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Buenaventura Belart Almiñana

Biografía

Belart Almiñana, Buenaventura. Vilanova y la Geltrú (Barcelona), 8.XII.1826 - Ivry (Francia), 28.III.1862. Tenor.                                            

Hijo de militar, vivió en distintas ciudades españolas por imperativo de los sucesivos cambios de destino de su padre. En Pamplona realizó estudios de bachillerato y estuvo matriculado en la Escuela de Pintura, desde 1841 a 1844. Dirigido por su familia hacia la abogacía, fue el canto el que captó su mayor interés. Residiendo ya en Madrid, empezó a actuar en círculos de aficionados, despertando gran admiración por las excepcionales dotes que poseía. Gracias a ellas, su comienzo de carrera fue meteórico pasando, sin transición, de los salones de concierto a debutar como profesional en el Teatro Real en papel protagonista. Fueron los enormes éxitos alcanzados en los salones los que determinaron al empresario del Real, señor Solera, a hacer a Belart un rápido contrato para presentarle en escena de inmediato.

Pocos debuts habrán ido precedidos de tal expectación. Lo realizó el 4 de noviembre de 1851 con Lucrezia Borgia y las primeras figuras de la compañía, tenor Giuseppe Sínico, bajo Agostino Róvere y barítono Adolfo Gironella, aceptaron hacer papeles comprimarios para dar mayor relieve a la función. También pocos debuts habrán recogido tal unanimidad de elogios en la prensa, que saludaba alborozada el nacimiento de una figura sobresaliente en el campo de la ópera. Desde el primer día, en el tercer acto intercaló el aria de I Due Illustre Rivali, siguiendo el ejemplo del gran tenor Moriani. A continuación, cantó Belart La Provva d´una Opera Seria, de Mazza, Ernani, de Verdi, ésta menos apropiada para sus características, Ninna, Pazza per Amore, del maestro Coppola y La Cenerentola.

Tras terminar la temporada en el Teatro Real, permaneció durante algún mes dando numerosos conciertos en Madrid, antes de marchar a Valencia, en camino hacia Italia donde quería hacer estudios más profundos. En estos conciertos realizados en Madrid, se mostró Belart muy original intérprete de canciones españolas, entre las que destacaba Las Ventas de Cárdenas, de Iradier, compositor que en ocasiones debió unir su canto al del tenor, para interpretar su canción “Los Caracoles”, escrita para dos voces.

En junio de 1852 llegó a Valencia donde permaneció por largo tiempo dando conciertos en el teatro y en círculos privados, en los que interpretó diversos fragmentos de ópera y canciones andaluzas, que eran las que le aportaban mayores éxitos, pero hubo de interrumpir su estancia para marchar a Tarragona a curar una enfermedad que contrajo en la capital del Turia y que truncó su viaje a Italia.                                              

En octubre, noviembre y diciembre interpreta diferentes conciertos en el Teatro Liceo de Barcelona y el día 17 del último de estos meses representa El Tío Caniyitas, de Soriano Fuertes, haciéndose cargo del papel de Pepiyo, que había estrenado Manuel Carrión.          

En enero de 1853 marchó a Cádiz, integrado en una compañía de ópera en la que iban las hermanas Sulzer, María y Enriqueta. Años después se casaría con la primera de ellas. Figuraba así mismo como primera soprano Antonia Montenegro, esposa del director de la compañía. En esta ciudad hicieron representaciones de La Sonambula, Rigoletto, Ernani y El Tío Caniyitas antes de marchar a Granada a mitad de mayo, para regresar a Cádiz tras actuar durante dos meses en aquella ciudad. En octubre marcharía a Sevilla en donde actuaría hasta terminar el año.                   

En los primeros meses de 1854 vuelve a actuar en Cádiz, en ocasiones junto a la gran contralto Elena D´Angri. Incorpora también una nueva ópera a su repertorio, Il Trovatore, en la que, según la revista italiana La Fama, es aplaudido más que en ninguna otra y en la que triunfan del mismo modo las hermanas Sulzer. En el último trimestre del año canta en el teatro San Carlo de Lisboa, junto a las referidas hermanas, óperas habituales de su repertorio a las que se añaden I Due Foscari, Galeotto Manfredi y Luigi Rolla, ópera esta última que Federico Ricci había escrito para Napoleone Moriani, quien alcanzaba en ella uno de sus mayores triunfos. También en esta ciudad se reencuentra con la famosísima Marietta Alboni, ahora en El Barbero de Sevilla.                  

