Michelena y Moreno de Mendoza, Juan Ángel. Maracaibo, Costa Firme (Venezuela), 1774 – Ferrol (La Coruña), 29.IX.1831. Marino, jefe de escuadra de la Armada.
Había nacido en el seno de una familia noble y acomodada. Su padre, José Ignacio de Michelena y Echevarría, fue factor de la Real Compañía guipuzcoana y, aunque nacido en Cádiz, era originario de Elizondo, valle de Baztán (Navarra), y antes de la Casa Infantona Dolha de Sava (Francia). Su madre, María Moreno de Mendoza Balbás y Barrios, era natural de Ceuta, aunque originaria de Ronda (Málaga), donde había nacido su padre, mariscal de campo de los Reales Ejércitos. Desde muy joven despertó en él su afición por la profesión de la mar y, como natural consecuencia, solicitó y obtuvo carta-orden de guardia marina y sentó plaza en el departamento de Cádiz (6 de marzo de 1786). Tres hermanos suyos también ingresaron en la Armada: Norberto (1783), Francisco (1791) y Jaime (1797).
Concluidos los estudios elementales, embarcó en la fragata Cecilia (1 de febrero de 1788), con la que navegó por el Mediterráneo, tocando en puertos como Tánger, Cartagena, Constantinopla y costa de Siria, regresando a Cádiz y siendo ascendido a alférez de fragata (13 de enero de 1789).
Debido a su ascenso, tuvo que trasbordar al bergantín Atocha, con el que pasó de base a Cartagena y, allí, fue trasladado al navío San Lorenzo (1 de marzo de 1789), donde sirvió como ayudante del jefe de escuadra Juan Joaquín Moreno, e hizo un viaje a Barcelona, Nápoles y Liorna con la escuadra del jefe de escuadra Félix de Tejada, que había sustituido a aquél.
A su regreso a Cádiz estuvo dos meses de ayudantedragón del cuerpo de brigadas del departamento. A continuación embarcó en la urca Bibiana, en la que hizo un viaje redondo (ida y vuelta) a Puerto Rico y La Habana (21 de agosto de 1791) y a su regreso embarcó en el navío Gallardo, con el que se trasladó a Cartagena (4 de febrero de 1793), donde quedó éste agregado a la escuadra de Francisco de Borja, con la que salió de campaña al iniciarse las hostilidades con la República francesa en la guerra de la Convención, asistiendo al apresamiento de la fragata Hélène y a la quema de la Richmond, así como a la conquista de las islas de San Pedro y San Antioco, donde se tomaron ciento cuatro cañones, cinco morteros y se hicieron 1225 prisioneros, y a las operaciones de apoyo de los ejércitos piamonteses y napolitanos en las riberas del Var, regresando a continuación a Cartagena, primero, y después a Cádiz. El 13 de octubre de 1793 volvió a salir para realizar comisión a Cartagena y Barcelona y después transbordó al navío Pelayo (1 de agosto de 1794) como ayudante del general José de Córdova, bajo cuyas órdenes realizó la campaña de Cuervo y Flores, hasta regresar a Cádiz.
Michelena había ascendido a alférez de navío (12 de abril de 1793), y después de la campaña anterior, con el carácter de oficial de órdenes del general Juan Joaquín Moreno, trasbordó al navío San Carlos, uno de los buques que componían la escuadra del mando del marqués de Socorro, con la cual salió de campaña (2 de agosto de 1796), haciendo después un viaje a Tolón con la del general Juan de Lángara, aunque en el transcurso del mismo quedó su navío desarbolado y perdido el timón por un temporal, que le obligó a entrar en Palamós de arribada y de allí, una vez pasado el temporal, se trasladó a Cartagena para realizar las reparaciones de los daños producidos.
