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Bartolomé de Medina

Biografía

Medina, Bartolomé de. Medina de Rioseco (Valladolid), 1527 – Salamanca, 31.XII.1580. Dominico (OP), teólogo, catedrático, humanista.

Ingresó en la Orden Dominicana en el Convento de San Esteban de Salamanca el 25 de noviembre de 1545, haciendo la profesión religiosa el 26 de noviembre de 1546. Hizo sus estudios filosófico-teológicos en el Estudio General de su Convento y en la Universidad de Salamanca. En los cursos 1551-1555 aparece su nombre en los libros de matrículas de la Universidad salmantina como teólogo y presbítero. Tuvo por profesores a Melchor Cano, Domingo de Soto, Diego de Chaves y Pedro de Sotomayor. Compañero de estudio de Domingo Báñez, surgió entre ambos la más íntima amistad. Completó sus estudios en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, comenzando con la jura de los estatutos el 11 de septiembre de 1555. Terminados aquí sus estudios, pasó a enseñar al Estudio Provincial del Convento de Trianos (León), volviendo pronto como regente al citado colegio vallisoletano.

Estando de profesor en San Esteban de Salamanca recibió, por parte de la Orden Dominicana, los títulos de presentado en 1563, y de maestro en 1569. Su fama en este tiempo fue tan grande que de la Universidad de Salamanca venían a dicho convento a escuchar sus lecciones. Las autoridades académicas tuvieron que recurrir a la Chancillería de Valladolid para impedirlo. En enero de 1570 obtuvo el grado de licencia en la Facultad de Teología en la Universidad de Salamanca, y en febrero de ese mismo año se le confirió el título de doctor o maestro.

Ganó en oposición la Cátedra de Durando o de Nominales en la Universidad salmantina en 1573, empezando su enseñanza en dicha Cátedra el 7 de marzo de ese año, y terminando con el curso 1575-1576.

Muerto el catedrático de Prima, el maestro Mancio de Corpus Christi, el 8 de julio de 1576, B. de Medina presentó su candidatura para oponer a esa Cátedra.

Tuvo por contrincante al veterano universitario Juan de Guevara, que había ya ocupado las cátedras de Durando y de Vísperas. La ganó Medina y comenzó a enseñar en ella en ese año de 1576. El prestigio de Medina como profesor y como hombre de profundo ingenio trascendió pronto las aulas. Desde Roma el maestro de la Orden Dominicana le apremiaba para que llevara a la imprenta sus escritos, y se lo ordenaba con toda su máxima autoridad. Le escribía así el 7 de octubre de 1577: “Por la presente y por la autoridad de nuestro cargo, y en virtud del Espíritu Santo y de la santa obediencia y bajo precepto formal te mandamos a ti, Muy Reverendo Padre Maestro Fray Bartolomé de Medina, que lo antes posible mandes a la imprenta y saques a la luz las áureas exposiciones a la Prima Secundae de Santo Tomás y tus otras elucubraciones, que tienes preparadas sobre todas las Partes de Santo Tomás”.

En ese mismo año de 1577 publicó sus comentarios a la Prima Secundae, como le mandaba el maestro de la orden, y en 1580 publicaba el comentario a la Tercera Parte de la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino. La pronta muerte le impidió satisfacer por completo la indicada orden de Roma. Su amigo y sucesor en la Cátedra, Domingo Báñez, se encargó de proseguir esa tarea. B. de Medina manifiesta en los prólogos a las dos obras por él publicadas que en esos comentarios recoge no sólo el fruto de su labor docente en la Universidad, sino también los apuntes de sus predecesores, y da los nombres de los seis inmediatos anteriores a él, desde F. de Vitoria a M. de Corpus Christi. De estos comentarios, muchos son adnotaciones personales de los maestros, otros son apuntes tomados en clase por los alumnos.

