Sorní Grau, José Cristóbal. Valencia, 10.VII.1813 – Madrid, 8.IV.1888. Jurisconsulto y político republicano.
Nació en el seno de una familia liberal perseguida por los absolutistas. Su padre, Franco de Sena Sorní Rubio, fue oficial de la Milicia Nacional en el Trienio Liberal y tuvo que emigrar a Francia hasta la amnistía de 1834. Este año, el joven José Cristóbal Sorní, estudiante de Derecho en Valencia, se alistó en la reaparecida Milicia Nacional como sargento segundo, pasando luego a ser subteniente y ayudante de la misma. Militando en el Partido Progresista, figuró en la Junta revolucionaria que se formó en Valencia contra el Gobierno del conde de Toreno en julio de 1835.
Al año siguiente fue movilizado, junto a su compañía de nacionales, para luchar contra los carlistas y, con veintidós años de edad, obtuvo la licenciatura en Jurisprudencia, siendo nombrado catedrático sustituto de Derecho Romano en la Universidad valenciana durante dos cursos (1836-1838). En 1839 se trasladó a Málaga para trabajar de asesor del Tribunal eclesiástico de esa diócesis y de secretario de cámara y gobierno de su obispo electo y gobernador eclesiástico Valentín Ortigosa, prelado perseguido por sus ideas avanzadas que acabó excomulgado. Mientras Sorní se hallaba circunstancialmente en Sevilla, trabajando en la defensa del obispo, contribuyó en septiembre de 1840 al triunfo de la revolución esparterista en esta ciudad, siendo nombrado teniente y luego capitán de su milicia civil. Desde 1841 ejerció la abogacía en la capital malagueña y fue elegido segundo comandante de su fuerza ciudadana. Al vencer la reacción antiesparterista en 1843, Sorní dejó la costa andaluza para establecerse en su Valencia natal, donde reabrió su bufete de abogado, colaboró en el Eco Literario y se afilió en 1848 al naciente Partido Demócrata. En 1854 contribuyó al triunfo de la revolución en Valencia, ocupando los cargos de secretario de la Junta revolucionaria, de primer comandante de la repuesta Milicia Nacional y de vocal de la junta directiva del Centro Democrático. Elegido diputado por Valencia de las Cortes Constituyentes, fue uno de los diecinueve demócratas que apoyaron la proposición de José María Orense contra el reconocimiento del trono de Isabel II en noviembre de 1854.
Disueltas las Constituyentes por O’Donnell en 1856, Sorní estableció definitivamente en Madrid su residencia y despacho de abogado. En noviembre de 1860 fue uno de los firmantes de la Declaración de los Treinta, que trató de zanjar la discusión en el seno del partido entre individualistas y socialistas, al considerar demócratas a todos aquellos que defendiesen los derechos individuales y el sufragio universal, aunque divergiesen luego en sus opiniones socioeconómicas.
Al retraerse los partidos liberales de las elecciones y optar por la vía revolucionaria, Sorní se sumó a las conspiraciones de sus correligionarios, llegando a defender, junto a Nicolás María Rivero, una barricada de la plaza de Antón Martín el 22 de junio de 1866.
A consecuencia de sus contactos con los liberales exiliados sufrió dos prisiones en la cárcel madrileña del Saladero: una del 3 de agosto al 20 de octubre de dicho año y otra, del 17 al 26 de marzo de 1867. Al producirse la revolución Gloriosa de 1868, fue vocal de la Junta revolucionaria interina de Madrid, que proclamó el 29 de septiembre la “Soberanía Nacional” y la destitución de los Borbones, y de la Junta definitiva elegida por sufragio universal hasta que fue disuelta el 19 de octubre. Al dividirse los demócratas por la forma de gobierno, figuró como uno de los líderes del Partido Republicano-Federal, siendo elegido para sus órganos directivos nacionales y, en Madrid, vicepresidente del Comité provincial del partido, primer comandante del batallón Cazadores del Congreso de los Voluntarios de la Libertad y presidente del Club del Congreso (1869), conocido por admitir mujeres en igualdad de condiciones con los socios varones.
Convocadas las Cortes Constituyentes, obtuvo acta de diputado por Valencia en enero de 1869, votando en ellas, junto a la minoría republicana, contra la Monarquía y la elección de Amadeo de Saboya. Dentro del partido, fue uno de los firmantes del manifiesto de los diputados federales contra la Declaración de la Prensa republicana (más unitaria que federal) de mayo de 1870. En las elecciones generales de marzo de 1871 y en las de abril y agosto de 1872 resultó elegido por su distrito natal de Serranos para el Congreso de los Diputados, formando parte de la Asamblea Nacional que proclamó la República Española el 11 de febrero de 1873. En el partido, formó parte del Directorio nacional que nombró Pi y Margall y que provocó, con su manifiesto de mayo de 1872, la escisión entre republicanos benévolos e intransigentes.
