García de los Reyes, Mateo. Montevideo (Uruguay), 5.II.1872 – Paracuellos del Jarama (Madrid), 24.XI.1936. Contralmirante de la Armada, considerado creador del arma submarina, ingeniero electricista, ministro de Marina durante la dictadura de Primo de Rivera.
Era de familia aristocrática y acomodada por ambas ramas. Su padre, Mateo García y de Anguiano, gallego y marino, alcanzó el empleo de capitán de navío de 1.ª clase y murió en ultramar (a principios de 1883), cuando era comandante principal de Marina de Puerto Rico y subinspector del arsenal, tras haber sido ayudante de campo del rey Alfonso XII hasta el 10 de mayo de 1881. Su madre, Manuela de los Reyes y del Villar, aunque natural de Montevideo, tenía ascendencia argentina. En el momento de su nacimiento, su padre era el comandante de la fragata Almansa y comandante accidental de la escuadra de América del Sur, con base en el apostadero de Montevideo.
Fue bautizado por el capellán de la propia fragata en la iglesia matriz (catedral) de Montevideo el 10 de marzo de 1872, recibiendo los nombres de Mateo Felipe Adolfo Hercilio, los dos últimos por sus tíos maternos y padrinos. Al morir su padre, la familia fijó su residencia en Ferrol, en la calle Magdalena, n.º 55, y la madre obtuvo plaza de gracia para Mateo (11 de abril de 1883) en las oposiciones de ingreso en la Escuela Naval. El 1 de diciembre de 1885 se presentó a los exámenes; curiosamente, firmó la instancia como Mateo García Anguiano Reyes. Fue nombrado aspirante el 5 de enero de 1886 y se presentó en la Escuela Naval flotante el 1 de febrero, por estar habilitada para ello la fragata Asturias, fondeada en Ferrol.
Durante su estancia en la Escuela, cambió su nombre suprimiendo Anguiano y quedándose con el primer nombre de su padre y el primero de su madre (25 de octubre de 1888). El 7 de diciembre siguiente fue promovido a guardia marina y solicitó destino a Filipinas, pero se le denegó (25 de enero de 1890) y pasó a disposición del comandante general de la Escuadra (escuadra de instrucción). A continuación, fue trasbordado a la corbeta Nautilus el 19 de febrero de 1890, ex clípper británico Carrick Castle, reconvertido en buque escuela, que tenía su base en Cádiz.
Su siguiente destino fue el crucero Colón (21 de agosto de 1890), hasta que, concluidos sus estudios, fue promovido al empleo de alférez de navío (22 de enero de 1892) y destinado al departamento de Cartagena; pero no llegó a presentarse, por obtener una permuta con su compañero Manuel Somoza (10 de marzo) con destino en Cádiz. No sería su última permuta, pues en el verano siguiente lo volvió a hacer con otro compañero, Amando Printes y Ávila, que pasó destinado a Cádiz y él, de nuevo, a la corbeta Nautilus, que se estaba preparando en Ferrol para su viaje de circunnavegación (22 de agosto). En este buque, durante veinte largos meses (salieron de Ferrol el 30 de octubre de 1892 y tras numerosas escalas, la última en Brest, rindieron viaje en San Sebastián el 16 de julio de 1894), navegaron por las aguas de los cinco continentes, dando la vuelta al mundo. Por los servicios que prestó durante el viaje se le concedió la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Naval (18 de enero de 1895), pensionada con el diez por ciento de su sueldo anual.