Ascendió a teniente de fragata (27 de agosto de 1797) y transbordó con su general al navío Salvador del Mundo, y de este al Príncipe de Asturias, perteneciente a la escuadra de José de Córdova, con la que salió de Cartagena para el océano y se encontró en el combate naval que la propia armada sostuvo en las inmediaciones del cabo de San Vicente con la inglesa mandada por el almirante Jervis (14 de febrero de 1797), después del cual su buque entró en Cádiz (3 de marzo) y él quedó desembarcado (12 del mismo).
Pero no por mucho tiempo, pues embarcó en el navío San Juan Nepomuceno (16 de abril), en el que se mantuvo hasta el 17 de junio, fecha en que tuvo que desembarcar por enfermedad. Una vez repuesto, volvió a subir a bordo del navío San Pablo, incluido en la escuadra del general Mazarredo, constituida por veintidós navíos y cuatro fragatas, que salió en persecución de la inglesa que bloqueaba el puerto gaditano al mando del almirante Nelson (6 de febrero de 1798) y regresó el día 13 del mismo. El 14 de octubre siguiente se le dio su primer mando en la mar, la goleta Atrevida, perteneciente al apostadero de Algeciras; en él, obtuvo sucesivamente los mandos del cañonero núm. 13, la goleta Ligera y la balandra Pitt, que apresó, buques con los cuales se ocupó de dar escolta a los convoyes de las embarcaciones menores, y sostuvo diferentes acciones con varios buques de guerra ingleses, que trataban de impedir su navegación; desembarcó del último mando en diciembre de 1801 y se le destinó de ayudante de la Mayoría General del departamento (13 de enero de 1802). Pronto obtuvo un nuevo mando, el bergantín Ligero (24 de febrero), con el que salió para el Mediterráneo en persecución de una barca pirata, a la que apresó el 13 de abril siguiente y condujo a Cádiz, de donde volvió a salir para La Coruña, quedando comisionado el buque de su mando para correo, misión en la cual permaneció dos años, navegando en este tiempo a Montevideo, Puerto Rico, La Habana, Veracruz y Cartagena de Indias, y desembarcando en La Coruña.
Michelena, había obtenido durante esta época el ascenso a teniente de navío (5 de octubre de 1802) y se le concedió permiso para mandar la fragata mercante Escolástica (24 de octubre de 1804), en la que salió para Montevideo (18 de noviembre), adonde llegó el 26 de febrero de 1805 y, al estar ya declarada la guerra a Inglaterra por Carlos IV, se presentó al comandante de Marina de aquel apostadero para que lo emplease donde fuese más útil. El 4 de septiembre del mismo año se le dio el mando de la zumaca Remedios (goleta muy plana de Brasil y el Río de la Plata), y se encargó de patrullar el estuario del río de la Plata, primero, y después, con los demás buques del apostadero, a las órdenes del capitán de navío Santiago de Liniers, a la reconquista de Buenos Aires, que había sido ocupada casi por sorpresa por el general inglés Beresford. Al ver Liniers que los buques no harían nada en aquellas circunstancias, por el dominio aplastante del enemigo, ordenó a Michelena desembarcar con toda la marinería de aquellos buques para operar en tierra, tomando parte en todos los combates hasta el 12 de agosto de 1806, en que capituló Beresford con dos mil soldados.
Dos días después se hizo cargo de la zumaca Belén, en la que salió varias veces a transportar tropas a la banda del norte. El 14 de mayo de 1807 salió, en conserva con la goleta Remedios, a batirse con dos bergantines ingleses a los que al cabo de cuatro horas de lucha puso en fuga hacia Montevideo, gracias a su mayor andar. El 24 de junio volvió a desembarcar con la marinería de la flotilla, operando a las órdenes del brigadier Liniers en la nueva defensa de Buenos Aires, cuando fue por segunda vez atacado por el general Whitelocke. Michelena actuó de segundo jefe de la columna de marinería y tropa de marina, que mandó el capitán de navío Gutiérrez de la Concha y que mantenía la posición del campo del Retiro. El 5 de julio siguiente fue atacado aquel punto por tres mil ingleses; al ser cuatrocientos los defensores, debían haber sido arrollados, aunque se defendieron desde las seis de la mañana hasta las nueve y media. Capitularon con todos los honores de la guerra, cuando sólo les quedaban veinte hombres útiles y fueron cargados por tan considerable enemigo. Esta heroica defensa de De la Concha y Michelena dio paso a la que después hizo el brigadier Liniers en la ciudad de Buenos Aires, obligando al general Whitelocke a capitular con su poderoso ejército y a evacuar el territorio del virreinato, no volviendo a intentar nuevas incursiones en el mismo.
