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Pedro Malpaso

Biografía

Malpaso, Pedro. Aragón o Malpás (Lérida), u. t. s. XV – ?, 1521 pos. Ingeniero militar al servicio de Carlos V, maestro mayor de las fortificaciones de Pamplona.

El secretario de los Reyes Católicos Hernando de Zafra, cuya correspondencia se ha publicado en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, en una carta dirigida a dichos monarcas, de fecha 20 de junio de ¿1502? desde Granada, les dice: “La venida de Malpaso para esto de la obra me parece muy bien, porque mejor lo mirará y sabrá que yo, pues aquel es su oficio”. En la carta no se cita el año, pero habla del “año pasado al tiempo del levantamiento de los moriscos”, que, como se sabe, fue en 1500. Además, trata el secretario de la plaza de Gibraltar, que se había tomado a los duques de Medina Sidonia en enero de 1502, de cuyo asunto se muestra muy preocupado, y donde también en ese año se construían varios baluartes en el castillo de la plaza por Malpaso. Al parecer, llegó a Andalucía para suplir las ausencias de Ramiro López que andaba trabajando en el Rosellón.

Según Fermín de Sojo y Lomba, coronel de Ingenieros e historiador, Malpaso se encontraba en 1514 en Navarra, entendiendo en fortificaciones, pues, por real orden de 24 de septiembre, se mandó al capitán general de ese reino, Diego Fernández de Córdoba, marqués de Comares, que enviase a Malpaso a reconocer el castillo de Burgui, en el valle del Roncal, para que dispusiera las obras que hubiera que ejecutar.

Después del cerco francés a San Sebastián en 1512, a partir de 1514 se construyó una “barrera artillera” con grandes “cubos” o torres troncocónicas, llevadas a cabo por Malpaso y Diego de Vera. La barrera abarcaba “desde el dicho cubo fasta el cubo del Ynge”. Según la descripción posterior, que hace Benedito de Rávena en 1534, las torres tenían un diámetro cercano a los 20 metros y gruesos del muro de 5 metros, dimensiones y espesor necesarios para contrarrestar los avances de la artillería.

En Pamplona, tras la anexión a Castilla, se construyó a partir de 1513 el castillo de Santiago a cargo de Pedro Malpaso, con el diseño más avanzado de la época. La construcción del Castillo, considerada como de urgente realización y absolutamente necesario en toda plaza fortificada, comenzó enseguida, encomendándose su realización al ingeniero Pedro de Malpaso, que ya había hecho trabajos parecidos en Cerdeña y otros puntos. Malpaso proyectó una fortificación de planta cuadrangular, con fosos llenos de agua, muros en talud, garitones a media cortina y recios torreones cilíndricos en los ángulos, preparada para resistir los efectos de la artillería. Las gentes de las aldeas de la cuenca fueron obligadas a realizar tareas de peonaje y acarreo de materiales para las obras.

En el momento de la conquista de Bugía (enero de 1510) la Corona Hispánica había construido algunas de las mejores fortificaciones del llamado “periodo de transición”: la Mota de Medina del Campo, Coca, baluartes de la Alhambra de Granada, Sant Angelo de Roma o Salsas (Salces, en el Rosellón) y estaba construyendo la nueva barrera artillera de Castelnovo de Nápoles con la incorporación de los grandes cubos artilleros.

En 1514 Bugía sufrió un duro asedio del pirata Barbarroja, lo que obligó a Fernando el Católico a replantearse a las fortificaciones de los enclaves norteafricanos. Así, Diego de Vera mejoraba las defensas de Orán y Argel, mientras que Pedro de Malpaso sería enviado a Bugía. En esta plaza realizó una serie de defensas provisionales siguiendo las experiencias que había desarrollado en el recién conquistado reino de Navarra. En concreto en el “Castillo grande” construye diversos reparos, consistentes en grandes plataformas de tierra y fagina, donde situar la artillería, todo ello reforzado con la excavación de un amplio foso perimetral.

