Correa, María Lorenzo. Málaga, 1773 – Génova (Italia), c. 1832. Cantante.
Hija de la actriz Petronila Morales y de Roque Núñez. El apellido Correa lo debe a José Correa que o bien era su padrastro o bien era el nombre que el propio Roque Núñez utilizaba en el teatro. En 1786, cuando todavía era una niña, actuó en Barcelona junto a su hermana mayor Petronila. Un año después las dos hermanas ya formaban parte de la compañía de Manuel Martínez en Madrid, Petronila como décima dama y Lorenza como undécima. También sus otras hermanas, Laureana y María Isabel se dedicaron al teatro. La más destacada fue, sin embargo, Lorenza, que no tardó en llamar la atención del público madrileño: El Correo de Madrid del 23 de junio de 1787, citado por Cotarelo, se refiere a ella como “la nueva niña [...] tan bella disposición para aprender cuanto la quieran enseñar podrá tener otra, pero más imposible”.
Saldoni recoge otra crónica que define su voz como “clara, dulce, dócil, flexible y de muchos puntos de alcance”. En 1788 cantó en algunos de los conciertos de Cuaresma del Teatro de los Caños del Peral en los que participó también su hermana Petronila y la italiana Teresa Oltrabelli. Gradualmente ascendió en su posición en la compañía de Martínez de la que era primera dama María del Rosario Fernández, la Tirana. El género en el que más brilló en estos primeros años de carrera fue la tonadilla escénica. Participó en el estreno de tonadillas como La competencia de las dos hermanas y La tía burlada, ambas de Pablo del Moral, El hospital del desengaño, de Laserna, El mal uso del idioma, de Esteve, y La alianza de los apasionados (1794), de Laserna. En 1802 cantó también el papel de Susana de El casamiento de Fígaro, traducción española de la ópera de Mozart, en la que el papel del conde era interpretado por el tenor Manuel García. Ella se casó con otro actor del mismo nombre, Manuel García Parra.
Desavenencias sobre las condiciones de su contrato en Madrid, la animaron a emprender su carrera europea.
Su primer destino fue París, donde en marzo de 1804 causó buena impresión en algunas de sus apariciones en concierto en las que además de arias de ópera italiana cantó canciones españolas acompañándose de la guitarra. Ese mismo año debutó en el Teatro Grande de Brescia con la Semiramide de Orlandi y poco después pasó a formar parte de la compañía del Teatro Carcano de Milán. En 1806 actuó en el Teatro de San Agostino de Génova y también hizo su primera aparición en el Real Teatro de San Carlo de Nápoles, en el que participó después en la interpretación de la ópera Aristodemo de Pavesi, representada en 1807 para celebrar el aniversario del nacimiento de Napoleón Bonaparte. En 1808-1809 actuó en diversas representaciones en el Teatro La Fenice de Venecia, aunque el capítulo más interesante de su periplo italiano lo constituyen sus numerosas apariciones en la Scala de Milán entre 1813 y 1816.
En este teatro interpretó obras Johan Simon Mayr, Giuseppe Farinelli, Pietro Carlo Guglielmi, Luigi Mosca, Sebastiano Nasolini y Giuseppe Nicolini y otros compositores. En la Scala participó también en el estreno de Aureliano in Palmira de Gioachino Rossini el 26 de diciembre de 1813, en la que interpretó el papel de Zenobia, junto al cantante evirado Giovanni Battista Velluti, así como en una representación de Il ritorno di Astrea de Weigl a la que asistió el emperador de Austria Francisco I y su esposa María Luisa. Stendhal, en su biografía de Rossini, cita a la cantante como “una des plus belles voix de femme qui aient paru depuis quarante ans”. En el mismo teatro, cantó también dos óperas de Mozart: Don Giovanni (1814), en el papel de Zerlina y La flauta mágica (1816), como Reina de la Noche. Actuó también en diversas temporadas del Teatro Regio de Turín.
Los éxitos cosechados en Italia le permitieron obtener unas excepcionales condiciones económicas en su regreso a los escenarios madrileños a partir de 1818.
En Madrid dio a conocer algunas de las óperas más recientes de Rossini como Il turco in Italia, La gazza ladra o Il barbiere di Siviglia, aunque para entonces había iniciado ya su decadencia vocal. Se retiró en Italia y fijó su residencia en Génova. Fue nombrada “adicta facultativa” del recién creado Real Conservatorio de Música de Madrid. Regresó a esta ciudad hacia 1831 para solucionar los aspectos legales que dificultaban la obtención de una pensión a la que tenía derecho, asunto en el que intervino a su favor la duquesa de Osuna, a la que la cantante escribió el 28 de julio de 1832 a su regreso a Génova para dar noticia de su llegada y agradecerle una vez más su ayuda.
Lorenza Correa, al igual que Manuel García e Isabel Colbrán, pertenece a la primera generación de cantantes de ópera españoles que triunfaron en el extranjero.
Aunque Saldoni considera que su canto carecía de “expresión y de alma” y que su presencia escénica no era ideal “por ser baja de estatura y muy gruesa”, reconoce que “su voz dulce y angelical, unida a una ejecución sin igual, la colocó entre una de las primeras, si no la primera cantante de Europa”.
Bibl.: L. Carmena y Millán, Crónica de la ópera italiana en Madrid desde 1738 hasta nuestros días, Madrid, Manuel Minuesa de los Ríos, 1878 (ed. fac. Madrid, ICCMU, 2002); B. Saldoni, Diccionario biográfico-bibliográfico de Efemérides de Músicos Españoles, Barcelona, Imprenta de Antonio Pérez Durull, 1881 (ed. facs. Madrid, Centro de Documentación Musical, 1986); E. Cotarelo y Mori, Don Ramón de la Cruz y sus obras. Ensayo biográfico y bibliográfico, Madrid, Imprenta José Perales y Martínez, 1899; J. Subirá, La Tonadilla escénica, Madrid, Tipografía de Archivos, 1928-1932; E. Casares Rodicio (ed.), Francisco Asenjo Barbieri: Biografías y Documentos sobre Música y Músicos españoles, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1986; M. Heilbron, “Umilissimi devotissimi servi. Correspondencia de cantantes de ópera italiana con la Duquesa de Osuna”, en Anuario Musical, 57 (2002), págs. 199-227.
Marc Heilbron Ferrer