Durante el período republicano ocupó los cargos de director del Patrimonio de la ex Corona, aunque por pocos días, y de ministro de Ultramar, durante las presidencias del poder ejecutivo de Estanislao Figueras y de Francisco Pi y Margall, entre el 24 de febrero y el 28 de junio de 1873. Como ministro logró que la mayoría radical se uniese a los republicanos para que la Asamblea Nacional aprobase, antes de disolverse, la ley de abolición de la esclavitud en Puerto Rico el día 22 de marzo, y decretó, dos días después, la libertad de unos diez mil esclavos de la isla de Cuba que no aparecían inscritos en el censo de 1867, poniendo así en ejecución la Ley Moret de 1870 que declaraba libres a los nacidos con posterioridad al 17 de septiembre de 1868, medida que en la práctica no tuvo una aplicación inmediata; siendo entonces la única beneficiada la pequeña Antilla, a la que se extendieron los derechos y libertades y la organización administrativa municipal y provincial que regían en la Península. En las elecciones para Cortes Constituyentes de mayo de 1873, Sorní fue reelegido diputado por el mismo distrito valenciano y tomó parte, todavía como miembro del Gobierno, en la sesión parlamentaria del 7 de junio en que los constituyentes proclamaron la República Federal.
Partidario de la abolición de la pena de muerte, logró que la Asamblea aceptase una enmienda para que los delitos castigados con la pena capital fuesen rebajados a cadena perpetua (lo que abría una esperanza a la rehabilitación del reo), si bien la medida no llegó a materializarse. Autor de algunos poemas en su juventud, se distinguió como orador correcto y distinguido, lo mismo forense que parlamentario, y se sirvió desde muy pronto del artículo periodístico para la defensa de sus ideales políticos, siendo un colaborador asiduo de los periódicos madrileños La Discusión (1856-1874), La República Federal (1870), de Luis Blanc, y La República Ibérica (1869-1871), de Miguel Morayta.
Tras la restauración de los Borbones, siguió ejerciendo su profesión de abogado y participando en política como líder histórico del partido Federal de Pi y Margall, en el que desempeñó, entre otros altos cargos, el de vocal del Consejo Federal y presidente colegiado de la Junta Provincial Federal de Madrid, siendo también director del diario madrileño La Vanguardia (1881-1883), que contó, sucesivamente, como directores adjuntos con Antonio Sánchez Pérez, Luis Blanc y Ángel Armentia Zubiaur. Sorní mantuvo sus relaciones con la ciudad de Valencia, ayudando a su amigo y correligionario el poeta Constantino Llombart a crear la asociación cultural Lo Rat Penat (1878), que celebró los Juegos Florales desde el año siguiente, tomando parte destacada en que los mismos continuasen en 1883. En febrero de ese año el ministro de Ultramar, Núñez de Arce, le nombró vocal de la Comisión española en la Exposición colonial internacional de Amsterdam, siendo este su último acto público.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 38 n.º 50, 61 n.º 27, 66 n.º 1, 70 n.º 5, 73 n.º 6 y 76 n.º 9.
A. Fernández de los Ríos (dir.), La Asamblea Constituyente de 1869. Biografías de todos los representantes de la nación, Madrid, Imp. de Tomás Rey y Cía, 1869, págs. 489-492; A. M. Segovia, Figuras y figurones, t. XVI, Madrid, Enrique Jaramillo, 1881 (2.ª ed.), págs. 5-47; E. Rodríguez-Solís, Historia del Partido Republicano español, t. II, Madrid, Imp. de Fernando Cao y Domingo del Val, 1893, págs. 455-456 y 550; A. Laguna Platero, “Para una historia del republicanismo valenciano: J. C. Sorní, defensor de la democracia”, en Estudis d’Història Contemporània del País Valencià, 4 (1983), págs. 133-151; J. Alvarado Planas, “La Sección de Orden Público a fines del reinado de Isabel II: la represión política a través de los ficheros policiales reservados”, en J. Alvarado, Poder, economía, clientelismo, Madrid, Marcial Pons, 1997, págs. 182-183 y 225.
Gregorio de la Fuente Monge