García Valencia, Leandro. ¿? – Murcia, 20.X.1840. Tenor, profesor de Canto.
Como nombre artístico utilizó el de Leandro Valencia, suprimiendo su primer apellido. Fue figura destacada entre los cantantes de ópera italiana españoles, en una época en que éstos tenían un nivel claramente inferior al de los italianos. Bernardo Gil dedicó su actividad a la ópera cómica francesa; Manuel García, verdadero astro refulgente, había tenido un paso fugaz por Madrid como tonadillero e intérprete de óperas cómicas francesas y de otras compuestas por él mismo y nunca mostró ante el público español el arte excelso que alcanzó como tenor rossiniano. Así mismo Julián Muñoz se había desenvuelto preferentemente en el campo de la ópera cómica francesa y como intérprete de obras españolas, muchas de ellas de Manuel García. En la relación completa de los componentes de las compañías de ópera que actúan en todos los teatros italianos, en 1831, es el nombre de Leandro Valencia el único español que aparece entre ellos. Fue así mismo el primero en cantar con regularidad ante el público madrileño las óperas de Rossini. En este sentido se le puede considerar un pionero, como lo habían sido los otros tres tenores nombrados en lo referente a la ópera cómica francesa. Otro tenor de la época, Mariano Pablo Rosquellas, tuvo una actividad muy limitada en España, en conciertos, como tenor y como violinista, y marchó pronto a Sudamérica, donde fue el introductor de la ópera en aquel continente.
Probablemente no se conservan la fecha y el lugar de nacimiento de Leandro Valencia. La fecha debió estar comprendida en la última década del siglo XVIII. La primera noticia sobre él la encontramos en la Guía del Estado Eclesiástico Seglar y Regular de España de 1820, en la que aparece como “músico con capa de coro”, adscrito a la catedral de Calahorra. Del 19 de febrero de 1821 es la primera referencia que tenemos sobre un concierto en el que interviniera él, en Madrid, en compañía de otros cantantes entre los que destaca la muy importante Lorenza Correa. Su escenario es la Fonda de San Fernando. En él, Leandro Valencia interpreta un aria de Rossini y un cuarteto del mismo compositor, sin que se especifiquen en el programa los títulos. Durante el resto del año y en los dos siguientes, aparece en distintas ocasiones en conciertos y en representaciones de óperas, que en buen número corresponden a obras de Rossini, y en las que asume papeles comprimarios.
En 1824 hace cincuenta representaciones de ópera en Sevilla, durante una temporada que le ha tenido a él y al bajo Pedro del Castillo como organizadores y en 1825 reaparece en Madrid, ya como primer tenor, compartiendo el puesto con Juan Munné, en la compañía que actúa en los teatros de la Cruz y del Príncipe. Permanece en ella hasta finalizar enero de 1826 y a continuación marcha a Granada, como miembro de una compañía de ópera en la que figura con su nombre completo, Leandro García Valencia. Es ésta la única vez que lo he encontrado nombrado así. De esta forma iniciaba esta ciudad una relación con este tenor que llegaría a ser muy estrecha y habría de ser determinante en la implantación en ella de la afición al canto lírico.
El 7 de mayo de 1827 reaparece en Madrid cantando La Gazza Ladra, a la que siguen otras dos óperas de Rossini, Semiramide y El Barbero de Sevilla, además de Il Posto Abandonato, de Mercadante, Elena y Constantino, de Ramón Carnicer y Elisa y Claudio, de Mercadante, para volver a Rossini con Matilde di Shabran, Otelo, en la que personifica a Rodrigo, el tenor más agudo y Zelmira, ya en enero de 1828. El cierre de los teatros durante la Cuaresma le permite ir a Granada a dar dos conciertos, a requerimiento de la Asociación de Señoras de la Casa Cuna, que preside la duquesa de Gor. Entre sus compañeros en estos conciertos sobresale Josefa Morales, hija de Manuel García y de su primera esposa, Manuela Morales. Josefa, ensalzada por Manuel García como dueña de unas dotes musicales superiores a las de su hermana María Malibrán, no llegó a alcanzar el relieve inusitado de ésta. Durante el tiempo en el que permanece en Granada conoce Leandro Valencia a un joven granadino de 16 años, magníficamente dotado para el canto, por el que además siente enorme afición, y que carece de medios, en aquella ciudad, para poder desarrollar su potencial. El tenor le da las primeras clases, lo toma bajo su protección y, junto a su madre, lo lleva con él a Madrid, cuando regresa a la capital de España. Bajo su cuidadosa dirección, aquel joven se convertirá en el que muchos consideran el principal bajo-barítono español del siglo XIX, Francisco Salas.
En Madrid continúa protagonizando óperas, añadiendo a su repertorio los títulos de La Cenerentola, La Donna del Lago y La Italiana en Argel, todas de Rossini, junto a Il Barone di Flecheim de Pacini y La Donna Selvaggia, de Carlo Coccia.
En 1829 y 1830 siguen sus actuaciones en los teatros del Príncipe y de la Cruz, de Madrid, y tras el descanso de Cuaresma compartirá el puesto de tenor con Francesco Piermarini, con el que a veces actúa conjuntamente en una misma ópera. Así ocurre en Mosé in Egitto y L´Assedio di Corinto, ambas de Rossini y en Elena y Malvina, de Carnicer. El tenor italiano será nombrado pronto director del Conservatorio Nacional de Música, creado en Madrid por iniciativa de la melómana nueva reina de España, cuarta esposa de Fernando VII, M.ª Cristina de Borbón.
En 1831 y 1832 permanece actuando en teatros italianos. Ya en enero del primero de estos años aparece como primer tenor de la compañía que actúa en Carcano, acompañando en tal responsabilidad al indudable número uno mundial, Gian Battista Rubini. También Giuditta Pasta forma parte de la compañía. Probablemente, para alcanzar semejante prevalencia, el tenor español contó con el madrinazgo de la duquesa de Gor, quien implicó en el empeño a otras damas de la nobleza. Tras su debut con La Gazza Ladra, una crónica dirá que Leandro Valencia tiene grandes medios, pero le falta escuela, que podrá adquirir con tiempo y aplicación. Los públicos de Verona y de Pavía fueron los siguientes testigos y jueces de su calidad.
En 1833-1834 está nuevamente en los teatros madrileños y los periódicos de la Corte muestran los primeros intentos de crítica musical seria y reflejan en ella los progresos que ha realizado el tenor durante su estancia en Italia, que no defraudan las esperanzas de un público expectante e ilusionado. Chiara di Rosemberg, de Luigi Ricci, es la primera ópera que permite apreciarlos. En el siguiente título que interpreta, Gli Arabi nelle Gallie, de Pacini, le acompaña en papel importante Francisco Salas, quien empieza ya a adquirir galones como bajo bufo. En enero de 1834 tendrá sus últimas apariciones ante el público madrileño. A continuación, marchó a Sevilla en donde debió interrumpir la temporada, cuando se llevaban hechas cincuenta representaciones, ante el brote de cólera aparecido. En decisión errónea, la compañía marchó a Granada, donde desgraciadamente la virulencia del cólera era aún mayor y sólo pudieron hacer diecisiete funciones. La temporada se interrumpió, probablemente, cuando víctima de la epidemia falleció el otro tenor de la compañía, Ángel Glivau.
En 1836 vuelve a Granada, acompañado ahora por las hermanas Villó, Cristina y Carlota, e interpreta dos óperas de Bellini, Il Pirata e I Capuletti e i Montecchi y es figura principal en el acto que se celebra el día 25 de mayo, en la catedral, en memoria de Mariana Pineda, proclamada heroína de la ciudad. También en 1837 y 1838 lidera los elencos de las compañías de ópera de esta ciudad.
Baltasar Saldoni nos relata su última actuación ante el público, poco antes de fallecer, representando en Murcia Beatrice di Tenda, de manera que entusiasmó a los espectadores, pese a encontrarse sin fuerza, hasta el punto de tener que terminar la función sentado en una silla. Luego fue necesario que dos coristas le condujeran a su habitación, ante su incapacidad para realizarlo por sí solo. Murió en Murcia, el 20 de noviembre de 1840.
Fue así mismo prestigioso profesor de canto que probablemente tuvo en Concepción Ridaura a su alumna más conocida. También debieron ser alumnos suyos Víctor García Valencia, primero bajo bufo y después tenor, y Elisa García Valencia, soprano. Los dos, que aparecen en otras citas sin su primer apellido, debían ser, con la mayor probabilidad, hijos suyos.
Podemos resumir nuestras conclusiones diciendo que fue un baritenor rossiniano, con voz voluminosa en el centro y ascenso al agudo en falsete, según uso de su tiempo, con pérdida de la homogeneidad entre ambos registros, según alguna crónica. Ocupó un lugar destacado en la nómina de cantantes españoles de ópera de su tiempo y en algún año fue el único cantante español que figuraba entre el elevado número de cuantos cantaban ópera en los teatros italianos. Le da igualmente especial relieve el hecho de haber sido el primer tenor español que interpretó con regularidad en Madrid las óperas de Rossini, el más importante compositor de ópera de su tiempo.
Bibl.: Guía del Estado Eclesiástico Seglar y Regular de España, Madrid, Imprenta Real, 1820; B. Saldoni, Diccionario Biográfico-Bibliográfico de Efemérides de Músicos Españoles. Madrid, Antonio Pérez Dubrull, 1868-1881; F. de P. Valladar, Apuntes para la Historia de la Música en Granada. Granada, Tip. Comercial, 1922; A. Moreno Mengíbar, La Ópera en Sevilla en el siglo XIX. Sevilla, Universidad de Sevilla, 1998; M.ª del C. Morales Villar: Los Tratados de Canto en España durante el Siglo XIX. Técnica Vocal e Interpretación Lírica (tesis doctoral), Granada, 2008; J. A. Oliver García, El Teatro Lírico en Granada en el Siglo XIX (tesis doctoral), Granada 2012; V. García de la Puerta López: Leandro Valencia, El Primer Tenor Rossiniano Español en Madrid, Madrid, Visión Libros, 2020.
Vicente García de la Puerta López