Álvarez de Toledo y Acuña, José. Conde de Xiquena (I). París, 1838 – Madrid, 1898. Diplomático y político.
Nació en París en 1838, siendo sus padres los duques de Vivona, Grandes de España. Su educación tuvo por escenario Francia, primero, y España, después.
Aquí, pronto inició su actividad política en el seno del partido moderado. Su primer acta de diputado a Cortes la obtendrá por la provincia de Logroño en el año 1864. Además lo hará sumando el mayor número de votos, por encima incluso del prohombre del moderantismo en la zona, el marqués de Orovio.
Esta vinculación política a la tierra riojana, así como su éxito electoral encuentran su explicación en el hecho de que, en ese mismo año de 1864, el conde de Xiquena celebró su matrimonio con Jacinta Gutiérrez de la Concha y Fernández de Luco, hija del destacado general Concha, marqués de La Habana. El propio general de la Concha ya había sido diputado por Logroño en los años cuarenta merced a su entronque matrimonial con Vicenta Fernández de Luco, perteneciente a una de las familias más poderosas de la provincia. A su vez, la madre de esta última, Anacleta Santa Cruz, de ilustre linaje riojano, se había casado, en primeras nupcias, con Ezequiel Martínez de Sicilia, apellido de no menor prestigio, con quien tuvo una hija, Jacinta, que acabó contrayendo matrimonio con el general Espartero. Precisamente muy cerca del palacio moraban el duque de la Victoria y su esposa, estableció su residencia logroñesa el conde de Xiquena, merced concedida el 30 de marzo de 1865. En el conocido como palacio de Covarrubias, en la esquina misma de la emblemática plaza de Espartero era vitoreado por la población a su regreso de las campañas contra los carlistas. Y es solamente en ese contexto que se puede entender el gran apoyo político que Xiquena encontró en Logroño, así como que, merced al beneplácito tanto de la clientela liberal moderada como progresista, lograra en su primera concurrencia electoral una espectacular victoria.
Al éxito electoral iba a añadir de inmediato una notable carrera en el seno del Gobierno de la Monarquía.
En los escasos cuatro años que restaban para concluir el período isabelino, el conde de Xiquena ocupó la vicepresidencia del Congreso de los Diputados, el puesto de ministro plenipotenciario en Constantinopla desde 1866 y, finalmente, desempeñó el cargo de subsecretario de Estado en 1868, el mismo año en que la reina Isabel II iba a tener que salir al exilio fruto de la revolución de septiembre. Incluso en esos momentos, el conde de Xiquena siguió figurando entre los miembros de la nobleza española cercanos a la Corona. En consecuencia, asistió a la comunión del príncipe de Asturias, Alfonso XII, en Roma en 1870.
En ese sentido, un testimonio contemporáneo aseguraba que durante esos años “trabajó constantemente por la restauración de la dinastía” (Diccionario enciclopédico hispano-americano, 1891).
Restaurada la Monarquía, el conde de Xiquena volvió a tomar parte activa en la vida política y en el Gobierno de la nación. A finales de febrero de 1875 fue nombrado “Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario cerca de S. M. el Rey de los belgas” (Gaceta de Madrid, 24 de marzo de 1875), cargo del que dimitió a los pocos meses. En el ajetreado contexto político de los inicios de la Restauración, Xiquena desempeñó un papel crucial en varios ámbitos.
En primer lugar, como secretario de la junta directiva del partido moderado histórico. Junto a Moyano y a otros moderados isabelinos defendieron hasta el último momento la causa de la religión católica como elemento esencial a la unidad e historia de España, deseando que como tal quedara reflejado en la Costitución de 1876. Su oposición a los planteamientos en este y otros terrenos por parte del nuevo Partido Conservador de Cánovas del Castillo se tradujo en un intento por parte los moderados afectos al canovismo de impedir su elección como diputado para las nuevas Cortes. Así lo expresaba en el Parlamento el conde de Xiquena al marqués de Orovio encargado desde el Ministerio de Fomento de hacer las elecciones de 1876. A pesar de esos obstáculos, Xiquena logró, cambiando de distrito, ser elegido por Toledo, lejos del control político del ministro riojano. Acta que volvió a lograr en las elecciones de 1877.
En la primera legislatura de la Restauración y una vez que el antiguo partido moderado quedó disuelto, Xiquena pasó a engrosar las filas del partido fusionista al lado de su amigo el general Martínez Campos.