A la finalización del famoso viaje de circunnavegación, fue destinado al apostadero de Filipinas, donde nada más llegar se le concedió por el comandante general, contralmirante Alejandro Arias Salgado, el que sería su primer mando de mar, el Vasco, un pequeño cañonero de casco de hierro, de tan sólo cuarenta y dos toneladas de desplazamiento, que había sido construido en Hong-Kong, e iba armado con un cañón Hontoria de 7 cm y una ametralladora de 25 mm, con el que había de tomar parte activa en la denominada campaña de Filipinas contra la insurrección nativa. El contralmirante Vicente Carlos- Roca, director de personal del Ministerio, le propuso como ayudante personal por haber sido nombrado nuevo comandante general del apostadero de Filipinas el 3 de diciembre de 1894. Al tomar posesión el contralmirante Carlos-Roca (5 de marzo de 1895) se incorporó a su nuevo destino, donde permanecería hasta el 25 de noviembre; cesó en él y embarcó en el transporte Cebú hasta el 13 de mayo de 1896, cuando fue nombrado segundo comandante del crucero General Lezo. Ascendió a teniente de navío el 21 de abril de 1897 y continuó en el mismo destino. Tomó parte en los combates de Malabang, donde se le concedió la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo el 30 de junio por su actuación. Cesó en Filipinas el 15 de febrero de 1898 y fue pasaportado a la Península, adonde llegó a Cartagena el 23 de marzo y se le concedieron dos meses de licencia por enfermedad, que pasó en Ferrol, y al finalizar se dispuso su embarque en el Normandía el 21 de abril con base en el departamento de Cádiz, pero a propuesta del propio departamento fue nombrado oficial de derrota del crucero auxiliar Patriota el 5 de mayo, donde permaneció hasta que el 8 de mayo de 1899 fue designado ayudante personal del contralmirante Pastor, a la sazón capitán general del departamento de Ferrol.
El 9 de septiembre fue relevado por el de su mismo empleo Joaquín Aguirre y pasó a ser ayudante personal del general de Intendencia Marenco, intendente del propio departamento de Ferrol. El 5 de junio de 1900 solicitó que se estudiara un aparato de su invención, el triedómetro. Se constituyó una comisión compuesta por el director y el 2.º jefe del Depósito Hidrográfico para su estudio e informe, que sería aprobatorio (18 de julio); se ordenó que fuera remitido al Observatorio de Marina de San Fernando, lo cual se efectuó el 21 de marzo de 1901. Le propusieron ir como profesor a la Escuela de Aplicación de Cartagena (4 de agosto de 1900), pero rechazó el ofrecimiento, pues su pensamiento iba por otros derroteros.
Efectivamente, casi inmediatamente solicitó pasar a la situación de excedencia a petición propia (4 de septiembre) para, una vez concedida, solicitar permiso para trasladarse a Lieja (Bélgica) en su situación de excedencia (16 de septiembre) al objeto de conseguir una licenciatura civil en Ingeniería Eléctrica, lo cual obtuvo el 11 de marzo de 1902 y la Armada le reconoció el correspondiente título de ingeniero electricista, desde esa misma fecha. Asimismo, se dispuso por Real Orden que la Dirección de Personal del Ministerio se encargara de la redacción del proyecto de maniobras de máquinas y gobierno aplicables a los buques, elaborado por García de los Reyes. Al incorporarse de nuevo a la Armada, fue destinado en comisión de servicio a Madrid, afecto a la Dirección de Personal, pero pronto se trasladó a Ferrol para el ensayo del alumbrado eléctrico de los buques (3 de abril de 1902). Más tarde, fue designado para prestar servicio a las órdenes del duque de Génova (9 de mayo) y solicitó la adquisición de ejemplares de su obra Teoría gráfica de las conmutatrices, petición que se pasaría a la escuela de Aplicación de Cartagena para informe, que sería favorable. Por Real Orden se le designó caballero de la Orden de San Mauricio y San Lázaro de Italia el 10 de julio de 1902.