Acaba la temporada de Lisboa en julio de 1855 y, en el mismo mes, Belart interpreta Rigoletto e Il, Trovatore en Málaga, junto a las hermanas Sulzer. La temporada debe ser interrumpida ante la brusca aparición de una epidemia de “morbo asiático” y Belart marcha junto a las hermanas a Barcelona. Los tres se integrarán en la compañía que actúa en el teatro de la Santa Cruz, que cuenta con figuras del relieve del tenor Giovanni Landi y la mezzosoprano Sofía Peruzzi, a quien más adelante se unirá su marido, el muy célebre bajo Antonio Selva. Enseguida llegan los éxitos con las interpretaciones de La Sonámbula, Rigoletto, Saffo, de Paccini, y Marco Visconti, del maestro Petrella. Lucrezia Borgia marcará la primera actuación conjunta de Belart y Selva.  

 Ya en 1856, Belart añade otro título a su repertorio, Don Bucéfalo, de Cagnoni, al que seguirá nueva representación de La Cenerentola. Después, en La Mutta di Portici, Belart hará el papel de Alfonso mientras que Landi hace el de Masaniello.                             

Al término de la temporada, las hermanas marchan a París, mientras Belart lo hace a Madrid, donde durante los meses de agosto, septiembre y octubre ofrece diversos conciertos en los teatros del Príncipe y del Circo, en salones particulares y en el Palacio Real. Distintas reseñas en la prensa ponen de manifiesto los grandes progresos que ha realizado desde las fechas de su debut, seis años antes. A mediados de octubre se interrumpe de forma imprevista su estancia en Madrid, al ponerse enfermo Lorenzo Salvi, que estaba actuando en Valencia. Contratado para sustituirle, Belart llegó a esta ciudad el 10 de octubre y apareció sobre el escenario el día 11, con Lucrezia Borgia, en la que no pudo soportar la confrontación con Salvi, uno de los herederos de Rubini, pero en su siguiente interpretación, El Barbero de Sevilla, tomó completo desquite. Para entonces, ya Belart era mucho más apreciado en las obras de agilidad, “en las que podía competir con cualquier instrumentista o cantante femenina”, que en las de canto spianato o elegiaco. Don Pasquale, María di Rohan, Rigoletto y Elisir D´Amore aumentan el número de sus éxitos que se completan con los obtenidos en I Capuletti e I Montecchi.                                                                       

En diciembre de 1856 se halla en París, junto a las hermanas Sulzer, y en febrero de 1857 canta en Florencia, con gran éxito, La Sonámbula y Linda di Chamounix, alternando en el puesto de primer tenor con el gran Moriani. En mayo parece que la Scala de Milán va a ser el siguiente destino de su recorrido artístico, pero una nueva llamada urgente le conducirá hacia Londres, al teatro de S.M., la Reina. Es ya un tenor de primera fila a quien se le requiere desde teatros de la mayor importancia. En la segunda mitad de junio celebra su debut en él, cantando La Sonámbula, junto a Marietta Alboni. El éxito es inmediato y debe repetir el aria “Ah, per ché non posso odiarti”. La crítica le acoge con calor y pronto se iniciará la competencia con los otros dos tenores divos de la compañía, Mario y Giulini, con quienes comparte buena parte del repertorio. En L´Elisir D´Amore, que canta junto a Marietta Piccolomini, el triunfo es total. The Illustrated London News afirma que nunca habían visto un Nemorino mejor. Al término de la temporada, la compañía celebrará durante el verano una gira por distintas ciudades inglesas, llevando como tenores a Giulini y a Belart.

En octubre realiza su debut en el Teatro Italiano de París, cantando La Cenerentola junto a Marietta Alboni. La crítica de L´Illustration le niega acción teatral y expresión en el canto, pero le reconoce una agilidad vocal que admite pocas comparaciones. En sus siguientes actuaciones, la valoración que recibe Belart por parte de la prensa va ganando enteros, hasta llegar a su punto más alto en La Italiana en Argel, que le proporciona la mayor oportunidad de exhibir su envidiable coloratura.                                                                                  

La prensa del 24 de enero de 1858 anuncia su muy próxima boda con Marie Sulzer. 

Produce expectación la incorporación a la compañía del tenor Tamberlick, una de las sensaciones de aquel tiempo. Debuta el 29 de marzo de 1858 con Otello de Rossini, acaparando la atención de todas las críticas. Su Do sostenido de pecho recibió elogios sin fin, especialmente al resaltar que junto a tal alarde exhibe así mismo notas graves tan sonoras y fuertes como las de un barítono. Hasta posteriores representaciones, la crítica no se acuerda de los restantes intérpretes, pero cuando lo hace es para decir que Belart, en su papel de Rodrigo, ha estado magnífico y que en esa clase de repertorio siempre brillará y será muy aplaudido.

