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Manuel Vicente García Siches

Biografía

García Siches, Manuel Vicente. Madrid, 13.III.1805 – Londres (Reino Unido), 1.VII.1906. Cantante y maestro de ópera, estudioso de la fisiología de la voz e inventor del laringoscopio.

Nacido en el seno de una familia consagrada profesionalmente al bel canto, su padre fue primer tenor del Théâtre des Italiens de París y su madre, Joaquina Siches, una célebre soprano. Vivió su infancia en un entorno familiar rodeado por la pasión por la música y el canto. Sus dos hermanas adquirieron también gran renombre bajo el seudónimo artístico de la Malibrán (María Felicia) y la Viardot (Micaela Paulina).

Manuel García vivió la primera etapa de su vida en Madrid, a cargo de sus abuelos, y a partir de 1814, se trasladó a vivir con su familia a Nápoles, donde tomó lecciones de canto con Niccolò A. Zingarelli y perfeccionó su técnica con el reconocido maestro de su padre, Ansani. Dos años más tarde, la familia de trasladó a París, en buena medida huyendo de la epidemia de cólera que estaba haciendo estragos en la ciudad italiana. Allí permaneció durante nueve años dedicado con gran intensidad al estudio de la música y el canto en el Conservatorio bajo la tutela de François Josep Féltis.

En 1825, con motivo de una gira artística por los Estados Unidos, se produjo su debut como barítono y bajo. Obtuvo un notable éxito de público en Nueva York, donde participó en las representaciones de varias obras de Rossini, Il barbiere di Siviglia, Otello, Il turco in Italia, L’amante astuto, de su padre, Manuel García, y Don Giovanni, de Mozart. En octubre de 1826 embarcó toda la familia a México y en su capital continuaron la gira operística, hasta que Manuel García decidió regresar por su cuenta a París en otoño de 1827. El 7 de octubre de 1828 debutó en el Théâtre des Italiens con Il barbiere di Siviglia, junto a su hermana Rosina, pero la crítica no fue favorable. Como consecuencia de las reacciones de la crítica, Manuel García llegó a la conclusión de que sus condiciones y su vocación no eran tanto el ser cantante de ópera como maestro e investigador sobre el canto y la voz humana. Decidió entonces acercarse al mundo de la Medicina y al estudio de la voz. Permaneció en París, donde decidió consagrar todos sus esfuerzos a la enseñanza del canto y a sus deseos de investigar con los recursos de la ciencia la fisiología de la voz y de la laringe humana.

Tras el regreso de su padre en 1929, Manuel colaboró en sus tareas de profesor de canto, pero su conflictiva relación le llevó a abandonar Francia e iniciar una fugaz carrera militar en Argelia. Regresó a París en el verano de 1830 con las puertas abiertas del hospital militar para llevar a cabo allí investigaciones experimentales sobre la laringe. Empezó entonces a compaginar su labor como profesor de canto con la asistencia a los enfermos ingresados en el hospital militar de París, donde se ocupaba específicamente de los afectados de enfermedades de la garganta. Su labor asistencial estaba estrechamente vinculada al interés por el estudio de la fisiología de la laringe y de los mecanismos de producción de la voz humana y sus alteraciones.

Con la experiencia adquirida como profesor de canto y con la asistencia a los enfermos de laringe, Manuel García escribió una Memoria sobre la voz humana (París, 1840) que se presentó ante la Académie des Sciences de París y tuvo un gran impacto.

Su fama como maestro de canto se extendió por toda Europa, especialmente tras la muerte de su padre, de cuyo prestigio musical fue considerado heredero. Su memoria de inmediato fue traducida al alemán y tuvo sucesivas reimpresiones. Rodeado de una aureola de gran prestigio profesional, Manuel García tomó posesión como profesor de canto en el Conservatorio de la capital francesa en un momento histórico de gran tensión política por los altercados de la comuna, pero también de grandes pasiones por la ópera entre la intelectualidad y los sectores dirigentes de la sociedad francesa. En 1847 publicó un Traité complet de l’art du chant, que fue traducido al inglés y al alemán.

Pero los acontecimientos políticos derivados de la revuelta de 1848 y la inestabilidad social le animaron a abandonar París y trasladarse a Londres, donde de inmediato entró a formar parte del cuerpo de profesores de la Royal Academy of Music, posición que mantuvo honoríficamente hasta su muerte a los ciento tres años de edad. Sin embargo, Manuel García nunca renunció a su nacionalidad española.