Fue designado para asistir en Berlín al Primer Congreso Internacional de Telegrafía Sin Hilos en representación del Ministerio de Marina (4 de agosto de 1903) y, al mismo tiempo, se le nombró vocal del Tribunal de exámenes para ingreso en la Escuela Naval flotante el 27 de mayo de 1903. Por sus méritos en el desarrollo de la electricidad en la Marina, se le concedió la Medalla del Mérito Naval de 1.ª Clase, pensionada y la Cruz de Santa Ana de 3.ª Clase, de la Corona de Prusia (1 de julio de 1904). Pasó a desempeñar comisión en Barcelona (23 de octubre de 1904), aunque continuó afecto a la Dirección de Personal del Ministerio, para inspeccionar el material que para la Central de Ferrol se construía en la fábrica de la empresa La Industrial Eléctrica barcelonesa. Esta situación le obligó a permanecer en la Ciudad Condal hasta el 24 de enero de 1908, fecha en que regresó a Madrid y pasó a la situación de excedente forzoso, pero disponiendo de trabajo civil con facilidad, dados sus profundos conocimientos, momento que aprovechó para casarse con Paz López Navarro el 5 de junio de 1909; pero falto de condiciones de embarco para el ascenso, tuvo que embarcar, de nuevo, esta vez en el cañonero Infanta Isabel, como oficial de derrota el 3 de septiembre de 1911, un crucero de casco de hierro superviviente de la guerra hispano-norteamericana de 1898, que, más tarde, sería reconvertido como cañonero, momento en el que se produjo el embarque de Mateo. Participó en operaciones de guerra en el norte de África, donde tuvo una actuación destacada y fue condecorado con la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Militar, con distintivo rojo (14 de febrero de 1912).
Ascendió a capitán de corbeta el 21 de abril de 1912, después de quince años de servicio en el empleo inferior; lo cual era significativo de la languidez en que había caído la Armada y hacía sopesar a Mateo la posibilidad de no seguir en el servicio activo y ejercer su profesión de ingeniero electricista en la vida civil en términos que le aseguraran un porvenir desahogado para él y su familia; no tardaría mucho en decidirse, pues el panorama siguió por el mismo sendero. Antes recibiría el reconocimiento como ingeniero torpedista electricista (1 de enero de 1913) y desembarcaría del Infanta Isabel el 19 de agosto, pero cansado de las pocas perspectivas que se le presentaban, pasó a la situación de supernumerario el 14 de noviembre y trabajó en la vida civil. Aun en esa situación, se le concedió la Medalla de Alfonso XII y se le nombró caballero con Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII.
Pero pronto habrían de cambiar las circunstancias radicalmente, porque el rey Alfonso XIII estampaba su firma al pie de la ley que ha pasado a la historia como “Ley Miranda” y que suponía el nacimiento del Arma Submarina española (17 de febrero de 1915).
La Ley, publicada al día siguiente en el Diario Oficial de Marina (n.º 39/15), autorizaba al Ministerio de Marina a adquirir, en principio, cuatro sumergibles (el primero en Estados Unidos y los tres restantes en Italia) y para liderar este proyecto el ministro de Marina, Augusto Miranda, pensó inmediatamente en García de los Reyes para la incorporación a la Marina española de la citada arma y su organización. Cuando Mateo recibió la propuesta no dudó, ni un momento, en sacrificar los nuevos laureles que iba cosechando, ni la posición económica que se vislumbraba clara en su camino y aceptó. Inmediatamente fue comisionado a Estados Unidos el 27 de abril de 1915. La orden de efectuar la comisión “[...] para que se especialice en submarinos, y estudie sus métodos de construcción y vea la forma de que esta nueva arma pueda interesarle a España, proponiendo las medidas a adoptar a la vista de las necesidades de la industria nacional”.