Por su valeroso comportamiento, Michelena fue ascendido a capitán de fragata, primero (24 de febrero de 1808) y después a capitán de navío (26 de noviembre del mismo año). Cuando fue depuesto el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros con las demás autoridades, Michelena se trasladó a Montevideo, por encontrarse ésta todavía en manos españolas. El 12 de julio, al mando del batallón de marinería y tropa que se formó con las dotaciones de los buques, desarmó el regimiento de voluntarios del Río de la Plata, que se mantenía al lado de los disidentes. El 18 del mismo mes recibió orden de salir solamente con su ayudante a recoger a los diez soldados de caballería que con su oficial se hallaban en el pueblo de las Piedras y después otros veinte en el pueblo de San José, con la misión de, con esta exigua fuerza de jinetes, hacer levantar el asedio a la colonia de Sacramento que estaba siendo atacada por doscientos hombres procedentes de Buenos Aires. Tuvo la suerte de llegar a tiempo y aún se mantenía la plaza, sorprendiendo al enemigo, al que obligó a reembarcar precipitadamente. Llegó a reunir una fuerza de trescientos soldados por habérsele agregado las fuerzas de caballería dispersas por el distrito. El 16 de octubre salió para la vasta extensión de Entrerríos, donde el 6 de noviembre batió a una fuerza de seiscientos hombres, después de vadear el río Uruguay, manteniendo el dominio del país, hasta la llegada del virrey Francisco Javier Elío. Después estuvo Michelena dedicado a dar una serie de golpes de mano, embarcado con cien hombres escogidos, para llamar la atención del enemigo y retardar sus operaciones.
Sus fuerzas navales se componían de la zumaca de guerra Cisne, el falucho Fama y la balandra Tortuga, también de guerra. Recibió orden de regresar a la colonia de Sacramento (6 de abril de 1810), quedando en ella como segundo del mariscal de campo Gaspar de Rigodet. Este le encargó una incursión en la campiña para recoger e introducir en la plaza algún ganado, cosa que hizo de sobra trayendo mil cabezas.
El 27 de mayo pasó Vigodet con todas sus fuerzas a Montevideo, que estaba sitiado, y Michelena quedó solo en Sacramento con doscientos hombres, manteniendo la plaza contra fuerzas muy superiores, hasta que recibió orden de evacuarla (31 del mismo mes), lo que hizo clavando la artillería y embarcando todo lo que de utilidad había en la plaza, retirándose a Montevideo.
El 16 de junio bombardeó el puerto de Buenos Aires con una división compuesta del bergantín Belén, dos balandras bombarderas, la zumaca Gálvez y dos faluchos; disparó ochenta bombas y 36 granadas, a pesar del fuego que le hicieron desde los fuertes de la defensa y aunque en la plaza tenía Michelena a su mujer y a sus hijos. Al fin, fue llamado a Montevideo, donde se le destinó a mandar las baterías situadas entre la ciudadela y el muelle y cabo del Norte. Estuvo hasta firmarse el armisticio con Buenos Aires (13 de noviembre de 1811), cuando se le dio el mando de la fragata Ifigenia, con la que regresó a la Península (16 de diciembre siguiente), rindiendo viaje en Cádiz (22 de marzo de 1812) y cesando en el mando el primero de agosto del mismo año.