Su interés por estudiar la fisiología de la laringe y los mecanismos más íntimos de la voz le llevó a inventar un pequeño artilugio consistente en un espéculo semejante al que utilizaban los dentistas. Al parecer, la idea surgió a raíz de un viaje a París realizado en 1854. Añadió al instrumento dental un manguito móvil y curvo, que le permitía introducirlo adecuadamente por la curvatura de la garganta sin dañar sus paredes y dirigir la luz hacia el espejo para visualizar la laringe. Con ese instrumento realizó observaciones sobre sí mismo y, obsesionado por analizar la fisiología de la voz humana, en 1855 presentó ante la Royal Society de Londres una memoria de sus “Observaciones fisiológicas sobre la voz humana”, que se publicó en los Proceedings de la célebre academia científica británica.

La memoria científica de Manuel García describe el instrumento que había inventado y la técnica utilizada en las observaciones de su propia laringe. Para analizar el mecanismo de producción de la voz, García estudiaba los movimientos de la glotis y de la laringe, así como la acción de la musculatura del cuello y la influencia de ese conjunto en el timbre y en las variaciones del sonido. Pero su informe científico tuvo escasa repercusión en la comunidad científica británica y el aparato inventado por García apenas mereció una gran atención. Sus trabajos habrían pasado poco menos que inadvertidos de no ser por el impacto que tuvieron en otros ámbitos científicos. Debido a la gran difusión con que cuentan los trabajos presentados ante la Royal Society, los esfuerzos del español fueron conocidos en toda Europa y al poco tiempo el médico austríaco Ludwig Türck introdujo en el famoso Hospital general de Viena el laringoscopio ideado por Manuel García para la exploración de los pacientes afectados de problemas en la laringe. A partir de esta idea inicial, el checo Johann Czermak introdujo una novedad importante en el método de iluminación, que resulta imprescindible para una correcta visualización del aparato fonador. Czermak aplicó al laringoscopio de García un espejo oftalmoscópico que había sido inventado por Christian G. T. Ruete, el cual fue el punto de partida del actual espejo frontal empleado habitualmente en cirugía.

Consolidada su reputación como maestro de canto y también como inventor del laringoscopio, en una etapa de gran auge científico de las exploraciones físicas y de grandes novedades para la visualización del interior del cuerpo humano, Manuel García recibió importantes homenajes científicos en la etapa final de su vida. Recibió el doctorado honoris causa de la Universidad de Königsberg. La Royal Medical and Chirurgical Society de Londres le rindió un afectuoso homenaje a comienzos de 1903 con motivo de su centenario. Antes, había recibido el nombramiento de comendador de la Real Orden Victoriana, la Gran Medalla de la Ciencia Alemana y en 1902 el rey de España le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII. La consolidación durante esos años de la Otorrinolaringología como especialidad médico-quirúrgica le proporcionó también una gran popularidad y el reconocimiento como maestro socio-fundador de más de sesenta sociedades laringológicas nacionales e internacionales.

El 6 de octubre de 1924, se le rindió un homenaje en la Real Academia de Medicina de Madrid, que celebró una solemne sesión en su memoria y promovió la colocación de una lápida conmemorativa en la fachada de la casa madrileña que le vio nacer.

 

Obras de ~: Traité complet de l’art du chant, Paris, 1840; “Mémoire sur la voix humaine”, en Comptes-rendus des séances de l’Académie des Sciences, Paris (1841); École de García. Traité complet de l’art du chant en deux parties, Paris, 1847; Observations physiologiques sur la voix humaine, Paris, 1855; “On the invention of the laryngoscope”, en Transactions of the International Medical Congress, 3 (1881), págs. 197-199.

 

Bibl.: A. García Tapia, Manuel García: su influencia en la laringología y en el arte del canto, Madrid, Nicolás Moya, 1905; H. Shaw, “Manuel García: a centenary tribute”, en Journal of Laringology, 69 (1955), págs. 342-346; L. M. Clerf, “Manuel García’s contribution to laryngology”, en Bulletin of the New York Academy of Medicine, 32 (1956), págs. 603-611; El laringoscopio y la laringoscopia, Barcelona, Laboratorios del Norte de España, 1956; C. Carles, “García, Manuel”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Navarro, Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, vol. I, Barcelona, Península, 1983, págs. 369-371; J. Radomski, “García, Manuel Patricio [Manuel Patricio Rodríguez Stiches]”, en Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. V, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, págs. 393-395.

 

Josep Lluís Barona Vilar