Demorado en unos meses el inicio de sus primeros contactos con esa nueva y desconocida arma, que España quería implantar en la Armada, emprendió viaje a Quincy (Massachusetts), donde se habría de construir en los astilleros Fore River & Co, el que sería el primer submarino operativo español (22 de diciembre de 1915). A su vuelta de Estados Unidos, pasó destinado a la Comisión de Marina de Italia, trasladándose a La Spezia el 12 de junio de 1916 en calidad de presidente de la Comisión Inspectora de la Construcción de Submarinos, para seguir de cerca el proceso de construcción de las tres unidades del tipo Fiat-Laurenti, que se habían encargado a los astilleros de Fiat-San Giorgio. Estas unidades, en unión del Isaac Peral (A-0), que así se había bautizado al de tipo Holland de fabricación norteamericana, habrían de constituir la todavía denominada Flotilla de Submarinos de la Armada española. A principios de 1917, fue nombrado comandante de quilla del primero de los sumergibles de fabricación italiana, el Narciso Monturiol (A-1), que sería botado al agua en solemne ceremonia presidida por el embajador de España en Roma (15 de abril de 1916) y del que tomó posesión el 25 de agosto, fecha en la que fue nombrado jefe de la División de Submarinos, cargo asignado por ser el comandante más antiguo de los cuatro submarinos con que contaba la Armada en ese momento. Además simultaneará con los de director de las escuelas de Radiotelegrafía y Buzos, ya establecidas en Cartagena.
Al mando de la flamante flotilla de fabricación italiana, hizo su entrada por primera vez en un puerto español, en Tarragona, el 4 de septiembre de 1917, al que llegó acompañado por el crucero Extremadura, que le había escoltado desde La Spezia. La flotilla estaba compuesta, además del Narciso Monturiol, por el Cosme García (A-2), al mando del teniente de navío José Cantillo Barreda, y el A-3, que nunca ostentaría nombre, al del teniente de navío Eduardo García Ramírez. Se completó la flotilla con el Isaac Peral (A-0), al mando del teniente de navío Carranza, que había llegado a Las Palmas el 12 de marzo de 1917 atravesando el Atlántico desde Nueva York, escoltado por el mercante de la Compañía Trasatlántica Claudio López.
En los primeros días de marzo de 1919 se produjo en Barcelona la huelga de la Canadiense, la compañía de electricidad de la ciudad y, ante la gravedad de la situación, el Gobierno destacó, entre otros buques, a los submarinos al mando de García de los Reyes para sustituir al personal huelguista en el funcionamiento de las centrales eléctricas de la ciudad. Mateo desempeñó el cometido de jefe del servicio de alumbrado y, como tal, tenía a su cargo las subcentrales de las calles Mata, Quintana, Tallers, plaza de Cataluña, Barceloneta y Gracia (Travesedo); de ellas, las cuatro primeras estaban servidas por oficiales de Marina y las dos últimas por oficiales de Ingenieros Militares con un total de doscientos cuatro hombres. Ascendió a capitán de fragata el 15 de julio de 1919 y en ese mismo verano, los submarinos, acompañados por buques de superficie, realizarían su primer crucero de larga duración tocando en Cádiz, Vigo, Ferrol, Gijón, Santander, Bilbao y Lisboa, para rendir navegación en Cartagena. Aprovechando la estancia en Santander, el rey Alfonso XIII hizo inmersión por primera vez a bordo del Narciso Monturiol el 22 de agosto de 1919.
Dos meses después, dejó el mando de este submarino y fue designado jefe de la Base Naval de Submarinos, creada en el arsenal de Cartagena, además de otras dos secundarias en Mahón (Menorca) y La Graña, en Ferrol, y director de la Escuela de Submarinos, igualmente de reciente creación (24 de octubre de 1919); pero ello no implicó que dejara la jefatura de la flotilla.
De hecho, dirigió la primera acción de guerra de los submarinos españoles el 22 de abril de 1922, que culminó con la evacuación del personal civil que habitaba en el peñón de Vélez de la Gomera (ciento treinta personas), asediado varios días bajo el fuego de los rebeldes beréberes. Por esta acción, efectuada por el B-1 y el Isaac Peral, a bordo del cual se encontraba como jefe de flotilla, fue condecorado con la Medalla al Mérito Naval, con distintivo rojo. En 1923, fue designado para acompañar a los Reyes y al infante don Jaime en su viaje oficial a Italia; siendo condecorado nuevamente, esta vez con la Medalla Militar de 2.ª Clase con distintivo rojo. Fue promovido a capitán de navío el 25 de agosto de 1924 y continuó con sus mismos cargos. En 1926 obtuvo la Medalla Militar de 3.ª Clase con distintivo blanco. En 1928 fue distinguido, otra vez, con la Medalla Militar de 3.ª Clase, aunque ahora con distintivo rojo y, más tarde, con la del Mérito Naval de 3.ª Clase con distintivo rojo.
En merecido premio a su labor al frente de cuantos destinos había desempeñado hasta ese momento, en especial el mando del Arma Submarina, a la que se había entregado en cuerpo y alma durante doce años de su vida, fue ascendido al empleo de contralmirante el 30 de octubre de 1928 y tuvo que dejar el mando de la flotilla de submarinos y el resto de cargos que ocupaba. Le comunicaron que Alfonso XIII había dado su beneplácito para que se hiciera cargo de la cartera de Marina en el Gobierno que presidía el general Primo de Rivera, en el directorio civil. El 5 de noviembre juró su cargo.
Durante los quince meses que estuvo al frente, acometió numerosas e importantes reformas, tanto en los asuntos de material como de personal de la Armada, aunque nada más tomar posesión se encontró con que las asignaciones de material estaban prácticamente comprometidas para lo que quedaba de década. Como innovaciones más significativas, se pueden citar las siguientes: rejuvenecer la cúpula de mando, rebajando en cuatro años el pase a la reserva de los altos cargos (vicealmirante, contralmirante y capitán de navío); establecer los ascensos por elección en ciertos empleos; reestructurar los cuerpos patentados dividiéndolos en cuerpos políticos y militares; suprimir un aumento de plantillas y recuperar la escala de tierra. En cuanto al aspecto de material: redistribuir las bases de estacionamiento de torpederos y guardacostas para mejor aprovechamiento de la fuerza y construir siete destructores clase Churruca, mejorados (Antequera, Miranda, Gravina, Escaño, Ulloa, Jorge Juan y Císcar). Fue, asimismo, el creador del Premio “Álvaro de Bazán” para estimular la escritura en la Revista General de Marina, de la que había sido un asiduo colaborador en sus años más jóvenes.
Como representante del Gobierno en el extranjero, actuó, en 1929, en Cuba con motivo de los actos de renovación del mandato del presidente de la República, general Machado. El traslado fue realizado en el nuevo crucero Almirante Cervera y le fueron concedidas las Grandes Cruces del Mérito Naval de 1.ª y de Céspedes, ambas, de Cuba. El mismo año 1929, en otoño, dirigió unas importantes maniobras navales de la flota en el Mediterráneo, con la presencia del Rey y de la casi totalidad de los buques en servicio, más unidades del Ejército y gran cantidad de aviones; fueron las primeras de esa envergadura que se hacían en muchos años.
A comienzos de 1930, con la caída de Primo de Rivera y la llegada del “Gabinete Berenguer”, fue relevado de su cargo el 31 de enero de 1930, no sin recibir antes la Grandes Cruces de la Espada de Suecia y de Avis de Portugal. Pasó a eventualidades del servicio y, poco después, se retiraría de toda actividad pública (14 de abril de 1931), como consecuencia del advenimiento de la República, hasta que pasó a la reserva (29 de octubre de 1931), fijando su residencia en Madrid. En agosto, sería juzgado por una comisión de las Cortes de la República, junto con su antecesor en el Ministerio de Marina, el contralmirante Honorio Cornejo, en virtud de una ley que confería atribuciones a la comisión para instruir diligencias y exigir responsabilidades políticas respecto a Marruecos, al golpe de estado de 1923, a la política social en Cataluña, al proceso de Jaca y otros asuntos, y sería sancionado con el destierro a Bilbao y la separación del servicio, por lo que se trasladó a la capital vizcaína y llegó a una situación tan límite, al final de 1932, que sus abogados defensores Róspide y Arranz se vieron en la necesidad de efectuar una colecta entre amistades y compañeros para que, el que quisiera, contribuyera con una cuota fija mensual para aliviar, en parte, la precaria situación económica en que había quedado. Posteriormente consiguió instalarse de nuevo en Madrid. Pero cuando contaba sesenta y cuatro años de edad, llevando ya varios años retirado de toda actividad pública, llegó el verano de 1936 y con él el estallido de la Guerra Civil Española. Al poco de iniciada la contienda fue apresado y encarcelado por la denuncia de un conserje del Ministerio de Marina, en la cárcel de Porlier de Madrid, sita en el colegio escolapio de la calle General Porlier, en el edificio que actualmente ocupa el colegio calasancio. Allí, con los presos amontonados en aulas, galerías y pasillos, permaneció hasta el 24 de noviembre, cuando tuvo lugar la gran saca de Porlier.
En ese día, fueron formados no menos de ciento cincuenta y nueve hombres a los que el jefe de la checa de Fomento (antigua de Bellas Artes), que gobernaba la prisión, les preguntó si eran voluntarios para defender al Gobierno legal, recibiendo un unánime y sepulcral silencio, lo cual les condenó automáticamente a la muerte, a pesar de que la orden, firmada por el delegado de Orden Público (Segundo Serrano Poncela), que dependía directamente del consejero de Orden Público (Santiago Carrillo Solares) de la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja, al abandonar el Gobierno republicano la capital, camino de Valencia, por la presión de las tropas "nacionales", era, curiosamente, de libertad. Pero la realidad fue que lo montaron en un camión, junto con otros militares, civiles y religiosos, y fue conducido al campo de Paracuellos del Jarama. Llegados los camiones de presos al cruce de la carretera con el arroyo de San José, se detuvieron junto al grupo de pinos, bajaron a García de los Reyes y los demás detenidos, en grupos de entre diez y veinticinco y, siempre atados, se les condujo a pie a unos 200 metros en dirección al cerro de San Miguel, junto al borde de las fosas, fusilándolos por piquetes de treinta o cuarenta milicianos, luego se les arrojó a ellas, algunos con vida, y los enterradores reclutados forzosos en el pueblo los cubrían de tierra. Mateo García de los Reyes lo fue en la zanja n.º 4 junto con otros ciento cincuenta y nueve cuerpos, que no se han podido identificar. La implicación de Carrillo en estos hechos la establece él mismo, cuando en una entrevista de la periodista María Antonia Iglesias, para el periódico El País, el 9 de enero de 2005, afirma: “Sin duda fue muy doloroso que muriera aquella gente así, pero hubiera sido mucho peor que se hubieran unido al ejército que estaba atacando Madrid”.
El 30 de abril de 1959 (DO 98) se ordenó que el submarino norteamericano Kraken, próximo a transferir a la Armada, llevara el ilustre nombre del fundador del Arma Submarina y lo hizo hasta el 1 de abril de 1982, que fue dado de baja en la Lista Oficial de Buques. Pero para perpetuar la memoria de García de los Reyes se decidió que la Escuela de Submarinos pasara a denominarse oficialmente Escuela de Submarinos “Almirante García de los Reyes” a partir de la misma fecha.
Obras de ~: “Aparato para trabajar la estima automáticamente”, en Revista General de Marina (RGM) (Madrid), t. 45, julio-diciembre, agosto (julio de 1899), págs. 276-287; “Esferómetro”, en RGM, t. 45, julio-diciembre, octubre (julio de 1899), págs. 568-581; “Esferómetro o triedrómetro”, en RGM, t. 46, enero-junio, junio (mayo de 1900), págs. 659-669; “El eclipse total de Sol del 28 de mayo, observado desde Navalmoral de la Mata”, en RGM, t. 47, julio-diciembre, julio (junio de 1900), págs. 97-115; Teoría gráfica de las Conmutratices, Madrid, Imprenta y Litografía del Ministerio de Marina, 1902; “Método de G. F. Martelli para la obtención rápida del horario”, en RGM, t. 73, julio-diciembre, octubre (julio de 1913), págs. 479-487; “Submarinos: propulsión única”, en RGM, t. 77, julio-diciembre (diciembre de 1915), págs. 739-758; “Teoría del giroscopio”, en RGM, t. 78, enero-junio (enero de 1916), págs. 23-54; “Teoría del giroscopio (Continuación)”, en RGM, t. 78, enero-junio (febrero de 1916), págs. 177-210; “Aplicaciones del giroscopio a la Marina”, en RGM, t. 79, julio- diciembre (junio de 1916), págs. 711-722; “Aplicaciones del giroscopio a la Marina (Continuación)”, en RGM, t. 79, enero-junio (febrero de 1917), págs. 17-38; “Aplicaciones del giroscopio a la Marina (Continuación)”, en RGM, t. 88, enerodiciembre (febrero de 1921), págs. hasta 192; “Experiencias con submarinos”, en RGM, t. 88, enero-diciembre (marzo de 1921), págs. 291-313; “El nuevo buque de salvamento de submarinos”, en RGM, t. 88, enero-diciembre (abril de 1921), págs. 435-446.
Fuentes y bibl.: Archivo-Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), exp. personal, leg. 620/462. Estados generales de la Armada para los años 1892 a 1932, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina, 1891-1931; A. Arnau, “Aparatos para el trabajo automático y resolución gráfica y mecánica de los problemas de navegación”, en RGM, t. 46, enero-junio (marzo de 1900), págs. 299-311; “El nuevo Ministro de Marina”, en RGM (notas profesionales), t. 103, julio- diciembre (noviembre de 1928), págs. 785-789; L. Leal Leal, “Nuestros submarinos”, en RGM, t. 146, enero-junio (marzo de 1954), págs. 333-334; J. M. Martínez-Hidalgo Terán, “Biografía de Mateo García de los Reyes”, en Enciclopedia general del mar, t. IV, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957, pág. 711; J. García Frías, “La legislación sobre ascensos en los cuerpos patentados”, en RGM, t. 164 (enero-junio de 1963), págs. 157-163; F. Bordejé y Morencos, Vicisitudes de una política naval, Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada, Madrid, Editorial San Martín, 1978, págs. 520- 533; R. Cerezo Martínez, Armada española, siglo xx. Tomo Primero (Del desastre del 98 al alzamiento nacional), Madrid, Ediciones Poniente, 1983, págs. 219-227; I. Gibson, Paracuellos: cómo fue, Barcelona, Editorial Argos Vergara, 1983; J. A. García-Noblejas, El Gran Holocausto de Paracuellos del Jarama (separata del Boletín Informativo de la Fundación Nacional Francisco Franco, n.º 40), Madrid, Fundación Cultural, enero-marzo de 1987; R. Casas de la Vega, El terror: Madrid 1936, Madridejos (Toledo), Editorial Fénix, 1994; F. y S. Moreno de Alborán y de Reyna, La guerra silenciosa y silenciada, vol. I, Madrid, Gráficas Lormo, 1998; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998, págs. 546-549; D. Quevedo Carmona, Apuntes biográficos del contralmirante don Mateo García de los Reyes [2000] (en www.terra.es/personal9/u-boat3/mateo.htm); P. F. Curto Salvadó, El Arma Submarina española, [2000] (www.perso.wanadoo.es/pfcurto/index.html); J. I . González- Aller Hierro, “Biografía de Mateo García de los Reyes”, en Catálogo-Guía del Museo Naval de Madrid, t. III, Madrid, Ministerio de Defensa, Armada Española, Industrias Gráficas Caro, 2003, pág. 216; J. Tussell, “Guerra y dictadura”, en Historia de España, t. XVI, Madrid, Editorial Espasa Calpe, 2004, págs. 98-101; H. Franco Castañón, Por el camino de la revolución, Valladolid, Neptuno Libros, 2004; Fundación Nacional Francisco Franco, Éste es Carrillo [2005] (www.ctv.es); C. Vidal, Paracuellos-Katyn: un ensayo sobre el genocidio de la izquierda, Madrid, Editorial Libroslibres, 2005.
José María Madueño Galán