Accediendo a una instancia suya, se le destinó a la expedición de tropas del Ejército al Río de la Plata (20 de marzo de 1813), para ser empleado en puestos de tierra pero no de mar, sin el acuerdo del comandante del apostadero de Marina. Con este motivo se trasladó a Montevideo de transporte en la fragata Prueba. Del 14 al 17 de mayo de 1814 se dio en aguas de Montevideo un combate naval, en el que la flotilla que mandaba Michelena fue derrotada por una escuadra insurgente, al mando del marino irlandés Guillermo Brown, precipitando la capitulación.
El 20 de junio de 1814 se produjo ésta, pero no fue respetada por los insurgentes, quedando Michelena, como los demás, en calidad de prisioneros, siendo llevado a Buenos Aires y después a diferentes sitios de confinamiento, a cada cual más penoso, y por último al depósito de los Bruscos de donde, por enfermedad, fue por fin enviado al hospital de Buenos Aires, en el que se le puso una barra con grilletes, que consiguió que le quitasen bajo fianza. Logró fugarse después de muchas intentonas (14 de abril de 1820), pasando a Montevideo y desde allí a Río de Janeiro, y después a Gibraltar en un bergantín inglés, presentándose en el departamento de Cádiz (16 de marzo de 1822).
Vivía en Puerto Real cuando fue ocupada por las tropas francesas del duque de Angulema. Se presentó al general en jefe del Ejército, conde de Borderull, que le destinó a las lanchas que se armaron en Sanlúcar, tomando parte su división en el bombardeo que hizo a Cádiz la escuadra del almirante Duperré (17 de septiembre de 1823), presentándose en la capital departamental una vez levantado el sitio, y por Real Orden de 5 de enero de 1824 ascendió a brigadier con antigüedad de 30 de mayo de 1815, y se le concedió licencia para trasladarse a Madrid.
Fue condecorado con la Cruz Laureada de Marina por los últimos servicios prestados en el Río de la Plata, y con la Cruz de Oficial de la Legión de Honor, concedida por el rey de Francia, por los realizados con las fuerzas sutiles de su mando en el sitio de Cádiz.
Por Real Orden de 22 de enero de 1825 fue nombrado gobernador militar y político de Ferrol, a cuyo efecto se trasladó a dicha ciudad, donde obtuvo su ascenso a jefe de escuadra el 14 de julio siguiente. Continuó con el desempeño del referido gobierno y aunque firme y leal en el cumplimiento de sus deberes, no se ensañó contra los liberales, como sucedió en otros lugares, conducta que le valió más de un disgusto con el capitán general de Galicia Nazario de Eguía.
Por Real Orden de 29 de agosto de 1831 fue designado el general Michelena gobernador militar y político de Castellón de la Plana. Al efecto, cesó en el de Ferrol el 16 de septiembre siguiente, y, cuando se disponía a dirigirse a su nuevo destino, falleció de enfermedad natural el 29 del mismo mes de septiembre, a los cincuenta y siete años de edad y más de cuarenta y tres de servicio.
El caso de estos cuatro hermanos Michelena marinos fue curioso; venezolanos, todos fueron realistas y pelearon contra los patriotas por México, Tierra Firme, el Plata, Chile y Perú; es decir, por todo el teatro de la insurrección; y al terminar, solamente entonces, uno regresó a la Península (Juan Ángel), dos se naturalizaron colombianos y el otro se hizo chileno.
Bibl.: F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. II, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 529-536; D. de la Válgoma y el barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid. Instituto Histórico de Marina, 1955, asiento 2400, pág. 212; C. Martínez- Valverde, “Biografía de Juan Ángel de Michelena”, en Enciclopedia general del mar, t. V, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957, págs. 1192-1194; J. F. Guillén, “La independencia del Plata en los papeles del archivo de Marina”, en Revista General de Marina (Madrid, Editorial Naval), t. 158 (mayo-junio de 1960), págs. 495-515.
José María Madueño Galán