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Micaela Cañete Sánchez de Vera y Aragón

Biografía

Cañete Sánchez de Vera y Aragón, Micaela. Asunción (Paraguay), p. s. XVIII – 1767. Dama, con­sorte del gobernador José de Antequera y Castro.

Provenía de una familia ilustre; fueron sus padres el capitán Bartolomé Sánchez de Vera y Aragón, des­cendiente del último adelantado Juan Torres de Vera y Aragón, y de Rosa Cañete. Su madre había que­dado viuda y ante su desamparo, obligó a Micaela a contraer nupcias con Ventura Benítez, de quien vivió separada hasta iniciar la demanda de nulidad. Así lo expresó Rosa Cañete en una de las cláusulas de su tes­tamento otorgado en 1723: “Declaro que di estado de matrimonio con la ayuda de Dios Nuestro Señor a la dicha mi hija Micaela con Ventura Benítez y para el paso en que estoy en el artículo de la muerte declaro en descargo de mi conciencia que para dicho matri­monio forcé y violenté la voluntad pía de ésta mi hija con amenazas de castigos y haber cogido contra su voluntad, ha vivido separada hasta introducir la de­manda de nulidad, en éste estado se halla para que conste así lo declaro”. Concluyó su testamento de­jando a sus hijas Micaela y Josefa al resguardo de su hermano, fray José Cañete.

Cuando Antequera llegó a Asunción en 1721, co­noció a Micaela y la tuvo como compañera. Los jesui­tas, enemigos de los comuneros, aprovecharon esta si­tuación para acusar al caudillo de haberse unido a una mujer casada “amancebándose públicamente”. Los pa­dres Lozano y Charlevoix ocultaron en sus escritos la real situación de Micaela, quien a la muerte de su ma­dre, en 1723, vivía al amparo de su tío.

Micaela Cañete y José de Antequera y Castro tu­vieron un hijo, a quien bautizaron José. Unos años después del ajusticiamiento de su padre (Lima, 1731), el rey Carlos III rehabilitó su memoria de­clarándolo “honrado y leal ministro”, en tanto que su hijo José Cañete fue nombrado “regidor perpe­tuo” de la provincia de Paraguay. Micaela Cañete de Vera y Aragón se destacó por su intrepidez y coraje al atreverse a desafiar a la sociedad de su tiempo. Cuando otorgó su testamento en 1767, precisa­mente el año en que fueron expulsados los jesuitas, no declaró la paternidad de su único hijo a quien, movida por el silencio, le había dado el nombre del padre, mas no su apellido.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Nacional de Asunción, Secc. Civil y Judicial, Testamentos, vol. 525, n.º 6, año 1723.P. Lozano, Historia de las Revoluciones de la Provincia del Paraguay 1721-1735, Buenos Aires, 1905 (inéd.); J. P. Bení­tez, Los Comuneros del Paraguay, Buenos Aires, II Congreso de Historia de América, 1939; R. Quevedo, Antequera. Histo­ria de un Silencio, Asunción, La Voz, 1970.

 

Margarita Durán Estrago