“Nosotros —escribe Medina—, que hemos sobrevivido a estos maestros, hemos añadido nuestras enseñanzas, extrayéndolas de la fuente perenne de Santo Tomás. Nuestros Padres, como despertando de un largo sueño y representando los deseos de nuestra provincia, me pidieron a mí, que soy el mínimo de todos los teólogos, que, para el bien de toda la República Cristiana, ordenara, completara y perfeccionara todos esos monumentos literarios, junto con los cartapacios que yo tenía elaborados. Esta obra, por lo que se refiere a la Prima Secundae, ya ha sido llevada a cabo desde sus mismas raíces. Los comentarios a las demás Partes [de la Suma de Teología] de Santo Tomás, que tenemos a hora entre manos, procuraremos enviarlas a la imprenta dentro de poco.” Así lo escribe en la presentación al lector de la citada obra en 1578.

En la sola obra que pudo publicar dos años más tarde escribía: “sería un pecado inexpiable, si, entre los autores de los que nos hemos aprovechado, no enumerara en primer término al doctísimo Padre Francisco de Vitoria de la Orden de Predicadores, preclara luminaria de España... Con los cartapacios manuscritos de este autor hemos enriquecido nuestros comentarios. Mas no sólo nos hemos servido del auxilio de este varón, sino también, y no poco, de las anotaciones, incompletas, y de los frutos, aun no maduros, que nos legaron varones doctísimos como los Padres Soto, Cano, Mancio, Sotomayor, Peña y Juan Gallo, todos eximios maestros de teología de la Orden de Predicadores. Estas adnotaciones no eran propiamente autógrafas, sino tomadas por los discípulos en la clase; no obstante a través de ellas hemos podido comprender la singular erudición y la grandeza de los ingenios de esos varones”.

Piensa Medina que esta obra de conservar el legado de la Escuela será muy útil a la posteridad, que agradecerá sin duda este servicio, como se lo agradece en la actualidad a aquéllos que han transmitido el legado de los filósofos y escritores antiguos, paganos y cristianos. Importantes son estas declaraciones de Medina, porque no faltan autores, y muy notables, que gustan de demostrar que cierto autor de este tiempo copia de otro, porque transmite muchos de sus textos, incluso sin citarlo. Por lo que se observa en Medina y otros dominicos, en los conventos de estudios generales o provinciales, como el Convento de San Esteban de Salamanca, había una riqueza grande de comentarios y exposiciones escolares manuscritos.

Los superiores animaban a los catedráticos a publicarlos, para que no se perdiera ese legado y para adelantarse a otros teólogos, que ya habían comenzado a aprovecharse de esos códices en sus publicaciones.

Medina, al contrario de F. de Vitoria y M. Cano, a pesar de conocer el hebreo y el griego y a los autores clásicos, no se interesó en sus comentarios del aspecto literario, aprovechándose, como aquéllos, del estilo clásico-humanístico del momento. Creía seguir así las exposiciones de los santos padres y de los doctores eclesiásticos, que se interesaron más por las verdades doctrinales que por el ornato de las bellas palabras. No obstante, los estudiosos reconocen en él no un mero repetidor, sino un buen expositor con tendencias de cierto liberalismo, sobre todo en el campo de la moral. Ya había encontrado un buen precedente en F. de Vitoria, su maestro. Se ha considerado a Medina como el fundador del probabilismo en Teología moral, pero que sabe evitar los excesos o abusos del laxismo, al que tenderán autores posteriores; él exigirá siempre razones verdaderamente positivas para poder optar por la opinión probable en las situaciones de duda dentro del campo de la moral. Capítulo aparte lo forman los valores espirituales en el orden de la vida sobrenatural o de la gracia, donde él se comporta como hombre de mucha exigencia espiritual y muy seguro director de almas hacia la perfección cristiana. De ello da testimonio Santa Teresa de Jesús, que lo escogió para confesor y que alude a B. de Medina en seis de sus cartas.