En abril vuelve al teatro de S. M. la Reina, de Londres, cantando Don Pasquale junto a  Piccolomini y El Barbero de Sevilla, con Alboni, entre otras óperas. El último trimestre del año lo ocupará en el teatro Italiano de París. Continúa en él al comenzar 1859 y el día 4 de enero canta allí Semiramide, de Rossini, junto a Rosina Penco y Marietta Alboni. En las críticas, Belart recoge en su corto papel tantos parabienes como las dos grandes divas. Matilde di Shabran, de Rossini, es la última ópera que interpreta, en el mes de enero, en esta temporada. Nuevamente las crónicas destacan su agilidad vocal que le convierte en tenor muy apropiado para el repertorio de Rossini. En la primavera marchará, una vez más, a Londres, donde intervendrá en diferentes conciertos en la sala de Hanover Square, hasta el mes de junio.     

En mayo de 1860 aparece de nuevo en el teatro de la Reina, de Londres, como miembro de una compañía en la que destacan los también tenores Giulini y Mongini, los barítonos Everardi y Aldighieri, el bajo Vialetti y las voces femeninas de Alboni, Titiens y Borghi Mamo. A óperas habituales en su repertorio añade ahora Oberón, de Weber.

En el otoño le tenemos en el Teatro Real de Madrid. En sus primeras actuaciones, en La Sonámbula y El Barbero de Sevilla, parece advertirse una cierta disminución de sus excelentes cualidades anteriores; sin embargo, esta impresión es corregida en representaciones posteriores y descartada finalmente en su interpretación de La Figlia del Reggimento. Hemos entrado en 1861. Belart continúa despertando entusiasmos sobre la escena del Real, especialmente cuando en las representaciones de El Barbero de Sevilla, en la escena de la lección de música, introduce su interpretación de Las Ventas de Cárdenas. Hace su última interpretación de la temporada el 19 de marzo, con La Figlia del Reggimento. Muchos aficionados protestan de que no se le haya retenido hasta el cierre del teatro. El empresario debe explicar que debió contratar a Belart solamente para el tiempo que tuviera libre, pues sus compromisos con los teatros de París y Londres eran anteriores a su firma del ajuste con Madrid. Todavía debe hacer una interpretación no prevista de Don Pasquale, el día 20 de marzo, y cantar en algún concierto en círculos privados. A continuación, marcha a Londres para cantar en el teatro de la Reina hasta el término de la temporada en mayo. Vuelve a tener por compañeros en el puesto de tenor a Giulini y Mongini y además ahora se suma a ellos Mario. Entre las cantantes femeninas brillan especialmente las Titiens, Grisi, Borghi- Mamo, Alboni y Cruz-Gassier. Al finalizar la temporada es contratado nuevamente para la siguiente y durante el mes de junio permanece en Londres dando conciertos.                                                           

El 1 de octubre comienza sus actuaciones en el Teatro Italiano de París cantando El Matrimonio Secreto, de Cimarosa. Las críticas le encontraron sorprendentemente nervioso y agitado. Hizo después representaciones de La Sonámbula, “Semiramide y Don Pasquale, con resultados alternativos, posiblemente relacionados con la relevancia de sus síntomas. Parece indudable que aquella inexplicable agitación que le asaltaba en ocasiones era ya debida a su enfermedad terminal. En cambio, debe después suplir a Mario en una representación de Rigoletto y, ante la fría acogida que le dispensa el público, se crece y tiene una de sus actuaciones más brillantes. Dice la crítica que supo vengarse y obligar a los asistentes a aplaudirle repetidamente, a llamarle a saludar en muchas ocasiones y a pedirle que repitiese diversos números de la obra. Fue tal vez su canto del cisne. En su siguiente interpretación, Ana Bolena, el resultado no pasó de discreto. El 31 de diciembre de 1861, con Semiramide, hace su última representación del año. En los primeros días de enero de 1862, la empresa debe llamar al tenor Naudin para que sustituya de inmediato a Belart, quien estaba contratado también para las dos temporadas siguientes. Al parecer, durante una representación de La Sonámbula, se le presentó una súbita parálisis. Falleció en Ivry, cerca de París, el día 28 de marzo de 1862 y se juzgó que como consecuencia de la complicación de un aneurisma cardíaco que le había producido una parálisis con pérdida del habla.

 

Bibl.: La Fama, Milán, 1850-56; The Illustrated London News, Londres, 1855-1861; L´Illustration, París, 1855-1862; B. Saldoni, Diccionario Biográfico-Bibliográfico de Efemérides de Músicos Españoles, Madrid, 1868-1881; J. Martín de Sagarmínaga, Mitos y Susurros, Alcalá la Real (Jaén), Zumaque, 2010; V. García de la Puerta López, Buenaventura Belart (Próxima Edición)

 

Vicente García de la Puerta López