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Rodrigo Pimentel

Biografía

Pimentel, Rodrigo. Fray Domingo Pimentel. Benavente (Zamora), 30.X.1585 – Roma (Italia), 2.XII.1653. Religioso dominico (OP), diplomático, provincial de España, obispo de Osma, Málaga y Córdoba, embajador extraordinario ante la Santa Sede, arzobispo de Sevilla, cardenal de San Silvestre in Capite y protector del Reino y de los asuntos de España ante la Santa Sede.

Quinto hijo del VIII conde-duque de Benavente, Juan Alfonso Pimentel, y su segunda esposa, Mencía Requesens y Zúñiga. Durante su juventud comenzó la carrera militar, ingresando en la Orden de Alcántara el 23 de abril de 1599, en donde llegó a ocupar el puesto de comendador de Mayorga. Pero en 1602 abandonó la trayectoria castrense para incorporarse a la Orden Dominica de Predicadores en el Convento de Santa Cruz la Real de Segovia, profesando al año siguiente con el nombre de fray Domingo.

Tras estudiar Lógica y Filosofía entre 1603 y 1606 y residir varios años en Nápoles mientras su padre desempeñaba el cargo de virrey (1607-1610), pasó al Colegio de San Gregorio de Valladolid, en donde llegó a ser maestro de Teología. Después de ocupar los puestos de profesor en Santo Tomás de Ávila, prior en Segovia, maestro de estudiantes y rector en el vallisoletano Colegio de San Gregorio en 1618 y 1624, fue nombrado provincial de España en 1623.

El 10 de julio de 1630 fue designado obispo de Osma, dos años más tarde pasó a ocupar el cargo en Málaga y en 1633, fecha en la que fue nombrado obispo de Córdoba, Felipe IV lo envió a Roma junto a Juan de Chumacero, consejero de Castilla, en calidad de embajador extraordinario ante la Santa Sede.

Ambos presentaron al papa Urbano VIII un memorial sobre los agravios que el Estado y la Iglesia española recibían de la administración romana, que ha sido considerado como la obra magna del regalismo español del siglo xvii. La estancia en la Ciudad Santa se prolongó hasta 1637, regresando en abril de dicho año a Córdoba.

En 1649 recibió el cargo de arzobispo de Sevilla y en 1652 Inocencio X lo nombró cardenal con el título de San Silvestre in Capite y protector del Reino y de los asuntos de España ante la Santa Sede, por lo que se trasladó de nuevo a Roma. Pero esta segunda estancia en la Corte vaticana debió de ser un tanto amarga, como demuestra la correspondencia de fray Domingo con Luis Méndez de Haro, VI marqués del Carpio, debido a la falta de una labor que desempeñar en la Ciudad Santa, a la carencia de dinero que sufría y a su propio deseo de regresar a España “para morir con quietud”.

Pocos meses después falleció en Roma el 2 de diciembre de 1653 en el palacio del duque de Sora, próximo a la Chiesa Nuova. Por deseo de su Orden fue enterrado en la iglesia de Santa Maria sopra Minerva, en el muro adyacente al ábside, en un sepulcro encargado a Gian Lorenzo Bernini y ejecutado por Ercole Ferrata, Antoni Raggi y Giovani Antonio Mari.

Además de su condición de notable orador, como prueba el hecho de haber sido elegido para realizar la oración fúnebre con motivo de las exequias que se celebraron en el Convento de Nuestra Señora de Atocha por el alma de Felipe III en 1621, hay constancia de que era amante de las bellas artes, en especial de la pintura.

Prueba de ello es que, tras visitar a sus progenitores en Nápoles, “aviendo traído muchas y exçelentes [pinturas] de Nápoles hiço escrupulo, y con liçençia de sus superiores dispuso de ellas” colocándolas en su celda, y “siendo obispo y embaxador en Roma no quiso tener colgaduras ni alajas sino mas cortinas y pinturas como es publico y notorio”. Años más tarde, un inventario de pinturas fechado en 1650 informa de las obras que poseía en Sevilla, probablemente adquiridas en Roma, entre las que figuraban copias de lienzos de Rafael, Tiziano, Reni o Correggio.

 

Obras de ~: Sermón que predicó a la muy noble, y leal villa de Madrid [...] en las honras del católico rey don Felipe III, nuestro señor, en el convento de S. Domingo el Real, a VIII de mayo MDCXXI. Madrid, Juan de la Cuesta, 1621; Memorial de S. M. Católica, que dieron al Papa Urbano VIII D. Fray Domingo de Pimentel, obispo de Córdoba y don Juan Chumacero y Carrillo, de su Consejo y Cámara [...] sobre diferentes agravios que reciben en las expediciones de Roma de que piden información, Córdoba, por Salvador de Cea Tesa, 1642 (réplica que entregaron los mismos Pimentel y Carrillo a su Santidad, respondiendo al descargo que se propuso en cada uno de los Capítulos Constituciones ordenadas por el Illmo y Rmo Sor Don Fray Domingo Pimentel [...] obispo de Cordova [...], para el gobierno espirituado y temporal de los conventos de religiosas de la filiacion ordinaria, assi dentro, como fuera de Cordoba).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Nobleza, Osuna, leg. 455-3/26 [Biografía]; Órdenes Militares, Alcántara, exp. n.º 1.182; Nobleza, Osuna, leg. 455-3/25 [correspondencia con Felipe IV relativa a los problemas de la diócesis de Sevilla, 1649-1653]; Nobleza, Osuna, leg. 433-55 [testamento]; Archivo General de Simancas, Estado, leg. 2999 [correspondencia con el marqués de Castel Rodrigo, embajador en Roma, 1635]; Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, A-99 [correspondencia con Luis de Haro, 1652-1653]; Archivo Secreto Vaticano, Vescovi, 25, fols. 415-416v. [inventario de bienes].

M. Batllori, “Pimentel, Domingo”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 1982; J. Bernstock, “La tumba del Cardenal Domingo Pimentel, de Bernini”, en Archivo Español de Arte, n.º 237 (1987), págs. 1-15; I. Berdum de Espinosa, Derechos de los condes de Benavente a la Grandeza de primera clase (1753), Madrid, E y P libros antiguos, 1997, fol. 20v.; M. Simal López, Los condes-duques de Benavente en el siglo xvii. Patronos y coleccionistas en su villa solariega, Benavente, Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, 2002, págs. 50-51; J. I. Tellechea Idígoras, “El legado pictórico de fray Domingo Pimentel, O. P. Arzobispo de Sevilla”, en Cuadernos de Arte e Iconografía, n.º 21 (2002), págs. 3-16.

 

Mercedes Simal López

 

 

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