 

Obras de ~: Expositio in Primam Secundae Angelici Doctoris Divi Thomae, Salamanca, Herederos de M. Gast, 1578 (8 eds. en el s. XVI); Breve instrucción de cómo se ha de administrar el Sacramento de la Penitencia, Huesca, J. Pérez Valdivielso, 1579 (11 edics. en español e italiano en el s. xvi); Expositio in Tertiam D. Thomae, Salamanca, Herederos de M. Gast, 1580 (6 eds. en el s. XVI); Instructio confessariorum, Venecia, J. Guerilium, 1601 (6 eds. en el s. XVII); Scholastica Commentaria [...], Colonia, P. Henniingii, 1618; Resoluciones de Casos diferentes, en L. Robles (ed.), en Escritos del Vedat, 1 (1979), págs. 321-381; Summa de casos de consciencia, nuevamete compuesta (en Biblioteca Nacional de España [BNE], ms. 6329); Tratado para confesar [...] (en Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, ms. IV.27); Commentaria in Primam Partem Divi Thomae [...] (en Biblioteca Apostólica Vaticana [BAV], cód. Ottob. Lat. 4628); Super Primam Partem Sancti Thomae (sólo las cuestiones 1 y 2) (en BAV, cód. Ottob. Lat. 1055); Super Primam Partem (en Biblioteca de la Universidad de Oviedo [BUO], cód. 148); In Primam Partem D. Thomae (en la Biblioteca Provincial de Palencia, cód. s/n); Super Primam Partem [...] (cuests. 74 y 75) (en BNE, cód. 6809); Commentaria super Primam Secundae D. Thomae (desapar.) (en BUO Cód. 5); Super secundam Secundae Sancto Thomae (cuest. 1.ª) (en BAV, cód. Ottob. Lat. 288); Ib., Super Secundam Secundae [...] (algunas cuestiones) (en BAV, cód. Ottob. Lat. 999); Super Tertiam Partem (en Biblioteca de la Universidad de Valencia, cód. 453); Comentarium [...] super Tertiam Partem Divi Thomae (en BAV, cód. Vat. Lat. 4626).

Bibl.: L. G. Alonso-Getino, “Vida, escritos y fama póstuma del Maestro Fray Bartolomé de Medina”, en Revista Iberoamericana de Ciencias Eclesiásticas, 4 (1902); F. Martín (OP), Santa Teresa de Jesús y la Orden de Predicador, Ávila, Tipografía Sucesores de A. Jiménez, 1909, págs. 667-668; J. Cuervo (OP), Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca, t. I, Salamanca, Imprenta Católica Salmanticense, 1914, págs. 264-265 y 560-564; t. II, págs. 704 y 715; t. III, 1915, pág. 821 (acta de profesión religiosa); G. Arriaga y M. M.ª Hoyos (OP), Historia del Colegio de San Gregorio de Valladolid [...], t. II, Valladolid, Tipografía Cuesta, 1930, págs. 203-209; F. Ehrle, Los Manuscritos Vaticanos de los Teólogos Salmantinos del siglo XVI. Primera edición española corregida y aumentada a cargo del Padre J. M. March, S. J., Madrid, Estudios Eclesiásticos, 1930, págs. 85-89; V. Beltrán de Heredia (OP), “Los manuscritos de los Teólogos de la Escuela Salmantina”, en Ciencia Tomista (CT), 42 (julio-diciembre de 1930), págs. 339-340; El antiguo Capítulo conventual de San Esteban de Salamanca, panteón de religiosos insignes, Salamanca, Gráficas Núñez, 1951, págs. 23- 24; C. Pozo, La teoría del progreso dogmático en los teólogos de la Escuela de Salamanca, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Francisco Suárez, 1959, págs. 179-192; L. Martínez Fernández, Sacra Doctrina y Progreso Dogmático en los “Reportata” inéditos de J. de Guevara, dentro de la Escuela de Salamanca, Vitoria, Editorial Esset, 1967, págs. 328-329; Fuentes para la Historia del Método Teológico en la Escuela Salmantina. Tomo II, Granada, Facultad de Teología, 1973, págs. 191-297; J. Barrientos García, “Bartolomé de Medina, O. P., y la Universidad de Salamanca”, en CT, 107 (1980), págs. 251-288; “Ley humana y su obligatoriedad en Bartolomé de Medina”, en CT, 108 (1981), págs. 535-573; G. Díaz y Díaz, Hombres y Documentos de la Filosofía Española, Volumen V, M-Ñ, Madrid, CSIC, Instituto de Historia, 1995, págs. 370-374.

 

Ramón Hernández Martín, OP