Los castillos de Bugía constituyen un magnífico ejemplo para el estudio de la evolución de la fortificación promovida por la Corona Hispánica durante la primera mitad del siglo XVI y en concreto todo lo relativo al paso del gran cubo artillero hueco, al baluarte terraplenado o también vacío, de planta pentagonal.

El emperador Carlos V, tras el desastre de Argel de 1541, se encontró con las fortificaciones que habían sido proyectadas por alguno de los principales ingenieros de la época: Diego de Vera, Pedro Malpaso, Jorge Ruiz de Alarcón, Per Afán de Rivera, Juan Vallejo y Benedito de Rávena. A continuación, se abordará la intención de Carlos V y sus militares-ingenieros para mejorar la defensa de Bugía, plaza de gran importancia estratégica. Ello implicaba la redacción y aplicación de un ambicioso y moderno programa de fortificación. Básicamente se plantea construir y mejorar tres puntos defensivos: el Castillejo, el Castillo Grande y el Fuerte Imperial, empleando las nuevas pautas de la fortificación abaluartada, si bien en el denominado “Imperial” se hará uso de la novedosa técnica del sistema atenazado, que pocos años antes había dado a conocer Pedro Luis Escrivá en la fortaleza de San Telmo de Nápoles.

El primer intento serio de fortificar la ciudad de Alguer (Cerdeña), fue en junio de 1514, cuando el ingeniero real Pedro de Malpaso realizó un importante proyecto del que destacan una serie de elementos constructivos. En primer lugar, el baluarte que sitúa delante de la puerta real y dentro del foso, que se corresponde con las troneras o cañoneras de la “torre nueva del Maestral”. En segundo lugar, la construcción de una “casamata” o “caponera” en el interior del foso. Finalmente, la de un nuevo baluarte delante de la torre de Santiago, que, además, debía proteger el puerto y la marina.

En 1517, desde Bruselas, Carlos V que seguía ocupándose de “su reino de Navarra”, atento a una posible invasión de ese reino, recién incorporado a la corona española, por un ejército francés, mandó reforzar las fortificaciones de San Juan Pie de Puerto. Dirigió las obras Malpaso, de acuerdo con el alcalde de la localidad, Antonio de Ávila, acuerdo que, según Malpaso, consistió en que “concertamos donde se habían de fazer los vestiones” (bastiones).

Según el historiador Juan Agustín Ceán Bermúdez, Malpaso en 1521 seguía entendiendo en las fortificaciones de Pamplona.

 

Bibl.: F. de Sojo y Lomba, El capitán Luis Pizaño, Estudio Histórico Militar referente a la primera mitad del siglo XVI, Madrid, Imprenta del Memorial de Ingenieros del Ejército, 1927; V. Echarri Iribarren, Las Murallas y la Ciudadela de Pamplona, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2000; J. J. Martinena Ruiz, Navarra. Castillos, Torres y Palacios, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2008; J. J. de Castro y Á. Cuadrado Basas, “Las Fortificaciones de la Corona Hispánica en el Mediterráneo”, en A. Ruibal Rodríguez (coord.), Actas del IV Congreso de Castellología: Madrid 7 a 10 de marzo de 2012, Madrid, Asociación Española de Amigos de los Castillos, 2012, págs. 57-74; J. J. de Castro Fernández e I. de Castro Díez, “El proyecto imperial de fortificación para Bugia, 1541”, en P. Rodríguez Navarro (ed.), Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII centuries, vol. I, Valencia, Universitat Politècnica de València, 2015; V. Echarri Iribarren y R. T. Yáñez Pacios, “Bastión y ciudad: Los proyectos para las fortificaciones de Fuenterrabía a finales del siglo XVI”, en Tiempos modernos: Revista Electrónica de Historia Moderna, 8, 32 (2016).

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño