, junto a otras organizaciones obreras, a participar en una información abierta sobre la situación de la clase trabajadora. El Informe, de unas cien páginas, fue presentado el 1 de diciembre de 1984, como informe anónimo de la citada Agrupación, y superaba lo que hubiera sido una mera contestación al cuestionario elaborado por la Comisión de Reformas Sociales, llegando a cobrar personalidad propia mediante la exposición de los tres grandes temas que vertebran su contenido: los rasgos de la sociedad y el sistema capitalista, las perspectivas y objetivos de la sociedad socialista y unas reflexiones sobre la situación española, la burguesía y las luchas del proletariado.
Su autor había sido Jaime Vera, y puede considerarse como el documento teórico más importante —desde luego es el primer texto marxista de cierta relevancia— del socialismo español a finales del siglo xix.
El Informe, sobre ser una exposición global y sistemática de las críticas al sistema capitalista desde el punto de vista marxista, contempla en sus páginas toda una colección de temas como la división de las clases sociales motivada por la evolución del capitalismo, la acentuación progresiva de la división entre opresores y oprimidos, el derecho del trabajador al producto íntegro de su trabajo (influencia lassalliana), el análisis del proceso económico capitalista (mercancía, capital, jornada de trabajo, salario, plusvalía), el antagonismo entre la producción colectiva y la apropiación individual en el capitalismo, la ley de bronce de los salarios (donde Vera sigue textualmente al socialista galo J. Guesde en su obra La ley de los salarios y sus consecuencias), etc. El Informe termina con unas referencias concretas a España, donde Vera analiza el retraso de la evolución de nuestro sistema capitalista, su futuro y el de la clase trabajadora española. Y especialmente significativos son los últimos párrafos, donde Vera plantea el grave dilema de la organización obrera y su praxis política —reforma o revolución— en términos que se mantuvieron vigentes en la historia del socialismo español hasta los años treinta del siglo XX: “Nosotros —escribe Vera—, que sabemos que toda revolución va precedida de una evolución, más o menos rápida, pero siempre larga, cuidaremos de no daros el gusto de que resolváis por la fuerza lo que podáis alcanzar por la razón. Quedaremos citados para la batalla final. Entretanto, viviremos dentro de la legalidad, limitada sólo por la necesidad del orden público: lucharemos pacíficamente en la prensa, en los comicios, en las asambleas. Compararemos pacíficamente intereses con intereses, doctrina con doctrina.
Veremos cuáles triunfan en la opinión pública, en la conciencia social. No pedimos, pues, más que lo que constituía vuestro criterio frente al régimen antiguo.
Queremos sólo libertad. [...] Pero si ese ambiente libre se niega a nuestras ideas, no os extrañe que se refugien a regiones sombrías y allí propaguen su indestructible esencia. Si se impide su expansión cadenciosa y suave, suscitándole brutales obstáculos, no os extrañe que su crecimiento se manifieste por sacudidas violentas, sin regla ni medida. [...] La lucha de clases es inevitable, puesto que existe. De vosotros depende que sea regida por la razón, una lucha civilizada, una contienda entre hombres del siglo xix, o que sea envenenada por el odio y por instintos destructores”.
Llegó el Informe Vera a tener rango de documento oficial en el PSOE, como puede comprobarse en la Base Primera, previa a la publicación de El Socialista, donde señala como objetivos del periódico “defender las doctrinas consignadas en el programa del Partido Socialista Obrero, desarrolladas con más extensión en la respuesta dada por éste al cuestionario de la Comisión de Reformas Sociales”.
Precisamente, la aparición en 1886 de El Socialista vino a suponer otro momento importante en la trayectoria política de Jaime Vera. Este había participado en la gestación del periódico desde sus inicios, adquiriendo una buena parte de las acciones de una peseta que se vendieron para financiar su edición. Pero a la hora de discutir las Bases del semanario, la opinión de Vera se enfrentó a la general expuesta por Pablo Iglesias en torno la cuestión de cómo El Socialista debía tratar a los partidos políticos. Iglesias preconizaba el combate a todos los partidos burgueses y especialmente a las doctrinas de los más avanzados, mientras que Vera opinaba que se había de combatir a todos los elementos reaccionarios, estuvieran en el poder o en la oposición, pero no a los elementos que pudieran llevar, como ciertas fracciones del republicanismo, un impulso de libertad y de progreso. Esta idea, por cierto, será además una constante de su pensamiento que le acompañará hasta el final de sus días, es decir, el criterio de colaboración de los socialistas con los elementos progresistas que pueden racionalizar el sistema capitalista y acelerar la etapa de la democracia burguesa. Por eso, en aquellos momentos, su discrepancia con la mayoría de los dirigentes socialistas en este punto condujo a Vera al abandono de su vida activa en el PSOE, aunque sin dejar de pertenecer a él.
Se volcó entonces en sus tareas profesionales como médico alienista, llegando a alcanzar un reconocido prestigio en el campo de la neurología.
Reanudó la participación activa en la organización socialista a partir de 1890, pero ya su colaboración vino a estar marcada por la discontinuidad.
Ese mismo año participó en la primera manifestación del primero de mayo que se realizó en España; y al siguiente, tras el reconocimiento por Sagasta del sufragio universal masculino, comenzó su larga y voluntariosa andadura como candidato a Cortes por el Partido Socialista, pese a que el planteamiento electoral entonces del PSOE no era otro que el de intransigencia hacia los partidos burgueses, es decir, candidaturas de clase enfrentadas a cualquier formación política de naturaleza burguesa.
Empezó Jaime Vera por presentarse a las elecciones legislativas de febrero de 1891 como candidato por la provincia de Guadalajara, además de ser él mismo el redactor del manifiesto electoral y contribuir a los gastos de la campaña; pero, funcionando a pleno rendimiento el sistema caciquil español, los resultados no podían ser muy esperanzadores. Por segunda vez, en las elecciones legislativas de 1983, se presentó Vera en la candidatura de Madrid, junto a Iglesias, Perezagua, García Quejido, etc., con resultados no mucho mejores que los de 1891, aunque era cierto que el partido entonces no perseguía la conquista del poder político a través de las urnas, sino utilizar las elecciones como medio para extender sus ideas y “agitar a la masa social”.
Los años siguientes (1896,1898, 1901, 1903, 1905 y 1907) contemplaron nuevos intentos del PSOE, y de Jaime Vera como candidato, por lograr un acta de diputado a Cortes, sin lograr el más mínimo éxito electoral. Vera, en realidad, apenas participó activamente en las campañas electorales, limitándose muchas veces a mandar unas cuartillas escritas para ser leídas en los mítines y a colaborar en los gastos.
Durante la primera década del siglo XX su salud fue tornándose precaria, aquejado de una ceguera progresiva que le impedirá trabajar activamente en la Medicina y en la política. Lo cual no fue obstáculo para que participase cuanto le fue posible en aquel notable intento de formar un centro promotor y difusor de la cultura socialista, superador del pragmatismo “obrerista” que se mantenía dominante en el PSOE, que se llamó la Escuela Nueva, a la que alentó con su colaboración mientras vivió. De hecho, aun sin poder asistir físicamente, inauguró en 1912 un curso de la Escuela sobre historia de las doctrinas y los partidos socialista con una conferencia sobre La verdad social y la acción —que luego, una vez publicada, sería una de sus más importantes obras—, leída por Manuel Núñez de Arenas, principal impulsor de la citada Escuela Nueva.
Más tarde, incluso acudió a los Congresos IX (1912) y X (1915) del PSOE en representación de la Escuela, en un intento por ligar formalmente al socialismo este innovador centro cultural y pedagógico.
Aún tuvo fuerzas Jaime Vera para añadir su apoyo y mostrar su solidaridad con los compañeros socialistas encarcelados o perseguidos con motivo de la huelga general del verano de 1917. Pero esa fue su última acción política, porque el 19 de agosto de 1918 murió en Madrid quien sería aclamado por sus correligionarios como “el primer valor intelectual del socialismo” y “el único Maestro”, y por la prensa burguesa como “el más docto socialista español”.
Obras de ~: Informe a la Comisión de Reformas Sociales, Madrid, 1884; La verdad social y la acción, Madrid, Biblioteca Socialista de la Escuela Nueva (Imprenta de Felipe Peña), 1912; Artículos varios en El Socialista, Acción Socialista, El Liberal, etc.
Bibl.: J. J. Morato, Jaime Vera y el Socialismo, Madrid, Tipografía de Torrent y Cía., 1918; M. Tuñón de Lara, Medio siglo de cultura española (1885-1936), Madrid, Tecnos, 1970; J. J. Morato, Líderes del movimiento obrero español (1868-1921), selec., presentación y notas de V. M. Arbeloa, Madrid, Edicusa, 1972; J. J. Castillo, “Jaime Vera en los primeros años del PSOE”, en Ciencia y proletariado. Escritos escogidos de Jaime Vera, pról. y selec. de J. J. Castillo, Madrid, Edicusa,1973; T. Jiménez Araya, “Notas a una edición crítica del Informe de Jaime Vera”, en M.ª C. Iglesias y A. Elorza (eds.), Burgueses y proletarios. Clase obrera y reforma social en la Restauración (1884-1889), Barcelona, Laia, 1973; M. Pérez Ledesma, Pensamiento socialista español a comienzos de siglo, Madrid, Ediciones del Centro, 1974; El obrero consciente, Madrid, Alianza, 1987.
Manuel Contreras Casado