Como candidato liberal, fue elegido senador por la provincia de Canarias en los comicios de 1879 que conformaron las Cortes de la segunda legislatura de la Restauración. La relevancia que adquirió en el seno del liberalismo dinástico queda perfectamente reflejado en los cargos que se le confiaron desde la primera formación de Gobierno por parte de Sagasta en 1881.
Se le nombró en ese año gobernador civil de Madrid, dignidad que volvió a detentar a partir de mayo de 1886, durante el llamado “gobierno largo” del Partido Liberal. Desde ese puesto desempeñó —según coinciden en señalar diversos testimonios— “una memorable campaña contra el juego”.
El gobierno de Madrid fue siempre durante el siglo xix una importante plataforma política previa al desempeño de los más altos cargos de Gobierno. El conde de Xiquena cumplió esa tradición, de manera que el día 12 de diciembre de 1888 aparecía en la Gaceta de Madrid el Real Decreto por el que era nombrado ministro de Fomento. En su corto mandato, que expiraría en los primeros meses de 1890 al iniciarse un turno conservador en el Gobierno, desplegó una importante labor en el terreno de las obras públicas, especialmente por lo que al ferrocarril y a las carreteras se refiere. En este último capítulo, se puso de manifiesto su particular cariño por la provincia de Logroño, algunas de cuyas comunicaciones terrestres recibieron un vigoroso impulso. En materia educativa, cabe destacar la reinterpretación del artículo 178 de la Ley de Instrucción Pública para no permitir a los catedráticos de universidad elegidos diputados seguir percibiendo parte de su sueldo y especialmente la “radical reforma” de las Escuelas Normales de Maestras, descentralizando este tipo de enseñanza y abriendo nuevas posibilidades formativas y de empleos a las mujeres (Real Orden de 14 de septiembre de 1889). Y, desde un punto de vista particular, desde un punto de vista particular, especial mención merece la promulgación bajo su mandato de la ley que ordenaba la construcción del puerto del Musel en Gijón, en julio de 1889.
Bajo la nueva modalidad de sufragio electoral, de acuerdo con la ley aprobada por el Partido Liberal en 1890, el conde de Xiquena concurrió a las elecciones a senador de 1891 por la provincia de Jaén donde logró un nuevo éxito. Esta elección ponía de manifiesto, al mismo tiempo, el prestigio alcanzado por Xiquena, que a lo largo de su trayectoria política fue capaz de presentar con éxito su candidatura en diversos distritos de toda la geografía española. Prestigio que siguió elevándole a los más altos cargos políticos en los años finales de siglo. En marzo de 1894 fue nombrado presidente del Consejo de Estado, puesto del que dimitió en enero del año siguiente.
Todavía en sus últimos años siguió contando con la confianza del líder liberal Sagasta, quien —tras su regreso al poder a finales de 1897— volvió a ofrecer al conde de Xiquena la máxima responsabilidad al frente del Ministerio de Fomento. Poco, sin embargo, iba a durar ya en el cargo José Álvarez de Toledo y Acuña, puesto que en la difícil coyuntura de 1898 fallecía en Madrid. Poseía entre sus distinciones la Gran Cruz de Carlos III —además de muchas otras extranjeras—, así como el honor de ser gentilhombre de cámara con ejercicio.
Quizá la mejor semblanza humana de José Álvarez de Toledo sea aquella que contienen los versos del soneto titulado “El Conde de Xiquena” que recoge Carlos de Montero en sus Biografías de Hombres Célebres: “Político formal y de conciencia, / logró hacer su figura respetada, / fiel defensor de toda causa buena: / De ministro dejó su independencia / y su moralidad acreditada, / lo que hace grande honor al de Xiquena”.
Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expediente personal del Senador Conde de Xiquena, Álvarez de Toledo y Acuña, por las provincias de Canarias y Jaén, sign. HIS-0526-01.
VV. AA., “Álvarez de Toledo y Acuña, José”, en Diccionario enciclopédico hispano-americano, Montaner y Simón editores, Barcelona, 1891; J. F. de Godoy, Enciclopedia Biográfica de Contemporáneos, Washington, Establecimiento Tipográfico de Thos. W. Cadick, 1898; C. de Montero, Biografías de Hombres Célebres, Madrid, Imprenta Blass y Cía., 1916; F. Alós y Merry del Val y J. L. Sampedro Escolar, 150 años del Ministerio de Fomento. Ministros de 1851 a 2001, Madrid, Ministerio de Fomento, 2001; G. Capellán de Miguel y F. Gómez Ochoa, El Marqués de Orovio y el conservadurismo liberal español del siglo xix. Una biografía política, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2003.
Gonzalo Capellán de Miguel